A pesar de que pasamos gran parte de nuestra vida durmiendo y en
ensoñaciones de la vigilia, el sueño lúcido ofrece un potencial
terapéutico aprovechable desde la comodidad de nuestra cama.
El potencial terapéutico del sueño
lúcido es una de las ramas con más potencial y que más interés suscita
en la comunidad de estudiosos profesionales de este fenómeno de
conciencia, a la vez que una de las que menos atención ha recibido.
Esto es comprensible porque la gente
cree que ya en sí mismo acceder al sueño lúcido es suficientemente
difícil, y todo va cubierto de un halo mítico y misterioso que no
permite tomar en cuenta la siguiente perspectiva: si nuestros miedos o
padecimientos psicológicos están hechos de la misma materia que nuestro
inconsciente, y a través de los sueños accedemos naturalmente (durante
un tercio de nuestra vida) a la experiencia onírica, ¿por qué no
permitirnos explorar su potencial terapéutico, incluso por el hecho de
que de todas formas vamos a pasar muchos años de nuestra vida durmiendo?
Robert Waggoner es uno de los expertos
en el sueño lúcido que se ha dado a la tarea de analizar este fenómeno
con mayor detenimiento. Después de la publicación de su libro Lucid Dreaming: Gateway to the Inner Self,
Waggoner comenzó a recibir correspondencia de personas que afirmaban
haber superado padecimientos como estrés postraumático o ansiedad
extrema utilizando sus sueños lúcidos como zona de pruebas o simulacros
para superar los sentimientos destructivos y tomar el control de sus
vidas en sus propias manos.
Según Waggoner, soldados que vuelven de
la guerra así como personas que han experimentado terribles dolores
físicos (como el trauma de la amputación de un miembro) han encontrado
alivio al volver a ponerse en la situación traumática durante el sueño
lúcido. Y es que la lucidez onírica no es accidental: va de la mano con
la intención del onironauta, intención que debe ser perseguida en la
vigilia.
Así, si alguien desea volver a vivir una
situación angustiante para analizar sus reacciones y sentimientos puede
hacerlo en la seguridad del sueño lúcido: cosas tan “simples” como
reunir el valor para subirse a un vuelo comercial o presentar una tesis
de doctorado pueden ser experimentadas sin salir de nuestra cama.
El potencial curativo del sueño lúcido
es descrito en forma de una larga tirada de preguntas retóricas, a las
que por descontado (y con diversos ejemplos contenidos en sus libros),
Waggoner responde con un sonoro “sí”:
“¿Podrías utilizar el sueño lúcido para
curar otras enfermedades mentales y emocionales? ¿Podría el sueño lúcido
resolver fobias de la vigilia, como el miedo a volar? ¿Podría el sueño
lúcido ayudar a un adicto a mantenerse limpio y sobrio? ¿Podría el sueño
lúcido resolver el sentimiento de vaga ansiedad de una persona que
sufre de ella?”
A diferencia de aprendizajes tan poco
costosos monetariamente como los libros, soñar no cuesta nada y puede
ayudarnos a traspasar esos umbrales imaginarios, esas jaulas invisibles
en las que nos hemos encerrado a nosotros mismos.
fuente/[Reality Sandwich]
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