miércoles, 9 de julio de 2014

8 remedios naturales probados por la ciencia


La medicina alternativa tiene la ventaja de reconocer cambios y sensaciones que, al no poder ser aislados en experimentos, carecen de validez científica. Quienes acostumbran estos remedios saben que el hecho de que la ciencia médica no los valide, no quiere decir que no sirvan. Muchos de ellos son económicos, efectivos y a veces se encuentran fácilmente en nuestra cocina o jardín.
De muchos remedios naturales, a diferencia de los medicamentos, sabemos qué contienen, de dónde vienen y qué efecto tienen en nuestro organismo.
Si bien no son tratados como medicamentos, también los hay que han sido probados en laboratorios, y demuestran tener las cualidades que prometen.

Algunos de ellos son:

1. Aceite del árbol del té

 

 Árbol sagrado de las tribus nativas de Oceanía, el aceite de este árbol posee extraordinarias cualidades. Es un poderoso desinfectante y antibiótico tópico —es tan fuerte, que su ingestión es tóxica—. Ideal para combatir los hongos del pie de atleta, para eliminar piojos y desinfectar heridas. Combate el acné y el mal aliento (unas gotas de aceite del árbol del té mejoran la pasta dental casera).
Con posibles leves reacciones alérgicas, el aceite del árbol del té ha superado múltiples pruebas científicas como remedio contra hongos y bacterias. Además, es naturalmente anestésico (alivia la comezón de picaduras de insectos) y como aromaterapia despeja y relaja la mente. 


2. Vitamina C

 

Idealmente disponible en pimientos y cítricos, la vitamina C es un poderoso antioxidante natural que protege nuestra piel y ayuda a formar colágeno. Suficiente vitamina C en la dieta hace burla de las cremas y tratamientos anti-edad, ya que reconstruye y sana tu piel con la sabiduría inigualable de tu propio cuerpo.
Pero además de ser un truco de belleza, es fundamental para la salud. La vitamina C combate los radicales libres del sol, ayuda a sanar heridas y está directamente relacionada con la salud del corazón.

3. Gymnema Sylvestre

 

La gymnema silvestre es un remedio de la medicina ayurvédica para la diabetes. Es, para la ciencia, la única sustancia conocida capaz de reparar las células pancreáticas dañadas, y si no es hoy en día el medicamento número uno contra la pandemia de la diabetes es, en buena medida, porque no se puede patentar.
Afortunadamente su uso se está extendiendo, entre otras cosas por una circunstancia trivial: los adherentes a la dieta Paleo y otras que sostienen que debemos eliminar nuestro consumo de carbohidratos, la utilizan para tener una transición indolora a la cetosis, el estado en que el cuerpo extrae su energía principalmente de grasas. 

4. Miel y propóleos

 

La miel es uno de los primeros antibióticos usados por el hombre. En heridas, crea una capa protectora que reduce el riesgo de infección y acelera la sanación. También se ha comprobado que disminuye las cicatrices. Los propóleos contienen además cualidades antioxidantes, antiinflamatorias y anticancerígenas, humectan la piel, protegen contra el resfrío y mejora el asma.
Es interesante saber que los propóleos varían en cualidades a lo largo del mundo, y se realizan extensos estudios para reconocer las cualidades de los producidos en Corea, Brasil, China, Argentina y otros rincones del mundo.
Otro remedio —menos casero— que las abejas proveen, es la apiterapia, un tratamiento con su veneno que se utiliza en el tratamiento de dolores reumatoides, alergias, lumbago, ciática, depresión, anorexia y de artritis.


5. Aloe vera

 

En clima cálido, es común que las plantas de sábila o aloe vera se den en el jardín. Sus hojas gruesas y espinosas contienen una savia gelatinosa que trata quemaduras y acelera la sanación de heridas e infecciones. Ingerida, desintoxica el tracto intestinal y ayuda a bajar de peso. Se le reconocen sus cualidades antivirales y, con un efecto similar a la fibra, reduce la absorción de azúcares.


6. Aceite de coco

 

Para quienes viven en climas tropicales, el coco debería ser parte de la dieta de protección solar. Al estar extraordinariamente adaptado al clima cálido, el fruto comestible de la palma no sólo alivia la sed, nos da nutrientes y antioxidantes, estimula la absorción de insulina, activa el sistema inmunológico y sirve como antidiarreico.
En la piel, el aceite de coco es un excelente humectante que refresca, nutre y revitaliza. Y para cocinar es la mejor opción vegetariana, ya que sus concentraciones de grasas saturadas lo hacen resistente a las altas temperaturas y no produce colesterol de baja densidad.


7. Bicarbonato de sodio

 

El bicarbonato de sodio es una opción natural a los dentríficos químicos del supermercado. Es más barato y ha demostrado que ayuda a limpiar y blanquear los dientes y a combatir el mal olor, ya sea en tu boca, en tu refrigerador o en un rincón húmedo de la casa.
Ingerido, el bicarbonato es un remedio tradicional para la pesadez y la acidez estomacal, aunque su abuso perjudica al sistema digestivo. 


8. Zinc

 

Debido al deterioro y maltrato de los campos de cultivo, el zinc es un mineral en retirada de nuestra dieta, y su ausencia es responsable de muchos males contemporáneos.
Una dieta rica en zinc —mariscos, cereales integrales, carnes rojas— garantiza arterias más sanas, mejor y mayor tono muscular, y absorción de nutrientes.
El zinc está asociado con la capacidad cognitiva —asegura una dieta con niveles satisfactorios de zinc antes de un examen— y también es importante para la salud sexual: sobre todo en los hombres, la falta de zinc en la dieta está asociada con la producción de testosterona y estrógenos. En lo que al zinc respecta, los mariscos sí son alimentos afrodisíacos.  

 Por José Valadés

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