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miércoles, 21 de octubre de 2015
martes, 26 de agosto de 2014
Sin Comentarios
Genio desde la infancia, Albert Einstein, reflexiona frente a su maestro, con rigurosa mayéutica, la existencia de dios, rechazando la posición atea del profesor, quien sin saber, con su postulado, inspira a que el genio niño aflore su inteligencia, en medio de una cátedra rutinaria.
Albert Einstein |
Impactante vídeo, que nos lleva mas allá de la dualidad entre la fe y la razón.
viernes, 9 de mayo de 2014
lunes, 5 de mayo de 2014
El sueño de Einstein: La clave está en la cuerda.
La clave está en la cuerda. Bienvenidos a la 11ª dimensión. El "Universo elegante" es un documental en el que se habla de un posible Multiverso formado de universos paralelos en los que habría 11 dimensiones y no 4 como conocemos.
Es lo que afirma la incipiente teoría de cuerdas. En la física actual hay un gran problema. Hay dos teorías: la de la relatividad general, que describe muy bien como se comportan los objetos grandes (microscópicos) y como funciona la gravedad; y la física cuántica, que describe muy bien como se comportan las partículas microscópicas (quarks, átomos, fotones) y también como se comportan el resto de fuerzas (electromagnética, nuclear fuerte, nuclear débil).
Pero cuando se intentan unir esas dos teorías no se puede, no hay forma de juntarlas, son por decirlo de alguna forma como el agua y el aceite. Cada una describe una parte del universo pero es incapaz de describir la otra.
Aquí es donde entra la teoría de cuerdas que pretende juntar esas dos teorías en una teoría más básica que describa todo el universo. Después de muchos años de investigación, la teoría de cuerdas está avanzando mucho y se están llegando a conclusiones como que nuestro universo tendría 11 dimensiones en vez de 4 (3 espaciales + 1 temporal).
¿Por qué no percibimos esas dimensiones "adicionales"? Actualmente se piensa que puede ser por dos causas: Una es que están enrolladas sobre sí mismas y que son tan increíblemente pequeñas que somos incapaces de percibirlas, solo las partículas subatómicas como los quarks podrían moverse en ellas. Imagínate una pajita (un cilindro) muy fina, si tú la ves desde lejos, como es tan fina, dirías que solo tiene dos dimensiones (que es plana), pero si fueras un microbio y vivieras dentro de la pajita dirías que tiene tres.
La otra posibilidad es que estemos retenidos dentro de una brana tridimensional la cual esta a su vez dentro de un universo multidimensional. Imagínate la Tierra, su superficie, imagínate que es una esfera perfecta y que tiene dos dimensiones solo y que tú estás atrapado en esas dos dimensiones. Puedes andar hacia delante y hacia los lados, pero no hacia arriba ni hacia abajo; tampoco puedes ver o sentir nada más allá de esas dos dimensiones, estarías atrapado en una brana bidimensional, que estaría dentro de un universo tridimensional. A ti te parecería que tu brana bidimensional es infinita, puedes andar siempre y nunca se acaba, pero está bien delimitada dentro del universo de dimensiones superiores tal y como ocurre con la Tierra.
Dentro de este universo multidimensional, habría más branas aparte de la nuestra, las cuales podrían contener universos como el nuestro o muy diferentes. Se piensa también que el bigbang podría haber ocurrido por el choque entre dos branas antiguas lo cual habría desencadenado el cataclismo y la formación de nuestro universo-brana.
Matemáticamente, esta es una teoría muy consistente, capaz de unir la relatividad general y la física cuántica, pero necesita ser probada.
martes, 18 de febrero de 2014
El lado espiritual de Albert Einstein.
En 1946, Albert Einstein escribió una autobiografía para la colección “Living Philosophers” de Paul Arthur Schilpp, la cual buscaba que los protagonistas se centrasen en las preguntas trascendentales del ser humano. En ella, el científico dejó resumidas sus inquietudes religiosas, las cuales habían ido creciendo con el tiempo, sobre todo a partir de la década de los años treinta.
Einstein escribió que, desde muy niño, su obsesión fue encontrar una alternativa a la necesidad de satisfacer los deseos y carencias individuales, algo que consideraba desmoralizador y sin esperanzas de éxito, lo cual ya había expresado en escritos anteriores:
La comodidad y la felicidad nunca me han parecido una meta. Estas bases éticas semejan los ideales del rebaño de cerdos… Las metas comunes del esfuerzo humano, obtener posesiones, éxito exterior y lujo, siempre se me han presentado como despreciables, desde que era muy joven. (Mi credo humanista)
En uno de sus ensayos, escribe Einstein:
¿Cuál es el sentido de nuestra vida, cuál es, sobre todo, el sentido de la vida de todos los vivientes? Tener respuesta a esta pregunta se llama ser religioso. Pregunta: ¿tiene sentido plantearse esa cuestión? Respondo: quien sienta su vida y la de los otros como cosa sin sentido es un desdichado, pero hay algo más: apenas merece vivir.
[...] El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir. Es la sensación fundamental, la cuna del arte y de la ciencia verdaderos. Quien no la conoce, quien no puede admirarse ni maravillarse, está muerto. Sus ojos se han extinguido. (Mi visión del mundo)
En un primer momento de su vida, se refugió en la religión, llamando a esa etapa el “paraíso religioso de la juventud”. Tal impronta permanecería viva y se manifestaría posteriormente en su interés por el judaísmo y la convivencia cultural con el islamismo. Pero siempre intentó no ligarse a ninguna confesión y trató de desarrollar su propia concepción religiosa a la par que sus teorías cambiaban las bases de la Física.
A los doce años, al querer someter la Biblia al análisis científico, entró en una crisis de fe que le llevó al ateísmo. La posterior lectura de escritos filosóficos, sobre todo la Ética de Spinoza, y el contacto con otros científicos de corte “místico”, como Max Planck, le llevaron a una incesante indagación de cómo integrar ciencia y religión en un pensamiento coherente que abarcase una comprensión del Universo como un Todo.
Existía en la Alemania de principios del siglo XX una corriente intelectual que buscaba la unión de las diferentes disciplinas científicas y filosóficas en pos de una cosmovisión que mostrara el universo como un Todo. Esta idea se plasmó en 1912 mediante un manifiesto firmado por las figuras más relevantes del momento, como Sigmund Freud, el físico Ernst Mach, el matemático David Hilbert y otros.
Esta inquietud integradora se manifestó en Einstein en un aspecto fundamental: su obsesión por acoplar las leyes de la Física en una teoría unificada del Todo.
Más allá, resulta revelador que, desde sus años de adolescente, mostrara especial debilidad por autores como Kant y Goethe. Para Einstein, la búsqueda científica era mucho más que una simple tarea de científicos. Era una necesidad psicológica innata al ser humano que integraba todos los aspectos posibles del conocimiento. Para él, abordar los asuntos más complicados de la ciencia requería un estado de conciencia muy profundo, similar, diría él, al de un religioso o al de un enamorado.
Einstein no concebía barreras entre su pensamiento científico y sus inquietudes religiosas. Según le confesó a uno de sus colaboradores, Ernst Straus, lo que realmente le preocupaba era averiguar si había alguna posibilidad de conservarle a Dios un papel en la historia de la creación del Universo.
Siguiendo a Spinoza, le inquietaba la idea de que si Dios era perfecto, el universo no podía cambiar, no podía verse afectado por el paso del tiempo. Lo que es perfecto, si cambia, sólo puede cambiar para transformarse en algo inferior, pues la perfección ha de ser un estado único, no puede haber dos perfecciones y Dios no puede cambiar a un estado inferior.
Como consecuencia de ello, el Universo, ha de ser infinito, eterno e inmutable. Esta creencia en la inmutabilidad del Universo, fue la que llevó a Einstein a descartar las soluciones cosmológicas de sus ecuaciones de la Teoría General de la Relatividad, que podrían conducir a la contracción del Universo. Para evitarlo incluyó la llamada constante cosmológica, un artilugio matemático que destruía la natural belleza de sus ecuaciones y permitía describir un Universo estacionario, planteando la existencia de una fuerza opuesta a la gravedad.
En otra ocasión, en respuesta a la pregunta de si creía en Dios, contestó: “Creo en el dios de Spinoza, el cual se revela en la armonía del mundo, no en un dios que se preocupa por el destino y los quehaceres de los humanos”.
A partir de los años treinta, los escritos de Einstein en este sentido se incrementan sobremanera, intentando ofrecer una visión conciliadora entre la ciencia y los aspectos espirituales. Según reflexiona, la humanidad estaba alcanzado cierta madurez espiritual al ver cómo se comenzaba a desvanecer la idea de un dios antropomórfico y era sustituida por la que ya había sido mostrada por grandes mentes como Demócrito, Francisco de Asís o Spinoza.
Se trataba de un dios incorpóreo sólo cognoscible indirectamente a través de sus obras, la Naturaleza, regida por la ley de causa y efecto. De ahí su famosa frase en contra de los principios que empezaba a postular la mecánica cuántica: “Dios no juega a los dados”.
De acuerdo a Spinoza, todo lo que existe está determinado por la necesidad divina de que sea y actúe de una manera precisa. Muchos estudiosos consideran esta idea una clave fundamental para explicar la pasión de Einstein por el estricto determinismo y su rechazo de la física cuántica a pesar de las sólidas pruebas que la empezaban a consolidar ya en su época.
Los principios religiosos de Einstein se resumían, así, en la futilidad de los deseos humanos, por un lado, lo cual le hacía detestar a ese dios antropomórfico y entrometido, y en el orden natural como revelador de la divinidad, por otro. Se trataba de un sentimiento cósmico religioso que, en sus propias palabras, “es el motivo más fuerte y más noble para la investigación científica… Un contemporáneo ha dicho, no injustamente, que en esta era materialista que vivimos los científicos serios son sólo aquellos profundamente religiosos”.
En otro de sus comentarios:
Aquellos individuos a quienes debemos los grandes logros de la ciencia estaban todos imbuidos de la auténtica convicción religiosa de que este universo nuestro es algo perfecto, y susceptible de ser conocido mediante el esfuerzo racional. Si esta convicción no hubiera sido fuertemente emocional, y si los que buscan el conocimiento no se hubieran inspirado en el Amor dei intellectualis de Spinoza, difícilmente habrían sido capaces de esa devoción incansable que es la única que le permite al hombre alcanzar sus mayores logros.
Leyendo las inquietudes de uno de los científicos más importantes de la Historia de la Humanidad, uno no puede por menos que preguntarse cómo hemos podido llegar a ser educados, entonces, en la tajante afirmación de que la ciencia, en su búsqueda de lo real, es incompatible con cualquier otra faceta del conocimiento humano.
Como si el buen científico no pudiera permitirse más que ser una especie de autómata aséptico a la hora de ver la realidad, incluso en su tiempo libre…
– Fuente original: Einstein´s Third Paradise
fuente/ erraticario.com
sábado, 11 de enero de 2014
miércoles, 9 de octubre de 2013
Científicos descubren por qué el cerebro de Albert Einstein era único.
Albert Einstein fue una de las mentes más brillantes de la ciencia. Por esta razón numerosas investigaciones han prestado atención a su cerebro, logrando encontrar conexiones nerviosas inusuales.
Estas conexiones son buenas y se encuentran ubicadas en una zona del cerebro llamado cuerpo calloso. Lo que hace es enlazar los hemisferios cerebrales entre ellos, permitiendo la transmisión de información para la coordinación motora y los procesos cognitivos.
La investigación liderada por el doctor WeiWei Men de la Universidad Normal del Este de China logró observar un cuerpo calloso especialmente denso en Einstein. Este estudio se logró realizar debido que tras la muerte del científico, su cerebro fue estudiado y seccionado en 240 partes ampliamente documentadas.
fuente/www.rpp.com.pe/2013-10-08-cientificos-descubren-por-que-el-cerebro-de-albert-einstein-era-unico-noticia_637533.html
miércoles, 18 de septiembre de 2013
“La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.”
Un profesor de la Universidad de Berlín propuso un desafío a sus alumnos con la siguiente pregunta:
“¿Dios creó todo lo que existe?"
Un alumno respondió, valientemente:
Si, Él creó …
¿Dios realmente creó todo lo que existe?
Preguntó nuevamente el maestro.
Sí, señor, respondió el joven.
El profesor respondió: “Si Dios creó todo lo que existe,
¡entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe!
Y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos,
¡entonces Dios es malo!!"
El joven se calló frente a la respuesta del maestro, que feliz, se regocijaba de haber probado, una vez más, que la fe era un mito.
Otro estudiante levantó la mano y dijo:
¿Puedo hacerle una pregunta, profesor?
Lógico, fue la respuesta del profesor.
El joven se paró y preguntó: Profesor, ¿el frío existe?
¿Pero que pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿o acaso nunca sentiste frío?
El muchacho respondió: "En realidad, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor.
Todo cuerpo o objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía;
el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía”.
Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante.
El profesor respondió:Existe.
El estudiante respondió:
La oscuridad tampoco existe.
La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz.
“La luz la podemos estudiar,
¡la oscuridad, no!
A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas.
¡La oscuridad, no!
“¿Como se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?
Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio.”
“La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.”
Finalmente, el joven preguntó al profesor:
Señor, ¿EL MAL EXISTE?
El profesor respondió: Como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia en todo el mundo. Esas cosas son del mal.
El estudiante respondió: “El mal no existe, Señor, o por lo menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien…
De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios.”
Dios no creó el mal. … El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.
Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.
El joven fue aplaudido de pié, y el maestro, moviendo la cabeza, permaneció en silencio …
El director de la Universidad, se dirigió al joven estudiante y le preguntó:
¿Cuál es tu nombre?
Me llamo ALBERT EINSTEIN...
Si, Él creó …
¿Dios realmente creó todo lo que existe?
Preguntó nuevamente el maestro.
Sí, señor, respondió el joven.
El profesor respondió: “Si Dios creó todo lo que existe,
¡entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe!
Y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos,
¡entonces Dios es malo!!"
El joven se calló frente a la respuesta del maestro, que feliz, se regocijaba de haber probado, una vez más, que la fe era un mito.
Otro estudiante levantó la mano y dijo:
¿Puedo hacerle una pregunta, profesor?
Lógico, fue la respuesta del profesor.
El joven se paró y preguntó: Profesor, ¿el frío existe?
¿Pero que pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿o acaso nunca sentiste frío?
El muchacho respondió: "En realidad, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor.
Todo cuerpo o objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía;
el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía”.
Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante.
El profesor respondió:Existe.
El estudiante respondió:
La oscuridad tampoco existe.
La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz.
“La luz la podemos estudiar,
¡la oscuridad, no!
A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas.
¡La oscuridad, no!
“¿Como se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?
Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio.”
“La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.”
Finalmente, el joven preguntó al profesor:
Señor, ¿EL MAL EXISTE?
El profesor respondió: Como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia en todo el mundo. Esas cosas son del mal.
El estudiante respondió: “El mal no existe, Señor, o por lo menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien…
De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios.”
Dios no creó el mal. … El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.
Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.
El joven fue aplaudido de pié, y el maestro, moviendo la cabeza, permaneció en silencio …
El director de la Universidad, se dirigió al joven estudiante y le preguntó:
¿Cuál es tu nombre?
Me llamo ALBERT EINSTEIN...
domingo, 4 de agosto de 2013
La única fotografía conocida de Einstein junto a su legendaria fórmula e=mc2 (y otras emblemáticas imágenes del genio)
A pesar de lo famosos que son tanto Einstein como la fórmula con
que relacionó la masa y la energía de la materia, se conoce solo una
fotografía en que ambos se encuentran reunidos, un raro testimonio
gráfico de 1934 que compartimos aquí junto con otras emblemáticas
imágenes del físico.
Por
razones que no siempre es fácil rastrear, hay descubrimientos
científicos notablemente complejos o sofisticados que se cuelan hacia el
conocimiento colectivo. En décadas pasadas ese fue el caso, por
ejemplo, de la física cuántica, o al menos de algunas de sus nociones,
que suscitaron la fascinación y la curiosidad de personas ajenas al
ámbito científico que, entusiastas, las divulgaron, con lo cual ahora
mucha gente (o más de la que se podría esperar para un conocimiento tan
especializado) tenga nociones elementales sobre el principio de
incertidumbre de Heisenberg, o la manera en que se comportan los fotones
o los paquetes de energía a nivel subatómico.
En cierta medida esto fue posible
gracias a los medios masivos de comunicación pero, sobre todo, a la
dinámica y los mecanismos propios del mass media, a los gustos a los cuales obedece y también a los que genera (o impone).
Desde esta hipótesis se puede pensar que
Albert Einstein lo tenía todo para convertirse en una figura de época,
en emblema de un discurso específico: judío exiliado de su país por un
régimen totalitario, genio excéntrico, científico brillante,
inteligencia destacada. Para la modernidad occidental, para el
liberalismo, incluso para la ideología capitalista, Einstein admitía ser
utilizado como prueba palpable del éxito del sistema.
Quizá por ello (o por razones que nada
tienen que ver con estas), su imagen nos seduce tanto. Nos impresiona su
rostro triste y melancólico de una ocasión en que discutía asuntos de
política internacional con Cord Meyer Jr., presidente de una
organización que buscaba comprometer a los gobiernos nacionales para
evitar guerras atómicas en el futuro. Nos impresiona, en otro sentido,
su desenfado en pantuflos y en la playa, o la diversión pueril de verlo
montado en una bicicleta.
Pero en un terreno más serio, y
retomando lo planteado inicialmente, resulta interesante rescatar esta
que, según se dice, es la única fotografía conocida del descubrimiento
más emblemático de Einstein, la célebre fórmula e=mc2
que de algún modo condensa su teoría de la relatividad y, en el
desarrollo de la física, planteó un punto de quiebre con respecto a todo
lo que entonces comenzó a diferenciarse como física newtoniana. Hasta
Einstein, la masa y la energía se consideraban propiedades más o menos
separadas de la materia, pero según esta fórmula ambas poseen una
relación de igualdad por mediación de una constante, c, la velocidad de la luz.
En cuanto a la imagen, esta proviene de
una conferencia que el físico ofreció en la Universidad de Pittsburgh en
1934 a un centenar de estudiantes, para quienes derivó la famosa
fórmula. Sin embargo, pese a su significancia histórica, la fotografía
permaneció ignorada hasta 2007, cuando David Topper y Dwight
Vincent (del Departamento de Historia y Física de la Universidad de
Winnipeg, respectivamente) la redescubrieron en un viejo periódico de la
época.
Como se ve, la calidad no es la mejor que se esperaría, pero aun así es posible distinguir el e=mc2 en la esquina inferior izquierda del pizarrón donde escribe el genio, con los signos ΔE0=Δm y E0=m. Esto último se debe, según Topper y Vincent, a que desde el inicio Einstein redujo la constante c a la unidad, con lo cual se explica la igualdad planteada.
Los investigadores, por cierto, se
tomaron el trabajo de manipular la imagen para aclarar lo que se
encuentra escrito en las pizarras:
Este, en suma, es el único momento
capturado en que Einstein se encuentra junto al desarrollo científico
que lo llevaría tanto a los libros de historia como a ese álbum
fotográfico colectivo, más o menos caprichoso, que muchos llevamos con
nosotros.
*Da clic sobre las imágenes para verlas en mayor tamaño.
También en Pijama Surf: La enigmática e inesperada belleza de las pizarras en los laboratorios cuánticos
En Internet: David Topper & Dwight Vincent. ”Einstein’s 1934 two-blackboard derivation of energy-mass equivalence” (PDF)
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