lunes, 14 de abril de 2014

Experimento Personal con el Poder Secreto.


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En esta ocasión efectuamos unas pruebas en las que demostramos la existencia del poder secreto, para ello utilizamos las cartas zener, en el vídeo efectuamos una tirada de prueba (sin aplicar el poder secreto) y tres tiradas aplicando correctamente el poder secreto obteniendo en la última tirada un resultado que bate todos los records de aquellos que han utilizado este software con una puntuación posible en el 0.89% de las ocasiones.

Esperamos que os guste.



Fórmula aplicada para el cálculo probabilístico

según la formula admitida de:
siendo N = Número de Tiradas (35)
siendo X = Numero de aciertos
siendo p = probabilidad de aciero por tirada (en este caso es 0.2 que corresponde a 20%/100)

La formula correctamente aceptada es:

p(X=x) = combin(N,x) * (p)^x * (1-p)^(N-x)

fuente/ Mundo Desconocido.es

Esenio deriva de la palabra hebrea “Asa”, helenizada y que significa “sanador “.


La filosofía esoterica enseña que Cristo de Nazaret (nacio en Belem, Israel),fue adiestrado en las artes esotericas de esa hermandad universal, en Egipto, concretamente en la Gran Piramide de Keops, durante muchos años, he aqui una breve introducción.

Secta judía, la tercera que existía en Palestina, además de las dos mencionadas en el Antiguo Testamento: los Fariseos y los Saduceos, célebre por su santidad y cuyos miembros vivían en comunidad llevando una vida contemplativa.

Vivían en zonas próximas al Mar Muerto y estaban organizados de acuerdo con una forma monástica.

Algunos investigadores fijan la fecha de su existencia en el siglo II antes de Cristo, hablando de su final con ocasión de las guerras judías del 66 al 70 después de Cristo. Mantenían celosamente los preceptos de la Torá con una disciplina muy estricta.

Esenio deriva de la palabra hebrea “Asa”, helenizada, y que significa “sanador “.

La Hermandad Esenia es principalmente conocida debido a que se le atribuye conexión con el Cristo y su misión, pues se dice que Jesús fue preparado para su obra por esta fraternidad.

Los esenios eran devotos ascetas, admitiéndose a las personas en sus filas después de un estricto noviciado.
Todas las necesidades eran atendidas y disfrutadas en común; y tenían sus centros o colegios cerca del Mar Muerto, en Egipto, Siria y otros lugares de Oriente.


Jesús y los Esenios

El Maestro Jesús era un hombre sencillo que caminaba por las calles en medio de multitudes con quienes conversaba directamente, y vivía en compañía de sus pocos discípulos. Claro que había una bondad, una pureza, una realeza que emanaban de Él, pero en nada se asemejaba a ese "Maestro elevado e inaccesible" que todas las iglesias han fabricado por completo.

El Maestro Jesús era completamente accesible, sencillo aunque imponente, y eso era lo que complacía a la muchedumbre. Cuando estaba en un pueblo, las personas conocían sus hábitos y lo esperaban en los sitios donde con frecuencia enseñaba en forma de parábolas, historias y discusiones con quienes se acercaban a hacerle preguntas, o quienes trataban de confundirlo. Todos podían acercársele y participar en sus conversaciones, y cualquiera podía hablar.

El Maestro les ofrecía una enseñanza velada y no revelaba todos sus pensamientos. Los que se mostraban interesados luego de conocerlo por la primera vez, podían seguirlo y convertirse en uno de sus seguidores. Podían ser discípulos sin abandonar su familia ni su trabajo

Después el Maestro les daba otras enseñanzas -- más profundas, más prácticas, más directas--, y les explicaba el significado de las parábolas.

Uno de los peldaños más altos para entrar al círculo de discípulos era arrepentirse de las faltas cometidas y recibir el bautismo de Juan. Eran los más cercanos discípulos del Maestro, los doce apóstoles, quienes bautizaban a los aspirantes que entraban a un nivel más alto dentro del sendero.

Cuando el candidato recibía el bautismo, entraba a un círculo interno más restringido y a una escuela secreta. Dentro de este círculo, el Maestro trasmitía una profunda enseñanza iniciática, así como otros métodos de instrucción más precisos.

Decía que estaba trabajando por el futuro de la humanidad utilizando como mediadores a los discípulos que estaban preparados. Los discípulos de esta escuela secreta incluían a hombres y mujeres, aunque la mayor parte de ellos eran hombres debido a las costumbres de la época. La disciplina era estricta, como en todas las comunidades esenias, pero la presencia del Maestro significaba que el regocijo, la alegría y el amor circulaban abundantemente de alma a alma. Los estudiantes tenían que hacer muchos ejercicios y trabajar sobre sí mismos, sobre sus propios asuntos, según las instrucciones que se les daban.

El Maestro les decía que cuando un grupo de personas se reúne libremente en torno a una idea divina y todos comienzan a trabajar sobre sí mismos en la dirección de esta idea, entonces, si hay suficientes, ellos llevan dentro de sí mismos a la humanidad toda y pueden hacerla evolucionar. De su trabajo emana una fuerza y una comunión espiritual, que es como un sol en el alma de la tierra y de la humanidad. Este sol, a su vez, obra a través del tiempo para atraer la idea divina y darle vida en la realidad terrena.

El Maestro dio instrucciones muy precisas sobre este trabajo, y durante algunas bellas ceremonias comunales -- un ejemplo muy notable es el lavatorio de pies --, dejó en claro que cada uno de ellos estaba convirtiéndose en uno con el Cristo, que cada uno de ellos se estaba convirtiendo en una parte del Cristo en la tierra, y que la encarnación final de Cristo dentro de todos los seres humanos dependía del trabajo que hiciera cada uno de ellos.

El Maestro también trasmitió cantos, sonidos, palabras, danzas y movimientos que había que ejecutar en un estado mental particular y con gran pureza interior, para producir ciertos efectos dentro de uno mismo y dentro del alma de la tierra. Enseñó que, de esta forma, ciertos seres espirituales muy puros que residen en el alma del hombre y de la tierra podían despertarse, alimentarse y fortalecer la voluntad del Padre Celestial.

Los discípulos también tenían que tomar el voto nazareno de no volver a comer carne ni tomar bebidas fermentadas nunca más. El Maestro dijo que si alguno ingería carne o tomaba alcohol, no podía recibir su palabra. Esta disciplina era aplicable tanto en el aspecto externo de la vida, como en el interno. El Maestro enseñaba que el vegetarianismo físico tenía que complementarse con vegetarianismo psíquico, con una actitud de vida interna llena de una moralidad viviente, de un activismo pacífico, de una voluntad tenaz y serena, de una mente clara y abierta.

Como los esenios, el Maestro concedía gran importancia a la limpieza y a la pureza. La pureza que el Maestro enseñaba era menos rígida que la que predicaban los esenios. Era viviente, movida, dinámica. El Maestro Jesús era muy tolerante y abierto. Estas reglas aplicaban sólo dentro del círculo interno de su Escuela. Sus enseñanzas tenían diversos grados, según el estado de conciencia y el nivel de evolución de quien estuviera ante Él.

El Maestro amaba a todos los seres y deseaba que cada uno pudiera recibir y participar de la palabra de Dios dentro de su propio nivel. Para algunos, esta palabra sonaba a reprimenda, a severidad, incluso a condena. Para otros, era de consuelo y esperanza. Y finalmente, para los discípulos preparados, abría las puertas al sagrado sendero de la iniciación del alma a los misterios eternos.
Al Maestro Jesús le gustaba que la atmosfera fuera pura, por eso antes de venir le dijo a sus discípulos que se prepararan y purificaran de pensamientos, sentimientos y deseos por medio de ejercicios rítmicos, movimientos y danzas. Utilizaban ciertas ondas humanas que tenían el poder de vivificar, purificar y mejorar la calidad de la atmósfera de un lugar.

El Maestro Jesús también era cuidadoso del lugar donde enseñaba o donde practicaba los trabajos de su Padre-Madre con sus seguidores. Así, cuando estaba en Jerusalén, enseñaba a la multitud en la plaza de los Gentiles, o en ciertos lugares en las calles de la ciudad. La gente sabía dónde encontrarlo. Con sus discípulos, le gustaba salir de la ciudad. Así, con frecuencia se reunía con los miembros del círculo interno en el jardín de las 12 palmas, cerca de Betania.

Allí había un arroyo y el Maestro les había explicado ampliamente que ese lugar estaba vinculado al trabajo que sus fieles discípulos tendrían que realizar en el mundo en los siglos venideros. A todos ellos les reveló el propósito de su misión, la historia futura de la humanidad, las diferentes encarnaciones de sus discípulos, y el papel que tendrían que desempeñar en la historia como servidores del Cristo. Además, aludió al misterioso papel de Juan el Apóstol y lo comparó con Juan el Bautista, el profeta Elías, y la Hermandad Esenia.

Asimismo, cuando el Maestro Jesús estuvo entre sus discípulos, nombró al Maestro San Juan como el líder y principal responsable de esta escuela interna y secreta. Fue el Maestro San Juan quien fue puesto a cargo de esta Escuela y de asegurarse de que los ejercicios se hicieran correctamente.

Posteriormente, el Maestro San Juan continuó su tarea incluso después de la partida de Jesús. Se mantuvo fiel y abrió Escuelas Internas en muchos países europeos. Estas Escuelas continúan existiendo en secreto y se han propagado hasta nuestro tiempo, manteniendo la enseñanzas de Cristo puras, exactas, como las esenios mantuvieran puras las auténticas enseñanzas secretas de Moisés. Actualmente, parte de estas enseñanzas y sus técnicas se extienden al mundo, porque ha llegado un nuevo tiempo de sembrar la semilla y de recoger la cosecha.

Fuente:essenespirit.com


La confrontación final



«Entonces se precipitará la espada de Dios
en la era del juicio,
y todos los hijos de su verdad despertarán
para aniquilar la impiedad
y todos los hijos de la culpa dejarán de existir para siempre.

El guerrero tensará su arco
por una anchura inmensa.
[Abrirá] las puertas eternas
para sacar las armas de guerra,
y dominarán del uno al otro confín.

No habrá salvación para la inclinación culpable,
será hollada hasta el aniquilamiento
sin que quede nada.»
(1Q Hodayot 14, 29-32)

Enigmas: El papiro que habla de la esposa de Jesús no es una falsificación.

El «evangelio apócrifo» ha sido datado entre los años 659 y 859 - Está escrito en copto y en el extracto se puede leer «Jesús les dijo, mi esposa...»



EFE | NUEVA YORK El presunto extracto de un evangelio apócrifo en el que Jesús hablaba de su esposa ha sido examinado por los científicos, que han concluido que tanto el papiro como la tinta concuerdan con la época atribuida al documento, entre los siglos VI y IX, se informó ayer.

El conocido como «evangelio de la mujer de Jesús», escrito en copto (la lengua de los antiguos cristianos egipcios) y en el que se puede leer «Jesús les dijo, mi esposa...», desató la polémica en 2012, cuando la historiadora de la Universidad de Harvard Karen L. King lo presentó en el Congreso Internacional de Estudios Coptos en Roma.

Ahora, un equipo de investigadores de las universidades de Harvard, Columbia y el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) han concluido, tras varias pruebas de carbono 14 e infrarrojos, que es muy probable que, al menos en lo que respecta a la antigüedad, este evangelio sea auténtico, según indicó el New York Times.

En este texto no sólo se apunta la posibilidad de que el mesías del cristianismo hubiese tenido esposa, sino también se decía, sin saber si se refería a ella, que «será capaz de ser mi discípula», lo que reabre dos debates a la vez: el del celibato en el clero y la posibilidad de que las mujeres puedan ejercer el sacerdocio igual que los hombres en la Iglesia. Karen L. King, de la Escuela de Divinidades de la Universidad de Harvard, asegura que este papiro demuestra que «las mujeres que son madres y esposas pueden ser discípulas de Jesús, un tema que ha sido acaloradamente debatido en los orígenes de la Cristiandad, cuando el celibato y la virginidad empezaron a ser muy valorados».

Desde que King presentó el papiro, la investigación ha estudiado el material del mismo, el carbón usado para la tinta, así como la gramática y la caligrafía, que han excluido la posibilidad de que sea un material moderno o una falsificación. Se hicieron dos pruebas de carbono 14. El primero, dado el tamaño reducido del papiro, no pudo sacar datos concluyentes. El segundo, realizado entre la Universidad de Harvard y el Instituto Oceoneográfico de Woods Hole lo situó entre los años 659 y 859. Un tercer análisis de infrarrojos confirmó que la composición química del papiro y sus patrones de oxidación eran homogéneos.

La revista Harvard Theological
Review ha publicado el estudio, y junto a él un artículo que rebate la autenticidad del evangelio apócrifo escrito por el profesor de Egiptología de la Universidad de Brown, Leo Depuydt, quien considera este hallazgo «una copia de un sketch de los Monty Python».

fuente/levante-emv.com

Mensaje de vida desde planeta muerto.


La fascinación que ejerce Marte va más allá de las películas de platillos voladores e invasiones extraterrestres. Hace como treinta años una nave espacial tomó …

La fascinación que ejerce Marte va más allá de las películas de platillos voladores e invasiones extraterrestres.

Hace como treinta años una nave espacial tomó la foto de una montaña marciana la cual, debido a las sombras que proyectaba la luz solar, tenía cierto parecido con la Esfinge de Egipto. Inmediatamente los amantes de los Ovnis y la Teoría de la Conspiración estallaron con toda clase de conjeturas, las cuales llegaron hasta la “detección” de ciudades en Marte.

La evidencia científica demostró que nada de eso era cierto.

Hace menos de una semana un pequeño vehículo que explora la superficie de Marte envió una foto en la que aparece un fuerte brillo; de nuevo surgieron teorías extraordinarias que quizá darán paso a películas y a libros de quienes se aprovechan económicamente de la curiosidad de los incautos.
La intención de este artículo es concentrarme en el interés que la posible existencia de vida extraterrestre despierta en la gente.

¿Por qué es tan importante?

¿Queremos saber si existió vida inteligente y, sobre todo, qué pasó con ella?

¿Se auto destruyeron en una guerra estúpida? ¿Cambiaron el clima del planeta hasta que terminaron por hacerlo inhabitable?

Realmente lo que queremos saber es si nos puede suceder lo mismo.

Además de todo eso, hay algunos que buscan ahí respuesta a las eternas preguntas: ¿Quiénes somos, de dónde venimos, porqué estamos aquí?

Para todas estas preguntas existe una explicación mágica (hágase), aceptada por muchos con fe ciega, pero que no muy válida en esta era, en que se puede tener respuestas científicas a casi todas las interrogantes.
Creo que en un futuro no muy lejano se sabrá si hubo alguna forma de vida en Marte, la información que los vehículos (rover) Oppotunity y Spirit están enviando puede ser decisiva. Pero, inclusive antes de saber a ciencia cierta si hubo vida y qué ocurrió con ella, Marte nos envía mensajes que debemos saber interpretar y aprovechar, de ello puede depender la existencia de la humanidad.

Marte carece de condiciones que permitan vida como la nuestra. Marte es un planeta muerto.
Nosotros, afortunadamente, todavía tenemos un planeta, una casa que permite y protege nuestra clase de vida. Tenemos mares con agua abundante y una atmósfera bellísima que actúa como un escudo protector.
La Tierra nos ofrece el privilegio de la vida; ese es el mensaje de vida de Marte, un planeta muerto.
Lo que hagamos hoy en nuestro diario vivir determinará lo que la Tierra será... De eso, de cada uno de nosotros, depende no sólo el futuro de la humanidad, pero también de la vida en la Tierra.

Quemamos combustible a veces llegando al derroche, sin pensar que envenenamos esa atmósfera. Arrojamos químicos y basura a los mares, sin piedad para los micro organismos que ahí habitan y de los cuales depende toda la cadena alimenticia, olvidando que nosotros estamos ubicados en la parte de arriba de ella.

Jugamos con armas nucleares capaces de eliminarnos a todos en un instante. Quizá, como somos tantos en el planeta, pensamos que los culpables “son los otros”, cuando depende de cada uno de los siete mil y pico de millones conservarlo habitable.

Cada uno de nosotros es responsable y será responsable de lo que ocurra con la vida.

Es triste pensar que, en un futuro -quizá no muy lejano- naves de otras civilizaciones exploren nuestro yelmo planeta y traten de averiguar qué sucedió con nosotros, si alguna vez hubo vida y qué terminó con ella.

La respuesta ya la sabemos… si todo termina será culpa suya y mía, de nadie más.


fuente/laprensa.hn/inicio/641614-96/mensaje-de-vida-desde-planeta-muerto

El cientifico Gregg Braden dice...que tu puedes cambiar el mundo.

El Libro Perdido de Enki.

Hace unos 445.000 años, astronautas de otro planeta llegaron a la Tierra en busca de oro.




Tras amerizar en uno de los mares de la Tierra, desembarcaron y fundaron Eridú, «Hogar en la Lejanía». Con el tiempo, el asentamiento inicial se extendió hasta convertirse en la flamante Misión Tierra, con un Centro de Control de Misiones, un espaciopuerto, operaciones mineras e, incluso, una estación de paso en Marte.

Escasos de mano de obra, los astronautas utilizaron la ingeniería genética para darle forma a los Trabajadores Primitivos - el Homo sapiens. Más tarde, el Diluvio barrió la Tierra en una inmensa catástrofe que hizo necesario un nuevo comienzo; los astronautas se convirtieron en dioses y le concedieron la civilización a la Humanidad, transmitiéndosela a través del culto. Después, hace unos cuatro mil años, todo lo conseguido se desmoronó en una catástrofe nuclear provocada por los visitantes en el transcurso de sus propias rivalidades y guerras.

Todo lo ocurrido en la Tierra, y especialmente los acontecimientos acaecidos desde el inicio de la historia del ser humano, lo ha recogido Zecharia Sitchin en su serie de Crónicas de la Tierra, a partir de la Biblia, de tablillas de arcilla, de mitos de la antigüedad y de descubrimientos arqueológicos. Pero, ¿qué ocurrió antes de los acontecimientos en la Tierra, qué ocurrió en el propio planeta de los astronautas, Nibiru, que les llevó a los viajes espaciales, a su necesidad de oro y a la creación del Hombre?

¿Qué emociones, rivalidades, creencias, morales (o ausencia de éstas) motivaron a los principales protagonistas en las sagas celestes y espaciales? ¿Cuáles fueron las relaciones que llevaron a una escalada de la tensión en Nibiru y en la Tierra, qué tensiones surgieron entre viejos y jóvenes, entre los que habían llegado de Nibiru y los nacidos en la Tierra? ¿Y hasta qué punto lo sucedido vino determinado por el Destino -un destino cuyo registro de acontecimientos del pasado guarda la clave del futuro?


¿No sería prometedor que uno de los principales protagonistas, un testigo presencial que podía distinguir entre Suerte o Hado y Destino, registrara para la posteridad el cómo, el dónde, el cuándo y el porqué de todo, los Principios y los Finales?
Pues eso es, precisamente, lo que algunos de ellos hicieron; ¡y entre los principales de éstos estuvo el líder que comandó el primer grupo de astronautas!

Tanto expertos como teólogos reconocen en la actualidad que los relatos bíblicos de la Creación, de Adán y Eva, del Jardín del Edén, del Diluvio o de la Torre de Babel se basaron en textos escritos milenios antes en Mesopotamia, en especial escritos por los sumerios. Y éstos, a su vez, afirmaban con toda claridad que obtuvieron sus conocimientos acerca de lo acontecido en el pasado (muchos de ellos de una época anterior al comienzo de las civilizaciones, incluso anterior al nacimiento de la Humanidad) de los escritos de los Anunnaki («Aquellos Que del Cielo a la Tierra Vinieron»), los «dioses» de la antigüedad.

Como resultado de un siglo y medio de descubrimientos arqueológicos en las ruinas de las civilizaciones de la antigüedad, especialmente en Oriente Próximo, se han descubierto un gran número de estos primitivos textos; los hallazgos han revelado un gran número de textos desaparecidos -los llamados libros perdidos- que, o bien se mencionaban en los textos descubiertos, o se inferían a partir de ellos, o era conocida su existencia debido que habían sido catalogados en las bibliotecas reales o de los templos.

En ocasiones, los «secretos de los dioses» se revelaron en parte en relatos épicos, como en la Epopeya de Gilgamesh, que desvelan el debate que tuvo lugar entre los dioses y que llevó a la decisión de que la Humanidad pereciera en el Diluvio, o en un texto titulado Atra Hasis, que recuerda el motín de los Anunnaki que trabajaban en las minas de oro y que llevó a la creación de los Trabajadores Primitivos -los Terrestres. De cuando en cuando, los mismos líderes de los astronautas fueron los que crearon las composiciones; a veces, dictando el texto a un escriba, como en el titulado La Epopeya de Erra, en el cual uno de los dos dioses que desencadenaron la catástrofe nuclear intentó inculpar a su adversario; a veces, haciendo de escriba el mismo dios, como ocurre con el Libro de los Secretos de Thot (el dios egipcio del conocimiento), que el mismo dios había ocultado en una cámara subterránea.

Según la Biblia, cuando el Señor Dios Yahveh le dio los Mandamientos a su pueblo elegido, los inscribió en un principio por su propia mano en dos tablas de piedra que le entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Pero, después de que Moisés arrojara y rompiera estas tablas como respuesta al incidente del becerro de oro, las nuevas tablas las inscribió el mismo Moisés, por ambos lados, mientras permaneció en el monte durante cuarenta días y cuarenta noches, tomando al dictado las palabras del Señor.

Si no hubiera sido por un relato escrito en un papiro de la época del faraón egipcio Khufu (Keops) concerniente al Libro de los Secretos de Thot, no se habría llegado a conocer la existencia de ese libro. Si no hubiera sido por las narraciones bíblicas del Éxodo y el Deuteronomio, nunca habríamos sabido nada de las tablas divinas ni de su contenido; todo esto se habría convertido en parte de la enigmática colección de los «libros perdidos» cuya existencia nunca habría salido a la luz. Y no resulta tan doloroso el hecho de que, en algunos casos, sepamos que hayan existido determinados textos, como que su contenido permanezca en la oscuridad. Éste es el caso del Libro de las Guerras de Yahveh y del Libro de Jasher (el «Libro del Justo»), que se mencionan específicamente en la Biblia. En al menos dos casos, se puede inferir la existencia de libros antiguos (textos primitivos conocidos por el narrador bíblico).

l capítulo 5 del Génesis comienza con la afirmación «Éste es el libro del Toledoth de Adán», traduciéndose normalmente el término Toledoth como «generaciones», pero su significado más preciso es «registro histórico o genealógico». De hecho, a lo largo de milenios, han sobrevivido versiones parciales de un libro que se conoció como el Libro de Adán y Eva en armenio, eslavo, siriaco y etíope; y el Libro de Henoc (uno de los llamados libros apócrifos que no se incluyeron en la Biblia canónica) contiene fragmentos que, según los expertos, pertenecieron a un libro mucho más antiguo, el Libro de Noé.

Un ejemplo que se menciona con frecuencia sobre el gran número de libros perdidos es el de la famosa Biblioteca de Alejandría, en Egipto. Fundada por el general Tolomeo tras la muerte de Alejandro en el 323 a.C, se dice que contenía más de medio millón de «volúmenes», de libros inscritos en diversos materiales (arcilla, piedra, papiro, pergamino). Aquella gran biblioteca, donde los eruditos se reunían para estudiar el conocimiento acumulado, se quemó y fue destruida en las guerras que se desarrollaron entre el 48 a.C. y la conquista árabe, en el 642 d.C. Lo que ha quedado de sus tesoros es una traducción al griego de los cinco primeros libros de la Biblia hebrea, y fragmentos que se conservaron en los escritos de algunos de los eruditos residentes de la biblioteca.

Y es así como sabemos que el segundo rey Tolomeo comisionó, hacia el 270 a.C, a un sacerdote egipcio al que los griegos llamaron Manetón para que recopilara la historia y la prehistoria de Egipto. Al principio, escribió Manetón, sólo los dioses remaron allí; luego, los semidioses y, finalmente, hacia el 3100 a.C, comenzaron las dinastías faraónicas. Escribió que los reinados divinos comenzaron diez mil años antes del Diluvio y que se prolongaron durante miles de años, presenciándose en el último período batallas y guerras entre los dioses.

En los dominios asiáticos de Alejandro, donde el cetro cayó en manos del general Seleucos y de sus sucesores, también tuvo lugar un empeño similar por proporcionar a los sabios griegos un registro de los acontecimientos del pasado. Un sacerdote del dios babilónico Marduk, Beroso, con acceso a las bibliotecas de tablillas de arcilla, cuyo centro era la biblioteca del templo de Jarán (ahora en el sudeste de Turquía), escribió una historia de dioses y hombres en tres volúmenes que comenzaba 432.000 años antes del Diluvio, cuando los dioses llegaron a la Tierra desde los cielos. En una lista en la que figuraban los nombres y la duración de los reinados de los diez primeros comandantes, Beroso decía que el primer líder, vestido como un pez, llegó a la costa desde el mar. Era el que le daría la civilización a la Humanidad, y su nombre, pasado al griego, era Oannes.

Encajando muchos detalles, ambos sacerdotes hicieron entrega de relatos de dioses del cielo que habían venido a la Tierra, de un tiempo en que sólo los dioses reinaban en la Tierra y del catastrófico Diluvio. En los trozos y en los fragmentos conservados (en otros escritos contemporáneos) de los tres volúmenes, Beroso daba cuenta específicamente de la existencia de escritos anteriores a la Gran Inundación -tablillas de piedra que se ocultaron para salvaguardarlas en una antigua ciudad llamada Sippar, una de las ciudades originales que fundaran los antiguos dioses.

Aunque Sippar fue arrollada y arrasada por el Diluvio, al igual que el resto de las ciudades antediluvianas de los dioses, apareció una referencia a los escritos antediluvianos en los anales del rey asirio Assurbanipal (668-633 a.C). Cuando, a mediados del siglo XIX los arqueólogos descubrieron la antigua capital asiría de Nínive (hasta entonces, conocida sólo por el Antiguo Testamento), hallaron en las ruinas del palacio de Assurbanipal una biblioteca con los restos de alrededor de 25.000 tablillas de arcilla inscritas. Coleccionista asiduo de «textos antiguos», Assurbanipal hacía alarde en sus anales:
«El dios de los escribas me ha concedido el don del conocimiento de su arte; he sido iniciado en los secretos de la escritura; incluso puedo leer las intrincadas tablillas en sumerio; entiendo las palabras enigmáticas cinceladas en la piedra de los días anteriores a la Inundación».
Sabemos ahora que la civilización sumeria floreció en lo que es ahora Iraq casi un milenio antes de los inicios de la época faraónica en Egipto, y que ambas serían seguidas posteriormente por la civilización del Valle del Indo, en el subcontinente indio. También sabemos ahora que los sumerios fueron los primeros en plasmar por escrito los anales y los relatos de dioses y hombres, de los cuales todos los demás pueblos, incluidos los hebreos, obtuvieron los relatos de la Creación, de Adán y Eva, Caín y Abel, el Diluvio y la Torre de Babel; y de las guerras y los amores de los dioses, como se reflejaron en los escritos y los recuerdos de los griegos, los hititas, los cananeos, los persas y los indoeuropeos. Como atestiguan todos estos antiguos escritos, sus fuentes fueron aún más antiguas; algunas descubiertas, muchas perdidas.

El volumen de estos primitivos escritos es asombroso; no miles, sino decenas de miles de tablillas de arcilla se han descubierto en las ruinas del Oriente Próximo de la antigüedad. Muchas tratan o registran aspectos de la vida cotidiana, como acuerdos comerciales o salarios de los trabajadores, o registros matrimoniales. Otros, descubiertos principalmente en las bibliotecas palaciegas, conforman los Anales Reales; otros más, descubiertos en las ruinas de las bibliotecas de los templos o en las escuelas de escribas, conforman un grupo de textos canónicos, de literatura sagrada, que se escribieron en lengua sumeria y se tradujeron después al acadio (la primera lengua semita) y, más tarde, a otras lenguas de la antigüedad. E, incluso, en estos escritos primitivos, que se remontan a casi seis mil años, encontramos referencias a «libros» (textos inscritos en tablillas de piedra) perdidos.

Entre los hallazgos increíbles (pues decir «afortunados» no transmitiría plenamente la idea de milagro) realizados en las ruinas de las ciudades de la antigüedad y en sus bibliotecas, se encuentran unos prismas de arcilla donde aparece información de los diez soberanos antediluvianos y de sus 432.000 años de reinado, una información a la que ya aludía Beroso. Conocidas como las Listas de los Reyes Sumerios (y exhibidas en el Museo Ashmolean de Oxford, Inglaterra), sus distintas versiones no dejan lugar a duda de que los compiladores sumerios tuvieron acceso a cierto material común o canónico de textos primitivos. Junto con otros textos, igualmente antiquísimos, descubiertos en diversos estados de conservación, estos textos sugieren rotundamente que el cronista original de la Llegada, así como de los acontecimientos que la precedieron y la siguieron, había sido uno de aquellos líderes, un participante clave, un testigo presencial.

Ese testigo presencial de los acontecimientos y participante clave en ellos era el líder que había amerizado con el primer grupo de astronautas. En aquel momento, su nombre-epíteto era E.A., «Aquel Cuyo Hogar Es Agua», y sufrió la amarga decepción de que el mando de la Misión Tierra se le diera a su hermanastro y rival EN.LIL («Señor del Mandato»), una humillación que no quedaría suficientemente mitigada con la concesión del título de EN.KI, «Señor de la Tierra».

Relegado de las ciudades de los dioses y de su espaciopuerto en el E.DIN («Edén») para supervisar la extracción de oro en el AB.ZU (África sudoriental), Ea/Enki fue, además de un gran científico, el que descubrió a los homínidos que habitaban aquellas zonas. Y, de este modo, cuando se amotinaron y dijeron «¡Ya basta!» los Anunnaki que trabajaban en las minas, fue él quien pensó que la mano de obra que necesitaban se podía conseguir adelantándose a la evolución por medio de la ingeniería genética; y así apareció el Adam (literalmente, «El de la Tierra», el Terrestre). Como híbrido que era, el Adán no podía procrear; pero los acontecimientos de los que se hace eco el relato bíblico de Adán y Eva en el Jardín del Edén dan cuenta de la segunda manipulación genética de Enki, que añadió los genes cromosómicos extras necesarios para la procreación.

Y cuando la Humanidad, al proliferar, resultó no adecuarse a lo que tenían previsto los dioses, fue él, Enki, el que desobedeció el plan de su hermano Enlil de dejar que la Humanidad pereciera en el Diluvio, unos acontecimientos en los que el héroe humano recibió el nombre de Noé en la Biblia, y Ziusudra en el texto sumerio original, más antiguo.
Ea/Enki era el primogénito de Anu, soberano de Nibiru, y como tal estaba versado en el pasado de su planeta (Nibiru) y de sus habitantes. Científico competente, Enki legó los aspectos más importantes de los avanzados conocimientos de los Anunnaki a sus dos hijos, Marduk y Nin-gishzidda (que, como dioses egipcios, eran conocidos allí como Ra y Thot respectivamente). Pero también jugó un papel fundamental al compartir con la Humanidad ciertos aspectos de tan avanzados conocimientos, enseñándoles a individuos seleccionados los «secretos de los dioses».

En al menos dos ocasiones, estos iniciados plasmaron por escrito (tal como se les indicó que hicieran) aquellas enseñanzas divinas como legado de la Humanidad. Uno de ellos, llamado Adapa, y probablemente hijo de Enki con una hembra humana, es conocido por haber escrito un libro titulado Escritos referentes al Tiempo -uno de los libros perdidos más antiguos. El otro, llamado Enmeduranki, fue con toda probabilidad el prototipo del Henoc bíblico, aquel que fue elevado al cielo después de confiar a sus hijos el libro de los secretos divinos, y del cual posiblemente haya sobrevivido una versión en el extrabíblico Libro de Henoch.

A pesar de ser el primogénito de Anu, Enki no estaba destinado a ser el sucesor de su padre en el trono de Nibiru. Unas complejas normas sucesorias, reflejo de la convulsa historia de los nibiruanos, le daba ese privilegio al hermanastro de Enki, Enlil. En un esfuerzo por resolver este agrio conflicto, Enki y Enlil terminaron en una misión en un planeta extraño -la Tierra-, cuyo oro necesitaban para crear un escudo que preservara la cada vez más tenue atmósfera de Nibiru. Fue en este marco, complicado aún más con la presencia en la Tierra de su hermanastra Ninharsag (la oficial médico jefe de los Anunnaki), donde Enki decidió desafiar los planes de Enlil de hacer que la Humanidad pereciera en el Diluvio.

El conflicto siguió adelante entre ambos hermanastros, e incluso entre sus nietos; y el hecho de que todos ellos, y especialmente los nacidos en la Tierra, se enfrentaran a la pérdida de longevidad que el amplio período orbital de Nibiru les proporcionaba incrementó aún más las angustias personales y agudizó las ambiciones. Y todo esto culminó en el último siglo del tercer milenio a.C, cuando Marduk, primogénito de Enki con su esposa oficial, proclamó que él, y no el primogénito de Enlil, Ninurta, debía heredar la Tierra. El amargo conflicto, que supuso el desarrollo de una serie de guerras, llevó al final a la utilización de armas nucleares; aunque no intencionado, el resultado de todo ello fue el hundimiento de la civilización sumeria.

La iniciación de individuos escogidos en los «secretos de los dioses» marcó los inicios del Sacerdocio, los linajes de mediadores entre los dioses y el pueblo, los transmisores de la Palabra Divina a los mortales terrestres. Los oráculos (interpretaciones de los pronunciamientos divinos) se mezclaron con la observación de los cielos en busca de augurios. Y a medida que la Humanidad se vio arrastrada a tomar parte en los conflictos de los dioses, la Profecía comenzó a jugar su papel. De hecho, la palabra para designar a estos portavoces de los dioses que proclamaban lo que iba a pasar, Nabih, era el epíteto del hijo primogénito de Marduk, Nabu, que en nombre de su padre, exiliado, intentó convencer a la Humanidad de que los signos celestes indicaban la inminente supremacía de Marduk.

Este estado de cosas llevó a la necesidad de diferenciar entre Suerte y Destino. Las promulgaciones de Enlil, y a veces incluso de Anu, que siempre habían sido incuestionables, se veían sujetas ahora al examen de la diferencia entre NAM (el Destino, como las órbitas planetarias, cuyo curso está determinado y no se puede cambiar) y NAM.TAR, literalmente, el destino que puede ser torcido, roto, cambiado (que era la Suerte o el Hado). Revisando y rememorando la secuencia de los acontecimientos, y el paralelismo aparente entre lo que había sucedido en Nibiru y lo que había ocurrido en la Tierra, Enki y Enlil comenzaron a ponderar filosóficamente lo que, ciertamente, estaba destinado y no se podía evitar, y el hado que venía como consecuencia de decisiones acertadas o equivocadas y del libre albedrío. Éstas no se podían predecir, mientras que las primeras se podían anticipar (especialmente, si eran cíclicas, como las órbitas planetarias; si lo que fue volvería a ser, si lo Primero también sería lo Último).

Las consecuencias climáticas de la desolación nuclear agudizaron el examen de conciencia entre los líderes de los Anunnaki y llevaron a la necesidad de explicar a las devastadas masas humanas por qué había ocurrido aquello. ¿Había sido cosa del destino, o había sido el resultado de un error de los Anunnaki? ¿Había algún responsable, alguien que tuviera que rendir cuentas?

En las reuniones de los Anunnaki en las vísperas de la calamidad, fue Enki el único que se opuso a la utilización de las armas prohibidas. De ahí la importancia que tuvo para Enki explicar a los supervivientes qué había sucedido en la saga de los extraterrestres que, a pesar de sus buenas intenciones, habían terminado siendo tan destructores. ¿Y quién, sino Ea/Enki, que había sido el primero en llegar y presenciarlo todo, era el más cualificado para relatar el Pasado, con el fin de poder adivinar el Futuro? Y la mejor forma de relatarlo todo era en un informe, escrito en primera persona por el mismo Enki.
Es cierto que hizo una autobiografía, por lo que se deduce de un largo texto (pues se extiende al menos en doce tablillas) descubierto en la biblioteca de Nippur, donde se cita a Enki diciendo:
Cuando llegué a la Tierra, había mucho inundado.
Cuando llegué a sus verdes praderas, montículos y cerros se levantaron a mis órdenes.
En un lugar puro construí mi hogar, un nombre adecuado le di.
Este largo texto continúa diciendo que Ea/Enki asignó tareas a sus lugartenientes, poniendo en marcha su Misión en la Tierra.

Otros muchos textos, que relatan diversos aspectos del papel de Enki en los acontecimientos que siguieron sirven para completar el relato de Enki; entre ellos hay una cosmogonía, una Epopeya de la Creación, en cuyo núcleo se halla el propio texto de Enki, que los expertos llaman La Génesis de Eridú. En ellos, se incluyen descripciones detalladas del diseño del Adán, y cuentan cómo otros Anunnaki, varón y hembra, llegaron hasta Enki en su ciudad de Eridú para obtener de él el ME, una especie de disco de datos donde se hallaban codificados todos los aspectos de la civilización; y también hay textos de la vida privada y de los problemas personales de Enki, como el relato de sus intentos por conseguir tener un hijo con su hermanastra Ninharsag, sus promiscuas relaciones tanto con diosas como con las Hijas del Hombre y las imprevistas consecuencias que se derivaron de todo ello.

El texto del Atra Hasis arroja luz sobre los esfuerzos de Anu por prevenir un estallido de las rivalidades Enki-Enlil al dividir los dominios de la Tierra entre ellos; y los textos que registran los acontecimientos que precedieron al Diluvio reflejan casi palabra por palabra los debates del Consejo de los Dioses sobre la suerte de la Humanidad y el subterfugio de Enki conocido como el relato de Noé y el arca, relato conocido sólo por la Biblia, hasta que se encontró una de sus versiones originales mesopotámicas en las tablillas de la Epopeya de Gilgamesh.

Las tablillas de arcilla sumerias y acadias, las bibliotecas de los templos babilónicos y asirios, los «mitos» egipcios, hititas y cananeos, y las narraciones bíblicas forman el cuerpo principal de memorias escritas de los asuntos de dioses y hombres. Y por primera vez en la historia, este material disperso y fragmentado ha sido reunido y utilizado, de la mano de Zecharia Sitchin, para recrear el relato presencial de Enki, los recuerdos autobiográficos y las penetrantes profecías de un dios extraterrestre.

Presentado como un texto que hubiera dictado Enki a un escriba escogido, un Libro Testimonial para ser desvelado en el momento apropiado, trae a la mente las instrucciones de Yahveh al profeta Isaías (siglo vii a.C):
Ahora ven,
escríbelo en una tablilla sellada,
grábalo como un libro;
para que sea un testimonio hasta el último día,
un testimonio para siempre.
Isaías 30,8
Al tratar del pasado, el mismo Enki percibió el futuro. La idea de que los Anunnaki, ejercitando el libre albedrío, eran señores de su suerte (así como de la suerte de la Humanidad) desembocó, en última instancia, en la constatación de que se trataba de un Destino que, después de todo lo dicho y hecho, determinaba el curso de los acontecimientos; y, por tanto, como reconocieron los profetas hebreos, lo Primero será lo Último.

El registro de los acontecimientos dictado por Enki se convierte, así pues, en el fundamento de la Profecía, y el Pasado se convierte en Futuro.

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ATESTACIÓN
Palabras de Endubsar, escriba maestro, hijo de la ciudad de Eridú, sirviente del señor Enki, el gran dios.

En el séptimo año después de la Gran Calamidad, en el segundo mes, en el decimoséptimo día, fui citado por mi maestro el Señor Enki, el gran dios, benévolo creador de la Humanidad, omnipotente y misericordioso.

Yo estaba entre los supervivientes de Eridú que habían escapado a la árida estepa cuando el Viento Maligno se estaba acercando a la ciudad.

Y vagué por el desierto, buscando ramas secas para hacer fuego. Y miré hacia arriba y he aquí que un Torbellino llegó desde el sur. Tenía un resplandor rojizo, y no hacía sonido alguno. Y cuando tocó el suelo, salieron de su vientre cuatro largos pies y el resplandor desapareció. Y me arrojé al suelo y me postré, pues sabía que era una visión divina.

Y cuando levanté mis ojos, había dos emisarios divinos cerca de mí.

Y tenían rostros de hombres, y sus vestidos brillaban como metal bruñido. Y me llamaron por mi nombre y me hablaron, diciendo: Has sido citado por el gran dios, el señor Enki. No temas, pues has sido bendecido. Y estamos aquí para llevarte a lo alto, y llevarte hasta su retiro en la Tierra de Magan, en la isla en medio del Río de Magan, donde están las compuertas.

Y mientras hablaban, el Torbellino se elevó como un carro de fuego y se fue. Y me tomaron de las manos, cada uno de ellos de una mano. Y me elevaron y me llevaron velozmente entre la Tierra y los cielos, igual que se remonta el águila. Y pude ver la tierra y las aguas, y las llanuras y las montañas. Y me dejaron en la isla, ante la puerta de la morada del gran dios. Y en el momento en que me soltaron de las manos, un resplandor como nunca había visto me envolvió y me abrumó, y caí al suelo como si hubiera quedado vacío del espíritu de vida.

Mis sentidos vitales volvieron a mí, como si despertara del más profundo de los sueños, por el sonido de mi nombre al llamarme. Estaba en una especie de recinto. Estaba oscuro, pero también había un aura. Entonces, la más profunda de las voces pronunció mi nombre otra vez.

Y, aunque pude escucharla, no hubiera sabido decir de dónde venía la voz, ni pude ver quién era el que hablaba. Y dije, aquí estoy.

Entonces, la voz me dijo: Endubsar, descendiente de Adapa, te he escogido para que seas mi escriba, para que pongas por escrito mis palabras en las tablillas.

Y de pronto apareció un resplandor en una parte del recinto. Y vi un lugar dispuesto como el lugar de trabajo de un escriba: una mesa de escriba y un taburete de escriba, y había piedras finamente labradas sobre la mesa. Pero no vi tablillas de arcilla ni recipientes de arcilla húmeda. Y sobre la mesa sólo había un estilo, y éste relucía en el resplandor como no lo hubiera podido hacer ningún estilo de caña.

Y la voz volvió a hablar, diciendo: Endubsar, hijo de la ciudad de Eridú, mi fiel sirviente. Soy tu señor Enki. Te he convocado para que escribas mis palabras, pues estoy muy turbado por la Gran Calamidad que ha caído sobre la Humanidad. Es mi deseo registrar el verdadero curso de los acontecimientos, para que tanto dioses como hombres sepan que mis manos están limpias. Desde el Gran Diluvio, no había caído una calamidad tal sobre la Tierra, los dioses y los terrestres. Pero el Gran Diluvio estaba destinado a suceder, no así la gran calamidad. Ésta, hace siete años, no tenía que haber ocurrido. Se podía haber evitado, y yo, Enki, hice todo lo que pude por impedirla; pero, ¡ay!, fracasé. ¿Y fue hado o fue destino?

El futuro juzgará, pues al final de los días un Día del Juicio habrá. En ese día, la Tierra temblará y los ríos cambiarán su curso, y habrá oscuridad al mediodía y un fuego en los cielos por la noche, será el día del regreso del dios celestial. Y habrá quien sobreviva y quien perezca, quien sea recompensado y quien sea castigado, dioses y hombres por igual, en ese día se descubrirá; pues lo que venga a suceder, por lo que ha sucedido será determinado; y lo que estaba destinado, en un ciclo será repetido, y lo que fue fruto del hado y ocurrió sólo por la voluntad del corazón, para bien o para mal vendrá a ser juzgado.

La voz cayó en el silencio; después, el gran señor habló de nuevo, diciendo: Es por esta razón que contaré el relato veraz de los Principios y de los Tiempos Previos y de los Tiempos de Antaño; pues, en el pasado, el futuro se halla oculto. Durante cuarenta días y cuarenta noches, yo hablaré y tú escribirás; cuarenta será la cuenta de los días y las noches de tu trabajo aquí, pues cuarenta es mi número sagrado entre los dioses. Durante cuarenta días y cuarenta noches, no comerás ni beberás; sólo esta onza de pan y agua tomarás, y te mantendrá durante todo tu trabajo.

Y la voz se detuvo, y de pronto apareció un resplandor en otra parte del recinto. Y vi una mesa y, sobre ella, un plato y una copa. Y me levan te para ir allí, y había pan en el plato y agua en la copa.

Y la voz del gran señor Enki habló de nuevo, diciendo: Endubsar, come el pan y bebe el agua, y te mantendrás durante cuarenta días y cuarenta noches. E hice como me indicó. Y después, la voz me indicó que me sentara ante la mesa de escriba, y el resplandor se intensificó allí. No pude ver ninguna puerta ni abertura donde me encontraba, sin embargo el resplandor era tan fuerte como el del sol del mediodía.

Y la voz dijo: Endubsar el escriba, ¿qué ves?

Y miré y vi el resplandor que iluminaba la mesa, las piedras y el estilo, y dije: Veo unas tablillas de piedra, y su tono es de un azul tan puro como el cielo. Y veo un estilo como nunca antes había visto, su cuerpo no parece de caña, y su punta tiene la forma de una garra de águila.

Y la voz dijo: Son éstas las tablillas sobre las cuales inscribirás mis palabras. Por expreso deseo mío, se han tallado del más fino lapislázuli, cada una de ellas con dos caras lisas. Y el estilo que ves es la obra de un dios, el cuerpo está hecho de electro y la punta de cristal divino. Se adaptará firmemente a tu mano, y te será tan fácil grabar con él como marcar sobre arcilla húmeda. En dos columnas inscribirás la cara frontal, en dos columnas inscribirás el dorso de cada tablilla de piedra. ¡No te desvíes de mis palabras y mis declaraciones!

Y hubo una pausa, y yo toqué una de las piedras, y sentí su superficie como una piel lisa, suave al tacto. Y tomé el estilo sagrado, y lo sentí como una pluma en mi mano.

Y, después, el gran dios Enki comenzó a hablar, y yo empecé a escribir sus palabras, exactamente como las decía. A veces, su voz era fuerte; a veces, casi un susurro. A veces, había gozo u orgullo en su voz; a veces, dolor o angustia. Y cuando una tablilla quedaba inscrita en todas sus caras, tomaba otra para continuar.

Y cuando fueron dichas las últimas palabras, el gran dios se detuvo, y pude escuchar un gran suspiro. Y dijo: Endubsar, mi sirviente, durante cuarenta días y cuarenta noches has anotado fielmente mis palabras. Tu trabajo aquí ha terminado. Ahora, toma otra tablilla, y en ella escribirás tu propia atestación; y al final de ella, como testigo, márcala con tu sello; y toma la tablilla y ponla junto con las otras en el cofre divino; pues, en el momento designado, los escogidos vendrán hasta aquí y encontrarán el cofre y las tablillas, y sabrán todo lo que yo te he dictado a ti; y que el relato veraz de los Principios, los Tiempos Previos, los Tiempos de Antaño y la Gran Calamidad será conocido en lo sucesivo como Las Palabras del Señor Enki. Y habrá un Libro de Testimonios del pasado, y un Libro de dicciones del futuro, pues el futuro en el pasado se halla, y lo primero también será lo último.

Y hubo una pausa, y tomé las tablillas y las puse una a una en el orden correcto dentro del cofre. Y el cofre estaba hecho de madera de acacia con incrustaciones de oro en el exterior.

Y la voz de mi señor dijo: Ahora, cierra la tapa del cofre y fija el cierre. E hice como se me indicó.

Y hubo otra pausa, y mi señor Enki dijo: Y en cuanto a ti, Endubsar, con un gran dios has hablado y, aunque no me has visto, en mi presencia has estado. Por tanto, estás bendecido, y serás mi portavoz ante el pueblo. Los amonestarás para que sean justos, pues en ello estriba una buena y larga vida. Y los confortarás, pues en el plazo de setenta años se reconstruirán las ciudades y las cosechas volverán a crecer. Habrá paz, pero también habrá guerras. Nuevas naciones se harán poderosas, reinos se elevarán y caerán. Los dioses de antaño se apartarán, y nuevos dioses decretarán los hados. Pero al final de los días prevalecerá el destino, y ese futuro se predice en mis palabras acerca del pasado. De todo ello, Endubsar, a la gente le hablarás.

Y hubo una pausa y un silencio. Y yo, Endubsar, me postré en el suelo y dije: Pero, ¿cómo sabré qué decir?
Y la voz del señor Enki dijo: Habrá señales en los cielos, y las palabras que tengas que pronunciar vendrán a ti en sueños y en visiones. Y, después de ti, habrá otros profetas escogidos. Y al final, habrá una Nueva Tierra y un Nuevo Cielo, y ya no habrá más necesidad de profetas.

Y, entonces, se hizo el silencio, y las auras se extinguieron, y el espíritu me dejó. Y cuando recobré los sentidos, estaba en los campos de los alrededores de Eridú.

Sello de Endubsar, escriba maestro
por Zecharia Sitchin
fuente/Veritas-Boss

Un terremoto de magnitud 5.0 en la escala de Richter sacude Nicaragua.


Hay una alerta sobre si el terremoto haya activado o no las fallas que generaron el terremoto que arrasó la ciudad de Managua en el año 1972.


Corría el año 1972...

domingo, 13 de abril de 2014

Anomalías aéreas de No Identificados de los últimos días.

Egiptología. Evidencia de Tecnología en el antiguo Egipto.


Disclose.tv

El CERN halla una partícula subatómica que no encaja en el esquema tradicional.

Se trata de un hadrón exótico formado al menos por cuatro quarks, en lugar de los dos o tres habituales

El experimento LHCb, que se desarrolla en el CERN (Ginebra, Suiza), ha demostrado definitivamente la existencia de un hadrón exótico, que a diferencia de lo que es habitual, no está formado por dos ni por tres quarks, sino al menos por cuatro, en concreto dos quarks y dos antiquarks. Los resultados confirman experimentos anteriores, pero con una evidencia abrumadora.

Los hadrones o partículas formadas por quarks, la materia que compone los átomos y a nosotros mismos, se clasifican en dos tipos: bariones (formados por tres quarks, como el protón y el neutrón del núcleo del átomo) y mesones (formados por un par quark-antiquark, su antipartícula).

Sin embargo, la colaboración LHCb del CERN (Ginebra, Suiza) ha encontrado una evidencia incontrovertible de que existe una partícula, llamada Z(4430), con una masa aproximadamente cuatro veces la del protón, que tiene al menos cuatro quarks, dos quarks y dos antiquarks para ser exactos. Es decir, que no encaja en el esquema tradicional.

La evidencia hecha pública ayer miércoles confirma un resultado anterior del experimento Belle (2008), pero ahora con una evidencia abrumadora. Los investigadores de LHCb han analizado más de 25.000 desintegraciones de mesones B, y los datos indican que Z(4430) se trata de un estado cuántico, una partícula verdadera, con un nivel de significancia estadística cercano a 14 sigma (la evidencia de que se trata de una verdadera observación y no el resultado de algún error en la medida).

Como explica Bernardo Adeva, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) participante en el experimento LHCb, en la nota de prensa del Centro nacional de física de Partículas (CPAN), se han encontrado evidencias "de nuevas formas de agregación de la materia, estados 'moleculares' constituidos por quarks más complejos de los que hasta ahora se conocían, que algunos denominan tetraquarks. Dos de los quarks que componen este nuevo estado son del tipo charm (encanto, en inglés)".

"El resultado tiene gran importancia en el estudio de la cromodinámica cuántica (QCD), que estudia las interacciones fuertes o nucleares", continúa el investigador. La fuerza fuerte es una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza, que permite que el núcleo atómico se mantenga unido.









Aspectos nuevos

"Existían algunas conjeturas sobre la existencia de este tipo de estados exóticos", añade. Aunque el hallazgo no rompe con la teoría de QCD, revela aspectos de la teoría que ahora sabemos no son puramente especulativos, e impulsa enormemente la investigación teórica en esta dirección".

En este sentido, atendiendo a la relativamente elevada masa de este estado (del orden de la de un núcleo ligero), y a pesar de que no se trate de un barión (los núcleos del átomo están hechos de bariones: protones y neutrones), "el hallazgo concierne también al campo de la física nuclear o hadrónica".

La colaboración LHCb está formada por 670 científicos de 65 instituciones y 15 países, entre ellos España. Además de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, participan científicos de la Universidad de Barcelona y la Universidad Ramón Llull. Recientemente se han incorporado a la colaboración investigadores del Instituto de Física Corpuscular (IFIC, CSIC-UV). La participación española en el LHC se coordina y promueve desde el CPAN (Centro nacional de física de Partículas, Astropartículas y Nuclear).


fuente/ Teendencias21