lunes, 12 de mayo de 2014

Calígula y los desaparecidos barcos gigantes del Lago Nemi.

Calígula


Las guerras, aparte del sinsentido que de por sí destilan y de las tragedias humanas que de ellas se derivan (ver El soldado que sirvió en tres ejércitos durante la Segunda Guerra Mundial), tienen una victima colateral al cual no se le da demasiada importancia pero que afecta a todo el mundo, por lo del empobrecimiento social que comporta: la destrucción de patrimonio cultural. Llamativos fueron en su momento el saqueo y destrucción del museo mesopotámico de Bagdad durante la Guerra del Golfo o bien de la destrucción de los budas afganos a manos de los talibanes, simplemente por citar algunos; de las pérdidas de edificios, obras y archivos ya ni les cuento. A pesar de esta "cotidianidad" de la pérdida patrimonial, el sentimiento de rabia se dispara cuando las víctimas de la guerra son dos barcos romanos, los más grandes encontrados hasta la actualidad, y que habían permanecido inalterados durante casi 2000 años. Me refiero a los gigantescos barcos del lago Nemi.

                                               Lago Nemi

A unos 20 km de Roma, ocupando un cráter de origen volcánico, se encuentra el lago de Nemi. Este lago, no excesivamente grande ya que tiene un diámetro de unos 1500 metros y una profundidad máxima de 30 metros, era conocido por los pueblos que vivían en esta parte de Italia desde los tiempos anteriores de los romanos. El lago de Nemi, es llamado así por Nemus Dianae, un bosque que estaba dedicado a la diosa Diana y que, por extensión convertía el lago en sagrado. En este orden de santidad, el emperador Calígula, que estaba ciscado por introducir el culto egipcio a Isis en Roma, decidió construir hacia el 40 d.C. dos barcos ceremoniales dedicados a esta deidad habida cuenta que -según entendía Calígula- Diana era un "alter ego" de Isis. Y como podía suponerse de un emperador romano, no le dolió en prendas y los hizo a lo grande. ¿Para qué andar con minucias?


Calígula

Los barcos eran, simplemente, enormes. Uno, el llamado Prima nave, hacía 73 metros de eslora (largo) y 24 de manga (ancho) y el otro, llamado Seconda nave, hacía 71 m de eslora por 20 de manga. Si tenemos en cuenta que la carabela Santa María -la de Colón-, hacía 24 metros de eslora y unos 8 de manga, podrá hacerse una idea de la magnitud de semejantes colosos acuáticos. A pesar de ello, al estar pensados para una navegación en agua dulce, tenían un fondo muy plano y no tenían quilla, lo cual facilitaba su maniobrabilidad. Sin embargo, su vida útil fue muy corta, ya que pronto fueron hundidos. Se cree que el Senado Romano -del cual era enemigo acérrimo Calígula- una vez muerto este, le faltó tiempo para hacer desaparecer todo lo que recordaba a Calígula, entre ellos, los gigantescos barcos. Si bien el historiador romano Suetonio años después daría noticia de los barcos, éstos desaparecieron de la memoria popular para siempre... o no.


                                         Ancla recuperada

Sea como fuere, al ser un lago tan somero, los pescadores, cuando tiraban sus artes, siempre acababan por encontrar algunos restos de estos gigantes hundidos, lo que hizo que se hicieran intentos de reflotación en 1446, 1531, 1827 y 1895, aunque ninguno de ellos funcionó y a lo sumo lo que consiguieron fue extraer algunos restos y destrozar parte de lo que quedaba de los barcos. No fue hasta la llegada de Mussolini al poder que su megalomanía se centró en los navíos de Calígula y en 1924 se pusieron en serio a recuperarlos. Sólo había un pero: estaban dentro de un lago. ¿solución? Se drena y ya está ¿dónde está el problema?

                                  Bronces recuperados en 1895

Dicho y hecho, los expertos, aprovechando que el lago tenía un canal de drenaje similar al del muy próximo Lago Albano (ver Lago Albano: ingeniería romana para drenar un volcán), secaron el lago Nemi. Primero salió el Prima nave, que era el que estaba más somero (entre 5 y 12 metros de profundidad) y posteriormente el Seconda nave, que estaba a 100 metros de la ribera y a 20 metros de profundidad. Para ello participó todo un batallón de arqueólogos, técnicos, ingenieros, militares e incluso la Royal Navy británica colaboró en la recuperación. Los arqueólogos fliparon en colores con lo que descubrieron, ya que estaba en un estado de conservación excepcional gracias al fango que se había depositado a su alrededor.

                                  Visitantes en las excavaciones

La Prima nave disponía de una zona de templo dedicado a Isis, con columnas y todo, pavimentado de mármol y con una serie de tecnología que no se había desarrollado hasta finales del s. XIX (grifos, cañerías estancas, anclas de alas móviles, aleaciones...). La Seconda nave estaba construida para acoger una auténtica villa romana a disposición de Calígula, con sus termas y todo, lo cual era un auténtico prodigio de la tecnología romana.


Dimensiones grandiosas

Tras sacar casi 40 millones metros cúbicos de agua, casi tuvieron que abandonar los trabajos, ya que al haber drenado tanto el antiguo volcán, se rompió el equilibrio de los sedimentos y provocó el hundimiento de parte del fondo del lago creando una erupción de lodo que llegó a los pies de los naufragios. Por suerte, no pasó de aquí y, tras sacar los restos y múltiples problemas de todo tipo, se depositaron en un museo que se hizo expresamente para acogerlos. En 1936, doce años después de comenzar los trabajos se inauguró el Museo delle Navi romane di Nemi (museo de los navíos romanos de Nemi)... y aquí quedaron para uso y disfrute de propios y extraños hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial.


                                Mussolini en la inauguración

Probablemente nunca se sepa quien fueron los autores, pero la noche del 30 de mayo al 1 de junio de 1944, en plena ofensiva americana contra el ejército nazi, el museo sufrió un incendio que destruyó totalmente las instalaciones, dejando los dos barcos reducidos a cenizas. No se sabe a ciencia cierta qué fue lo que pasó, si fueron los americanos en plena ofensiva, si fueron los nazis que hicieron política de tierra quemada en su retirada o fueron refugiados que provocaron un accidente, pero la realidad es que aquellos monstruos de la antigüedad, transportados en una máquina del tiempo desde hacía 1900 años hasta la actualidad, fueron abrasados, desapareciendo definitivamente, de la capa de la tierra.

Un impresionante legado de la humanidad que la megalomanía de Mussolini había permitido que fuera extraído a las garras de la amnesia de los siglos, acabó por ser destruido en unas pocas horas de la forma más tonta posible y perdiéndose, ahora sí para siempre, en el fondo del baúl de la estulticia humana más vergonzante.

fuente/ireneu.blogspot.com.es

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