lunes, 8 de abril de 2013

Camino al despertar. Los mandamientos Zen.


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Los mandamientos Zen

En la filosofía Zen, no existe el concepto del pecado. Nada está bien o está mal. Pero las comunidades Zen asumen una serie de compromisos, mandamientos, que se juramentan que se seguirán.
Se trata de una elección libre y no se juzga a nadie, que esté fuera de la práctica Zen, que realice los actos “prohibidos”.
Estos compromisos surgen de forma natural como la única manera de encontrar la auténtica felicidad. 

Son muy parecidos a los mandamientos cristianos, la diferencia es que no son una obligación, sino una opción que nos ayudará a ser felices, desde el punto de vista de la iluminación. 

Estos preceptos pueden variar en cada comunidad o escuela Zen.

1- NO MATAR
Es el principio básico.
Todos formamos parte del mismo universo, del todo, compartimos la misma energía. Somos un todo que se ha separado artificialmente mediante la creación de ficticias identidades. Esta es la razón por la que en algunas comunidades o escuelas Zen no pueden matar animales, e incluso se niegan a comerlos, adoptando el vegetarianismo.
Pero no es una norma fija. 
Uno no puede inflingir dolor ni muerte a un animal, pero puede, si así lo desea, comprar carne de animales que han matado otros.
Para ser seguidor Zen no es obligatorio ser vegetariano.
Tampoco no se pueden matar insectos. 
Este precepto va más allá de simplemente no acabar con otras vidas. Significa, también, respetar la vida, defenderla, hacer lo posible para evitar todo tipo de sufrimiento entre los que nos rodean. 

2-NO ROBAR
Ésta es una regla lógica.
La ambición es la fuente de insatisfacción, pues nunca tendremos todo lo que nos gustaría y ansiarlo hace que descuidemos nuestra espiritualidad.
El robar causa sufrimiento a los demás y va en detrimento del ladrón. 
Esta máxima también se aplica a cualquier actividad en la que se pueda cobrar más por algo que cuesta menos.
El no robar también se aplica a la naturaleza. Los recursos de la Tierra se han de emplear de forma respetuosa y ecológica. Cualquier abuso es interpretado como un robo y supone los mismos problemas que sustraer las riquezas de alguien. 

3-NO MENTIR
Las mentiras y los chismes son fuente de dolor y por tanto los practicantes del Zen se abstienen. Ellos buscan acceder a la verdad suprema que es la iluminación, y las mentiras obstaculizan este camino. 
También está el concepto de decir la verdad, el de ayudar a quien lo necesita a encontrar el camino de su espiritualidad, a acabar con la ignorancia y librarse del dolor. 

4-NO TENER UNA VIDA SEXUAL INADECUADA
La finalidad es no hacer daño. 
La idea básica es que el sexo es una demostración de amor hacia el otro, y no una satisfacción propia. Cuanto más das, más recibes. 
Tener relaciones con una persona casada, por ejemplo, puede hacer sufrir, por lo que debemos evitarlo. 
También se reniega de toda práctica que suponga explotación sexual, como la pornografía, la prostitución, etc.

5-NO ABUSAR DE SUSTANCIAS TÓXICAS (ALCOHOL, DROGAS, ETC.)
El estado de conciencia que se logra en el Zen es superior al habitual, por ello, para tener la mente y el cuerpo preparados, no se deben cometer abusos.
Por otra parte, perder el dominio de uno mismo puede llevar a cometer actos que causen dolor a otros. 

6-TIEMPO Y DEDICACIÓN
Es muy difícil establecer normas concretas sobre el tiempo que debería dedicarse a la meditación Zen. Deberíamos intentar practicarla en casi todas las actividades diarias.
En cambio, el “zazen”, sentarse para meditar, requiere su tiempo. 
Se recomienda que diariamente se dedique algo de tiempo a esta práctica. El tiempo de “zazen” es relativo, pues cada maestro marca sus normas. 

La paciencia conduce hacia la iluminación.
Muchos practicantes occidentales de Zen suelen ser impacientes, esperan obtener resultados rápidamente y, al no conseguirlos, se frustran. Esto va en contra de todos los principios del Zen. No se puede ser utilitarista y esperar conseguir algo a cambio. Uno simplemente se ha de relajar, seguir las instrucciones y esperar. 

Lo más importante es practicarlo a diario. 
Ocurre lo mismo que si estuviéramos entrenando nuestro cuerpo, por lo que necesitamos voluntad y perseverancia para conseguir notar los resultados que se traducirán en la paz de espíritu.

No sólo es importante la meditación “zazen”, sino también el aplicar los conocimientos adquiridos en labores rutinarias; tener posturas correctas y un estado mental parecido al que alcanzamos durante la meditación. 
Al principio, esto parece muy difícil, pero con la práctica continuada acaba saliéndonos de forma natural y espontánea. 

Camino al despertar

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Los mandamientos Zen

En la filosofía Zen, no existe el concepto del pecado. Nada está bien o está mal. Per
o las comunidades Zen asumen una serie de compromisos, mandamientos, que se juramentan que se seguirán.
Se trata de una elección libre y no se juzga a nadie, que esté fuera de la práctica Zen, que realice los actos “prohibidos”.
Estos compromisos surgen de forma natural como la única manera de encontrar la auténtica felicidad.

Son muy parecidos a los mandamientos cristianos, la diferencia es que no son una obligación, sino una opción que nos ayudará a ser felices, desde el punto de vista de la iluminación.

Estos preceptos pueden variar en cada comunidad o escuela Zen.

1- NO MATAR
 
Es el principio básico.
Todos formamos parte del mismo universo, del todo, compartimos la misma energía. Somos un todo que se ha separado artificialmente mediante la creación de ficticias identidades. Esta es la razón por la que en algunas comunidades o escuelas Zen no pueden matar animales, e incluso se niegan a comerlos, adoptando el vegetarianismo.
Pero no es una norma fija.
Uno no puede inflingir dolor ni muerte a un animal, pero puede, si así lo desea, comprar carne de animales que han matado otros.
Para ser seguidor Zen no es obligatorio ser vegetariano.
Tampoco no se pueden matar insectos.
Este precepto va más allá de simplemente no acabar con otras vidas. Significa, también, respetar la vida, defenderla, hacer lo posible para evitar todo tipo de sufrimiento entre los que nos rodean.

2-NO ROBAR
 
Ésta es una regla lógica.
La ambición es la fuente de insatisfacción, pues nunca tendremos todo lo que nos gustaría y ansiarlo hace que descuidemos nuestra espiritualidad.
El robar causa sufrimiento a los demás y va en detrimento del ladrón.
Esta máxima también se aplica a cualquier actividad en la que se pueda cobrar más por algo que cuesta menos.
El no robar también se aplica a la naturaleza. Los recursos de la Tierra se han de emplear de forma respetuosa y ecológica. Cualquier abuso es interpretado como un robo y supone los mismos problemas que sustraer las riquezas de alguien.

3-NO MENTIR

 
Las mentiras y los chismes son fuente de dolor y por tanto los practicantes del Zen se abstienen. Ellos buscan acceder a la verdad suprema que es la iluminación, y las mentiras obstaculizan este camino.
También está el concepto de decir la verdad, el de ayudar a quien lo necesita a encontrar el camino de su espiritualidad, a acabar con la ignorancia y librarse del dolor.

4-NO TENER UNA VIDA SEXUAL INADECUADA
 
La finalidad es no hacer daño.
La idea básica es que el sexo es una demostración de amor hacia el otro, y no una satisfacción propia. Cuanto más das, más recibes.
Tener relaciones con una persona casada, por ejemplo, puede hacer sufrir, por lo que debemos evitarlo.
También se reniega de toda práctica que suponga explotación sexual, como la pornografía, la prostitución, etc.

5-NO ABUSAR DE SUSTANCIAS TÓXICAS (ALCOHOL, DROGAS, ETC.)
 
El estado de conciencia que se logra en el Zen es superior al habitual, por ello, para tener la mente y el cuerpo preparados, no se deben cometer abusos.
Por otra parte, perder el dominio de uno mismo puede llevar a cometer actos que causen dolor a otros.

6-TIEMPO Y DEDICACIÓN
 
Es muy difícil establecer normas concretas sobre el tiempo que debería dedicarse a la meditación Zen. Deberíamos intentar practicarla en casi todas las actividades diarias.
En cambio, el “zazen”, sentarse para meditar, requiere su tiempo.
Se recomienda que diariamente se dedique algo de tiempo a esta práctica. El tiempo de “zazen” es relativo, pues cada maestro marca sus normas.

La paciencia conduce hacia la iluminación.
 
Muchos practicantes occidentales de Zen suelen ser impacientes, esperan obtener resultados rápidamente y, al no conseguirlos, se frustran. Esto va en contra de todos los principios del Zen. No se puede ser utilitarista y esperar conseguir algo a cambio. Uno simplemente se ha de relajar, seguir las instrucciones y esperar.

Lo más importante es practicarlo a diario. 
 
Ocurre lo mismo que si estuviéramos entrenando nuestro cuerpo, por lo que necesitamos voluntad y perseverancia para conseguir notar los resultados que se traducirán en la paz de espíritu.

No sólo es importante la meditación “zazen”, sino también el aplicar los conocimientos adquiridos en labores rutinarias; tener posturas correctas y un estado mental parecido al que alcanzamos durante la meditación. 

Al principio, esto parece muy difícil, pero con la práctica continuada acaba saliéndonos de forma natural y espontánea.

"Camino al despertar. Buen viaje".


 

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