jueves, 6 de noviembre de 2014

PELÍCULAS.Interestelar. El tributo a Stanley Kubrick

Con el guion escrito a dos manos de nuevo junto a su hermano Jonathan Nolan y con Origen sobrevolando el ambiente, la trama de la película está inspirada en las teorías sobre los agujeros negros y los viajes en el tiempo a través de los agujeros de gusano de Kip Thorne, un debate sin duda interesante, pero sobre el que se centran en exceso largos diálogos de los personajes. Resultado: los profanos en mecánica cuántica, teoría de la relatividad y teoría gravitacional -un 99% de la humanidad- tienden a perderse.

Intestellar debe mucho a 2001, Una odisea del espacio, hasta el punto de que llega a ser un homenaje a la obra maestra de Stanley Kubrick, de la que Nolan es admirador confeso. Así, encontramos sus rastros en la humanidad que confiere a las máquinas -sin bien los robots CASE y TARS no alcanzan el maniqueísmo de HAL- y en la belleza con la que está dibujado el espacio. Y es que las escenas espaciales de la película de Nolan, al ritmo de la música de Hans Zimmer, son espectaculares y merecen realmente la pena, pero, volvemos al principio, Gravity ya nos lo mostró hace un año.

Chris Nolan es un enemigo confeso del croma, según revela McCounaughey, y eso hizo que construyeran a escala real tres naves espaciales, con piezas de viejas aeronaves y contando con el asesoramiento de una astronauta, para la película: la Ranger, la nave de carga Lander y la nave nodriza Endurance -cuyo giro para crear gravedad artificial mediante fuerza centrífuga está inspirado en la Discovery de Kubrick-. Esto ayudó sobremanera a dotar de realismo a la película y la actuación de los actores, y también el rodaje en los paisajes extraterrestres de Islandia, donde los intérpretes tuvieron que lidiar con sus trajes de astronautas de 12 kilogramos y las inclemencias meteorológicas, con un vendaval en pleno septiembre que arracancaba el asfalto del suelo. Literalmente.

Aunque, quizás el principal hándicap de Interstellar sea su excesivo metraje (2 horas y 49 minutos), tiempo suficiente para que reúna momentos espectaculares y entretenidos, pero también otros en los que la trama pierde demasiado el norte y cae en el sentimentalismo gratuito. Algo difícil de esquivar cuando dejamos en manos de un padre y una hija el futuro de la humanidad.


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