El psiquiatra James Greenblatt, además
de analizar la historia clínica de los pacientes que acuden a verlo,
enfatiza en el estado de su sistema digestivo. Según él (y un número
creciente de investigadores alrededor del mundo), los intestinos juegan
un papel fundamental en la salud mental. En el caso de “Mary”,
Greenblatt logró que los síntomas de un severo trastorno obsesivo
compulsivo y ADHD cedieran en seis meses utilizando psicoterapia,
medicación y probióticos, medicamentos que ayudan a balancear los
microbios de nuestra flora estomacal.
“Los intestinos en realidad son tu
segundo cerebro”, afirma Greenblatt, pues “existen más neuronas en el
tracto digestivo que en cualquier otro lugar, además del cerebro.”
Y es que los psiquiatras saben hace años
que existe una conexión entre el sistema digestivo y las enfermedades
mentales: la ansiedad provoca diarrea y náusea, y la depresión dificulta
la ingesta de alimentos. El cambio que Greenblatt y otros pioneros han
propuesto es que el estómago no está subordinado al cerebro, sino que el cerebro reacciona a los intestinos.
Puede parecer difícil de creer, excepto
cuando consideramos que cerca del 90% de las células de nuestro cuerpo
son bacterias: desde el momento en que salimos de la placenta, los
microbios comienzan a habitar en nuestro cuerpo, tan cerca de nosotros
que sin ellos nuestra vida sería impensable.
En experimentos con ratones, bacterias
probióticas han surtido efecto para reducir los niveles de ansiedad y
hormonas del estrés, e incluso investigadores como John Bienestock han
comparado el efecto de los probióticos a benzodiazepinas como el Valium o
el Xanax.
Aunque los efectos sean impresionantes,
aún hacen falta muchas investigaciones para seguir desarrollando la
relación entre nuestro sistema digestivo y los padecimientos de la
mente.
vía/ Pijamasurf
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