¿Y si el crack bursátil de 2008, cuyas consecuencias aún se notan en
medio mundo, lo hubieran provocado las máquinas y no los hombres?
Un estudio relaciona el vertiginoso ascenso de la negociación de alta
frecuencia (high-frequency trading o HFT), donde las decisiones de
compraventa de acciones las realizan algoritmos matemáticos, con la
volatilidad de los mercados. Estas máquinas realizan sus operaciones en
milisegundos, escapando a la supervisión en tiempo real de cualquier
humano, por muy rápido que sea. Cuando, tras un sólo segundo, reacciona,
puede que ya sea demasiado tarde.
Las HFT apenas tiene 15 años. La Securities and Exchange Commission
de Estados Unidos (SEC) no autorizó las operaciones electrónicas hasta
1998. Entonces estos programas tardaban unos segundos en realizar una
operación bursátil de forma autónoma. Siguen sus propias reglas (no
siempre redactadas por humanos) para decidir qué comprar y cuándo
vender. Desde entonces, la imagen del avezado jugador de bolsa es una
mera ilusión.
Las operaciones en milisegundos, incluso menos. La compañía británica Fixnetix,
por ejemplo, presentó en 2011 el microchip iX-eCute, capaz de realizar
una completa en 740 nanosegundos (la milmillonésima parte). En los
últimos años se ha desatado una verdadera carrera de armamentos
tecnológicos entre las compañías financieras para que sus sistemas sean
más rápidos que los de la competencia. Así, en unos meses debe entrar en
servicio el primer cable submarino que une Londres y Nueva York
desplegado en la última década. Operado por Hibernia Networks,
un consorcio de empresas de HFT lo financia con 250 millones de dólares
con la promesa de que ganarán apenas 5 milisegundos en
sus comunicaciones, toda una eternidad para una buena operación.
“Nadie lo sabe con exactitud, pero en Estados Unidos se estima que
las HFT ya suponen el 75% de las operaciones y creciendo. Mientras, en
Europa su porcentaje es menor pero recuperan terreno, puede que estén
entre el 25 y el 50%”, dice Neil Johnson, profesor de física de la Universidad de Miami y
experto en sistemas complejos. Johnson y otros investigadores de estas
negociaciones bursátiles casi a la velocidad de la luz han estudiado una
de sus consecuencias que, por su fugacidad, a veces escapan a los
analistas. Son los llamados eventos extremos ultrarrápidos.
Si la cotización de un valor baja (o sube) hasta 10 veces antes de
repuntar (o caer) y el cambio en el precio es superior a un porcentaje
determinado y todo ello en fracciones de segundo estamos ante uno de
estos eventos extremos ultrarrápidos (EEU). Tal como publican en Nature Scientific Reports,
encontraron 18.520 picos y crack con una duración inferior a los 1.500
milisegundos en las bolsas estadounidenses desde 2006. Comprobaron
también que estos eventos van ganando autonomía respecto de los
operadores humanos: cuanto más baja la duración de un EEU por debajo del
umbral del tiempo de reacción humana, establecido en un segundo, el
número de eventos extremos aumenta muy rápidamente.
Aunque los principales valores fueron entrando en el juego de las HFT
de forma paulatina, todos los grandes ya experimentaban eventos
extremos ultrarrápidos poco antes del colapso bursátil de 2008 que
inició la crisis económica actual. De hecho, los 10 valores con más
vaivenes instantáneos durante el periodo estudiado (2006-2011) son los
grandes bancos, con Morgan Stanley, Goldman Sachs y Bank of America en
los primeros puestos. El 15 de septiembre de 2008, el día de la
declaración de bancarrota de Lehman Brothers, concentró el mayor número
relativo de EEU.
“Sin duda están relacionados. Pero hay algo intrigante que me
convence de que los EEU jugaron un papel en favor de la caída: antes del
crack de 2008, comenzamos a ver cómo su frecuencia comenzaba a subir
rápidamente en determinados valores y estos valores son todos compañías
financieras. Sin embargo, en la prensa económica, el crack en sí fue
asociado a la quiebra del sector financiero. Creemos que los EEU eran en
realidad fracturas que aparecían en el mercado, en el sector
financiero, antes de su ruptura. Como un objeto mecánico se puede
fracturar antes de romperse”, explica Johnson.
Y no fue la única vez. El seis de mayo de 2010, el Dow Jones, el
índice industrial de la bolsa de Nueva York cayó casi 1.000 puntos, el
9% de su valor, en segundos para recuperarse pocos minutos después. Un informe de la SEC señaló a las HFT como responsables parcialmente de lo que se llamó el Flash Crack.
“En efecto, nosotros hemos encontrado una aglomeración de eventos
extremos ultrarrápidos en torno al Flash Crack. Aún estamos analizando
los datos para ver si podemos determinar la causa, pero hay una clara
asociación”, explica el investigador estadounidense.
El problema es que no va a ser fácil demostrar su hipótesis. Tendrían
que conseguir acceso a mucha información confidencial para establecer
una relación causal entre el juego de los algoritmos y el vértigo
bursátil. Algo que no parece probable sin la intervención de las
autoridades. Tanto en Estados Unidos como en Europa distintas
comisiones están analizando el impacto de las HFT en los mercados de
valores. “En mi opinión podría ser peligroso aplicar normas para regular
algo cuando no entiendes como funciona y nadie lo entiende, aunque
nosotros esperamos haber comenzado a hacerlo”, sostiene Johnson.
El problema es que los humanos están perdiendo el control de sus
bolsas de valores, quizá para siempre. “Al final, nada impedirá que los
algoritmos escriban sus propios algoritmos. De hecho, la computación
genética y los algoritmos genéticos son exactamente eso, donde nuevas
generaciones de algoritmos nacen espontáneamente de la fusión y
modificación de los existentes sin ningún control humano”, señala
Johnson. Es como si los humanos hubieran escrito el código a modo de
dioses y las máquinas estén creando su propio ecosistema, un lugar
inhóspito para la lentitud de reacción humana.
“Podemos imaginar un escenario donde el mercado financiero se vea
inundado de algoritmos, ninguno de ellos escrito ya por humanos pero
que, sin embargo, son mutaciones rentables de generaciones anteriores de
algoritmos. Sé que puede sonar a ciencia ficción, pero no lo es. De
hecho, esto ya podría estar sucediendo en parte”, añade el físico.
Autor: Miguel Ángel Criado
vñia/ economiazero.com
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