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jueves, 4 de junio de 2015

NEUROCIENCIA. El mundo es una proyección cerebral.

Los órganos de los sentidos son completamente neutrales


El cerebro proyecta al mundo exterior lo que él internamente genera y nos hace creer equivocadamente que todas esas cualidades secundarias tienen su origen “ahí afuera”. Imagen: Peripitus. Fuente: Wikimedia Commons.

El cerebro proyecta al mundo exterior lo que genera internamente y nos hace creer equivocadamente que todas esas cualidades secundarias tienen su origen “ahí afuera”. En realidad, quien ve, oye, huele, gusta y siente, es el cerebro. Los órganos de los sentidos son, en lo que a esto respecta, completamente neutrales. Luego no existe “un” mundo exterior, sino varios mundos que dependen cada uno del sujeto que percibe los diferentes estímulos que en él se encuentran. Por Francisco J. Rubia (*).


La neurociencia nos dice que las cualidades secundarias de los objetos son creaciones del cerebro. Esto significa que los colores, sonidos, olores, gustos y el frío y el calor no están en la realidad exterior, sino que son atribuciones que las distintas regiones de la corteza cerebralhace a los impulsos que llegan de los órganos de los sentidos. 

Distintos tipos de energía inciden sobre los receptores que están localizados en los órganos de los sentidos y estos se encargan de traducir estos tipos de energía al único lenguaje que el cerebro entiende: los potenciales eléctricos, llamados potenciales de acción, que son iguales todos, procedan de la retina, del oído interno, de la mucosa olfativa, de las papilas gustativas o de la piel. 
  
Así, por ejemplo, en la visión, las radiaciones electromagnéticas de una determinada longitud de onda inciden sobre los fotorreceptores de la retina que traducen este tipo de energía en energía eléctrica en forma de potenciales de acción. En la audición, son las ondas sonoras las que llegan al oído interno como energía mecánica, y es traducida igualmente a energía eléctrica en forma de potenciales de acción que no se distinguen de los potenciales de acción de la retina. 

Hacemos colores y sabores 
  
Esto no es nada nuevo. Demócrito, Galileo, Descartes, Hobbes y Locke ya lo habían dicho, pero sigue siendo algo “contraintuitivo”, es decir, que está en contra de lo que llamamos sentido común o intuición, por lo que nos cuesta trabajo comprenderlo y asumirlo. 
  
El filósofo napolitano Giambattista Vico, en su libro La antiquísima sabiduría de los italianos, decía que “si los sentidos son facultades, viendo hacemos los colores de las cosas; degustándolas, sus sabores; oyéndolas, sus sonidos; y tocándolas, hacemos lo frío y lo caliente”. 
  
Con otras palabras: el cerebro proyecta al mundo exterior lo que él internamente genera y nos hace creer equivocadamente que todas esas cualidades secundarias tienen su origen “ahí afuera”. En realidad, quien ve, oye, huele, gusta y siente es el cerebro. Los órganos de los sentidos son en ese sentido completamente neutrales.

Una respuesta especializada 
  
De acuerdo con esto podemos responder a la pregunta que se hacían los discípulos del filósofo irlandés George Berkeley. Estos discutían sobre si se oiría algún ruido cuando caía un árbol en el bosque y nadie estuviera presente para oírlo. De acuerdo con lo dicho anteriormente, parece evidente que no se oiría ningún ruido precisamente porque no había nadie que lo oyese. 
  
Rita Carter, periodista británica especializada en el cerebro humano, se pregunta por qué un estímulo determinado se percibe con regularidad como un sonido, mientras que otra clase de estímulo se percibe como un visión. 

Responde que cada uno de los órganos de los sentidos está intrincadamente adaptado para hacerse cargo de su propio tipo de estímulo, y traduce estos tipos de estímulos a pulsos eléctricos. Todos estos pulsos son iguales y la corteza cerebral que se encarga de recibirlos está especializada en atribuir esas cualidades secundarias a los pulsos que recibe. 

No existe un solo mundo 
  
Existen animales que tienen la capacidad de captar energías que nosotros no podemos captar. Por ejemplo, las serpientes que tienen detectores para los rayos infrarrojos que les permiten detectar el calor de las presas. O el sistema de la línea lateral de los peces que pueden así detectar los movimientos y las presiones del agua circundante. O el sistema sonar de los murciélagos que les permite mediante la producción de sonidos de alta frecuencia registrar el eco de esos sonidos y de esa manera orientarse a ciegas en el espacio. 

El “mundo exterior” de estos animales tiene que ser completamente distinto al nuestro. Luego no existe “un” mundo exterior, sino varios mundos que dependen cada uno del sujeto que percibe los diferentes estímulos que en él se encuentran.


Proyecciones cerebrales y figuras sobrenaturales 
  
La cuestión que se plantea es que si el cerebro tiene dificultades en diferenciar lo que ocurre en lo que he llamado en otro lugar la primera realidad, o realidad cotidiana, ¿ocurre también lo mismo en la así llamada “segunda realidad” a la que se accede en las experiencias místicas, religiosas, numinosas, espirituales o de trascendencia? 

Si así fuese, entonces los seres sobrenaturales que en estas experiencias se perciben serían asimismo generados en el propio cerebro y proyectados al exterior haciéndonos creer que están “ahí afuera”. 
  
Y, sin embargo, seres sobrenaturales que se ven en los ensueños no se consideran “fuera”, sino dentro del cerebro. Hemos aprendido probablemente a lo largo de la historia que estas apariciones en los ensueños no son reales, aunque en la Antigüedad los dioses que aparecían en los ensueños eran considerados como si lo hiciesen en la realidad cotidiana. Los contenidos de los ensueños eran tenidos como mensajes divinos. 
  
El ensueño se juzgaba como un vehículo para que los dioses expresasen su voluntad a los humanos. Aunque no se conoce que Aristóteles exprese esta opinión, sin embargo a partir de él se abrió paso la interpretación del origen divino de estos fenómenos, en la que se suponía que los humanos entraban en contacto con los seres sobrenaturales. 
  
Para el filósofo estoico Posidonio, del siglo II a.C., el ser humano entra en contacto con los seres sobrenaturales en tres ocasiones: en el delirio profético, en el ensueño y en la muerte. Y Artemidoro, también del mismo siglo, en su Interpretación de los sueños, divide los sueños en provocados y divinos; estos últimos, como el nombre indica, de origen sobrenatural. 
  
En Homero, las figuras que aparecen en los ensueños pueden ser o un dios, un espíritu, un mensajero o cualquier otra imagen. La aparición en los ensueños de un figura sobrenatural puede tener una misión profética, dar consejos o proferir alguna advertencia. 
  
El estudioso irlandés de los clásicos Eric R. Dodds, en su libro The Greeks and the Irrational, explica que para conseguir que se produjera un ensueño “divino” se han practicado en muchas sociedades ciertas técnicas, como la soledad, la oración, el ayuno, la mortificación, etc., es decir las mismas que suelen utilizarse para entrar en lo que denomino “segunda realidad” o trance extático. Por eso es difícil entender que hoy consideremos los ensueños como productos cerebrales, pero sigamos juzgando las visiones obtenidas en los trances como productos de seres sobrenaturales. 
  
Creo que ya es hora de que a fenómenos iguales o parecidos les adjudiquemos un origen similar o igual. No se entiende que las apariciones de seres sobrenaturales en las visiones de místicos o “iluminados” se entiendan como “reales” en el sentido normal de la palabra mientras las que tienen lugar en los ensueños no. 

A fin de cuentas, lo que denomino “segunda realidad” es el resultado de la hiperactividad de estructuras del cerebro emocional. Y en los ensueños es precisamente el cerebro emocional el que está activo. Por tanto, es lógico pensar que las figuras sobrenaturales que aparecen en ambas visiones no sean otra cosa que proyecciones cerebrales.



(*) Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Edita el blog Neurociencias en Tendencias21.

fuente/ Tendencias21

viernes, 29 de mayo de 2015

Cómo decide el cerebro que su dueño se mueva.

Un experimento con ratones en un laberinto muestra cómo funciona el sistema de codificación.



Científicos de Noruega, entre ellos dos premios Nobel en 2014, han observado cómo codifica el cerebro los próximos movimientos de su dueño. Experimentando con ratones en un laberinto, han determinado qué áreas cerebrales se activan, y cómo, al tomar la decisión de moverse.



 acceder a la señalización en el cerebro para averiguar dónde irá una persona a continuación? Hiroshi Ito, un investigador del Instituto Kavli de Neurociencia de Sistemas de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), puede decir que sí. Ito acaba de publicar una descripción de cómo sucede ésto en la edición de esta semana de Nature

Ito y sus colegas, incluyendo a sus supervisores, los Nobel de 2014 May-Britt y Edvard Moser, tomaron una muestra de una vía neural específica para averiguar si se trata de la ubicación del mecanismo que permite a los animales codificar su plan para ir de un lugar a otro. Su estudio confirma que esta vía, la corteza prefrontal medial a través de un núcleo talámico en el hipocampo, lo hace. 

Los investigadores diseñaron un estudio que ayudará a entender mejor cómo funciona esta vía de señalización. Entrenaron a ratas para moverse en un laberinto en T continuo. 

"Descubrimos que la diferencia de fuerza con que se activaban las neuronas específicas predecía con precisión la trayectoria que el animal elegía", dice Ito en la nota de prensa de la NTNU, recogida por AlphaGalileo

Mientras las ratas corrían por el laberinto, se les realizaban registros electrofisiológicos de la corteza prefrontal, el tálamo y el hipocampo. Los investigadores analizaron la actividad de las neuronas mientras la rata estaba en el tallo del laberinto, donde tenía que decidir si ir a la izquierda o hacia la derecha en el próximo cruce. 

La decisión 

Los investigadores saben que hay vías desde la corteza prefrontal a través del tálamo a la zona CA1 del hipocampo. Sin embargo, no hay un vínculo a la zona CA3 inmediatamente adyacente a CA1 (que está también en el hipocampo). Ante esto, los investigadores primero evaluaron si podían detectar una diferencia en la codificación entre las dos áreas que reflejara la trayectoria que la rata elegiría posteriormente. Hubo una clara diferencia. El CA1 mostró mucho más codificación para cualquier elección venidera que el CA3. 

El código era visible por la intensidad del disparado, aunque no en qué célula se producía. Para entender cómo funciona esto, hay que pensar, según los investigadores, en un coro en el que todos cantan la misma canción, pero donde las voces que son más fuertes en un mismo punto de la canción cambian durante las diferentes actuaciones. 

Las palabras, melodía, y cantantes son los mismos, pero el cambio en el volumen de cada voz cambia la actuación. Ya que están familiarizados con "el coro", los investigadores buscaron al director, que se encuentra en la corteza frontal.

El director 

Los investigadores ya sabían que el código para la elección de la trayectoria se podría encontrar en CA1. Los investigadores del Instituto Kavli mostraron que un código similar está presente en el núcleo reuniens (NR) del tálamo, así como en el cingulado anterior (CA) y la corteza prelímbica (PC), ambos en la corteza prefrontal medial (mPFC). 

Los investigadores continuaron buscando dónde surgen las señales, y probaron la contribución de la vía mPFC-NR. Los investigadores fueron capaces de demostrar que sin el aporte de mPFC través de NR, CA1 también pierde su código para la próxima elección de la trayectoria. Fueron capaces de confirmar esto mediante el bloqueo de la señalización en el NR, utilizando dos enfoques diferentes. Esto demuestra que el código necesita a mPFC y NR, como un coro necesita a su director. 

"Planificar nuestro movimiento a una ubicación deseada requiere algo más que un mapa de dónde estamos", dice la profesora May-Britt Moser. "Tenemos que tener una idea de dónde estamos en este momento, y de dónde queremos ir, al mismo tiempo. Parece que las células implicadas en la navegación usan tanto pistas internas como externas para localizar puntos exactos, y por encima de todo hay un código de intensidad diferencial en el disparo que contiene información sobre el próximo movimiento ". 

Moser explica que este patrón de intensidad parece estar bajo la dirección de la corteza prefrontal, un área del cerebro de los primates de la que se sabe que interviene en la toma de decisiones y la función ejecutiva. 

"Creemos que estos resultados en conjunto sugieren que la nueva vía a cargo del movimiento previsto es crucial para que los animales elijan moverse a un lugar deseado del mapa", dice Moser. "Los datos también proporcionan evidencia del papel del tálamo en la comunicación a larga distancia entre las regiones corticales."

Referencia bibliográfica: 

May-Britt Moser et al.: A prefrontal–thalamo–hippocampal circuit for goal-directed spatial navigationNature (2015). DOI: 10.1038/nature14396

fuente/Tendencias21

martes, 14 de abril de 2015

El cielo en el cerebro: la fascinante relación entre la Luna y los neurotransmisores.

SIGUIENDO CON UNA EXPLORACIÓN DE LA CRONOBIOLOGÍA Y DE LA RELACIÓN ANTROPO-BIO-CÓSMICA PROBAMOS UN MÉTODO PARA AUMENTAR EL DESEMPEÑO COGNITIVO Y LA PRODUCTIVIDAD BASADO EN LA SINCRONIZACIÓN ENTRE LA MENTE Y LA LUNA.


El hombre cobra vida a través del qi del cielo y la tierra; madura al ritmo de las leyes de las cuatro estaciones.

El Clásico Interno del Emperador Amarillo

Cuando le preguntaron a Pitágoras qué era el tiempo, respondió que era el alma del mundo.

                                                                                                        Plutarco

Para el hombre antiguo era un hecho incontrovertible que su vida estaba ligada a los procesos astronómicos y a los ciclos estacionales que marcaban los astros. No sólo dependiendo del cielo y de la tierra –y de su relación de creatividad y receptividad– para cosechar sus alimentos, sino también para cultivar una vida sana y virtuosa física y mentalmente. 

El hombre, como parte de la tierra, también recibe del cielo la energía que le permite crecer. Esto era parte de una cosmogonía que tiene como piedra angular la visión del microcosmos como un espejo del macrocosmos: una filosofía natural perenne que encontramos presente en mayor o menor medida en todas las culturas antiguas. El hombre moderno, no sin arrogancia, ve en esto un rasgo del pensamiento mágico-primitivo que el pensamiento racional ha rebasado. Despojado de este espíritu, el paradigma médico del hombre occidental no toma en cuenta la influencia de factores ambientales y mucho menos cósmicos. Pero hoy sabemos, por experiencia propia, que la medicina occidental moderna es muy buena para atacar y extirpar padecimientos agudos, pero sufre cuando se trata de curar y no sólo aliviar los síntomas de enfermedades crónicas (las enfermedades del tiempo). 

Tradiciones de medicina antigua, por ejemplo la espagiria (alquimia vegetal) o la acupuntura, curan balanceando y despertando los procesos de autosanación del cuerpo; la medicina alópata moderna “cura” suprimiendo síntomas con fármacos que generan efectos secundarios en otros sistemas y órganos, porque estos no son concebidos como estrechamente interdependientes. Existen, sin embargo, señales de una mayor apertura a sistemas holísticos dentro de la ciencia médica occidental, especialmente a partir de recientes hallazgos en la epigenética, y particularmente en la cronobiología.

Como vimos en un artículo anterior sobre la cronobiología, existe una relación entre la cualidad particular del tiempo y la salud humana y su disposición y aptitud para realizar ciertas tareas. En otras palabras, no todos los momentos son iguales, y realizar cierta acción en determinado momento puede ser contraproducente o, en el sentido contrario, doblemente provechoso, siendo catalizada por la energía que predomina en ese momento (el universo como proceso de aikido). Ser conscientes de esto, de los cambios, de los ciclos y de las diferentes cualidades de los momentos, es ya un paso importante para armonizar el cuerpo y la mente, ahorrar recursos y almacenar energía.

Después de este acercamiento teórico, sigamos con una aplicación práctica de la cronobiología con la intención de comprobar que esta relación entre el hombre y el cosmos no es sólo analogía poética sino correlación energética.



La praxis de la Luna

Hace unas semanas entrevisté al doctor Mark Filippi, cuyo Método somático descubrí leyendo Present Shock, de Douglas Rushkoff, analista de medios que quizás sea el más legítimo heredero de Marshall McLuhan. Rushkoff empleó el sistema de Filippi, basado en una conexión entre las fases de la Luna y cuatro neurotransmisores básicos, para maximizar su desempeño escribiendo su libro (una especie de walk-the-talk, ya que uno de los temas del libro de Rushkoff es la importancia de tomar conciencia de los efectos que tiene vivir conectado a internet 24/7 y abandonar los ciclos naturales). Rushkoff explica cómo trabajó con este método en la escritura de su libro:

Usaba la primera semana de la Luna para organizar los capítulos, hacer entrevistas, y hablar con amigos y colegas sobre las ideas que estaba trabajando. En la segunda y más intensa semana, me encerraba en mi oficina, con una tarea definida, y lograba escribir la mayor parte del libro. En la tercera semana, editaba lo que había escrito, leía material nuevo y saltaba hacia cualquier sección que me llamara, probando ideas nuevas. En la última semana, revisaba la estructura y pasajes difíciles y reprogramaba la pesadilla que es mi sitio web. Mi propia experiencia es que mi productividad aumentó cerca de un 40%, y mi paz mental durante todo el proceso se transformó completamente para bien. Aunque esto resulte anecdótico para cualquier otra persona, ciertamente me convenció de seguir consciente de estos ciclos de ahora en adelante.

Filippi describe su sistema, en su concepción más amplia, como una conciencia de “la relación entre el mundo interior y el mundo exterior”. Esto basado en una interiorización del aspecto cuaternario que rige los ciclos en la naturaleza: cuatro estaciones, cuatro fases lunares, cuatro cuartos de hora, cuatro elementos, cuatro fases de la respiración, etc. El cuatro es parte esencial del ritmo y de la medición. “El cuatro es una constante en la forma en la que las cosas se organizan en la naturaleza y en cómo absorbemos información, dividiéndola en grupos de cuatro”, explica Filippi.

El método de Filippi es una continuación del trabajo de Irving Dardik, Joel Robertson y David Goodman, quienes, cada uno en su ámbito, han elaborado una teoría sobre las oscilaciones en el desempeño fisiológico, emocional y mental del ser humano. “Mi ecología se desprende de la confluencia del modelo de Goodman de cuatro fases y las ideas de Robertson sobre performance. También sé que existe una correlación con el sistema de acupuntura [esto es el sistema de acupuntura lunar que se describe en Clásico del Emperador Amarillo]”. Particularmente la historia de esta correlación entre la Luna y los neurotransmisores se origina en Goodman, quien en las últimas décadas ha recopilado minuciosamente información sobre sueños y estados emocionales en un diario propio y de diferentes sujetos de estudio. Goodman sugiere que existe un patrón: “Surgen cuatro cambios emocionales naturales. Estos los he reportado desde 1996 como: pasivo ascendente, activo ascendente, pasivo ascendente y activo descendente”. La idea de que estos ciclos emocionales están ligados a la Luna viene del libro Body Time (1971), de Gay Gaer Luce, en donde se propone la siguiente hipótesis:

Un sondeo calendárico de los síntomas de las personas sanas probablemente revelará que una sorprendente cantidad muestran oscilaciones en peso, vitalidad, desempeño óptimo, pesimismo, apetito, sueño; oscilaciones en brillantez y apagamiento, empeño y apatía, volubilidad e imperturbabilidad, malestar y robusto bienestar.

moon1Efectivamente, Goodman documentó la presencia de estas oscilaciones, las cuales relacionó con una secreción dominante de neurotransmisores según la fase lunar. Con esto sentó las bases para explicar por qué las personas atraviesan diferentes estados de ánimo y de capacidad cognitiva sin que modifiquen sus hábitos: existen factores ambientales cíclicos que regulan la producción de nuestros neurotransmisores. Esto es importante ya que algunas personas después de sentirse deprimidas o especialmente ansiosas por unos días no tardan en hurgar en su gabinete de medicamentos. Es necesario señalar que el sistema de Filippi difiere del orden que Goodman estableció, sin embargo, después de ponerlo a prueba en reiteradas ocasiones, ha mostrado tener coherencia y arrojar resultados positivos.

El método somático de Filippi no sólo está basado en la sincronización con el ciclo lunar, sino en una sincronización general de los procesos cognitivos, de manera interna y externa. Aquí, sin embargo, nos concentraremos sólo en la conexión entre las fases lunares y los neurotransmisores. La correspondencia básica es:


-Primera semana lunar: acetilcolina

-Segunda semana lunar: serotonina

-Tercera semana lunar: dopamina

-Cuarta semana lunar: norepinefrina (o noradrenalina)

Los neurotransmisores son mensajeros químicos que viajan en el espacio sináptico llevando información de neurona a neurona. La mayoría de los neurotransmisores son sintetizados a partir de los aminoácidos presentes en nuestros alimentos, pero sabemos también que factores ambientales influyen en la conversión de estas moléculas neuromediadoras. Un ejemplo muy conocido es la disminución de la serotonina en invierno debido a la menor exposición al Sol, lo que produce el trastorno afectivo estacional; podemos observar aquí un efecto de carácter literal, la luz del Sol se convierte en serotonina, lo cual nos mantiene animados; la oscuridad nos deprime. Existen numerosos neurotransmisores, pero tanto Goodman como Robertson y Filippi identifican a la acetilcolina, la serotonina, la dopamina y la norepinefrina como los dominantes en cuanto a su influencia en el estado de ánimo y en el desempeño psicofísico. “Son diferentes sabores de coherencia”, dice Filippi, “y los cuatro vienen a ti todo el tiempo, pero uno es el principal en determinado momento”.

Algunas personas parecen tener una mayor inclinación hacia alguno de estos cuatro grandes dominios. “¿Cuál es tu tendencia? “¿Cuál es tu forma predominante de mostrarte en el mundo”, dice Filippi. “Conoce tu soma, para que puedas adoptar una estrategia de refinamiento de las áreas en las que tienes cierta carencia natural”.

Se pueden seguir ciertas indicaciones para balancear una deficiencia en la producción de neurotransmisores, sin tener que tomar antidepresivos o buscar “highs” permanentes a través de cosas como el sexo y el deporte extremo. Por ejemplo, Joel Robertson, en su libro Natural Prozac, nos dice que escuchar a Bach es una forma de provocar la secreción de serotonina: nos produce una calma energética. Podemos también hacer reformas a nuestra dieta. Otra forma es simplemente estar conscientes del calendario lunar y de los picos y valles que seguimos en el curso de 1 mes (o el ciclo que determinemos, ya que algunos de nosotros podríamos estar un poco desfasados). Esto permite una especie de neurofeedback: si nos vemos reflejados en el espejo del cosmos, un bajón en nuestro desempeño no será recibido con frustración, sino aceptado como un proceso de regeneración en el que estamos participando colectivamente. Una marea externa que se vuelve interna.

yellowAunque el sistema de Mark Filippi tiene la virtud de incorporar multidisciplinariamente nuevos hallazgos científicos, personalmente lo que más confianza me da es que coincide en espíritu con las observaciones realizadas por el gran clásico de la medicina china: El Clásico Interno del Emperador Amarillo (Huangdi Neijing), para algunos la biblia de la acupuntura. En el texto atribuido al Emperador Amarillo, se dice:

Al principio de la luna creciente, el qi y la sangre se originan como esencia, y el qi de defensa se empieza a mover. Cuando el disco de la Luna está lleno, la sangre y el qi están repletos, los músculos y el tejido firmes. Cuando el disco de la Luna se vacía los músculos y el tejido menguan, los conductos y los vasos se agotan y el qi de defensa se pierde.

La apariencia física existe por sí sola. Es por eso que uno sigue las temporadas del cielo para regular la sangre y el qi… Uno sigue la secuencia del cielo y los tiempos de abundancia y agotamiento. La posición [del qi] está determinada en observancia de los cuerpos celestes moviendo [la posición de su] luz.

Algunos verán superstición y pensamiento mágico en esta indicación que sirve como guía para modular la intensidad del tratamiento de acupuntura; otros (me incluyo) verán aquí una muestra de sabiduría milenaria, ya que este método sigue aplicándose con resultados avalados empíricamente después de más de 2 mil años en China y numerosos otros países en los que se practica medicina china.

El qi en la medicina china es un término que generalmente se traduce como energía o aire, pero que tiene también la connotación de “información” que puede dirigirse en el cuerpo (con el dao-yin) para reprogramar funciones orgánicas. Aunque evidentemente no es lo mismo, para fines prácticos podemos substituir qi por los diferentes neurotransmisores y descubrimos un patrón similar, el cual, por otro lado es marcado de manera literal por la misma Luna: más luz es más energía y claridad. Como en el cielo en la tierra, y como en los cuerpos celestes en el cuerpo humano.

Spain Supermoon

Los cuatro neurotransmisores y las cuatro fases lunares

Con el interés de que este método pueda ser estudiado de manera sencilla y llevado a la práctica, revisemos los efectos particulares de los distintos neurotransmisores y la clasificación que hace Mark Filippi en su sistema somático:

Filosomático—Acetilcolina-Luna Nueva/Cuarto Creciente:

La primera semana del ciclo lunar corresponde al neurotransmisor acetilcolina y a una inclinación filial. “Cuando estamos surcando en acetilcolina, nos volvemos más sensibles, más aptos a actividades grupales y más receptivos emocionalmente”, dice Filippi. Esta semana se caracteriza por mucha energía pero no tanta concentración. Rushkoff observa que en la semana de la acetilcolina “las personas tienen buena energía y vivacidad, es genial para introducirla a nuevas ideas”. La acetilcolina neurológicamente está asociada con la memoria y el aprendizaje (fármacos que suprimen los receptores de acetilcolina afectan la memoria y el aprendizaje). La luna nueva es el momento para iniciar nuevos proyectos, para sembrar plantas pero también ideas, imágenes e intenciones y aprovechar la energía ascendente.

Ontosomático—Serotonina—Cuarto Creciente/Luna Llena

La segunda fase de la luna, que va del cuarto creciente a la luna llena, corresponde a la serotonina. Esta semana se tiene mucha energía y además mucha concentración mental por lo que es ideal para la realización de trabajo creativo. Esta es la semana en la que Rushkoff escribió la mayor parte de su libro. Filippi recomienda encontrar un espacio solitario para aprovechar estos momentos de lucidez en los que nos acompaña nuestra musa. La serotonina participa en numerosas funciones orgánicas, incluyendo un rol principal en la digestión (por lo que muchas enfermedades gastrointestinales son tratadas con antidepresivos), pero está sobre todo identificada con regular el estado de ánimo. En la semana del cuarto creciente nos sentimos saciados y plenos. Este estado, sin embargo, puede desbordarse y desfondarnos si no encontramos ese espacio reflexivo para canalizar nuestra energía. En otras palabras, aunque muchas personas pueden sentir la atracción de utilizar (y dilapidar) esta energía socialmente, es un momento de trabajo y cultivación personal.

Ecosomático—Dopamina—Luna Llena/Cuarto Menguante

La semana de la dopamina, es una semana de distracción y divertimento, de involucrarse en actividades sociales y ecológicas, con una cualidad empática. La dopamina neurológicamente está asociada con las experiencias y los estímulos que producen las experiencias, el placer, la recompensa y la excitación. En la semana de la dopamina podemos aflojar y disfrutar lo que hemos hecho.

Exosomático—Noradrenalina- Cuarto menguante/Luna nueva

La semana en la que entramos en la fase de “huir o pelear” (fight or flight), un estado defensivo en el que instintivamente nos protegemos (ya que tenemos menos reservas). Hay mucho análisis, pero poca inspiración. “Es un estado hiperbinario, unidireccional y agresivo”, dice Filippi. Rushkoff bromea con que es como la mentalidad de Barack Obama. Un regreso parcial al cerebro reptiliano. Si no dilapidamos nuestra energía, será más fácil superar esta semana de fragilidad nerviosa.


Elogio de la Luna (y un argumento personal a favor de la Luna)

La Luna en los sistemas simbólicos de la antigüedad regenteaba el agua. Sabemos científicamente que la Luna controla las mareas, coordina la menstruación y afecta la ovulación, la retención de orina, y se correlaciona con episodios de diarrea y problemas cardiovasculares. El ser humano, según nos enseñaron en la escuela, es mayormente agua. Esa agua compuesta que es la sangre lleva oxígeno (potencial de energía), nutrientes y productos neuroquímicos a las diferentes partes del cuerpo. Es concebible que la fuerza de la atracción de la Luna ejerza un efecto, aunque sea sutil, en este sistema de distribución. En el Clásico Interno del Emperador Amarillo se dice: “En la tierra hay arroyos, ríos,y océanos. En los seres humanos hay canales y meridianos. Todos ellos con influencia mutua”.

Apelamos aquí entonces a contemplar la posibilidad de que, aunque en un principio sea muy sutil y difícil de percibir, nuestra productividad y bienestar general pueden ser fácilmente mejorados siguiendo una práctica de armonización lunar, una especie de meditación distribuida a lo largo de 1 mes, cuyo fundamento es simplemente observar el tiempo (lo que Pitágoras llamaba “el alma del mundo”) y los efectos particulares que ejerce sobre nuestro organismo, suspendiendo la incredulidad de que somos independientes y estamos separados de los otros procesos naturales, que estamos en un río aparte, que corre solo, sin influencias. Juega con la idea que animaba la filosofía china: somos, como el emperador, el hijo del cielo. Realmente no tienes mucho que perder.

Cuando vivimos en un mundo que ha perdido la sincronía, que está fuera de tono, es apropiado recordar la frase de William Blake: “Debo de crear mi propio sistema o seré esclavizado por el sistema de otro hombre”. William Burroughs en The Revised Boy Scout Manual propone como primer paso para retomar el control de la realidad “proclamar una nueva era y desarrollar un nuevo calendario”. Rushkoff actualiza: “Si no sabes cómo funciona el sistema que estás usando es probable que el sistema te esté usando”.

Existe, por supuesto, una alternativa más tradicional y más segura a crear un propio sistema autónomo. Abandonar el sistema impuesto por el mainstream de la sociedad y encontrar, en equilibrio entre la observación individual –el conocimiento de uno mismo, “Know thy soma”, dice Filippi—y la observación de la naturaleza, un sistema integral. Uno de los sistemas milenarios que mejor ha sobrevivido el paso del tiempo –porque es un reflejo orgánico del tiempo mismo— es el calendario lunar. Las palabras mes, menstruación y moon, en inglés, todas tienen la misma raíz (medir). La Luna es un viejo reloj de luz y agua. Tanto los chinos como los hebreos siguen usando una base lunar para dar coherencia y estructura a sus vidas; los mayas, en su asombrosa percepción astronómica, también desarrollaron un importante calendario lunar; son innumerables las culturas antiguas que rigieron sus vidas por la Luna. El calendario lunar, además, tiene una ventaja, puede ser experimentado en el cuerpo (ese antiguo reloj interno), algo que muchas mujeres han comprobado, más allá de que esté o no legitimado por la ciencia.


Recordar, tal vez como aliciente, que la Luna en el mandala tibetano de la Rueda de la Vida es lo que señaliza una posibilidad de escapar del ciclo ilusorio del sufrimiento y la reencarnación; es un símbolo de la liberación del sistema impuesto. Buda meditando apunta a la Luna. Imagina esta paradoja: una experiencia temporal más coherente es lo que nos lleva a lo intemporal, a lo que no está sujeto ya a la impermanencia y las mutaciones.

Después de 2 meses siguiendo un protocolo lunar en mi trabajo y actividades, mi impresión es que el sistema de Filippi (que además coincide con los consejos del Emperador Amarillo) tiene una cierta coherencia, es decir, se ajusta elegantemente a los efectos de la Luna en la biología humana, aunque permita ciertas interpretaciones y variaciones en función de una adaptación individualizada. Siento una mayor energía y una mayor concentración cuando la Luna crece y una peligrosa plenitud en la luna llena (que puede derramarse y drenar si no se practica una especie de tensegridad), un sutil descenso en la función cognitiva y una mayor aprehensión en la fase menguante (que, sin embargo, se puede paliar si uno se relaja y no se obsesiona con la energía que pierde: entonces hay una pequeña y tranquila muerte al final del mes lunar).

A fin de cuentas, el calendario no debe convertirse en un dogma o en un determinismo cronobiológico, sino en una plantilla que nos permite organizar mejor nuestras actividades y catalizar la cualidad vibrante (el qi) del tiempo. El hecho de observar los efectos y las correlaciones entre las diferentes fases y estaciones de la naturaleza y nuestro cuerpo y mente es probablemente la virtud principal de este ejercicio de cultivación de la salud a través de la regulación energética y emocional. Genera el efecto, que no deberíamos desestimar como secundario, de crear conciencia corporal de nuestra relación con la naturaleza y el cosmos. Nos regresa ese sentido asombroso de pertenencia: nuestros actos tienen más sentido y profundidad cuando están unidos a los procesos del universo.

fuente/Pijamasurf

jueves, 15 de enero de 2015

¿Dónde se esconde el ALMA?

¿Dónde está el alma? Ésta ha sido una pregunta difícil de contestar. Para empezar, algunos animales ni siquiera se reconocen entre sí mismos frente a un espejo. Otros, como los chimpancés, igual que nosotros, se reconocen y tienen conciencia de si mismos. Los seres humanos tenemos imaginación, emociones y memoria: éstas eran las tres facultades del alma, según el pensamiento antiguo. Ahora sabemos que el alma está en el cerebro.

Cuando creemos solucionar un problema, en realidad, no estamos calculando la solución: lo único que hacemos es recuperar información de la memoria y hacer una predicción. Así funciona la corteza cerebral, la misma que está ahora funcionando en vuestro cerebro para poder entender estas palabras. Dentro del cerebro todo son señales eléctricas iguales, no hay colores ni sonidos. Pero vemos oímos y olemos, ¿verdad?

Celebrando la publicación del libro “El Alma está en el Cerebro”, en REDES recuperamos una selección de buenas entrevistas y reportajes sobre ese kilo y medio de materia gelatinosa que oculto, en nuestro cráneo, es capaz de cosas maravillosas.

Oliver Sacks, Carl Zimmer, Jeff Hawkins, Antonio Damasio y Robert Sapolsky nos acompañan en este programa junto a reportajes y opiniones desde la calle.



fuente/Redes
vía/Maestro Viejo

jueves, 13 de noviembre de 2014

La telepatía como método de sanación (o programación masiva)

LA CIENCIA EMPIEZA A DESCUBRIR DIFERENTES APLICACIONES PARA LA TELEPATÍA ELECTRÓNICA; ALGUNAS DE ELLAS PODRÍAN USAR LA TRANSMISIÓN DE SEÑALES DIRECTAMENTE AL CEREBRO PARA SANAR O CONTROLAR LA MENTE

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Recientemente, un grupo de investigadores logró transmitir una serie de señales de un cerebro a otro usando una conexión a internet y unos aparatos de estimulación transcraneal. Los sujetos estaban a 1.5 km de distancia pero sus cerebros interactuaron directamente: uno de ellos, el emisor, controlando los movimientos de la mano del otro sujeto, el receptor. Este experimento es considerado por la ciencia establecida la primera transmisión directa de cerebro a cerebro (aunque ciertamente, existe evidencia para argumentar que la telepatía ocurre entre humanos sin la necesidad de una interfaz tecnológica).

Uno de los científicos que realizaron el estudio, Andrea Stocco, señaló: “Creemos que sería valioso explorar la idea de que puedes ayudar al proceso de recuperación literalmente transmitiendo las ondas cerebrales de un cerebro sano a un cerebro que ha sido dañado”. Esto es lo más fascinante del estudio, la posibilidad de sanar, transformar o entrenar cerebros transmitiendo directamente los estados mentales de otros cerebros, o incluso estados mentales diseñados en el laboratorio. 

Sabiendo que el cerebro humano tiene una enorme neuroplasticidad, el potencial de cambio y amoldamiento es enorme. Se abre la puerta de una terapia telepática para tratar enfermedades mentales, pero también, en la conexión entre el cerebro y otras partes del cuerpo, como es el llamado “axis-cerebro-intestino”, efectuar cambios en el funcionamiento de distintos órganos y asistir la recuperación de todo tipo de procesos inflamatorios. Para esto, sin embargo, antes se debe experimentar con la capacidad de ciertos estados cerebrales o “neurofirmas”, medidas en ondas cerebrales, para detonar la producción de neurotransmisores y hormonas para luego formar un mapa neural que pueda ser transducido al territorio de la comunicación molecular.

La telepatía ya ha sido anteriormente vislumbrada como un instrumento para efectuar cambios sociales. El filósofo utopista Sri Aurobindo sugirió la posibilidad de utilizar una “empatía a distancia” para que las personas pudieran interiorizar ciertos valores considerados positivos por la sociedad, de tal forma que no fuera necesaria la constricción externa o el uso de la fuerza para implementar la ley. Tristan Gulliford escribe sobre la visión de una aldea global telepática:

Puedo imaginarme un mundo en el que se enseña y estimula a los niños desde el nacimiento para que desarrollen sus capacidades psíquicas en términos de telepatía, sueños, etc. Si estos programas educativos fueran exitosos una base común de pensamiento podría lograrse, tal vez como el concepto de Aurobindo de la Supermente directamente manifiesta y utilizarse como el principal método de comunicación. La escritura y los textos se convertirían en secundarios ante la experiencia directa de la transmisión telepática. Dentro de esta superestructura mental, la verdadera democracia, el autogobierno, etc., fácilmente podrían desarrollarse.

Antes de sonar las campanas astrales de la utopía, hay que proceder con cierta cautela. Si bien no es del todo implausible considerar que se podría lograr una red telepática global ya sea a través del entrenamiento –algo que el científico mexicano Jacobo Grinberg empezó a intentar con niños en el Estado de México– o a través de una interfaz electrónica, una especie de internet transhumano, esto no garantiza en ninguna medida que vayan a fluir las olas rosas del amor y la armonía.

De alguna forma los medios de comunicación son ya un prototipo de transmisión telepática global, y ese experimento no necesariamente ha sido un éxito para llevar al fuero interno mensajes de empatía o para incrementar la conciencia de los ciudadanos. La utopía fácilmente deviene distopía.

En su visión paranoica de la historia, William Burroughs escribió sobre un supuesto sistema de control mental telepático empleado por los sacerdotes mayas:

El aparato de bicontrol es un prototipo de un control telepático unidireccional. El sujeto puede hacerse susceptible al transmisor a través de drogas u otro procesamiento sin tener que instalar un aparato. Al final, los Emisores usarán la transmisión telepática de forma exclusiva. ¿Alguna vez se percataron de los códices mayas? Yo los veo así: los sacerdotes o el 1% de la población usaron transmisiones telepáticas para instruir a los trabajadores qué sentir y cuándo…

¿Usaremos la telepatía electrónica en un futuro para programar a los individuos a conformarse a las normas de una sociedad totalitaria o elitista, o llenaremos el éter de empatía y de gnosis?

fuente/Pijamasurf

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Red 5G: Podremos contactar con otros simplemente pensando en ellos.

Magnetic resonance image that shows the neural fibers of the brain. © MGH-UCLA Human Connectome Project
La comunicación entre personas tendrá lugar a través de chips implantados en el cerebro y sin necesidad de dispositivos externos, como el móvil

La red de telecomunicaciones de quinta generación, el 5G, permitirá un flujo de información tal que no serán casi necesarios los dispositivos externos: podremos contactar con un amigo simplemente pensando en él, gracias a chips que llevaremos implantados, o a cascos que interactuarán directamente con el cerebro. Así lo aseguran expertos del Instituto Imdea Networks, de la Comunidad de Madrid. Por Carlos Gómez Abajo.

El desarrollo de la red 5G ya está en marcha para proporcionar una competencia mil veces superior a la de las redes móviles actuales. Pero, ¿qué es el 5G? ¿Cómo va a afectar a nuestras vidas y cuándo va a estar disponible? ¿Quién va hacer posible este salto en las tecnologías de la comunicación? Un reportaje del Instituto Imdea Networks, de la Comunidad de Madrid, aborda estas preguntas.

“5G NO es 4G+1”, afirma Mario Campolargo, director de la iniciativa Net Futures - DG Connect, de la Comisión Europea. 5G significa hacer realidad la sociedad en red hiperconectada, donde objetos y personas se conectan entre sí y el flujo de información es fluido y continuo gracias a sistemas de cobertura y capacidad casi infinitas. Dispositivos capaces de aprender de nuestras costumbres y ayudarnos a “pensar mejor”, o conectarnos con un amigo simplemente pensando en él, serán una realidad en 2020.

“Las redes 5G plantean una verdadera revolución tecnológica y social”, resumió recientemente Arturo Azcorra, director de IMDEA Networks Institute, para EfeFuturo. El tiempo y la distancia perderán mucha importancia a nivel comunicativo: “Cuando consigues un flujo de información superior a lo que una persona puede necesitar o procesar con su máquina ya consideramos que para el usuario es una rapidez inmediata”, especifica el experto sobre estos dispositivos, que manejarán 5 gigabytes por segundo.

Esa manera de conectarse y comunicarse tiene multitud de implicaciones aún por considerar en áreas como la medicina, la infancia o los negocios, incluso a nivel legislativo. Es una tecnología cuyo uso combinará los dispositivos externos del tipo Google Glass con "chips que se implantarán en la persona o cascos cuya interfaz interactuará directamente con el cerebro”, de manera que “no será un visor en el que se superpone la información a la imagen, sino que se reconstruirá la propia imagen”, destacando por ejemplo los objetos que más nos interesen, explica Azcorra.

Menos dependencia del dispositivo externo

El sistema de comunicación será similar a los traductores de sentidos para discapacitados que, mediante sondas, pueden transformar una imagen en impulsos eléctricos para que pueda ser captada por invidentes. Los usuarios podrán así superar la llamada “realidad aumentada” e ir un paso más allá, alejándose de la dependencia del dispositivo externo y de la necesidad de conectarse/desconectarse del mismo.

“No será necesario sacar la agenda del móvil, la agenda estará en ti y llamarás a tu amigo sólo deseándolo; uno no irá al médico, estará siempre en el médico a través de sensores que monitorizan su estado”, ejemplifica el experto. “Serás un navegador permanentemente encendido”.

Carrera tecnológica

Las redes 5G han generado una carrera tecnológica a nivel mundial en la que Europa está apostando fuerte a ganar. El esfuerzo europeo pretende movilizar 7.000 mil millones de euros repartidos entre entidades públicas y privadas del sector TIC y se organiza en torno a un plan de investigación conjunto liderado por la asociación público-privada 5G PPP. Culminará en el 2020 con un despliegue global que aspira a llegar a 7.000 millones de terminales.

Varios grupos de investigación trabajan en diseñar y analizar las conexiones 5G. Una ingeniera de telecomunicación de la Universidad Politécnica de Cartagena, María Teresa Martínez, ha calculado que las ondas de alta frecuencia permitirán realizar transmisiones inalámbricas con los móviles de quinta generación (5G) a velocidades 100 veces superiores a las de los wi-fi actuales.

Por su parte, la Universitad Politécnica de Valencia, a través del Instituto de Telecomunicaciones y Aplicaciones Multimedia (iTeam), trabaja en el proyecto europeo Metis para desarrollar la 5G de cara a 2020. La posibilidad de usar los propios teléfonos de los usuarios como nodos de transmisión a terceros para mejorar la eficiencia de la red es la vía más novedosa de sus investigaciones. 

fuente/tendencias21.net


miércoles, 29 de octubre de 2014

El color rosa no existe, es solo nuestro cerebro mezclando longitudes de onda.

EL COLOR ROSA NO EXISTE EN LA NATURALEZA Y LO QUE LLAMAMOS ASÍ ES SOLO UN ESFUERZO DEL CEREBRO POR CONJUGAR LA LONGITUD DE ONDA DEL ROJO Y EL VIOLETA; OTROS DISCREPAN Y ASEGURAN QUE EL ROSA ES UN COLOR TAN REAL O IRREAL COMO CUALQUIER OTRO.


Aunque el color rosa es uno de los menos polémicos y hasta cierto punto preferidos por muchísimas personas, comúnmente asociado a la ternura, a veces a la femineidad y conceptos afines, desde una perspectiva científica y natural hay ciertos problemas para comprobar su existencia.

Tomando en cuenta que todos los colores son solo ondas de luz con frecuencias específicas, es curioso que no existe como tal una que corresponda al rosa o, dicho de otra manera, en la que se combinen el color rojo y el violeta, por lo cual el rosa es una invención, el nombre dado a algo que estrictamente no puede existir naturalmente, solo un esfuerzo de nuestro cerebro por mezclar las longitudes de onda del rojo y el violeta.

En este video se explica gráficamente el fenómeno:



Esta versión, sin embargo, ha sido debatida por Michael Moyer, colaborador de Scientific American, quien asegura que el color no es una propiedad de la luz ni de los objetos que la reflejan, sino una impresión nacida en el cerebro, por lo cual el rosa es un color tan real (o irreal) como cualquier otro.

Sea como fuere, quizá algunos hagan suya una de las dos propuestas, tanto los rosafóbicos como los rosafílicos.

fuente/[TIME]

miércoles, 1 de octubre de 2014

Onda N400: una señal de lo inesperado.


onda N400 

El potencial evocado es una técnica para la exploración cerebral que consiste en el registro del cambio del electroencefalograma ante la presentación de estímulos de cualquier naturaleza (visual, auditiva, táctil, etc.). Se registran mediante la colocación de electrodos distribuídos en el cuero cabelludo del sujeto. Debido a ello, la actividad eléctrica principalmente registrada es la de la corteza cerebral (ya que es la que queda más cercana a la superficie).
El interés de esta técnica reside en comprobar cómo cambia la actividad eléctrica cerebral en función de lo que el sujeto experimenta. Aunque no es una técnica que permita hacer grandes inferencias, es útil para hallar ciertas relaciones entre la diferente actividad cortical y la experiencia del sujeto.
Hoy vamos a comentar una curiosidad de la actividad de nuestro cerebro localizada gracias a esta técnica: la onda N400.

La onda N400 es una señal de lo inesperado por nuestro cerebro flan.

No te preocupes, en este post vas a leer muchas cosas raras, pero lo entenderás todo a su debido tiempo garganta.
Puedes empezar a entenderlo sabiendo que la onda N400 es una particularidad que ocurre en la actividad cortical, entre otras tareas, durante el procesamiento semántico, esto es, del significado de las palabras caballo.

Las tareas típicas en que se “cosechan” ondas N400 implican la atención del sujeto en la comprensión del lenguaje. Normalmente se solicita al sujeto que lea una frase que se va construyendo poco a poco, palabra a palabra, en la pantalla del ordenador paella.
onda n400 

La N400 es una variación que aparece en el encefalograma del sujeto durante estas tareas de lectura. Fue inicialmente descrita (ahora lo entenderás todo) como una respuesta a la lectura de palabras inesperadas en frases sueltas, así como en textos gorila.

Frases como “Juan untó el pan caliente con calcetín” provocan amplias ondas N400.
Pero en subsecuentes experimentos se constató que la N400 era una respuesta normal cerebral. Es decir, la onda N400 es una lectura que aparece siempre que interpretamos palabras, pero la forma de esta N400 varía en dependencia de una serie de variables. ¿Qué hace variar a la onda N400? ¿Qué información podemos sacar de estas variaciones?

Algunas variables que influyen en la forma de la onda N400

onda N400
 La presentación repetida de un final incongruente para una frase reduce paulatinamente la amplitud de la onda N400.

                                   

Los estudios en torno a la onda N400 han logrado identificar ciertas variables que hacen variar su forma:
  • La predictibilidad de las palabras. Las palabras comunes o corrientes de un contexto inducen ondas N400 menos amplias que las palabras inesperadas. Por ejemplo, la lectura de la sentencia “La paella es un plato que se prepara con arroz” evocará una onda N400 de menor amplitud que la lectura de “La paella es un plato que se prepara con gafas”. Ambas frases tienen sentido pero la primera resulta mucho más corriente.
  • La frecuencia de las palabras en un lenguaje. Las palabras que manejamos en un lenguaje cotidiano generan ondas N400 de menor amplitud que las palabras menos frecuentes. “Pan” produce ondas N400 de menor amplitud que “citotoxicidad”. De hecho, si la anterior ha sido la primera vez que has leído “citotoxicidad”, habríamos obtenido una onda N400 muy amplia de haber estado registrando tu cerebro mediante electroencefalografía.
  • La asociabilidad de las palabras. Esto puede interpretarse como otro tipo de predictibilidad, pero la asociación refiere a palabras morfológica, ortográfica o semánticamente relacionadas entre sí y no tanto al contexto (resto de la frase o texto) o al contexto lingüístico (cuán típica o usada es una palabra en un lenguaje) . Por ejemplo, si leemos “Voy a comprar mango, papaya y chirimoyas” obtendremos una onda N400 de menor amplitud que si leemos “Voy a comprar mango, tornillos y aspirinas”.
  • La similaridad de otras palabras. Si leemos una palabra en un idioma que tiene otras palabras que se leen o suenan igual o parecido evocaremos una onda N400 más amplia que si leemos palabras “únicas”. Por ejemplo, leer “bote” provocará una onda N400 en nuestro encefalograma mayor que leer “cangrejo”. Entre las palabras similares a “bote” existen “bota”, “vote”, “bate”, “bata”, “boto”; mientras que para “cangrejo” no tenemos palabras que se asemejen.
Una curiosidad reside en el hecho de que la amplitud de la N400 no se ve afectada por la veracidad de la frase leída sino más bien por la tipicidad o asociación de la palabra en el contexto. Si leemos la frase “un ser humano es un delfín” obtendremos una onda N400 de amplitud similar a que si leemos la frase “un ser humano no es un delfín”, a pesar de que la primera sea falsa y la segunda verdadera.
onda n400
Las frases que contienen palabras inesperadas provocan ondas N400 de mayor amplitud (negativa) que las que contienen palabras relacionadas.
Parece como si la onda N400 fuese una especie de reflejo de la organización del lexicón, memoria semántica o “diccionario cerebral”, en donde las palabras no se organizan alfabéticamente sino semántica y probabilísticamente.

¿A qué viene la onda N400?

La onda N400 es una peculiaridad en la lectura de nuestro encefalograma, es decir, su aparición y la forma de su aparición (con mayor o menor amplitud) depende de la actividad eléctrica que se desarrolle en el cerebro. Recordarás gracias a “¿Qué significan las ondas gamma cerebrales?” que la amplitud de una onda en el encefalograma depende de la actividad sincrónica o asincrónica de las redes neuronales cuya actividad se está registrando. Así, una onda cerebral amplia implica la actividad sincronizada de un grupo de neuronas, esto es, que las neuronas captadas están “actuando a la vez”.
Así pues, la obtención de una onda N400 ante un estímulo relativamente más amplia que la obtenida ante otro implica que ante el primero las neuronas cuya actividad captan los electrodos colocados en el cuero cabelludo del sujeto se han hiperpolarizado o despolarizado levemente de manera sincrónica.
onda n400 

Cabe destacar que la onda N400 no aparece exclusivamente ante estímulos lingüísticos. El nombre de la onda N400 refiere a una onda de amplitud negativa* que aparece en el electroencefalograma aproximadamente a los 400 milisegundos desde la presentación de un determinado conjunto de estímulos: los lingüísticos que hemos visto pero también ante sonidos, olores e incluso rostros y otros visuales. A lo que sí parece estar vinculada la aparición de esta onda N400 es a los circuitos neuronales dedicados a “unir” la información que recibimos a través de los diferentes órganos sensoriales con la que tenemos almacenada en la memoria, resultando, por su naturaleza, una especie de medida de lo inesperado.

*”Negativa” no significa que el voltaje de las ondas N400 sea siempre negativo, sino que suele ser inferior a la línea base tomada de referencia. La amplitud de la onda N400 oscila entre los +5 y -5 milivoltios.

sábado, 27 de septiembre de 2014

MENTE. Tu mente puede controlar la materia.

La conciencia podría ser el factor oculto en la ecuación cuántica.

El famoso experimento de física cuántica conocido como el experimento de doble rendija, desde hace décadas proveyó evidencias impactantes de habilidad mental para controlar la materia, (vea el video para una simple ilustración de este experimento).

Partículas atómicas también se demostró que son ondas. Ya sea que se manifiesten como ondas o como partículas, dependió de quien las miraba. La observación influyó en la realidad física de las partículas, en lenguaje más técnico, la observación colapsó en función de la onda.

El físico austriaco Erwin Schrödinger ideó una ecuación para mostrar las propiedades ondulatorias de la materia. Sin embargo, la observación no está considerada en esta ecuación, o en cualquier otra ecuación cuántica, porque es subjetiva y no objetiva, explicó el ingeniero y físico Alan Ross Hugenot, de la Asociación Internacional de Estudios Cercanos a la Muerte (IANDS), en la conferencia en Newport Beach, Calif., el 29 de agosto de 2014.

Hugenot tiene un doctorado en ciencias de ingeniería mecánica, y ha tenido una exitosa carrera en ingeniería marina, sirviendo en comités que escriben normas de construcción naval de Estados Unidos. Estudió física e ingeniería mecánica en el Instituto de Tecnología de Oregón. Hugenot habló de una teoría que expone el asunto de la observación.

El Dr. Evan Harris Walker, un físico que trabajó para el Laboratorio de Investigación Balística-Aberdeen Proving Grounds del Ejército, trató de incluir la observación de la ecuación de Schrödinger. En 2000, Walker describió dos variables ocultas. Una de ellas es el canal de la voluntad, la otra es el canal de la conciencia, explicó Hugenot.

El canal de voluntad, lo que desea una persona, es positivo. El canal de la conciencia, que está en la mente de la persona, es negativo, dijo Hugenot. Un positivo y un negativo se anulan entre sí, por eso, estas dos funciones no aparecen en las ecuaciones. Pero cuando se juntan, la función de la onda colapsa.

La mayoría de la gente tiene mucho en su mente, lo que necesitan tomar en camino a casa, desde el trabajo, qué citas se les ha presentado, etcétera. Estos pensamientos, en el canal de la conciencia a menudo bloquean al canal de la voluntad, dijo Hugenot. La conciencia y la voluntad no están sincronizadas. Pero, si lo estuvieran, la gente podría materializar lo que ellas deseen. Ellos podrían hacer que las cosas se vuelvan realidad.

“Su mente controla la materia”, definitivamente, dijo Hugenot a la multitud de una conferencia.

“Sé que usted no sabe cómo hacerlo. ¿Cuántas personas aquí son pianistas de concierto? ¿Aquí nadie es un pianista de concierto? ¿Por qué no? Porque no practicaron... Pero hay personas que son pianistas de concierto, ¿no es así? Y ¿qué han hecho? Muchos fracasos, gran cantidad de estudio, mucho aprendizaje para saber cómo hacerlo”.

“Estoy trabajando en ser un medio, para que yo pueda aprender a hacer algunas de estas cosas”, dijo y agregó “No me limito a nada”.

fuente/ La Gran Época

Vídeo: