jueves, 23 de abril de 2015

¿Ya es posible curar las células cancerosas?

Científicos estadounidenses han descubierto que una proteína es capaz de sanar las células cancerosas del páncreas. Según ellos, las células "reprogramadas" pierden su capacidad de formar tumores.

¿Ya es posible curar las células cancerosas?
nih.gov

Científicos del Instituto de investigación médica Sanford-Burnham, de EE.UU. afirman que la proteína E47 se une a secuencias específicas de ADN y controla el trabajo de los genes implicados en los procesos de crecimiento y diferenciación celular, informa Medical Press.
"Hemos demostrado que las células tumorales en el páncreas disponen de una memoria genética, y al ser expuestas al E47 pueden sanar", explica la autora principal del estudio, Pamela Itkin-Ansari.
Ahora los científicos planean encontrar las sustancias que trabajan para aumentar la cantidad de proteína E47. Si se encuentran, podrían ser utilizadas en nuevos medicamentos contra el cáncer.
fuente/RT

Chile decreta Estado de Excepción Constitucional por erupción de volcán Calbuco.Y además, se filma un ONVI-UFO.



miércoles, 22 de abril de 2015

Campos de Tulipanes vistos a Ojo de Dron.

Romper la Barrera del Sonido.

¿Qué es el cono que forma un avión al romper la barrera del sonido?

¿Qué es el cono que forma un avión al romper la barrera del sonido?

Lo habrás visto más de una vez: un avión rompiendo la barrera del sonido y dejando detrás una especie de cono neblinoso. Hace poco veíamos como un F18 "Hornet" alcanzaba velocidades transónicas sobre la cubierta de un portaaviones. Es un fenómeno conocido, pero ¿por qué ocurre?

Mira cómo un F18 rompe la barrera del sonido sobre un portaaviones.



El F/A 18 Hornet es uno de los aviones más míticos de la historia de la aviación moderna. 

En ese vídeo se aprecia claramente el cono detrás del F18 y cómo desaparece rápidamente una vez el avión se aleja a toda velocidad. La explicación viene determinada, en parte, por lasingularidad de Prandtl-Glauert y para ello es necesario hacer antes un breve ejercicio de historia.

Una historia que se remonta, ni más ni menos, a los mismos principios de la aviación, cuandolos hermanos Wright consiguieron realizar un vuelo de apenas unos segundos en los comienzos del siglo XX. Desde ahí, la obsesión del ser humano con respecto a la aviación fue una sola: ir cada vez más rápido.

La cuestión es que a pesar de los múltiples avances pronto llegaron a una velocidad de la que aparentemente no podían pasar y puesto que estaba muy cerca de los 340 metros por segundo, pronto recibió un nombre apropiado: la barrera del sonido. Por si fuera poco, algunas teorías acerca de las velocidades subsónicas de la época mantenían que el aire era incompresible, así que a más velocidad, más resistencia, hasta llegar a una hipotética resistencia infinita para lo cual haría falta un motor de potencia infinita (que, por desgracia, no existe).

Eso es, precisamente, la singularidad de Prandtl-Glauert. La cuestión sin embargo es que el aire efectivamente y como sabemos sí se comprime y de hecho una vez superada la barrera del sonido esa resistencia no sólo deja de crecer, sino que decrece, tal y como se expresa:
¿Qué es el cono que forma un avión al romper la barrera del sonido?
A lo que íbamos: cuando un avión se mueve a una velocidad subsónica, las ondas se mueven tanto por delante (porque el sonido va más rápido que él), como por por detrás. Conforme se acerca a la velocidad del sonido, las ondas, dicho mal y pronto "tienen menos tiempo para viajar por delante de él" y se forma un cono. Un cono de presión. 

Las ondas de sonido se comprimen por delante de él y se expanden por detrás. Conforme aumente la velocidad el cono se hará más afilado, que es lo que se conoce como el cono de Mach.

¿Qué es el cono que forma un avión al romper la barrera del sonido?
Cuando se "rompe" la barrera de choque hay un cambio de presión muy brusco y se libera toda la energía acumulada en la punta del cono, que es lo que provoca la explosión (el sonido es a fin de cuentas una diferencia de presión). Esa caída brusca de la presión y por tanto de la densidad y de la temperatura, hace que la humedad presente en el aire se condense y se forme ese cono, que guarda por tanto la misma forma que el cono de Mach, y forme a su vez el vapor de agua condensada. 

Cuando desaparece esa variación brusca de presión todo vuelve a la normalidad y el cono de aire condensado se desvanece. En el vídeo puede verse como ocurre varias veces.

¿Es necesario romper la barrera del sonido para ver la aparición del cono? Sí y no. Normalmente coinciden, pero si la humedad del aire es particularmente alta puede aparecer también en vuelos subsónicos. 

fuente/Gizmodo

Si copiasen nuestro cerebro y lo pusiesen en un clon ¿seguiríamos siendo nosotros?


Me siento siempre yo. El mismo yo. Cambio pero no en esencia. Si se realiza una copia de mi mente ¿sigo siendo yo? ¿hay más de un yo?

El yo es la esencia de la conciencia. Soy yo desde que nací. Es cierto, he cambiado, pero básicamente soy el mismo. Solo hay un yo. No hay otro como yo. Y no hay dos yo dentro de mí. El yo es único y es constante en el tiempo. A su vez la distinción entre yo y el mundo es nítida, una frontera clara.

El yo es un concepto psicológico fundamental. Cuando el yo se rompe, la enfermedad mental es devastadora. En la esquizofrenia, los sujetos no tienen claro si son el mismo yo de siempre. Sienten que algo esencial ha cambiado. A su vez se ven influidos por el exterior, oyen voces que les condicionan y obligan. La experiencia es siempre aterradora. Lo más esencial se hunde y no hay a qué agarrarse. Están enajenados, alienados, no son yo, son otro.

Si analizamos bien el yo, veremos que es una ilusión. Una ilusión que el cerebro necesita. Un conjunto de procesos mentales separados que parecen otorgar una unidad a la conciencia, a mí mismo.

¿Es continuo el yo? Es antigua pregunta filosófica que se puede actualizar con las nuevas tecnologías.

¿Soy siempre yo?

Cuando duermo y despierto ¿soy el mismo yo? ¿hay una continuidad? La apariencia es que hay una ruptura. Y podríamos pensar que una persona se duerme y otra distinta se despierta. Sin embargo, es claro que la continuidad está en el cerebro, no en la conciencia. El cerebro se mantiene, la continuidad física existe, aunque la mental se pierda (aunque poco sabemos del sueño y deberíamos considerarlo un estado especial de conciencia).

Con el paso del tiempo ¿sigo siendo yo? La pregunta puede referirse a cualquier cosa. La formularon los filósofos griegos en el llamado barco de Teseo o paradoja de Teseo. Si una vela se rompe en el barco de Teseo y se reemplaza por otra nueva, deberíamos seguir considerándolo el mismo barco ¿no? Y si con el tiempo hemos cambiado todas sus partes ¿seguirá siendo el barco de Teseo? En el caso humano comer significa, entre otras cosas, aportar sustancias que reemplazan a las deterioradas. Cada ciertos años hemos cambiado todo nuestro cuerpo. ¿Seguimos siendo nosotros mismos? El filósofo griego Heráclito postuló que no. “Nada es, todo fluye“. No podemos bañarnos dos veces en el mismo río porque ni nosotros ni el río somos ya los mismos.

El ejemplo tecnológico más usado para cuestionar la continuidad del yo es el famoso transportador de la nave Enterprise en Star Trek. Un individuo se introduce en una cabina, desaparece y aparece en otro lugar. En la ficción la continuidad se mantiene. El mismo yo en otro sitio.

Copias y originales

Supongamos que los átomos se destruyen en el origen y se crean en el destino. ¿Hemos muerto y revivido? En ese caso, ¿no se trata de una copia y la destrucción del original? Y si es así, ¿se podría mantener el original y la copia? Entonces ¿quién es yo?

El problema de la copia y el original casi ha pasado a ser inexistente en el mundo digital. ¿Qué es un original? Si dos copias son idénticas ¿cuál es la buena? Y si tenemos dos clones de las misma persona ¿cuál es el original? Me temo que tendremos que admitir que son dos seres distintos y ninguno tiene más derechos que el otro.

En el proceso de datos de las grandes empresas, los servidores son críticos y no pueden detenerse. Para evitarlo se usan herramientas de “Alta Disponibilidad” ¿En qué consisten?
En un primer momento se usaron las cintas. El servidor se paraba, se realizaba una copia de los datos, esta copia se enviaba a otro centro y el servidor se rearrancaba. Es importante considerar varios puntos. Hay que parar el servidor o hacer un foto fija de él, un snapshot. En cuanto el servidor reanuda su actividad, la copia está desactualizada. Si se restaura la copia en otro servidor, tenemos dos copias activas, dos ordenadores distintos que pretenden ser el mismo.

Los métodos de respaldo han mejorado mucho, pero los problemas básicos son los mismos. Puedo realizar una copia cada segundo, pero siempre estará un segundo desactualizada. Si arranco los dos ordenadores, tengo que resolver el problema de identidad ya que los ordenadores clientes pueden dirigirse por error a la copia y no al original.

“El problema de la copia y el original casi ha pasado a ser inexistente en el mundo digital”
¿Es todo esto distinto del transportador del Enterprise? No, en esencia el problema es el mismo. Pero vayamos un poco más allá.

¿Podremos descargar un cerebro y cargarlo en otro? La respuesta es no. Aquí el problema es otro. No hay hardware ni software en el cerebro. El cerebro no es un hardware en el que cargo la experiencia vital que es el software. El cableado del cerebro es la experiencia. El harware lo es todo. De forma que un cerebro no está vacío. Trasplantar la experiencia de un cerebro a otro es recrear el cerebro por completo.

Si algún día podemos simular el cerebro, ¿podremos descargar el cerebro y cargarlo en un ordenador? En este caso la situación cambia. Si fuéramos capaces es porque el ordenador sería igual funcionalmente aunque materialmente distinto. Supongamos que podemos. ¿ Tendríamos dos yos? El problema es muy parecido a las copias de seguridad de los servidores. Serían dos yos distintos, uno biológico y otro digital y, a menos que pudiéramos controlar la copia continua, el yo digital reclamaría su existencia y comenzaría a ser autónomo. Quizá nos dijera, “no hagáis caso de ese cerebro biológico, yo soy el auténtico yo”.

Naturalmente esto plantea el tema de la inmortalidad. Trasplantar el cerebro y sus vivencias a un cuerpo nuevo o a un ser digital. O a un ser híbrido, un cyborg. Entonces, ¿seguiría manteniendo la ilusión del yo? ¿Seguiría siendo yo?

fuente del texto/sinapsis-aom.blogspot.com.es/2015/04/si-copiasen-nuestro-cerebro-y-lo.html

martes, 21 de abril de 2015

¿Viven los Alienígenas entre nosotros? y Abducción en el Dorado.

¿Podrían ser efectos observables de actividad extraterrestre ciertos avistamientos, abducciones y fenómenos inexplicados? No se trata de fantasías, sino de escenarios factibles sobre los cuales algunos investigadores científicos especulan y ejercen una crítica racional. Algunos cálculos apuntan que por cada civilización de un desarrollo similar a la humana, podría haber decenas de millones de otras mucho más avanzadas y de dimensiones galácticas.
OVNI extraterrestre alienígena infiltrado
Si alguien le dijera que un equipo de alienígenas sabe de usted más que su familia y sus amigos más íntimos, probablemente sonreiría mientras piensa que esa persona debería ver a un psiquiatra. Sus sospechas aumentarían si su interlocutor añadiera que es posible que dichos extraterrestres puedan reprogramar en parte su mente y hasta ciertas condiciones de su entorno, sin que usted advierta el mínimo indicio de su actividad.



Sin embargo, este escenario no es fruto de ninguna fantasía delirante, sino de un impecable ejercicio racional. Se trata de una de las hipótesis sobre las cuales reflexionan muchos científicos.


En nuestra galaxia, el Sol es una estrella joven entre miles de millones de estrellas mucho más antiguas. En el Universo observable existen billones de soles que superan ampliamente la edad del nuestro. Incluso manejando cálculos conservadores, la vida inteligente debería haberse desarrollado en otros sistemas planetarios y haber evolucionado en éstos mucho más tiempo que en el nuestro.

En su libro El universo inteligente (Ed. Debate), publicado hace ya algunas décadas, el prestigioso astrofísico Fred Hoyle se preguntaba: «¿cómo llamaríamos a los individuos de una civilización extraterrestre que nos llevara algunos milenios de ventaja en términos tecnológicos?». «Todo lo que hicieran –añadía–, nos parecería magia, aunque fuese física».

Nada impide que mediante técnicas como la ingeniería genética hubieran desarrollado cerebros de una capacidad inimaginable para nosotros. O que hubiesen alcanzado un dominio notable sobre el espacio y el tiempo, hasta el extremo de poder viajar a universos paralelos. O que hubieran conquistado la «inmortalidad», mediante una tecnología capaz de transferir su conciencia y toda la información psíquica de sus mentes a nuevos soportes mucho más eficaces que nuestro rudimentario hardware biológico.

En este caso, no cabe duda de que a esos alienígenas les llamaríamos «dioses». Francis Crick –el codescubridor del ADN– planteó la hipótesis de que una civilización de ese perfil sembrara la vida en la Tierra. Nada impide que ésta –incluyendo a nuestra especie– sea un diseño inteligente y parte de un experimento, o que esos seres nos observen desde la época de los homínidos y tengan de nuestra historia un conocimiento notablemente más riguroso y detallado que el nuestro, incluyendo, por ejemplo, el registro visual del asesinato de Julio César. Incluso cabe preguntarse: ¿podríamos ser una reserva ecológica protegida, inmersa en una civilización de grandes dimensiones?
En un artículo titulado Universos branas, el principio subantrópico y la conjetura de indetectabilidad, publicado en Internet en 2003 (http://arxiv.org/abs/physics/0308078), la doctora Beatriz Gato Rivera, especialista en Física de Partículas Elementales y en Física Matemática, aborda este fascinante escenario y contempla la posibilidad de que nuestra cultura humana esté inmersa en una mucho más avanzada de dimensión galáctica, sin que seamos conscientes de ello. Nuestra ignorancia de dicha situación sería análoga a la de un grupo de gorilas de montaña en relación a la cultura planetaria del hombre.

Para esta científica española, dicho escenario no puede descartarse si se cumplen dos condiciones. La primera supone que los terrestres no somos típicos entre los habitantes inteligentes del Universo, sino muy primitivos. Los observadores inteligentes típicos pertenecerían a galaxias que nos llevan cientos de miles o millones de años de evolución. La magnitud de esas inteligencias podrían implicar una distancia muy superior a la que separa la nuestra de otros animales. La doctora Gato Rivera denomina a esta condición «principio subantrópico».

La segunda consistiría en lo que ella misma llama «conjetura de indetectabilidad». Según ésta, todas las civilizaciones avanzadas camuflan sus planetas por razones de seguridad, de modo que los observadores externos no puedan detectar señal alguna de actividad inteligente, o sólo obtener datos distorsionados de carácter disuasorio para desalentar cualquier aproximación.

En el caso de civilizaciones grandes, de dimensiones galácticas, las comunicaciones
interplanetarias entre distintas bases o asentamientos también podrían camuflarse. Recientemente, dos científicos de la Universidad de Hawai, Walter Simmons y Sandip Pakvasa, han propuesto un sistema protegido de este tipo: los alienígenas dividirían sus mensajes en dos grupos de fotones y los emitirían en direcciones opuestas del espacio, hasta unos espejos que los reconducirían hacia su destino final, donde las señales se volverían a recombinar para reconstruir el mensaje original. Si esta sencilla solución de fragmentación y recombinación se encuentra al alcance de una inteligencia primitiva como la terrestre, parece claro que una cultura alienígena avanzada debería haber desarrollado sistemas mucho más perfectos para ocultar sus comunicaciones y su existencia.

Los motivos para explicar esta conducta pueden ser varios: protegerse de civilizaciones avanzadas agresivas, no interferir en la evolución de las más primitivas, o mantener libre de intervenciones extrañas a distintos sistemas sometidos a observación.

Por tanto, lo que propone la doctora Gato Rivera no sólo es plausible, sino que también rebate algunos argumentos escépticos. Por ejemplo, el expuesto por Ken D. Olum en un reciente artículo –Conflicto entre razonamiento antrópico y observación– que, basándose en el modelo de la inflación cosmológica perpetua, estima que, de cada cien millones de seres inteligentes en el Universo, todos menos uno pertenecerían a una civilización galáctica. Para este autor, el principio antrópico indicaría que nosotros deberíamos pertenecer a una de ellas y no es así. Por ello, concluye que hay algo erróneo en este razonamiento, avalando «la paradoja del alienígena ausente», formulada por Enrico Fermi en los años 50.

Sin embargo, como observa Gato Rivera, Olum comete dos errores. Por un lado, supone que deberíamos ser «observadores inteligentes típicos» y, por otro, piensa que pertenecer a una civilización avanzada de ese tipo significa ser ciudadano de la misma. Sin embargo, los gorilas están inmersos en una cultura planetaria humana, pero ni son conscientes de ello ni pueden considerarse ciudadanos de la aldea global. Lo mismo podría decirse del hombre de Neandertal, o de los grupos humanos primitivos que residen en el corazón de las selvas.
«La conjetura de indetectabilidad» plantea un escenario inquietante. Nada impide que exista una civilización extraterrestre avanzada en nuestro propio sistema solar. O que, a imagen de lo que propone 2001, una Odisea del Espacio, Júpiter sea la puerta que conduce a ella, o que exista un medio paradisíaco bajo el manto gaseoso de este cuerpo, en el cual la Tierra cabe más de 300 veces. O que haya una supercultura bajo la superficie de Marte, o bases avanzadas bajo el mar terrestre o en cualquier otro punto.

Más aun: los cuerpos celestes que nos parecen inhabitables debido a nuestras observaciones, podrían albergar civilizaciones con una tecnología capaz de proyectar un escudo de informaciones falsas para disuadirnos de intentar cualquier aproximación. Como en la naturaleza, este mimetismo lanzaría mensajes del tipo: «cuidado, no se acerque, veneno letal». O la imagen de páramos desprovistos de atractivo y recursos, para mantenerse a salvo de la codicia predadora de otros alienígenas avanzados y agresivos.

ALIENÍGENAS INDETECTABLES

No es inconcebible, incluso, que una civilización de ese tipo pudiera llegar a convertir a su planeta en invisible e indetectable desde el exterior, o que se desplazara por la galaxia y por nuestro sistema solar en un planetoide de grandes dimensiones. Bastaría con que dispusiera de una tecnología capaz de captar todos los datos del espacio cósmico sobre el cual se desplaza y proyectarlos hacia los observadores potenciales, al mismo tiempo que oculta los efectos de su campo gravitatorio, absorbe o deriva en otra dirección todas las señales que otros emiten en su dirección y que cuenta con mecanismos para no emitir ninguna radiación. La forma de hacerlo puede apreciarse en la imagen del «hombre invisible», cubierto por un traje basado en este principio que acabamos de describir (ver foto). ¿Acaso no está desarrollando nuestra primitiva civilización tecnológica aviones y submarinos «invisibles» al radar? ¿No es posible que se logre proyectar la imagen del cielo limpio que hay detrás de una aeronave por el mismo sistema que ilustra el «hombre invisible»? En este escenario, los alienígenas podrían observarnos desde una distancia cercana sin que pudiéramos advertirlo. Incluso podrían situar su planetoide viajero entre la Tierra y la Luna, sin estorbarnos la visión de nuestro satélite.

Examinemos los argumentos escépticos a la existencia de extraterrestres inteligentes en nuestro entorno. Si están aquí, ¿por qué no establecen contacto con nosotros? Entre otras muchas posibles respuestas, parece claro que si descubrimos a un grupo de homínidos nuestros antropólogos se las ingenierían para observarlos sin darse a conocer. Otra objeción de los escépticos señala que nuestros visitantes extraterrestres no hubiesen suele realizado una empresa tan costosa como llehar a la Tierra «para nada». En consecuencia, deberían estar interesados en nuestros recursos, o en recabar información de primera mano, o en formalizar pactos, o en someternos a sus designios.

Pero se trata de razonamientos burdos. El primate humano no concibe que un observador no esté interesado en arrebatarle los plátanos, o en esclavizarlo y explotarlo como él hizo y hace con sus congéneres, o que éste no esté interesado en transformarse en el macho dominante de su horda o en «el rey del mundo», con el monopolio sobre todas sus hembras y sus recursos.

Sin embargo, si el mono humano es inteligente y observador, estaría en condiciones de detectar algunos indicios indirectos de la presencia alienígena. Una civilización galáctica avanzada podría, por ejemplo, suscitar experiencias concretas como estímuloque le permita estudiar las respuestas humanas: visiones angelicales, éxtasis místicos, avistamientos OVNI, fenómenos paranormales, apariciones fantasmales, etc. Nada impide tampoco que diseñara estados alterados de conciencia durante los cuales se simulasen contactos con alienígenas, como parte de un ambicioso programa previo para preparar un contacto efectivo o con cualquier otro objetivo inimaginable para nosotros.

En ocasiones su interés podría recaer en un individuo aislado, perfectamente anónimo y superfluo desde la perspectiva de nuestros criterios de interés e importancia, pero no sólo para convertirlo en objeto de observación o de experimentación. Como observa Gato Rivera, el objetivo del alienígena podría ser simplemente lúdico –jugar con ese simpático humano, transmitirle información que lo convierta en profeta o fenómeno de masas, divertirse con sus reacciones de orgullo y su creciente sentimiento de ser especial–, o bien perseguir una finalidad altruista: ayudarle a evolucionar como entidad psicoespiritual y conseguir que desarrolle todo su potencial.

Como es obvio, las motivaciones de unos alienígenas muy avanzados serían en buena medida inconcebibles para nuestro nivel de inteligencia. Un mono no puede sospechar qué finalidad persigue un hombre leyendo un libro o intentando resolver una ecuación. Esa distancia biológica y cultural, o incluso una mucho mayor, podría ser la que nos separa de una civilización alienígena avanzada, en la cual estuviéramos inmersos sin tener conciencia de ello, como sucede con los gorilas en relación a la cultura planetaria de la Humanidad.

Hasta hace poco tiempo, nuestro concepto de inteligencias extraterrestres era demasiado antropocéntrica. Sólo les atribuíamos una tecnología muy superior y, en el mejor de los casos, una inteligencia y afectividad calcada de nuestros ideales y modelos de «hombres superiores».

Pero este concepto resulta pueril. La inteligencia y la afectividad de semejantes seres podría ser tan incomprensible y misteriosa para nosotros como es la nuestra para las abejas o las hormigas. Nada impide que la idea de un contacto con nosotros resultara tan exótica para ellos como para usted la de dialogar con una ameba. Sus objetivos e intereses no tienen por qué tener nada en común con los nuestros. Al menos, esta podría ser la situación en relación a muchas civilizaciones avanzadas para las cuales la forma de vida humana resultase demasiado alejada de la suya.

SERES DE OTROS MUNDOS

Sin embargo, si las estimaciones son correctas, también existiría un número importante de extraterrestres cuyo grado de semejanza o simpatía por los humanos fuese mucho mayor. En buena lógica, la presencia de observadores alienígenas de este tipo sería la más probable en nuestra proximidad, por la sencilla razón de que la mayor afinidad tendería a seleccionar preferentemente a las civilizaciones que nos encontraran interesantes.

De cualquier modo, todo lo que hicieran nos parecería muy raro y hasta ilógico. Este aspecto debe tenerse en cuenta cuando se analizan los testimonios de personas que declaran haber sido abducidas, o haber visto alienígenas. Juzgar la veracidad de las versiones que dan sobre los supuestos extraterrestres, con nuestros criterios de lo que es lógico que hicieran los seres de una cultura alienígena avanzada, no resulta sensato ni razonable. Más bien deberíamos emplear un criterio de desemejanza, dando mayor probabilidad a aquellos testimonios que describen conductas completamente inexplicables desde una perspectiva humana.

Ea probable que debamos aplicar a las civilizaciones inteligentes llamadas «típicas», algunos de los atributos que los humanos hemos atribuido a lo que denominamos Dios: «sus caminos no son nuestros caminos y sus pensamientos tampoco son los nuestros». Por poco que se diferenciaran los planetas en los cuales ellos evolucionaron del nuestro, basta con ver la diversidad de formas de vida que alberga la Tierra para deducir hasta qué punto podrían ser distintos de nosotros.

ABDUCCIÓN EN EL DORADo
A pocos kilómetros de Bogotá (Colombia), casi besando el cielo con sus 3.100 metros de altura, se encuentra la laguna de Guatavita, contenida en un enorme cráter.

Los expertos en ufología aseguran que se trata de una puerta dimensional de gran importancia, y uno de los puntos más señalados para el avistamiento de seres supuestamente extraterrestres. En este sentido, el evento más impactante ocurrió en 1973, cuando un ingeniero costarricense fue abducido en esta misma laguna. A continuación, repasamos éste y otros sucesos de índole paranormal acaecidos en esta agreste región colombiana. 


El ingeniero Enrique Castillo Rincón fue un famoso contactado. Todo empezó el 3 de noviembre de 1973. Acudió a una cita en la laguna de Guatavita, bajo la dirección de su maestra espiritual Conny Méndez. Debía estar en el lugar indicado a las 19.00 hs., vestido de campesino, totalmente solo. Allí tendría lugar un encuentro que sería el primero de muchos, y que marcaría la vida de este hombre, que pasaría a la historia por ser uno de los mayores contactados de la historia de la ufología. Por desgracia, Enrique Castillo falleció en 2013, aunque logramos hablar con un amigo suyo, el prestigioso ufólogo Fabio Zerpa, quien vivió esta historia de primera mano.
«Estaban en una reunión en Caracas y le dice Conny: ‘Mira Enrique, los extraterrestres quieren comunicarse contigo’. Y él, que tenía muy buen humor, dijo: ‘¿A mí?’. Los extraterrestres querían que fuera a la laguna de Guatavita, y entonces Enrique se fue para allá, vestido con su poncho –empezó a relatarnos Fabio Zerpa–. El día señalado y a la hora señalada, él se encontraba completamente solo y la hora se pasó, así que pensó que no iba a haber ningún contacto. Y ya se estaba preparando para irse cuando las aguas de la laguna empezaron a moverse y salieron dos naves de su interior que se plantaron delante de él con un haz de luz»…  
DESDE LAS PLÉYADES
Efectivamente, tal y como había contado varias veces Enrique Castillo, salieron dos naves espaciales desde el interior de la laguna que se fueron elevando sobre la misma, chorreando agua, y se situaron rápidamente frente a él. Estaba a punto de ser abducido. «Bajaron dos seres extraterrestres que le subieron a la nave y al rato lo salió a recibir el comandante Krishnamerk, de las Pléyades, que le dijo: ‘¿Te acuerdas cuando nos coon Fabio Zerpa en un bar de Caracas, que yo me hice pasar por Cyril Weiss?’», nos explicaba Zerpa.
¿Cómo eran aquellos seres? De acuerdo con las descripciones de Enrique Castillo, eran altos y con aspecto humanoide, se comunicaban de una forma extraña, pero él podía oír telepáticamente sus pensamientos. El abducido los describió así: «Todos hablaban en forma telepática. Eran muy parecidos, de caras bellísimas, de piel inmaculada, sin manchas o lunares, de pelo largo lacio hasta los hombros». El comandante Krishnamerk era, de hecho, Cyril Weiss, un amigo suizo que Fabio y Enrique habían conocido años atrás en un bar de Caracas que había a la salida del cine de las Palomas. La tripulación estaba compuesta por 12 miembros y, al parecer, estaban buscando personas que pudieran ayudarles a la hora de divulgar sus planes en la Tierra.
Enrique Castillo les preguntó que de dónde venían y ellos le contestaron que procedían de las Pléyades, a miles de años de distancia, pero que para ellos no existía el tiempo.
Según el protagonista de esta historia, en la nave había un salón habilitado para la meditación y varios frascos con clorofila, alimento básico de su dieta. Le explicaron que eran seres inmortales, conocían el secreto de la juventud eterna y practicaban la sexualidad al estilo del Tantra yoga de la India.


fuente/Akasico//Año Cero

Mente-Drones. Una realidad.

Controlar máquinas con el pensamiento parece pura ciencia ficción pero la precisión de la lectura de datos desde el cerebro progresa a pasos agigantados.
Este dron despega desde un campo a las afueras de Lisboa. El piloto lo controla con sus pensamientos a distancia. Un impresionante proyecto europeo que puede cambiar la vida de personas con discapacidad.
Controlar máquinas con el pensamiento parece pura ciencia ficción pero la precisión de la lectura de datos desde el cerebro progresa a pasos agigantados.
Este dron despega desde un campo a las afueras de Lisboa. El piloto lo controla con sus pensamientos a distancia.

EMOCIONES. Este asombroso experimento prueba qué tan única eres TÚ para tus hijos, y te hará llorar

Este asombroso experimento prueba qué tan única eres TÚ para tus hijos, y te hará llorar.

EGIPTOLOGÍA. ¿Sabes que es el Muro Blanco?

Arqueólogos rusos han encontrado fragmentos de las murallas blancas que rodeaban Menfis, la primera capital del antiguo Egipto, fundada alrededor del 3050 a.C. por el primer faraón de Egipto, Menes. 

Las ruinas de la ciudad se encuentran 19 km al sur de El Cairo, en la ribera occidental del Nilo.

Memfis fue conocida como 'la ciudad de los muros blancos' debido a la enorme muralla que rodeaba el complejo donde se encontraba el templo del dios local Ptah.


Memfis fue conocida como 'la ciudad de los muros blancos' debido a la enorme muralla que rodeaba el complejo donde se encontraba el templo del dios local Ptah.
Memfis fue conocida como ‘la ciudad de los muros blancos’ debido a la enorme muralla que rodeaba el complejo donde se encontraba el templo del dios local Ptah.

En el Antiguo Egipto se la conoció como Inebu-hedy (inb ḥḏ), ‘Muro blanco’. Durante el Imperio Medio como Anj-tauy, ‘Balanza de las Dos Tierras’. También como Men Nefer (Mn-nfr), ‘Estable en Belleza’, helenizado más tarde en Menfis.

Hoy en día, las ruinas de la ancestral Memfis, antaño protegida por el dios Ptah, solo ofrecen evidencia fragmentada sobre su pasado, y gran parte de su historia permanece en el misterio. Pero esto último puede estar a punto de cambiar con el reciente anuncio —por parte del Ministerio de Antigüedades egipcio— del descubrimiento de segmentos de los legendarios muros blancos que supieron distinguir a la ciudad en la antigüedad.

The Cairo Post reporta que el hallazgo fue hecho por un equipo de investigadores rusos liderados por la arqueóloga Galina Belova, cerca del pueblo de Mit Rahina, a 20 km al sur del Cairo, y en la proximidades del emplazamiento de la necrópolis principal de la ciudad de Menfis: Saqqara.

«En la orilla opuesta del Nilo se encontraban las sepulturas de los primeros faraones egipcios y la famosa pirámide escalonada de Zoser. Es lógico que la primera capital estuviera situada geográficamente cerca de la antigua necrópolis», señala Belova.

Los arqueólogos rusos seguirán buscando otros fragmentos de la muralla. Según el Ministro de Antigüedades y Patrimonio Cultural de Egipto, Mahmoud al Damati, el descubrimiento de los científicos rusos tiene una gran importancia histórica. «Nos ayudará a ampliar nuestro conocimiento sobre una ciudad del antiguo Egipto que tuvo una gran importancia política, religiosa y económica en la historia».

Por ahora, el equipo de arqueólogos no ha liberado al público las fotos de los muros blancos, aunque se espera que lo hagan pronto.

fuente/mysteryplanet.com.ar

¿ Reactor nuclear en la Africa ancestral?




En mayo de 1972 un trabajador en una planta de procesamiento de combustible nuclear en Francia notó algo sospechoso. Había llevado a cabo un análisis de rutina de uranio procedente de una fuente de mineral aparentemente normal. 

Como es el caso con todo el uranio natural, el material en estudio contenía tres isotopos— es decir, tres formas con diferentes masas atómicas: uranio 238, la variedad más abundante; uranio 234, el más raro; y el uranio 235, el isótopo que es codiciado porque puede mantener una reacción nuclear en cadena. En otras partes de la corteza terrestre, en la Luna e incluso en los meteoritos, los átomos de uranio 235 conforman solo el 0,720 por ciento del total. Pero en estas muestras, que venían del depósito de Oklo en Gabón (una ex colonia francesa en el África Occidental ecuatorial), el uranio 235 constituía sólo el 0,717 por ciento.


Esa pequeña diferencia fue suficiente para alertar a los científicos franceses que algo extraño había sucedido. Análisis posteriores mostraron que el mineral de al menos una parte de la mina estaba muy por debajo de la cantidad normal de uranio 235: unos 200 kilogramos parecían haber sido extraídos – suficiente como para hacer media docena de bombas nucleares.

Científicos de todo el mundo se reunieron en Gabón para explorar este fenómeno. Ellos encontraron que el sitio donde se encontró el uranio es un reactor nuclear subterráneo muy técnico más allá de las capacidades de nuestro conocimiento científico actual. Este reactor nuclear surgió hace 1,8 mil millones años y estuvo en funcionamiento durante unos 500.000 años.

Los científicos investigaron la mina de uranio y los resultados se hicieron público en una conferencia de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Los científicos encontraron restos de productos de la fisión y desechos de combustible en varios lugares dentro del área de la mina.

En comparación con este enorme reactor nuclear, nuestros reactores nucleares actuales son mucho menos impresionante, meros aparatos primitivos. Los estudios indican que el reactor nuclear de la mina de uranio era de varios kilómetros de longitud. Sin embargo, para un gran reactor nuclear de esta índole, el impacto térmico con su entorno se limitaba a solo 40 metros (unos 131 pies) en todos los lados. Aún más asombroso, los residuos radioactivos aún no han migrado fuera del sitio de la mina. Se mantienen en su lugar por la geología de la zona.

Es necesario comprender que, lo que era tan increíble para todos, era que una reacción nuclear se había producido tal que el plutonio (un subproducto) fue creado y que la propia reacción nuclear se había “moderado”, lo que ha sido por un largo tiempo el “santo grial” de la ciencia atómica.

La habilidad para moderar la reacción significa que una vez se ha inició una reacción, uno era capaz de aprovechar la potencia de salida de una manera controlada, incluyendo el tener la habilidad para evitar la explosión y la liberación de toda la energía de una solo vez.

Imagen: conspiracionenlared