Las destructoras explosiones nucleares crearon un subproducto que pudo ayudar a la neurociencia a develar parte de un antiguo misterio: la neurogénesis.
De hecho, la forma de algunas explosiones nucleares recuerda vagamente la forma del cerebro humano…
Hasta que se firmaron tratados internacionales para limitar las pruebas con armas nucleares en 1963, los gobiernos del mundo (especialmente Estados Unidos) hicieron detonar bombas atómicas a discreción; las partículas liberadas en la atmósfera por estas detonaciones, sin embargo, podría ayudar a resolver uno de los misterios más antiguos del cerebro humano: ¿es posible que las neuronas se regeneren?
La temperatura de estas explosiones puede alcanzar niveles tan altos como la superficie del sol, lo cuál libera numerosos isótopos relativamente inocuos para la vida en la Tierra, como el carbono-14 (C14), que los científicos suelen utilizar para datar eventos arqueológicos en la historia de nuestro planeta. En los sistemas de numerosos seres vivos, el C14 se incorpora como parte de la división celular, por lo que parte del carbono liberado durante las pruebas nucleares permaneció en el ADN de la región neuronal, como demuestra un estudio publicado en la revista Cell, y desarrollado por un equipo del Karolinska Institute.
El equipo liderado por Jonas Frisén examinó 120 cerebros humanos muertos y examinó la concentración de C14 en diversas regiones, utilizando el isótopo como indicador de la edad de las células. Encontraron que las concentraciones variaban considerablemente de una región a otra, especialmente en el hipocampo, lo que sugiere que las células de baja concentración se formaron luego de que las pruebas nucleares se detuvieran en 1963.
La porción del hipocampo que mostró esta impresionante regeneración se conoce como giro dentado; tradicionalmente se creía que la neurogénesis se detenía a los dos años, pero las investigaciones de Frisén demostraron que en esta región se reemplazaron hasta 1.5% de las células cada año, aunque estas vivieron tres años menos que otras neuronas. A pesar de que no se ha descubierto esta misma capacidad regenerativa en otras zonas, este importante avance podría impulsar nuevos tratamientos para curar enfermedades como el Alzheimer, demencia senil y otros padecimientos neurodegenerativos.
fuente/News Scientist
vía/Pujamamasurf
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