Algunas investigaciones ya señalaban que la nave había
abandonado la burbuja de influencia solar, pero la NASA no lo quería
confirmar. Ahora un estudio con la intervención de la institución aporta
nuevas evidencias. Los expertos estiman que la perseverante viajera se
halla a una distancia equivalente a 125 veces la separación entre la
Tierra y el Sol
Durante
los meses de abril y mayo de 2012, los instrumentos de la sonda Voyager
1 de la NASA registraron una densidad de electrones similar a la del
medio interestelar que se extiende más allá de los dominios del Sol. El
hallazgo parecía confirmar que la nave había escapado a la influencia
del astro, sin embargo, aún faltaban datos para disipar la desconfianza
de los científicos de la agencia estadounidense.
Varios artículos, entre ellos tres publicados durante el pasado mes
de julio en la revista Science, ya apuntaban a la disminución de
partículas solares como la evidencia de que la transeúnte galáctica
había alcanzado la heliopausa, la zona de transición que actúa como
‘antesala’ de la frontera.
La misma publicación recoge esta semana las pruebas científicas definitivas de que la Voyager 1
rebasó el límite del sistema planetario el 25 de agosto de 2012. “Es la
primera vez que logramos alcanzar el medio interestelar, por eso este
paso es tan importante”, asegura a SINC Donald A. Guernett, investigador
en el departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Iowa,
una de las tres instituciones estadounidenses participantes en el
estudio, junto con el Centro Espacial Goddard de la NASA y la Universidad Católica de América.
Aunque los sensores de la nave robótica, que envían continuamente
datos a la Tierra, ya han determinado la composición del medio
interestelar, consistente “básicamente en hidrógeno, hidrógeno ionizado
(protones) y polvo”, aún “se sabe poco acerca de él y su interacción con
el Sol y el gas ionizado o viento solar que rodea a la estrella”,
declara el experto.
Fue el registro de una densidad de electrones de 0,08 centímetros
cúbicos, dentro de los límites teóricos de la prevista para el plasma
interestelar, lo que alertó a Guernett y su equipo de que la Voyager 1
había salido de la heliosfera. Más allá, la heliopausa separa el manto de influencia solar del exterior, más frío y oscuro.
Esta vez los investigadores enfrentaron las mediciones con una serie
anterior obtenida entre octubre y noviembre de 2012, detectando esta
disminución en la concentración de partículas. Además, la comparación de
la frecuencia de las ondas emitidas cuando los vientos solares alcanzan
la cubierta de la heliopausa con los registros de la sonda, permitió
establecer finalmente la fecha de cruce de la misma en torno al 25 de
agosto de 2012.
“Ahora que conocemos los datos clave, creemos que este es un gran
salto en el estudio del espacio interestelar”, afirma Ed Stone,
investigador miembro del Proyecto Voyager en el Instituto de Tecnología de California,
Pasadena. “El equipo necesitaba tiempo para analizar las observaciones e
interpretarlas. Ahora, podemos responder a la pregunta que todos nos
planteábamos: ‘¿Hemos llegado ya?’ Sí, hemos llegado”.
A pesar de las nuevas pruebas cada vez más fehacientes, los
científicos aún no han logrado explicar un fenómeno que sigue sembrando
dudas entre los más escépticos: el campo magnético solar continúa
ejerciendo su influencia en la nave aún cuando se considera fuera de sus
dominios.
Un viaje sin retorno
“La Voyager 1 se encuentra muy lejos, a una distancia de unas 125
veces la separación entre la Tierra el Sol”, explica Guernett. Según el
investigador de la Universidad de Iowa, la nave nunca regresará a
nuestro planeta.
“Nos enfrentamos a dos problemas, el agotamiento del suministro
energético del sistema y la debilitación de la señal de radio al
alejarse cada vez más de la Tierra. Probablemente no podamos seguir
utilizando la sonda a partir de 2025”, añade.
Las denominadas Voyager 1 y 2 son dos sondas robóticas lanzadas respectivamente el 5 septiembre y 20 de agosto de 1977, desde Cabo Cañaveral, Florida (EEUU), con el objetivo inicial de explorar Júpiter y Saturno.
Actualmente, tras 36 años alejándose de nuestro planeta, las dos
gemelas se encuentran más lejos de la Tierra y el Sol que Plutón,
inmersas en la Misión Interestelar Voyager (VIM, en sus siglas en inglés) que estudia los límites del sistema solar.
Referencia bibliográfica: D. A. Gurnett, W. S Kurth, L. F. Burlaga, N. F. Ness. “In Situ Observations of Interstellar Plasma With Voyager 1”. Science, 12 de septiembre de 2013.
Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti
fuente/ Axxon.com.ar
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