¿Por qué se te ocurren cosas geniales en la ducha y luego se te olvidan?
La «red neuronal por defecto», un área de nuestro cerebro que se activa cuando «desconectamos», está detrás de esas ideas que se pierden
Hay momentos en que las ideas geniales se agolpan en la cabeza; pero siempre son los peores: en la ducha, justo antes de dormir, tras una discusión cuando ya estamos solos. Tras ese instante de lucidez, el pensamiento se desvanece y por mucho es esfuerzo que se ponga la idea ya nunca vuelve. Pero, ¿cuál es el motivo de que esto ocurra?
La ciencia que estudia nuestro cerebro tiene la respuesta. Cuando hacemos una actividad monótona, simple y relajada (conducir por una buena carretera, pasear, tomar una ducha, observar un paisaje) las «pepitas de oro» emergen de la profundidad de nuestra psique. Sin embargo, cuando cogemos un lápiz y tratamos de ordenar «racionalmente» las ideas, estas parecen diluirse entre nuestras manos como un azucarillo en el agua.
El culpable de todo es la «red neuronal por defecto», un proceso que se activa cuando nuestro cerebro se pone en modo «desconexión» (cuando
estás «empanado», según el dicho popular). Durante los momentos que más
exigimos a nuestro cerebro (en el trabajo, al resolver un acertijo...)
se activa otra área, aquella con la que se resuelven las tareas, la «task positive network (TPN)».
Gracias a esta «función» del cerebro podemos soñar despiertos o viajar a Babia
Este proceso, conocido como «default mode» en inglés , se empezó a conocer en 2001 gracias el doctor Marcus Raichle. Antes de sus descubrimientos se presuponía que el cerebro en «descanso» consume menos energía
que en máxima actividad. Tras sus avances se sabe que como mucho el
consumo de energía se reduce un 5%, ya que el cerebro nunca deja de
crear.
Si observáramos a través de una resonancia magnética, la «red neuronal por defecto» se ve como una onda que fluctúa una vez por segundo. Y se mueve más cuanto más está en reposo el cerebro. De esa manera, si a la persona se le obliga a pensar en una tarea, la red se desactiva, según la revista Neurology.
Pero esta función del cerebro no es la panacea. No sirve con sentarse y esperar relajado hasta que se aparezca la idea del millón. Aunque, pensándolo bien, el «Eureka» que Arquímedes exclamó surgió durante un baño de relax.( fuente/ABC)
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