Hace algunos años se creía que el
cerebro era un sistema relativamente estático —nuestras conexiones
neurales podían desligarse y nuestras neuronas destruirse pero no
transformarse, regenerarse o formar nuevas conexiones sinápticas. Esta
creencia hizo que muchos creciéramos bajo un extraño paradigma
en el que se nos decía que debíamos de atesorar nuestras neuronas
—porque jamás podríamos recobrarlas— y en este sentido ingerir drogas
era un acto severo, contranatural, digno de la más abyecta estupidez.
Bajo esta impronta uno incluso podía experimentar una nostalgia por
neuronas perdidas, una especie de efecto de miembro fantasma entre los tallos neurales de flores decapitadas.
Evidentemente el daño cerebral es una realidad —pero es una realidad dinámica y reversible.
Por suerte para aquellos que exploraron quizás un poco demasiado las
dimensiones psiconáuticas, también es una realidad la neuroplasticidad
—la capacidad de transformarse estructuralmente que tiene el cerebro
adulto—, y la neurogénesis —la capacidad que tiene el cerebro adulto de
regenerar células o generar nuevas neuronas. El cerebro se comporta como
un sistema abierto (por no decir holístico) que puede ser cincelado lo
mismo por estímulos químicos que por estímulos emocionales o meméticos
y nuestras neuronas, particularmente las del hipocampo y la zona
subventricular, son como salamandras que transmutan en el fuego
electroquímico de la sinapsis.
Investigación científica reciente muestra
que la neurogenésis y la neuroplasticidad podrían tener un papel
importante en el aprendizaje y la memoria en el cerebro adulto, así como
ser un factor vital en la reducción del estrés y en el tratamiento de
la depresión. Un estudio
incluso sugiere que nuestro estado de ánimo podría ser regulado por la
plasticidad —por el movimiento dinámico de nuestras neuroconexiones—–
más que por la química.
Emerge un nuevo paradigma, un nuevo mapa
—y el mapa no es el territorio porque el territorio se está moviendo
siempre. La neuroplasticidad sugiere que las conexiones individuales en
el cerebro están siempre recreándose, según cómo se usan. En inglés se
dice “neurons that fire together, wire together”/”neurons that fire
apart, wire apart” (las neuronas que disparan al mismo tiempo se
conectan entre sí, las que disparan o se encienden por separado conectan
aparte). Esto significa que constantemente están emergiendo nuevas
relaciones sinápticas, nuevos mapas corticales —colectivos que
desempeñan funciones específicas
pero que pueden estar separados. La sinfonía cerebral actúa de manera
global, continentes aparentemente inconexos llegan a sincronizarse para
ejecutar operaciones complejas al unísono.
La capacidad neuroplástica del cerebro
puede ejemplificarse en el desarrollo de la capacidad de ecolocación que
algunas personas ciegas logran recableando su cerebro. Resonancias
magnéticas muestran que estas personas adaptan áreas de procesamiento
visual para esta nueva habilidad de ecolocación, en la que intervienen
áreas de procesamiento auditivo.
De la neuroplasticidad y de la
neurogénesis surge la posibilidad de tomar control de los procesos
neurales y, como si nuestro cerebro fuera una etérea plastilina, esculpir estados mentales de diseño. Según Michael Merzenich, uno de los pioneros en el campo de la neuroplasticidad, los ejercicios
mentales pueden ser tan útiles como las drogas para tratar
padecimientos tan severos como la esquizofrenia (pero, ¿quizás la
gimnasia mental podría curar no sólo enfermedades del cerebro sino de
todo el organismo?). De este nuevo acercamiento se atisba toda una gama
de posibilidades: la dirección de orquestas neurales, el self-hacking, la reingeniería de neuronas y la manipulación de mapas corticiales para el aumento de funciones
específicas o, por supuesto, para la sanación de daño cerebral —así que
nunca es demasiado tarde para hacer de tus neuronas, especialmente de
los astrocitos, vitales en la neurogénesis, nuevas y brillantes
constelaciones en tu propio firmamento.
1. Ejercicio físico
Un estudio
realizado por el Dr. Kwok Fai So de la Universidad de Hong Kong mostró
un correlación entre personas que solían correr frecuentemente y la
neurogenésis. “Investigación ha demostrado que el ejercicio puede
mejorar el estado de ánimo y la cognición y también se ha demostrado que
un déficit en la neurogénesis
adulta puede resultar en una depresión”. El estrés, especialmente la
depresión, llegan a encoger el hipocampo —una de las zonas en la que
ocurre la neurogénesis. Científicos creen que existe una relación entre
el ejercicio, y en general aquello que reduce el estrés, con la
neurogénesis.
2. Meditación
Uno de los líderes en el campo de la
investigación neurocientífica de la meditación, el Dr. Herbert Benson,
de la Universidad de Harvard, ha estudiado lo que llama “la respuesta de
relajación”, la cual induce una serie de cambio bioquímicos en el
cerebro. Benson sugiere que la meditación renera células
cerebrales, reduciendo de esta manera el estrés.
Un estudio
realizado por investigadores de la Universidad de Oregon indica que la
técnica de meditación conocida com IBMT (entrenamiento integral de mente
cuerpo) puede facilitar la neurogenésis.
3. Comida /Antocianinas
Consumir antocianinas, pigmentos hidrosolubles que pueden encontrarse en las zarzamoras, arándanos, frambuesas y hasta en el vino, parece tener propiedades
neuroregenerativas. Comer este tipo de moras silvestres es recomendado
para prevenir el Alzheimer y podría tener un efecto positivo en la
función del hipocampo.
Otros alimentos que se cree podrían fomentar la nuerogénesis son los alimentos ricos en Omega-3 o fitonutrientes como la oroxilina.
4. Reducción de calorías /ayuno
Un estudio publicado en el Journal of Molecular Science
muestra que la restricción de calorías produce estados favorables para
la neurogénesis: ratas a dieta desarrollaron nuevas neuronas en el
hipocampo.
Diferentes tradiciones, particularmente
en Oriente, hablan sobre la importancia de celebrar ayunos con cierta
regularidad para restaurar las funciones corporales y cognitivas. Es posible que una ciencia del ayuno pueda llevar a la neurogénesis.
5. Tener (mucho) sexo
Como hemos visto la neurogénesis —y en
general la salud— está ligada a la reducción del estrés y a promoción de
la relajación —la salud es tranquilidad en movimiento. Evidentemente
uno de los actos que mayor reduce el estrés —en diversas capas— es el
sexo.
Un estudio científico realizado por la doctora Benedetta Leuner muestra
que mientras el estrés reduce la neurogénesis adulta y restringe la
arquitectura dendrítica en el hipocampo, la copulación tiene el efecto
opuesto, promoviendo la generación de nuevas células cerebrales.
Explica Leuner:
Ratas adultas fueron expuestas a una
hembra sexualmente receptiva una vez (aguda) o una vez diariamente por
14 días (crónica) y se midieron sus niveles de circulación glucorticoide
[...]. Los resultados mostraron que experiencias sexuales agudas
incrementaron los niveles de circulación corticoide y el número de
neuronas en el hipocampo. La experiencia sexual crónica dejó de producir
un incremento en los niveles corticoides pero continuó promoviendo la
neurogénesis y estimuló el crecimiento de la espinas dendríticas y la
arquitectura dendrítica. La experiencia sexual crónica también redujo el
comportamiento relacionado con la ansiedad.
6. Fotoestimulación /casco de luz infrarroja
Uno de los campos de investigación más
interesantes pero menos probados es el de la estimulación de ciertas
zonas cerebrales a través de la luz o el magnetismo. Las populares
máquinas de luz y sonido —LEDs programados a cierta frecuencia para
emular ondas cerebrales y sonidos binaurales— llegan a generar estados
similares a la meditación, por lo cual podrían también inducir estados
de neurogénesis. El incipiente campo de la medicina biomagnética, basada
en los pares magnéticos descubiertos por el Dr. Isaac Goiz, es un
novedoso tratamiento para diferentes enfermedades, incluyendo la
depresión, y quizás podría estimular las células del cerebro a
regenerarse.
Un casco desarrollado por el Dr. Gordon Dougal,
de la empresa Virulite, asegura revertir la demencia senil, regenerando
neuronas a través de la estimulación de luz infrraroja.
7. Ayahuasca/antidepresivos
Se sabe que algunos antidepresivos, inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, facilitan la neurogénesis.
Sin embargo, producen numerosos efectos secundarios, entre ellos la
falta de libido (lo cual resulta un tanto contradictorio). Una
alternativa a esto parece ser la ayahuasca, el cada vez más popular
brebaje medicinal psicoactivo del Amazonas, utilizado con particular
efectividad en el tratamiento de adicciones pero que podría tener
aplicaciones incluso en la cura de enfermedades como el cáncer.
A diferencia de los antidepresivos, la
ayahuasca, una medicina que algunos llaman un psicointegrador, ofrece
una experiencia integral en la que los beneficios químicos son
complementados por beneficios emocionales y hasta espirituales que
redondean el tratamiento y permiten una asimilación más profunda.
Estudios con personas que han tomado
ayahuasca por un periodo sostenido de tiempo muestran una mayor
recaptación de serotonina. Según la investigadora Jace Callaway, esto se
podría deber a la tetrahidroharmina que contiene la ayahuasca. Luego de
dosificarse con esta molécula por seis semanas y realizarse una
tomografía computarizada por emisión de fotones individuales,
Callaway descubrió un incremento en su recapatación de serotonina, algo
que disminuyó cuando la dejó de utilizar.
Otro estudio, realizado por Stuckey y
Echenhofer en el California institute of Integral Studies, mostró que la
ayahusca incrementa la coherencia en la banda de ondas gamma. Según el
Dr. Luis Eduardo Luna: “La coherencia es una medida de la similitud del
electroencefalograma en dos sitios distintos y puede considerarse una
medida de comunicación entre dos regiones del cerebro. Una
hipercoherencia distribuida ampliamente parece razonable dado los
intensos y sinestéticos fenómenos que suelen ocurrir durante una
experiencia de toma de ayahuasca”. Esta misma alta actividad de
coherencia gamma ha sido observada en monjes zen en estados profundos de
meditación.
Existen ciertamente otras opciones que no
alcanzamos a cubrir aquí. Entre ellas la neurogénesis provocada por
ambientes estimulantes —algo que ha sido demostrado en ratas. Ejercicios
mentales orientados al aprendizaje, juegos de memoria, aplicaciones
electroencefalográficas (como podrían ser las que desarrolla NeuroSky)
y terapias alternativas como la hipnosis. Algunas otros psicodélicos
como la psilocibina, (de la familia de las triptaminas), el DMT
(ingrediente activo de la ayahuasca y molécula similar a la serotonina) o
la ketamina, han sido utilizados prometedoramente para tratar la
depresión y, como hemos, visto existe posiblemente una relación entre
las cosas y las sustancias que logran combatir la depresión y la
regeneración neuronal.
A considerarse también está la filosofía y
la religión, en general un sistema de ideas y creencias puede llevar,
siendo el cerebro tan maleable, a un estado de “bienaventuranza”
neuronal (o de neuro-gnosis). Estados de éxtasis religioso han sido
supuestamente reproducidos en el laboratorio por el Dr. Michael
Persinger, con su llamado “casco de dios” (estimulación transcraneal).
Pero lo más interesante de esto sería ensamblar un sistema ideológico
funcional a la manera de un autoplacebo, un placebo consciente de ser
placebo, capaz de generar neuronas a sabiendas de que estas se generan
cuando uno piensa ciertas cosas —por ejemplo, en constelaciones
brillantes de neuronas que se disparan unánimes llenando el espacio de
filamentos de luz entrelazados como la alarma de un museo, en una
inteligente acupuntura digital.
Twitter del autor: @alepholo
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