miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Es posible saber si vivimos en un multiverso? ¿Una pregunta lanzada desde una partícula en movimiento puede alterar la interacción del Todo consigo mismo?

 Into_the_Multiverse_by_aponom

La teoría de los multiversos como consigna metafísica sigue dándonos mucho que pensar, pues incluso la palabra “multiverso” se origina en el pensamiento especulativo. ¿Pero qué hay de la data científica respecto a la posibilidad de toparnos con nuestro Döppelganger de otra dimensión? Brian Greene, físico teórico de la Universidad de Columbia en Nueva York afirma en entrevista que tal vez existan tantas comprobaciones teóricas del escurridizo multiverso como argumentos para contrarrestarlos.

Por ejemplo, en el multiverso preconizado por la teoría de cuerdas (un modelo de universo donde este está compuesto de cuerdas unidimensionales, y donde nuestro universo estaría contenido en una membrana tridimensional solamente), “si el universo fuera una barra de pan, todo lo que conocemos tendría lugar en una sola rebanada.”

Sin embargo, experimentos como el del Gran Colisionador de Hadrones podrían ponernos en posición de conocer las “muestras de energía” venidas desde otras dimensiones (lo que en realidad no ha ocurrido).

Teorías inflacionarias del universo (la más famosa: el Big Bang) sugieren otros tipos de universos, según Greene. El Big Bang que dio origen a nuestro universo podría no ser más que una burbuja en un mar de burbujas, cada una con su propio Big Bang y su propio, inevitable (al menos en esta dimensión) Big Crunch.

Los cómics utilizan las teorías multiversales como recurso narrativo para explorar tramas alternativas y la consecuencia de las decisiones de los personajes en el devenir del mundo: lagota definiendo el rumbo del océano.

El problema (al igual que lo fascinante) de estas teorías es que son altamente especulativas, y no contamos con herramientas y métodos científicos para comprobarlas o descartarlas. Greene parece afirmar que es mejor el sano escepticismo del científico que las abigarradas teorías que aparecen y se diluyen como olas marinas. El problema de la voluntad, por ejemplo: “Cuando muevo mi taza de té”, afirma Greene, “esa sensación es absolutamente real. Pero es sólo eso. Es una sensación.” Esto significaría que la voluntad o el deseo quedan relegados a “meras” sensaciones, a fantasías de control: el curso universal es vasto, misterioso e inefable. Pero a diferencia de los místicos, los científicos necesitan medir con las herramientas más adecuadas sus visiones de la totalidad –de la cual las teorías del multiverso serían una sola entre un mar de hipótesis para dar cuenta del Todo.

Las ecuaciones pueden describir la forma en que las partículas crean la materia (de la que los humanos forman parte), pero a medida que estructuras más complejas se conforman, su efecto en una partícula del todo parece ser irrelevante para Greene, al menos en términos estadísticos. En un universo decides no leer este artículo, y en uno más ni siquiera lo publicamos. ¿Qué diferencia existe realmente si aquí estás, frente a una pantalla, leyendo estas palabras?

fuente/Pijamasurf


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