La principal fuente de carbono en su forma de dióxido es la quema
de combustible fósil, como petróleo y gas, y el uso de la tierra
(deforestación de bosques tropicales).
Según el último boletín anual de la OMM sobre esos gases,
presentado en Ginebra, desde la era preindustrial (1750) se han
emitido a la atmósfera cerca de 375 mil millones de toneladas de
dióxido de carbono, de los que la mitad permanece en la atmósfera,
mientras que el resto ha sido absorbido por los océanos y la
biosfera (los seres vivos de la Tierra).
Los millones de toneladas de carbono en la atmósfera
"permanecerán en ella durante siglos, lo que provocará un
mayor calentamiento de nuestra planeta e incidirá en todos los
aspectos de la vida en la Tierra", advirtió al presentar el
boletín el secretario general de la OMM, Michel Jarraud.
"Aunque detuviéramos las emisiones mañana, lo que sabemos que
no es posible, tendremos estos gases en la atmósfera por miles de
años", agregó, para enseguida señalar que no sólo su
concentración aumenta, sino que el ritmo al que lo hace se acelera
cada vez más, de manera exponencial.
Peor aún, los científicos no pueden asegurar que el planeta seguirá
teniendo la capacidad de absorber las cantidades de carbono y otros
gases que también contribuyen al cambio climático, como ha sucedido
hasta ahora.
"Ya hemos observado que los océanos se están volviendo más
ácidos como consecuencia de la absorción de dióxido de carbono, lo
que puede repercutir en la cadena alimenticia submarina y los
arrecifes de coral", dijo Jarraud.
En ese sentido, admitió que la ciencia aún no tiene una plena
comprensión de las interacciones entre esos gases, la biosfera
terrestre y los océanos.
El dióxido de carbono es el más abundante de los gases de efecto
invernadero de larga duración y su concentración actual representa
un 40 por ciento más que en la era preindustrial, pero el metano y
el óxido nitroso también juegan un papel en este fenómeno.
El primer gas ha sido responsable del 85 por ciento del
"reforzamiento radiativo" en los últimos diez años, el
metano ha contribuido en un 18 por ciento y el óxido nitroso en
aproximadamente un 6 por ciento.
El 60 por ciento del metano -cuya presencia ha alcanzado un máximo
sin precedentes con 159 por ciento más que a mediados del siglo
XVI- proviene de los cultivos de arroz, la explotación de
combustibles fósiles, vertederos o combustión de biomasa, así como
de rumiantes, mientras que el resto proviene de fuentes naturales
(humedales y termitas).
fuente/ La Flecha
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