lunes, 9 de enero de 2017

Una jaula llamada realidad.



Los seres humanos somos una bella paradoja, somos un contenedor maravilloso capaz de ser día y noche, pudiendo ser generadores de lo más sublime y lo más terrorífico, el rango es literalmente infinito abriendo una gama de posibilidades inmensa y a la vez abrumadora, el gran secreto es qué hace que podamos elevarnos a lo sublime o descender a la oscuridad o peor aún, quedarnos sumidos en un letargo donde parece que vamos por la existencia ajenos a casi todo, indiferentes a la magia de la vida, sin ser capaces de percibir la maravilla que emana de nosotros mismos, eso que llamo ser un “durmiente” y que con tristeza tenemos que reconocer que es la gran mayoría, una mayoría estática e indiferente que no quiere ver en lo que se ha convertido.

Una de las sorpresas más extrañas que este lunático buscador ha encontrado en su camino es reflexionar que en otros tiempos, aquellos a los que regreso con frecuencia que están en la mágica infancia, donde la posibilidad de tener acceso a información era algo complejo, algo que hoy puede hacerles sonreír, no se tenía la maravilla de la red que al golpe de un clic nos da posibilidades impensables, y que en aquellos inicios era imposible, haciéndonos sentir incapaces de obtener más piezas de este extraño rompecabezas, aparte de ir marcando en el alma nuestra extrañeza y locura, convicción que cada mirada a nuestro alrededor confirmaba, recuerdo nítidamente la expresión de amigos y familia en una reunión en casa donde servidor expresó su convicción de ser vigilado por algo extraño y externo, algo que suponía era extraterrestre, -era mi hipótesis de trabajo en aquellos tiempos- y percibir en la mirada de quién escuchaba aquello que decía atónito y miraba a mi madre como preguntando si era normal que un chaval que recién cruzaba su primera década en este mundo estuviera tan loco o por lo menos enfermo, mi madre en silencio respondía con lo que pudo ser una sonrisa forzada pero que dejaba expuesta su duda, quizá su primogénito estaba loco, pero ella lo amaba igual, -para bendición de quién les escribe- y todo esto logró hacerme pensar que en realidad era un forastero en un mundo extraño en el cual no encajaba -¡aún me siento así!- y que emprendía sin saberlo en aquel tiempo el inicio de una travesía maravillosa pero solitaria.

La ruta estaba marcada y las sorpresas aparecían una tras otra, unas eran bellas, al paso del tiempo fui descubriendo que no era un loco solitario, que habían otros que dudaban y suponían que algo ocurría, en principio, de la mano de libros arrumbados y poco comerciales pero que proponían, miraban y analizaban cosas extrañas y tal como si esos locos jugaran un juego, cada uno aportaba una pieza nueva al rompecabezas y con cada una la idea comenzaba a tener forma. Algo ocurre, algo hace que esta maravillosa maquinaria humana se desajuste y le cueste conectar con el universo para llegar a donde su potencial indica y esto no es accidental, esto es un silente y deliberado plan para mantenernos cautivos y que no nos demos cuenta que estamos dentro de una jaula, una tan maquiavélicamente estructurada que parece locura de unos pocos, ojalá lo fuera.

Sé cómo suena esto, parece un delirio carente de sustento pero no soy el único, existe una gran cantidad de “lunáticos” que muchas veces han elaborado artesanalmente sus teorías y que con el tiempo se han convertido en serias hipótesis de trabajo, cuando uno se sumerge, descubre un océano de información que nos saca del cajón de los locos solitarios, pensar que mucha gente sin conocerse, sin saber que existen otros que también han captado alguna de las extrañas anomalías que el ortodoxo y el miope -por no llamarlos de otra forma- minimizan y reducen a lo que se conoce como “teorías de la conspiración” que en principio parecen inconexas, sin nada que ver entre sí, pero cuando se ve el cuadro completo lo que obtenemos es escalofriante, hace que esta realidad tenga una imagen completamente distinta a lo que suponemos, algo pasa y es un fenómeno multifactorial que hoy comenzamos a analizar, este en especial es importante ya que de alguna forma nos toca, viene escondido en algo que a todos nos causa un efecto que raya en lo mágico y me refiero a la música.

La música es una de esas maravillas que es muchas cosas a la vez, puede ser un espejo, una ventana o una puerta, depende del que escucha y qué escucha, a través de su vibración nos lleva o nos trae emociones y sensaciones que sin duda pueden “romper” nuestro cerrojo sacando esa gama mágica que es la capacidad de sentir, algo que parece perderse, preferimos escondernos de lo que sentimos y por eso su importancia, imaginen que mejor forma de ocultar algo, algo que sin saberlo nos desajuste. Eso es lo que parece ocurrió, nos remontamos al siglo pasado en el año de 1939 surge un decreto emitido y parece bien ocultado por un oscuro alemán nazi con apellido Goebels donde estandarizó un “ajuste” a la afinación de la música que fue aceptado tiempo después por la Organización Internacional de Normalización llevándolo del que se usaba que era a los 432 Hz y pasó al 440 Hz que es el que usamos en la actualidad, pareciera algo nimio, insignificante y casi imperceptible desde nuestro plano consciente pero el efecto en nuestra maquinaria interna es abrumador, piensen esto, todo en este universo es vibración, la naturaleza baila una danza eterna y mágica, toda la materia vibra y el planeta no es la excepción y ese 432 embona con la vibración de nuestro vehículo estelar mucho mejor que nuestro 440 oficial que causa lo que por resumir es un conflicto en los centros energéticos conocidos como chakras, se dice que desajusta nuestro “centro corazón” los efectos físicos, estrés, cansancio, des concentración, cosas poco comunes, ¿no creen?

Es llamativo que muchos “avances” de nuestra época son cuestionables en más de un sentido por las repercusiones en los que deberían tener o sentir sus beneficios que somos nosotros, la información al respecto es abundante y me parece más que llamativo que en una época a la que regresaremos en más de una ocasión que es los ya lejanos años cincuenta, porque en ese tiempo se ha gestado hechos singulares que iremos viendo poco a poco, que extraño es que se haga un ajuste que provoca una desarmonía, por decirlo simplemente nos desafina con la vibración del planeta, es impresionante que nuestro oído tiene algo llamado “coclea” que parece una caracola marina que vibra y es compatible armónicamente con ese 432, es maravilloso descubrir que la naturaleza se ajusta a términos como la proporción áurea que enlaza con la famosa secuencia Fibonacci, es decir con un diagrama mágico que parece la firma del creador de este universo, la matemática nos da clases de mística y nos hace más que entender, sentir que existe un diseño maravilloso y complejo en la creación, que extraño es ver que ciertos estamentos se empeñan en ir en contra de ese diseño, eso es lo más importante de estos detalles extraños, tristemente son muchos y eso es lo que me dice que existe algo anómalo, algo que se oculta, de lo que no se habla abiertamente y cuando se busca encontramos omisiones, 
cuestionamientos de una estructura bien armada que es la ortodoxia, el poder oficial que no ataca, se reduce a omitir, a borrar disimuladamente datos que parecen quedar volando y crean la duda en el profano que se ha acostumbrado a preguntar y acepta las respuestas de esa estructura pero si vemos la imagen completa veremos que hay “algo” detrás de la imagen, la realidad que damos por sentado es y existe pero está saturada de disonancias, de hechos que no deberían estar ahí, las preguntas comienzan a formarse en una larga cola, esperando su turno para el tiempo de respuestas, quién, cómo y sobre todo porqué, créanme que hay muchos hechos y pocas respuestas, las pocas que se van descubriendo nos llevan a pensar que en verdad hay algo oculto detrás de todo esto, este es el primero de muchos hechos que nos hacen vislumbrar una jaula en la que está montado esto a lo que llamamos realidad.

fuente/eltrashumante2016.blogspot.mx

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