domingo, 26 de enero de 2014

¿Se puede nacer de nuevo estando vivo biológicamente?



Nacer de Nuevo.

Todo lo expuesto puede y debe ser resumido como una especie de “Muerte en Vida” para experiencia la “Resurrección en Vida” y el “Nacer de Nuevo”, que no es algo físico, por más que ocasione una Metamorfosis tan profunda que es, a la vez, interior (espiritual, consciencial) y “exterior” (de los componentes biofísicos y energenéticos de la corporeidad material por medio de la alteración, desdoblamiento, distensión y transmutación del ADN que el ser humano tiene impreso en cada una de sus células). Y tampoco caben en palabras, pues su naturaleza y esencia, al hilo de lo que acaba de exponer, no pueden ser pensadas (soñadas) ni vislumbradas mientras se permanece en el sueño.

No obstante, Cristo Jesús ofreció algunas pistas importantes al respecto en su charla con Nicodemo (Juan, 3, 3-7):

“-En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.

Le dijo Nicodemo:

-¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?. ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?.

Le respondió Jesús:

-En verdad, en verdad te digo: A menos que uno no nazca de Agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (…) Vosotros tenéis que nacer de nuevo”.

Lo que hay que poner en relación con los que diría después a la mujer samaritana junto al pozo (Juan 4, 13-14):

“Cualquiera que beba de este agua tendrá de nuevo sed, pero el que beba del Agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, porque el Agua que le daré se tornará en él una Fuente de Agua que mana para la Vida eterna”.

Lo que sí sabemos, por la experiencia de los que lo han vivenciado, es que, tras nacer de nuevo, se notan inicialmente sensaciones de vértigo y vacío. La razón es muy sencilla: tras Despertar, los parámetros, las pautas y el “sistema de creencias” que se han tenido durante el sueño –y que han llevado al Despertar- dejan de ser válidas y requieren de un nuevo formato porque ahora se experiencia una realidad que es “Real”, no ficticia como la que se percibió durante la ensoñación.

Pero no hay que inquietarse, sino alegrarse, pues, con confianza en la Providencia, esas sensaciones pronto quedan atrás y, en su lugar, surge algo espléndido: constatar que vivir lo “Real” impulsa irrefrenablemente a vivir en el Aquí y Ahora. Esto, que en el sueño costaba tanto esfuerzo, es la vivencia natural en lo “Real”. Y esta vivencia hace explosionar el Amor que Somos y Todo Es, ya que el Aquí y Ahora se manifiesta como el espacio donde fluye el Amor y en el que el Amor acaricia y abraza cuanto existe, incluido a uno mismo, si bien este concepto y noción empieza rápidamente a diluirse.

Y para seguir avanzando en lo que Nacer de Nuevo representa y supone hay que volcarse en el Corazón. Hay que desplegar en el interior la Bandera Blanca de la Rendición (la Aceptación absoluta de cuanto es y tal como es), centrarse en el Silencio Mental e Interior, abandonar para siempre las disquisiciones y diatribas intelectuales y conceptuales y Vivir y Escuchar desde el Corazón: “Quien tenga oídos para oír, que oiga” (Marcos, 4, 23).

Qué es tu vida?

Miedo y vanidad; vanidad y miedo. Y una huida constante, ansiando desesperadamente tu cuidado y tu contento, del sufrimiento originado precisamente por la vanidad y el miedo.

No te digo esto para que cambies, no pretendo que tú ni nada cambie, sino para que te observes. Como quien se mira en un espejo.

Y al observarte, te aceptes a ti mismo y, a partir de ahí, a los demás y cuanto te rodea. Y al aceptar, ames. Y al amar, te sientas Amado por la Vida y la Creación. Y al sentirte Amado, te rindas.

¡Ríndete!. Total y definitivamente. Comprobarás entonces y sólo entonces que la Rendición no es fruto de la impotencia, sino del empoderamiento; que no es efecto de tu pequeñez, sino del endiosamiento que florece al constatar que Dios es yo y yo soy Dios cuando todo cesa y dejo de identificarme con cualquier tipo de identidad, sea física o espiritual, sea individual o colectiva.

Con la Rendición explosionará en ti, de manera natural y sencilla, una Nueva Vida que no puede ser pensada, ni conceptualizada ni predefinida. En ella luce exclusivamente la Bandera Blanca de la Rendición plena.

Para que ondee y se despliegue en su colosal dimensión y hermosura, insuflará la Bandera Blanca una Libertad radical y completa que emanará de tu interior como espléndida y sutil brisa de Amor.

Es una brisa suave, sí, pero implacable. Te despojará de cuanto has sido, tenido, anhelado y temido; te impulsará al abandono y al desalojo hasta vaciarte de toda vanidad, en cualquiera de sus manifestaciones; y, finalmente, te llevará a donde le dé la gana.

Y tú no tendrás miedo. Vacío y sin nada ni necesidad de nada, te dejarás llevar, fluirás y no tendrás miedo. Nunca jamás.

La Confianza habrá anclado para siempre en tu Corazón y tú ya no serás tú: sabrás bien lo que supone “Nacer de Nuevo” y te habrás transformado en el Viento que todo mece, todo acuna y todo Ama, pues es el Amor mismo y puro.

¿Qué es tu vida?

La respuesta, como intuyó Dylan, está flotando en el Viento.

Y el Viento es Tú, que eres Yo como Yo Soy Tú. Es decir, Amor

Un Océano de Silencio: tu destino, tu Origen



¿Dónde puede llevarnos ese Viento?

Pues ¡al lugar desde donde aquí nos trajo!. La Brisa del Amor nos lleva a nuestro Origen, al toroide de la Creación, que en todo está y en todo subyace, donde la Quietud es Movimiento y todo fluye, refluye y confluye en la Perfección de cuanto Es.

¿No lo entiendes?. ¡Activa tu “recuerdo”!

Tú, el ser que eres más allá de tu actual corporeidad, ya experimentaste antes de tu presente forma humana la Rendición plena, desprendiéndote de toda vanidad; ya lograste la Libertad absoluta, que conlleva tambien no renunciar a nada; y ya permitiste, sin sentir ningún miedo, que la Brisa del Amor te llevara donde le diera la gana. Por eso la Rendición, la Libertad y la ausencia de vanidad y de miedo, aún desconcertando a tu mente física, resuenan tanto en tu Corazón. Y por eso precisamente estás aquí encarnado como ser humano: porque la Brisa del Amor te trajo a esta Dimensión y a este mundo.

¿Lo recuerdas ahora?

Conocías los riesgos, pero no tuviste miedo porque de miedo carecías. Sabías que al “aterrizar” en este plano se borraría tu Memoria y olvidarías quien eras y de donde venias. Pero también, consciente de tu poder divino, que el “recuerdo” se iría activando en ti paulatinamente hasta llegar a ser completo. Y que en ese momento inefable, que compensaría con creces todos los avatares de la travesía, acontecería el Milagro y te darías cuenta de que el final de tu proceso consciencial humano es, a su vez, el inicio, que la meta no es otra que la línea de salida, que el destino del viaje es su punto de arranque en un Eterno Retorno; y que semejante experiencia la has vivido voluntariamente por Amor, sólo por Amor, que es lo que realmente Eres.

Este el “Gran Recuerdo” que está aflorando de tu interior: Eres Amor y el Amor es la única razón de este viaje de ida y vuelta al Paraíso con el que has traído el Cielo a la Tierra para desplegar tu capacidad co-creadora expandiendo la Creación y la Vida, ampliando las Dimensiones y la Consciencia y generado nuevos mundos y modalidades de vida.

Y el final del viaje -que no es sino su inicio-, el lugar al que estás ahora desembocando –que no es otro que tu Hogar, desde donde te proyectaste aquí dejándote llevar por la Brisa del Amor-, ya puedes entreverlo en el horizonte que dibuja tu Corazón. Sí, ya puedes presentirlo, aunque sea difícil de describir con palabras. ¡Es tan bello, tan bello,…!. Es tan hermoso y sublime… Se parece a Un Océano de Silencio, sin un centro o principio, siempre en calma:

Libre de vanidad y miedos, dejo que el Viento me lleve a donde le dé la gana hasta comprobar que precisamente por eso aquí estoy, porque Aquí y Ahora me trajo el Viento. Y la interiorización de ello no será sino el preámbulo del definitivo recuerdo y reencuentro: constatar que lo que Soy es precisamente el Viento. Con lo que toda percepción de identidad individual, sea física, energética, vital, consciencial o espiritual, quedará absolutamente diluida, así como cualquier noción de Ser: quedeme y olvideme, cesó todo y dejeme,… ¡No-Ser¡.

Se acabaron las palabras, los pensamientos, las ideas, los análisis, los razonamientos, los esquemas conceptuales y hasta la necesidad de comunicación. Cesó todo. No-Ser. Silencio. Amor. Silencio y Amor que en la Unicidad que integra el Todo y la Nada y hasta convierte en vacía y hueca la percepción de Perfección.

La Iluminación te envolverá desde la contemplación de su innecesariedad. Sin deseo ni rechazo, sin apegos ni desapegos, sin anhelos ni renuncias, Rendido en la Omnipotencia y Libre en el Vivir Viviendo, la Unificación en la Unicidad habrá expandido aquello que ilusamente se consideró “tú” en algún instante del momento presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve.

Escrito y compartido por Emilio Carrillo

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