martes, 23 de junio de 2015

Actividad geomagnética altera contenido de los sueños.

¿PESADILLAS O SUEÑOS ANGELICALES? LO QUE SOÑAMOS PODRÍA SER EL RESULTADO DE LA ACTIVIDAD EN LOS CAMPOS MAGNÉTICOS DE LA TIERRA AFECTANDO NUESTRAS HORMONAS.
Un estudio publicado por el Centro de Medicina Espacial de Berlin revela que el cariz de nuestros sueños está influido por la actividad geomagnética.
El científico Darren M. Lipnicki, siguiendo la referencia popular de que el ingerir suplementos de melatonina provoca sueños bizarros o “similares al LSD”, y la correlación entre la actividad geomagnética y la producción de melatonina en el cerebro, comparó su diario de sueños, llevado por 8 años, con la actividad geomagnética registrada durante las fechas correspondientes, para así poner a prueba su hipótesis de que extremos en la actividad de los campos magnéticos de la tierra influían en el contenido percibido de los sueños.
Lo que encontró Lipnicki es que cuando había un extremo bajo en la actividad geomagnética sus sueños reaccionaban de una manera que calificó como bizarra: sueños cuyo contenido no se apegaban a su realidad cotidiana, por ejemplo: “Estoy varado en una playa foránea con un chango que habla inglés y una mujer que repentinamente se encoge, casi del tamaño de una muñeca. Luego estoy en mi casa”.
Cuando la actividad magnética estaba en el otro extremo del k-index (un índice usado para medir las perturbaciones del campo magnético de la Tierra) sus seuños eran generalmente “mundanos”, continuaciones de la vigilia, por ejemplo: “estoy sentado en mi casa haciendo mi tarea de matemáticas “.
Todo lo cual podría significar que nuestras memorias reprimidas no son necesarimente la causa de ciertos sueños recurrentes, o que en todo caso la forma de acercarse a la onirología se podría beneficiar de un método integral u holístico, donde existen múltiples factores que afectan lo que soñamos, hasta el punto de que el mismo planeta, su presente magnético, hace su aparición en la pantalla de nuestra mente.
Es posible incluso imaginar una nueva ciencia, tentativamente con el nombre de Geonírica (tal vez de la misma forma que hizo la química con la alquimia, podría desprenderse de la Geomancia) que se dedique a observar los efectos de fenómenos físicos telúricos en el cerebro humano y particularmente en el lienzo neuroquímico de los sueños. Quizá abriría un camino para entender también la creencia popular de que los sueños en ocasiones son capaces de predecir el futuro, o lo que sería igual: un presente no detectado por metódos ordinarios.
Y por supuesto reafirmar la Teoría de Gaia, de James Lovelock, en la que se concibe a la Tierra como un superorganismo integral e interconectado en todas sus partes , en el que lo que sucede en un punto afecta a todos los demás.

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