jueves, 13 de noviembre de 2014

Pirámides-Estructura Molecular del Agua-Células-Salud


El cuerpo humano está compuesto aproximadamente de un 75% de agua (un 90% en el caso del cerebro). Pero al nacer esa proporción era de 90% a 95%, mientras que en la vejez esa proporción apenas llegará al 90-95%, lo que significa que a medida que envejecemos nos secamos, vamos perdiendo agua. Sin agua no hay vida. El agua es el caldo imprescindible donde la vida se manifiesta, es la esencia de la vida en el planeta Tierra. Es el fluido por excelencia; es el solvente universal, y como tal posee cualidades potenciales, como una conducción casi perfecta de la electricidad y el magnetismo.

Las características paramagnéticas del agua la transforman en un fluido que puede absorber todas las potencialidades terapéuticas del magnetismo.

La molécula de agua no es H2O, sino que está formada por cinco H2O [5 (H2O) ]. El químico Linus Pauling (premio Nóbel), dice que el agua es: "un polímero constituido por cinco H2O colocados en los cinco ángulos de una pirámide formada por cuatro triángulos equiláteros sobre una base cuadrada".

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He aquí la vinculación de la energía piramidal con la vida y con la salud. La estructura de las moléculas de agua tienen la forma de una pirámide de 51 grados con 51 minutos y 14 segundos, exactamente el mismo ángulo de las caras de la Gran Pirámide de Giza con respecto a la base. La Gran Pirámide es el símbolo de una molécula de agua, el elemento básico e imprescindible para la vida. Por ello debemos construir nuestras pirámides energéticas exactamente por las fórmulas de la Gran Pirámide de Giza.

Pawling descubrió que el agua posee cristales de dos tipos: los comunes o sólidos de la nieve y los cristales líquidos formados por la inducción del puente de hidrógeno. Estos últimos cristales son precisamente los que se ordenan cuando ponemos agua dentro de una pirámide.

Uno de los principales efectos de la pirámide bien construida, con materiales adecuados y trabajando en relación al campo magnético del planeta, es el llamado "Simpatía Magnética de la Forma", que en el caso de la pirámide produce la reestructuración de esas moléculas, aumentando al extremo su tensioactividad, convirtiéndola en el solvente perfecto que es en esencia, eliminando los monómeros "sueltos", evitando que formen radicales libres y otros oxidantes.

En el cuerpo humano, donde existen órganos formados por células, estas serán las encargadas de tomar en primera instancia la energía vital para su existencia y perpetuar el funcionamiento del órgano/sistema al cual pertenecen. Este mecanismo de fortalecimiento energético de la célula ocurre gracias a la propiedad de la energía piramidal de disminuir la entropía a nivel celular mediante la relentización extrema del proceso de precipitación coloidal del citoplasma de las células, que no es más que el proceso de envejecimiento celular.

La forma piramidal retarda enormemente la floculación coloidal. La pirámide puede prolongar la vida útil de un coloide, como un hecho casi único en los procesos de entrópicos de la Biología.

En las células animales de los mamíferos se observa con el envejecimiento, un espesamiento citoplásmico concomitante con el proceso de deterioro. Existe una teoría bastante aceptada de que el envejecimiento se debe a un proceso de floculación coloidal, ya que el agua integra más del 90 % de nuestras células, y es en el seno del agua donde "nadan" en suspenso todas las partículas y sustancias que nos dan la vida.

Según el biólogo ruso Trincher, el envejecimiento se debe a los estados cristalinos metastables del agua celular e intercelular. Si conseguimos mediante algún método, retardar el deterioro de estos estados cristalinos, lograremos enlentecer el envejecimiento.

En otros experimentos desarrollados en la Argentina en el I.E.A. (Instituto de Estudios Avanzados), se comprobó que las enzimas rinden entre un 150 % y un 42 % más dentro de la pirámide. También se constató la acción modificadora sobre las hormonas. Las enzimas son "aceleradores" biológicos que ayudan en el metabolismo del cuerpo humano, facilitando las reacciones y ahorrando energía.

El efecto piramidal interactúa también en el sistema nervioso y la psiquis, funciona como una herramienta o instrumento para en una brevedad asombrosa acomodar el cuerpo y la mente a un ritmo cerebral de 7 a 14 ciclos por segundos. A esta banda de vibraciones se le conoce por "Alfa", que es el primero de los niveles de conciencia interna Este es el nivel en que los "dos cerebros" se potencian al máximo, logrando una equidad de funcionamiento y disposición con los mejores resultados.

El campo electrostático de la Tierra tiene una frecuencia de 8 a 14 ciclos por segundos. Todo el mundo físico, los sentidos orgánicos, los conceptos "Tiempo y Espacio", las preocupaciones, el estrés, las dolencias, etc., quedan colgados en la banda "Beta", que está entre los 14 - 36 ciclos por segundos, en la que estamos aquí ahora.

Al sintonizar en "Alfa" estamos en el primer paso necesario para enfrentarnos a nuestro interior profundo y resolver cualquier problema que tengamos, movilizando nuestras energías, armonizándolas y perfeccionándolas para su correcto equilibrio y funcionamiento. Esto es el comienzo de una sanción consciente, de una felicidad deseada.

A través de la historia el ser humano ha creado infinidad de enseñanzas y técnicas para sintonizar el estado "Alfa". Este estado, junto con una correcta respiración, son las dos llaves que abren la puerta del despertar de la conciencia superior y su evolución. Es la pirámide, o más bien el efecto de la energía piramidal, un buen vehículo catalizador para esto se logre.

Contenido y forma como conceptos filosóficos están indisolublemente ligados en el origen de la vida y su evolución en estados o dimensiones. Sin duda, la pirámide resulta ser un arquetipo de información cósmica, que debemos conocer y aprovechar aún cuando la ciencia todavía no haya finalizado sus estudios en busca de la respuesta correcta y su explicación a la luz de nuestras actuales leyes físicas y matemáticas. Algunos pensamos que en esta forma matricial es donde se cumplen todos los principios y efectos de la Teoría de los Campos Unificados de Einstein.

La acción electromagnética es fundamental para la existencia de la vida, debido a que mantiene el equilibrio del átomo, agrupa a estos entre sí para formar las moléculas, y en general, mantiene y transforma los estados de la materia.

El magnetismo es el principio universal que domina y gobierna el universo infinito, manteniendo los diversos cuerpos celestes dentro de un estrecho vínculo natural. La Tierra, el Sol, la Luna y todos los otros planetas de nuestra galaxia transmiten sus propias emanaciones magnéticas, que influyen poderosamente sobre nuestras existencias.

La Tierra se comporta como un gran imán esférico con un polo Norte y un polo Sur, y la energía del campo magnético circulando entre ambos. La potencia del campo magnético terrestre no excede en ningún punto de los 0,5 gauss, y está generada por la Ionosfera, es decir, por una capa de aire que contiene partículas eléctricamente cargadas, y que se extiende entre los 90 y los 160 kilómetros por sobre la superficie del planeta.

La vida en sí misma, es también un fenómeno electromagnético. Cada átomo de cualquier sustancia constituye un diminuto imán, con su correspondiente campo magnético, generado por sus componentes eléctricos; por lo tanto, al estar compuestas de átomos, como toda la materia, las células también tienen sus propios componentes eléctricos. En reposo, existe una mensurable diferencia de potencial entre el interior y el exterior de la pared celular, ya que la parte interna de cada célula aparece relativamente cargada con un potencial negativo, mientras que el exterior se muestra ligeramente positivo. Cada célula es una especie de batería, con su propio campo magnético.

Considerando esta función, vemos que es posible que un grupo de células vibre a una cierta frecuencia cuando gozan de buena salud, pero cuando esta frecuencia se ve perturbada por alguna razón, se produce un estado de enfermedad. Los signos y síntomas de una enfermedad no son otra cosa que las manifestaciones externas del desequilibrio en el flujo energético del organismo.

La esencia de la energía piramidal es magnética, un campo de fuerzas originado por la energía electromagnética en movimiento.

Es bien conocido que el objetivo de la construcción de la Gran Pirámide de Giza no fue para usarla como tumba, como se nos ha hecho creer. Probablemente su verdadero uso haya sido como concentrador de energía para terapias de salud o de rejuvenecimiento, técnicas que muy bien dominaban los que la construyeron, que no fuimos los humanos.

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