Científicos estadounidenses afirman que las alteraciones en el eje de rotación terrestre producto de la disminución de los glaciares como consecuencia del gran impacto del cambio climático, son cada vez más notorias y podrían influir en la duración de los días.
Geofísicos de la Universidad de Harvard aseguran que en los últimos 100 años la duración del día se ha incrementado en una milésima de segundo. Al parecer, el fenómeno es provocado por una aparente reducción en la velocidad de rotación del eje terrestre en respuesta al deshielo de los glaciares, informa el diario ‘The Guardian’.
La reciente investigación publicada en la revista ‘Science Advances’, resalta que el ritmo acelerado con el que vienen derritiéndose los polos podría provocar que al menos cinco milisegundos se añadan a cada día a lo largo de este siglo.
Al mismo tiempo, el eje de la Tierra podría moverse alrededor de 1 cm como resultado del desplazamiento de las aguas desde los extremos del planeta hacia el ecuador terrestre.
“El período de un día es hoy una milésima de segundo más largo que hace un siglo, y se acelerará a medida que aumente la fusión de los glaciares”, dijo Jerry Mitrovica, profesor de Geofísica en la Universidad de Harvard y líder de la investigación.
Los científicos basaron el estudio en el trabajo realizado por el oceanógrafo Walter Munk en el 2002 acerca del impacto del deshielo glacial y el calentamiento global que había determinado que el aumento promedio del nivel del mar durante el siglo XX había sido de 2 mm cada año. Sin embargo, el equipo de investigación de Harvard, encontró incongruencias es sus cálculos y determinó que el aumento real oscilaba entre 1 y 1,5 mm.
Vamos a hablar del exceso de pensamientos y del caos emocional, ya que ambos se encuentran estrechamente relacionados.
A algunos de nosotros un trauma emocional puede habernos dejado con el hábito de pensar en exceso, ya que cuando nos sentimos desbordados en nuestros sistemas emocional y energético, tendemos a llevar toda esa energía sobrante a la mente (describe un círculo alrededor de la cabeza).
Piensa en tu mente como si se tratara de tu protector: es la parte de nosotros que durante años ha creado una lista de instrucciones para evitar el dolor. De la misma manera que si, por ejemplo, tu padre te regañó una y otra vez cuando eras niño por ir a la cocina y tomar cualquier cosa para comer, llegó un momento en que creaste dentro de tí una orden que te repetía: “No debo ir a la cocina para tomar algo de comer”. Ésta es una manera muy simplista de identificar lo que nos ocurre a todos a lo largo de nuestra vida; siempre que nos sentimos amenazados o acusados, bien por la energía de alguien en forma de agresión o bien como reacción emocional, tendemos a crear algo para evitar que esa amenaza vuelva a repetirse. Así es cómo creamos “reglas de seguridad” en nuestra mente que nos impidan repetir la misma acción.
Cuando se trata del exceso de pensamientos y del caos emocional en general, ambos se encuentran ligados ya que, cuando nuestro pensamiento está dando vueltas y vueltas (traza un círculo alrededor de la cabeza), lo que debemos descubrir es qué emoción se encuentra detrás. Por ejemplo, imaginemos que tuvimos una discusión con un amigo hace unos días, que no podemos quitárnosla de la cabeza (dibuja de nuevo el círculo) y se está convirtiendo en una obsesión. De ser así, comprobaremos algunas cosas:
1.- Qué estamos comiendo, cómo es nuestra alimentación. Se puede demostrar científicamente que si tomamos alimentos vivos y orgánicos que sean favorables para nuestro organismo, nuestro sistema energético permanecerá activo y vital, mientras que, por el contrario, los alimentos “muertos”, procesados o a los que tengamos alergia, harán que se vuelva más lento. De manera que, si notamos algunos síntomas de exceso de pensamientos o de caos emocional, lo que vamos comprobar en primer lugar es cómo estamos tratando nuestro cuerpo.
2.- Ejercicio físico. Sé que este nombre desagrada a muchas personas, porque a menudo se relaciona con agotarse físicamente en un gimnasio, pero no tiene por qué ser así; puede tratarse, simplemente, de un paseo por nuestro vecindario o de salir a la naturaleza. Así que, cuando notemos que estamos pensando demasiado, antes de nada debemos darnos cuenta de que estamos en un estado obsesivo y de que nuestro cuerpo necesita espacio y nos aseguraremos de hacer lo que está en nuestra mano para proporcionarle lo que necesita.
3.- Nos preguntamos: ¿qué emoción se encuentra detrás de todo esto? Porque nuestros pensamientos se encuentran en estrecha relación con nuestro cuerpo emocional. Por ejemplo, si seguimos dando vueltas y vueltas en nuestra mente a la discusión con ese amigo y estamos enfadados o intentando justificar lo que ocurrió, es muy posible que hayamos entrado en contacto con cierta tristeza acerca de lo que ocurrió. Y también es muy probable que, dentro de nuestra sociedad condicionada del siglo XXI, tengamos algunas dificultades para aceptar nuestros sentimientos de vulnerabilidad. Así, si tenemos una discusión o un desacuerdo con alguien, la tendencia programada en nosotros es la de ponernos a la defensiva, bien hacia la otra persona o bien hacia nuestras propias emociones de tristeza y consternación al vernos envueltos en un conflicto. Por lo tanto, si nos descubrimos atrapados en pensamientos que no se detienen, debemos preguntarnos acerca de la emoción que están escondiendo.
Podemos hacerlo simplemente sentándonos en una silla durante cinco minutos y colocando las manos en la zona del torso, lo que ya de por sí crea un espacio de conciencia para que la energía descienda de la zona la cabeza. Podemos colocarlas en el corazón (Lee se toca el pecho con las dos manos, el corazón, el estómago y los costados) y en el vientre, que se encuentra directamente vinculado con las relaciones, y preguntarnos: ¿cómo me siento? Algunos de nosotros podemos hacer esto durante varios minutos y no sentir nada, pero no debemos desanimarnos si no oímos nada en nuestra mente: por el contrario, volveremos de nuevo a la sensación de cómo nos sentimos. Éste es un ejercicio que nos ayuda a ser más auténticos acerca de nuestros sentimientos, con el fin de evitar que la mente continúe saltando de un pensamiento a otro para llamar nuestra atención acerca de lo que no se está expresando aquí (se toca el pecho). Simplemente nos preguntamos: ¿qué estoy sintiendo?, Y otra vez, ¿qué estoy sintiendo? Quizá sintamos algo, quizá sintamos deseos de llorar y llevaremos entonces la conciencia al vientre (hace círculos con una mano en el vientre mientras con la otra se toca el corazón). O quizás, sintamos deseos de reír y eso es lo mejor, porque la risa es la mejor forma de llorar que podemos tener. Cualquiera que sea la emoción que surja, repetiremos el proceso de acariciar nuestro vientre en sentido circular mientras continuamos preguntándonos: ¿qué estoy sintiendo? Nos será especialmente útil a aquellos de nosotros para quienes resulte más sencillo saltar a los pensamientos que conectar con los sentimientos.
El exceso de pensamientos se produce cuando el sistema nervioso está sobrecargado y a causa de emociones intensas, de manera que sabemos que si estamos pensando sin cesar, lo que ocurre en realidad es que nuestro cuerpo necesita espacio; la mitad inferior del cuerpo, del cuello hacia abajo está gritando: “¡por favor, mírame, siénteme! ¡Baja del piso de arriba!¡La razón por la que subes ahí es porque no quieres saber nada de lo que está pasando aquí abajo!”.
De manera que démonos el tiempo para sentarnos y permanecer en contacto con nuestras emociones. Deja salir todo lo que emerja a la superficie y deja que se libere. Al terminar el ejercicio, también puede sernos de utilidad escribir o tomar algunas notas acerca de lo que aparece en nuestra conciencia porque, cuando vuelvan los pensamientos, siempre podremos leer esa página que dice:” Estoy triste por lo que ha ocurrido con mi amigo”.
Para los más sensitivos de nosotros, puede que no necesitemos un catalizador de tercera dimensión para llegar a sentir todo esto; es posible que ni siquiera haya una razón específica de por qué estamos pensando en exceso o en un estado de caos emocional. Sin embargo, sería válido el mismo ejercicio: sentarse durante cinco minutos, darnos cuenta de que estamos intentando acompasarnos con otras partes de nosotros en nuestra mente (se señala la cabeza de nuevo). Respira, deja que la inhalación baje realmente al vientre, porque en esos estados tendemos a respirar de forma superficial y frota tu vientre en círculos como lo harías con un bebé. Esto proporcionará el alivio que necesitamos en esos momentos de sobrecarga.
En el último lugar de la escala, estaríamos los que aún no pudimos resolver algún tipo de trauma de mayor o menor gravedad. Si los síntomas de excesos de pensamiento y caos emocional son frecuentes e intensos, recomendaría acudir a un psicoterapeuta o terapeuta energético, en la modalidad en la que cada uno se sienta más cómodo. Si se trata de un patrón que ya nos está creando dificultades y del que estamos cansados, démosle algún espacio en nuestra vida para que pueda resolverse trabajando con el cuerpo emocional y el campo energético.
En resumen: comprueba tu alimentación y tu nivel de ejercicio físico, reconoce que tal vez necesites desaparecer del lugar de estrés dónde estás durante 10 minutos, pon alguna música que te inspire y baila por toda la casa o usa aceite esencial; lo que sea que funcione para ti. ¿Qué te ayuda cuando te encuentras sobrecargado/a?
En mi caso, sé que el aceite esencial me va bien y el aroma me ayuda a calmarme: un poco debajo de la nariz, a ambos lados de la nuca y las sienes. También los baños, las duchas, el agua general, me ayudan a reequilibrar mi campo electromagnético y a volver a mi centro. En tu caso ¿qué es lo que te ayuda a volver a ti mismo/a? Porque cuando nos encontramos en estados de caos emocional y con exceso de pensamientos significa que ya nos hemos salido de nuestro centro.
La palabra ruah significa "espíritu vivificador". Da a entender el soplo de vida, el aliento de Dios. El noción de espíritu es vital para entender la relación entre el ser humano y su Creador.
Nuevo Testamento. Hechos 2:37-39. Al oír esto, todos sintieron un profundo remordimiento en su corazón, y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?» Pedro les dijo: Arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame.
El Espíritu Santo
Dios es Padre, es hijo, y también es Espíritu
En los Evangelios se puede apreciar como Jesús, durante toda ya vida, comunica la promesa del Espíritu que, como una fuerza transformadora, se revela como la vida y la salvación. Desde el punto de vista cristiano, Dios da su Espíritu para fortalecer la fe de los que confían en Él, y para que continúen la misión de Jesús en el mundo.
Pentecostés
Una de las fiestas más importantes del judaísmo es la fiesta de Pentecostés, que se celebra cincuenta días después de la Pascua. Después de la muerte y resurrección de Jesús, durante esta fiesta, sus amigos, familiares y seguidores, estaban reunidos cuando de repente sintieron el Espíritu de Jesús en su interior.
El Libro de los Hechos de los Apóstoles narra este episodio. Del miedo inicial tras muerte de Cristo pasan a experimentar la fuerza de la llama del Espíritu de Dios. El don de lenguas que reciben en este momento los hace personas libres y capaces de transmitir la Buena Nueva. Es entonces cuando los apóstoles comprenden su misión. Pedro, en en su discurso a todos los que se habían reunido allí, les explica que deben convertirse, bautizarse y quererse los unos a los otros, y también formar comunidades para vivir conjuntamente el mensaje que Dios les ha enviado a través de Jesús, su Hijo, y del Espíritu que los fortalece.
Los frutos y dones del Espíritu Santo
El Espíritu de Dios ayuda los cristianos en su conversión interior y les da luz para entender cómo tienen que vivir el mensaje de Jesús. Mueve y ayuda a las personas a seguir a Jesús y ser testigos de su Evangelio. Los cristianos, al vivir ya su vida en el Espíritu, se les reconoce por los frutos.
La tradición del Iglesia enumera doce frutos del Espíritu Santo:
Caridad
Alegría
Paz
Paciencia
Generosidad
Bondad
benignidad
Mansedumbre
Fidelidad
Modestia
continencia
Castidad
El Espíritu de Dios otorga dones especiales que ayudan a los creyentes a ser fieles a Dios y su plan de salvación. San Pablo habla de los dones del Espíritu Santo en algunas de sus Cartas. Según la tradición de la Iglesia, los siete dones del Espíritu Santo son:
Sabiduría
Inteligencia
Consejo
Temor de Dios
Ciencia
Piedad
Fortaleza
El Espíritu de Dios desea, fundamentalmente, que las personas sean felices y colaboren en la construcción del Reino de Dios. Santo Tomás de Aquino, importante teólogo y filósofo del siglo XIII, decía que el destino del hombre es su propia felicidad, ya que todo ser humano no deja de buscarla y anhela encontrarla. La propuesta de felicidad de los Evangelios se encuentra en las Bienaventuranzas. (fuente/elgrancielo.blogspot.com)
¿Cómo ha encontrado la biblia las palabras que le permiten evocar las realidades divinas, invisibles e inefables? La revelación del ser y de la acción del Espíritu Santo no es más que un ejemplo entre otros de la manera con que los autores bíblicos han expresado la presencia de Dios en su creación a partir de una, palabras muy simples Como todo lenguaje, es a partir de la experiencia cotidiana y luego de la experiencia histórica como estas palabras se vieron cargadas de una experiencia muy distinta en donde se manifestaba el don del creador a su criatura. Cuando se acaba la biblia con el testimonio de los escritos joánicos, está ya constituido un lenguaje teológico al que la Iglesia se referirá siempre para expresar la acción de Dios de la que vive.
EL ESPÍRITU Y EL SOPLO
¿Qué es lo que significa en el cuarto evangelio el término del Espíritu Santo (pneuma hagion) que también emplean, aunque con menor frecuencia, Pablo y los Hechos? EnJn 3, 6-8, en la conversación de Jesús con Nicodemo, nos pone él mismo sobre la pista «Lo que ha nacido del Espíritu (pneuma) es espíritu. El viento (pneuma) sopla por donde quiere, oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a donde va. Así ocurre con todo el que ha nacido del pneuma» El evangelista utiliza adrede la misma palabra para el viento que sopla y para el Espíritu.
De aquí se ha deducido con frecuencia que el soplo era la imagen material por la que la biblia habla del Espíritu Santo. Realmente, en los Hechos, pentecostés comienza con «un ruido como el de un viento violento» (Hch 2, 2). Pero luego ya no se habla de él, y por otra parte no se trata de un soplo, sino de un ruido. Por tanto, la biblia ha recurrido a más de una imagen para hablar del Espíritu Santo. Este Juego de imágenes, escogidas siempre con precisión, es el que hemos de seguir si queremos abrirnos a la doctrina bíblica del Espírítu Santo.
Se sabe que el Nuevo Testamento ha sacado su vocabulario teológico de la traducción griega del Antiguo, los Setenta. Allí es donde leemos la expresión «Espíritu Santo» (to pneuma to hagion), en el salmo 51 (50), 13, «Miserere», así como en Is 63, 10-11.
SOPLO O ATMÓSFERA
Este pneuma griego traduce la palabra hebrea ruah. Pues bien, este término quiere decir algo más que «soplo». Los especialistas en lenguas semíticas han buscado para esta palabra una raíz que significa «soplar», no han podido encontrar este sentido más que en algunas raras formas verbales, en árabe o en etiópico, pero que dependen precisamente de la biblia. De hecho, la raíz del termino ruah significa el espacio, la distancia (Gn 32, 17), incluso el vacío. De esta raíz proceden dos nombres uno que es el espacio perfumado, el olor, el reah, el otro es el espacio neutro, invisible, impalpable, la atmósfera exterior al hombre, o la ruah. El soplo, la respiración por la que el hombre participa de ese espacio vital, no es la ruah, sino la nefesh (por la garganta) o la neshama (por la nariz, más cerebral Gn 2, 7). En el Sal 104, 30, el salmista le dice a Dios «Tú envías tu ruah, ellos son creados y tú renuevas la faz de la tierra». Ya en un texto de Ugarit del Siglo XIV a C (la leyenda de Aqhat) se decía del héroe muerto que «su nefesh había salido de él como la ruah». Los hombres y los animales son «soplos de vida» necesitan de la ruah para respirar y vivir. El Señor la puede quitar (Gn 6, 3, Sal 104, 29), y entonces el hombre muere.
Pero esta atmósfera es un elemento muy extraño en varios aspectos Puede ser tranquila, ligera o violenta, azulada o sombría y envuelta en nubarrones. Los babilonios distinguían así entre el viento violento y terrible (sharu) y la brisa ligera y refrescante del norte (zaqiqu). Las personalizaban y a veces las divinizaban, ya que toda fuerza de vida era un dios. Los Israelitas distinguieron entre la ruah silenciosa, que roza la piel (Job 4, 15), y la ruah violenta que «parte las montañas y destroza las rocas» (1 Re 19, 11). La ruah ligera será a veces un «espíritu», como el zaqiqu. El viento puede ser un viento del este que agosta los campos y trae los saltamontes del desierto (Ex 10, 13), o el viento fresco del oeste que viene del mar y los expulsa (Ex 10,19). De aquí vendrán las Imágenes bíblicas de la ruah como soplo o viento.
ESPACIO VITAL Y VIDA HUMANA
Pero la ruah sigue siendo ese espacio vital que Dios posee (Gn 6, 3) y del que participa el hombre mientras vive. En relación con este elemento vital es también como se expresa su modo de vida, su temperamento. Cuando le falta espacio vital, el hombre es «corto de ruah», es decir, impaciente e irascible (Prov 14, 29), del mismo modo, el orgulloso es «alto de ruah», mientras que el humilde es «bajo de ruah» (Prov 29, 33) El que tiene tiempo por delante es «largo de ruah» (Ec! 7, 8), mientras que el angustiado es «estrecho de ruah» (Job 7, 11). Uno es «duro de ruah» cuando no le impresionan las palabras que oye (1 Sm 1, 15, Dt 2,30), «amargo de ruah» cuando el ambiente familiar le resulta ingrato (Gn 25, 35), «frío de ruah» cuando no participa de una excitación colectiva (Prov 17, 27). Finalmente, uno puede verse «apagado, roto, pulverizado de ruah» en caso de depresión, o bien «lleno de ruah», en caso contrario (Miq 3, 8, Dt 34, 9). La mayor parte de estas expresiones son difíciles de explicar si la ruah no es más que un soplo, pero se explican bien si se trata de un ambiente de vida, de una atmósfera y de la manera con que se participa de ella.
Este ambiente vital, fuerza de una vida muy especial, podía ser divinizada en el politeísmo. Entre los cananeos de Ugarit, pertenecía a Baal, en la biblia, le pertenece al Señor Dios, tanto cuando juzga (Gn 3, 8) como cuando hace vivir o morir (Gn 6, 3). Dispone de ella y puede dársela a los demás. En algunos textos antiguos se dice de ciertos Jueces, como Sansón, el hombre de fuerza sobrehumana (Jue 14,6.19 ), y de algunos reyes como Saúl (1 Sm 10,6,11,6) y David (1 Sm 16, 13) que, cuando fueron ungidos, la ruah «penetro sobre» ellos, entonces, lo mismo que el aceite que robustece al cuerpo. Pero la biblia prefiere de ordinario otros verbos o expresiones que marcan mejor el carácter exterior de la ruah. «Reviste» a Gedeón (Jue 6, 34). Más comúnmente se dice, con pudor, que la ruah «esta sobre» aquel que el Señor impregna de su fuerza para salvar y gobernar al pueblo Otoniel (Jue 3, 10), Jefté (Jue 11,29) o «el vástago de Jese» (Is 11, 1). La imagen más material, en un texto que por otra parte es muy «espiritual», es la que habla de que Dios toma de la ruah que había «sobre» Moisés para ponerla «sobre» los 70 ancianos, llamados a compartir con él la carga del pueblo de Dios (Nm 11, 25). En este pasaje de tipo profético podemos ya traducir ruah por «espíritu»
DIFERENTES SENTIDOS DE LA PALABRA
Vemos pues cómo, aunque conserva la misma palabra para designar la fuerza vital de que depende el hombre, la biblia le da diversos sentidos
Es la fuerza vital excepcional que el Dios nacional le da al jefe que ha escogido para salvar a su pueblo, y especialmente al «ungido del Señor», al vástago de Jesé, nuevo David, no solamente «reposa sobre él» el espíritu, como don permanente y no transitorio como para Saúl (1 Sm 16, 14), sino que «hace respirar» en torno a él ese espíritu que inspira el temor de Dios (Is 11, 1-3)
La palabra toma un sentido psicológico, sobre todo bajo la influencia de la corriente sapiencial. Hemos visto varios ejemplos. A menudo la ruah del hombre no es más que su modo de participar en el ambiente vital que le rodea. Pero se hablará también de la ruah propia del hombre. Cuando se le da a Saul el espíritu de Dios, en 1 Sm 10, se dice solamente que se convierte en «otro» hombre, con «otro» corazón (v. 6 y 9). Mientras que en Ez 36, 26s, cuando Dios pone su ruah, su Espíritu en el hombre, éste adquiere un corazón nuevo y una nueva ruah (cf también Ez 11, 19, 18,31). Dios es el «Dios de los espíritus de toda carne» (Nm 16, 22)
A partir del sentido de atmósfera, el término toma un sentido muy físico para designar el viento brisa, el vendaval que destruye o el aire ardiente del desierto (Job 1, 19, Jr 4, 11-13). El Sal 104, después de evocar de forma más o menos mítica a Dios cabalgando «sobre las alas del viento», indica a continuación (pasando del singular al plural) que los vientos son mensajeros, ángeles de Dios (Sal 104, 3-4)
El término toma incluso un sentido cósmico cuando se habla de las cuatro ruah del mundo, que son los cuatro puntos cardinales (Ez 37, 9, I Cr 9,24) expresión de origen babilonio.
5 Finalmente, se precisa un sentido teológico. Si hay un Espíritu del Señor, hay además otros espíritus en el mundo. Pertenecen a la corte divina (1 Re 22, 21) y pueden dañar al hombre, así, el satanás del prólogo de Job o el espíritu malo que viene sobre Saúl después de habérsele dado a David el Espíritu del Señor (1 Sm 16, 14)
EZEQUIEL Y LA TEOLOGÍA DEL ESPÍRITU.
Ezequiel juega con todos estos sentidos. El será el gran profeta del Espíritu. Antes de él, los profetas eran los hombres de la palabra, y ninguna vocación de profeta había tenido lugar bajo el movimiento del Espíritu. Miqueas, que fue el profeta del rey Ezequías y participó en su reforma (Jr 26, 28), participó también de su espíritu de justicia y de aliento, para anunciar a Israel sus fechorías (Miq 3, 8). Después de la desaparicilón de la realeza, Ezequiel será el profeta del Espíritu, que «cae» sobre él, «viene» a él, lo «lleva», lo «transporta». En nombre del Dios de Israel, ordenará al Espíritu (ruah) , venido de los cuatro puntos cardinales (ruhot, plural de ruah) , que restaure al pueblo haciendo revivir los huesos secos (37). No lo llama todavía Espíritu Santo, como tampoco llama santo al nuevo pueblo de Dios (Ez 40-48). Pero así es como lo llamará el Salmo 51, que le debe mucho a Ezequiel. Más todavía vemos esto en los c 56-66 del libro de Isaías, cuando comienzan a regresar los repatriados (Is 56, 8). El ángel que acompañaba al pueblo hebreo por el desierto (Ex 23, 20, 32, 34, 33, 2) es llamado Espíritu Santo en Is 63, 10s. El quiso conducir al pueblo a su descanso (v 14). El Espíritu es llamado santo, como Dios es santo (Is 6, 1) y como debe ser santo el pueblo (Dt 7, 6, cf Lv 17-26).
Pero, en Ezequiel, ese Espíritu sigue siendo el que anima al universo en todos sus rincones. En su célebre visión del cap. 1, describe las ruedas o esferas cósmicas que van y vienen en sentido recto ante ellas, por las cuatro direcciones del Cielo. No son pura materia, ya que están animadas por la ruah (1, 20s). Llevan encima una bóveda resplandeciente, el «firmamento », donde se asienta el trono del Señor «en forma de hombre», mientras que las ruedas cósmicas estaban asociadas a figuras animales
EL ESPÍRITU DE DIOS EN LA CREACIÓN
Teniendo en cuenta esta lenta maduración de la revelación bíblica, es como podemos comprender el lugar que ocupa el Espíritu de Dios en la gran historia de la salvación de la tradición sacerdotal que comienza en Gn I. Esta tradición describe las instituciones del pueblo de Dios (la alianza con Abrahán en Gn 17) en medio de los demás pueblos (alianza con Noé en Gn 9). El pueblo no será consagrado más que cuando llegue al Sinaí (Ex 19, 6), cuando sea renovada la alianza hecha con Abrahán, y esto mediante el don de un santuario (Ex 25-30,35-40), con un clero consagrado. Pero el Espíritu no está en Aarón, el antepasado de los sacerdotes, sino «en Josué», que «está lleno del Espíritu de Sabiduría» (Dt 34, 9), ya que le ha impuesto las manos Moisés (Nm27, 18). Lo mismo que el Espíritu había salvado a la humanidad en Noé, haciendo bajar las aguas del diluvio (Gn 8,1), está también presente en su santuario gracias al «espíritu de sabiduría» que se le dio a Bezaleel, arquitecto (Ex 31,2), y en el país gracias a Josué, el conquistador. Pero, como en Ezequiel, nunca se le llama a este Espíritu el Espíritu Santo.
Cuando se abre la gran obra de Dios, creadora y redentora, Gn 1,2 nos da ya una panorámica de lo que es el Espíritu en la revelación bíblica. Este versículo es la traducción de una larga historia. Sigue estando cargado de lo que evocaba la atmósfera antes de que comenzara esta revelación «La tierra estaba desierta y vacía, las tinieblas cubrían el abismo y el Espíritu de Dios planeaba por encima de las aguas», lo mismo que planea un pájaro, inmóvil, antes de echarse sobre su presa (cf los textos de Ugarit).
Sobre todo no hay que traducir «una ruah de Dios» por un «viento violento», ya que un viento violento no planea nunca. Sobre esta tierra vacía, sobre este abismo de agua, informe y tenebroso, el Espíritu de Dios no ha comenzado todavía su obra de Vida. Será preciso que, lo mismo que Shu, el dios de la atmósfera en Egipto, venga a interponerse entre el Cielo y la tierra, entre las aguas de arriba (las que se desbordarán en el diluvio) y las aguas de abajo, para que aparezca la atmósfera, para que los hombres y los animales puedan respirar y convertirse en «soplos de Vida».
Por la voluntad del Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Espíritu comenzará su obra, antes de ser enviado más tarde a «renovar la faz de la tierra» (Sal 104, 30)
Extraordinarias declaraciones de Pablo Hawnser, uno de los más famosos contactados con extraterrestres de México. En esta entrevista nos informa de los mensajes más importantes que está recibiendo de los seres extraterrestres, con los que mantiene relación desde hace muchos años, y como la humanidad está abocada a importantes transformaciones que van a suceder muy pronto y que cambiarán incluso físicamente nuestro planeta.