lunes, 18 de agosto de 2014

ASTRONOMÍA-ASTEROIDES. Más pistas del gran 'bombardeo' que sufrió el Sistema Solar hace 3.400 millones de años.

Científicos de la Universidad de Curtin (Australia) han arrojado luz sobre la historia del 'bombardeo' de asteroides que sufrió el Sistema Solar. Los nuevos datos obtenidos se han recogido del estudio realizado a un meteorito volcánico que ha sido recuperado en Australia occidental.

Esta roca, encontrada hace siete años, tiene unas características únicas que sugieren que proviene de un gran asteroide que no ha sido identificado hasta ahora. El autor principal del trabajo, Fred Jourdan, cree que el meteorito es una evidencia de que hace más de 3.400 millones de años se produjeron una serie de colisiones de asteroides.

"Casi todos los meteoritos que hemos ubicado en la Tierra provienen del asteroide Vesta, el segundo más grande del Sistema Solar. Pero después de estudiar la composición y la órbita de la roca encontrada, parece que deriva de un gran asteroide sin identificar, que habría dividido en pedazos durante una o varias colisiones", ha indicado el investigador.

El equipo de expertos ha fechado el meteorito con la técnica del argón-argón, un método bien conocido para eventos de impacto. A través de este método, obtuvieron tres series de edades que indican que el meteorito registró tres eventos de impacto entre hace 3.600 y 3.400 millones de años.
"Estas edades son bastante altas para los estándares terrestres, pero muy jóvenes para un meteorito, ya que la mayoría están fechados en 4.570 millones años de edad, cuando comenzó el sistema solar", ha indicado Jourdan.

Curiosamente, los resultados, publicados en ' Geochimica and Cosmochimica Acta', también mostraron que no sufre ni un solo impacto desde hace 3.400 millones años, hasta que cayó a la Tierra en 2007. Jourdan ha indicado que este parón de impactos pudo deberse a que el asteroide tiene un tamaño demasiado pequeño para ser un objetivo de colisiones, o para ser protegido perfectamente por el regolito, una gruesa capa de polvo que se encuentra normalmente en la superficie de los asteroides.
fuente del texto/EP/Agencias


Los asteroides


Los asteroides son objetos rocosos y metálicos que orbitan alrededor del Sol pero son demasiado pequeños para ser considerados planetas. Se los conoce como planetas menores.

El tamaño de los asteroides varía desde el de Ceres (el primero que se descubrió), que tiene un diámetro de unos 1.000 km (la Luna tiene 3.476 km), hasta los que tienen el tamaño de una piedra pequeña.

Sólo se conocen 16 asteroides con diámetros de 240 Km o mayores.
Se los ha encontrando desde el interior de la órbita de la Tierra hasta más allá de la órbita de Saturno.

La mayoría, sin embargo, están dentro del cinturón principal que existe entre las órbitas de Marte y Júpiter.

Algunos tienen órbitas que atraviesan la trayectoria de la Tierra e incluso algunos han chocado con nuestro planeta en el pasado, causando graves cambios en el clima y extinciones masivas de la vida animal y vegetal, como en el caso de la desaparición de los dinosaurios.

Uno de los ejemplos mejor conservados de un suceso de este tipo es el Cráter Barringer cerca de Winslow, Arizona.

Luego de haber sufrido (casualmente o no) un intenso bombardeo de novelas y películas sobre el tema (películas por lo menos hubo tres), los asteroides han mostrado que están ahí, que pueden cambiar la vida del mundo (o borrarla) en cualquier momento, y que a pesar de la alta tecnología que posee hoy el Hombre pueden caer sobre nuestras cabezas sin previo aviso.
Recientemente hemos tenido alarmantes noticias de asteroides que amenazan a la Tierra.

El más reciente al momento de escribir esto es 2002 NT7 (parece el nombre de una versión de Windows, aunque puede llegar a ser mucho más destructivo que un nuevo hijo de Bill Gates), un asteroide de unos 2 km de diámetro que se ha detectado en camino directo hacia nuestro planeta, donde impactaría el 1 de febrero del año 2019, si se confirman los cálculos actuales de trayectoria. Poco antes se tuvo noticia de que otro asteroide (que no se detectó hasta tres días después de que nos pasó zumbando), el 2002 MN, pasó el 14 de junio de este año a aproximadamente un tercio de la distancia entre la Tierra y la Luna (muy cerca, por cierto).

Este asteroide medía unos 120 metros y podría causar daños similares a los producidos en 1908 en Tunguska, Siberia, Rusia, donde fueron arrasados 2.000 km cuadrados de bosque.

Los asteroides están formados por el material que sobró durante la formación del Sistema Solar. Una teoría sugiere que en realidad serían los restos de un planeta que fue destruido por una gran colisión hace mucho tiempo.

Es más probable, sin embargo, que los asteroides sean el material que no llegó nunca a aglutinarse para formar un planeta. De hecho, si se estima la masa total de todos los asteroides y se concentra en un objeto único, éste tendría cerca de 1.500 kilómetros de diámetro, menos de la mitad del diámetro de la Luna.

Muchos de nuestros conocimientos sobre los asteroides proceden del estudio de los trozos de residuos espaciales que caen sobre la superficie de la Tierra.
Los asteroides que siguen una trayectoria que los lleva a chocar con la Tierra reciben el nombre de meteoroides.

Cuando un meteoroide choca con nuestra atmósfera a gran velocidad, la fricción hace que este trozo de material espacial se incinere produciendo un chorro de luz conocido como meteoro.

Si el meteoroide no se consume por completo, lo que queda de su cuerpo impacta con la superficie de la Tierray es lo que se denomina meteorito.

El 92,6% de los meteoritos que se han examinado está compuesto por silicatos (roca) y el 5,7% por hierro y níquel; el resto es una mezcla de los tres materiales.

Los meteoritos de roca son los más difíciles de identificar ya que se parecen mucho a las rocas terrestres.

El interés más grande de los científicos está centrado en la composición de los asteroides, que fueron formados con materiales procedentes de un Sistema Solar muy joven.

Las naves espaciales que han navegado a través del cinturón de asteroides han observado que en realidad el cinturón está bastante vacío y que los asteroides están separados por distancias muy grandes.

Antes de 1991 la única información obtenida sobre los asteroides era a través de la observaciones realizadas desde la superficie terrestre.
En Octubre de 1991 la nave espacial Galileo visitó el asteroide 951 Gaspra, que se convirtió en el primer asteroide del que se obtenían imágenes de alta resolución.

En agosto de 1993 el Galileo se acercó de nuevo a un asteroide, ahora el 243 Ida. Fue el segundo asteroide visitado por una nave espacial. Tanto Gaspra como Ida están clasificados como asteroides de tipo S, compuestos por silicatos ricos en metal.

El 27 de Junio de 1997 la nave espacial NEAR realizó un acercamiento a alta velocidad con el asteoride 253 Matilde. Este encuentro dio a los científicos la posibilidad de observar de cerca por primera vez un asteroide del tipo C, rico en carbono.

Esta visita fue única porque la nave NEAR no estaba diseñada para realizar otras pasadas. La nave NEAR se puso en órbita alrededor del asteroide Eros en febrero de 2000.

En febrero de 2001 hicieron descender la sonda NEAR Shoemaker en la superficie de Eros, logrando sacar fotografías muy cercanas (120 m).

Los astrónomos también han estudiado un grupo de asteroides gracias a las observaciones realizadas desde la superficie terrestre. Uno de los más notables es 3753 Cruithne —que es en realidad un "acompañante" de la Tierra, ya que comparte nuestra misma órbita y es el único objeto (además de la Luna) que nos acompaña en el viaje alrededor del Sol en una precisa y compleja danza gravitatoria—. También son importantes Toutatis,Castalia, Geographos y Vesta. Los astrónomos estudiaron estos asteroides utilizando las observaciones obtenidas por radar desde la superficie terrestre durante sus etapas de máxima aproximación a la Tierra. Vestafue observado desde el Telescopio Espacial Hubble.


Prefacio a la Sección I

Encuentro Uno

Oregón, 1972
Tenía el tamaño de una casa pequeña, pesaba nueve mil toneladas y se desplazaba a cincuenta mil kilómetros por hora. A su paso por el parque Grand Teton, un turista alerta fotografió el bólido incandescente y su larga estela de vapor. En menos de dos minutos, la bola de fuego atravesó la atmósfera terrestre y volvió a perderse en el espacio.

Si se hubiera producido un pequeño cambio en la órbita durante los miles de millones de años que llevaba girando en torno al sol, habría podido caer sobre cualquiera de las grandes ciudades del mundo con una potencia explosiva cinco veces superior a la de la bomba que destruyó Hiroshima. El suceso tuvo lugar el 10 de Agosto de 1972.


Encuentro Dos

Tunguska, Siberia, 1908
El iceberg cósmico penetró en la dirección del Sol, de modo que nadie lo vio acercarse hasta que el cielo estalló. Segundos después, la onda de choque aplastó dos mil kilómetros cuadrados de bosques de pinos, y el ruido más potente desde la erupción de Krakatoa empezó a dar la vuelta al mundo.

De haberse retrasado apenas dos horas en su viaje casi eterno, el estallido, de una potencia de diez megatones, habría arrasado Moscú y cambiado el curso de la historia. El suceso tuvo lugar el 30 de Junio de 1908.

Encuentro Tres
Golfo de México, 65.000.000 A.P.
Entró verticalmente, abriendo un agujero de diez kilómetros de anchura en la atmósfera y generando unas temperaturas tan altas que encendieron el propio aire.

Cuando impactó con el suelo, la roca se licuó y se fue extendiendo en oleadas altas como montañas, que no se solidificaron de nuevo hasta haber formado un cráter de doscientos kilómetros de diámetro.

Éste fue sólo el inicio del desastre; la verdadera tragedia empezó entonces.
De los cielos llovieron óxidos nítricos que aumentaron la acidez de los mares. Nubes de hollín de los incendios forestales oscurecieron el cielo y ocultaron el sol durante meses.

Las temperaturas descendieron vertiginosamente en todo el mundo, provocando la extinción de casi todos los animales y las plantas que habían sobrevivido al cataclismo inicial.Aunque algunas especies subsistirían aún durante milenios, la era de los grandes reptiles había terminado.

El reloj de la evolución había sido ajustado de nuevo; había empezado la cuenta atrás para llegar al hombre. El suceso tuvo lugar, de forma muy aproximada, sesenta y cinco millones de años antes del Presente.

fuente/alquimiayciencias.blogspot.com

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