Cuando miramos al cielo por la noche, podemos ver, como todos sabemos, el incesante parpadeo de las estrellas. Además, si nos fijamos bien, nos daremos cuenta de que existen “estrellas” que no parpadean. Este haz de luz que vemos no son estrellas, sino planetas. Se trata de la primera regla de oro que todo aficionado a la astronomía debe conocer: las estrellas parpadean, los planetas no. Pero, ¿por qué las estrellas parpadean y los planetas no? ¿Sabes realmente el motivo?
También nos podemos realizar la siguiente pregunta: ¿por qué los planetas o las lunas brillan si no tienen luz propia como las estrellas? La respuesta es muy simple. Los planetas y las lunas brillan porque reflejan la luz de su estrella más cercana, al igual que podemos ver una habitación con todos sus objetos cuando encendemos la lámpara, pues la habitación con sus objetos reflejan la luz de la lámpara.
Pero vayámonos a la pregunta del principio: ¿por qué una estrella parpadea y un planeta no? En realidad, la pregunta no estaría bien formulada puesto que todos los objetos celestes parpadean, aunque en diferentes proporciones. La atmósfera de nuestro planeta es la culpable de que esto suceda. Es por eso por lo que cuando se observan las estrellas desde el espacio, éstas no parpadean.
Toda luz que atraviesa nuestra atmósfera sufre las consecuencias de la turbulencia atmosférica. Las estrellas son más sensibles a este fenómeno ya que al estar a tan increíble distancia, su luz nos llega como un pequeño punto, a diferencia de lo que ocurre con la luz de los planetas.
Para que nos hagamos una idea de estas distancias tan enormes, imaginemos que viajamos en el objeto más rápido jamás fabricado por el hombre, la sonda espacial Voyager 1, que ha alcanzado una velocidad de 17 km/s, al sistema estelar más cercano a nuestro Sol, Alfa Centauri, que se encuentra a poco más de 4 años luz (unos 40 billones de kilómetros; es decir, 40 millones de millones de kilómetros). El trayecto duraría unos 75.000 años, y recordemos que estamos viajando en el objeto más rápido jamás construido y que nos dirigimos hacia el sistema estelar más cercano a nosotros. Simplemente, las cifras son escalofriantes.
Por ello, cuando la luz de la estrella nos llega como un simple punto, la atmósfera la refracta continuamente por lo que nunca se encuentra en el mismo lugar del cielo exactamente. Podríamos decir que este fenómeno crea una ilusión óptica ya que lo que realmente vemos es un continuo cambio de posición de la estrella en una pequeñísima región del cielo, que es lo que nos hace percibir que la estrella titila.
La luz de los planetas también se ve afectada por la turbulencia atmosférica y, por tanto, también cambia de posición continuamente en el cielo como la luz de las estrellas. No obstante, no nos llega como un simple punto de luz, sino más grande debido a que están más cerca, por lo que aunque varíe de posición, visualmente nos parece que no lo hace.
En definitiva, la diferencia radica en la distancia: una estrella parpadea porque se encuentra a una gran distancia por lo que su luz es más sensible a los efectos de nuestra atmósfera; no obstante, los planetas aparecen como un punto de luz “fijo” en el cielo porque se encuentran más cerca de nosotros.
fuente/Grupo Amateur de Meteorología Espacial
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