jueves, 26 de marzo de 2015

El mundo subterráneo perdido de Antonin Horak .

El mundo perdido de Antonin Horak Débora Goldstern Hoy nuestra crónica subterránea se traslada hacia la Segunda Guerra Mundial. La historia se conoció gracias a Jack Bergier, uno de los padres del realismo fantástico francés, que la dio a luz en “Los Extraterrestres en la Historia” (1970). 

El relato se remonta a 1944, y el protagonista absoluto es Antonin Horak, un combatiente checo que luchaba en aquel entonces contra los nazis. Horak que tenía el rango de Capitán, se encontró en pleno conflicto bélico con una extraña estructura artificial, dentro una cueva milenaria, que más tarde sería bautizada como Moonshaft.


Horak, quién antes de la Guerra tenía una empresa familiar dedicada a la Minería y Agricultura, era una persona muy instruida, ya que era un graduado universitario en Administración de Empresas y Filosofía. 

Finalizado el conflicto y con los rusos ocupando el país, Horak decidió trasladarse a los Estados Unidos, arribando al país en 1952. La extraordinaria vivencia en aquella cueva de Checoslovaquia, fue plasmada primero en un diario íntimo, y luego dada a publicidad a través de la Nacional Speleological Society, bajo el título de Antonin Horak. “The Moonshaft” (1965). Luego de publicarse el libro de Bergier, Horak, trabó contactó en 1970, con el prestigioso Allen Hynek, quién convencido de la veracidad de lo narrado por el ex combatiente, decidió organizar un expedición para dar con la cueva y su extraño artefacto. 

Sin embargo, las trabas fueron inmediatas ya que los rusos se interpusieron en el camino del investigador norteamericano, y el proyecto se abandonó por 29 años, retomándose en 1999, aunque hasta el momento no hay demasiadas novedades en cuanto al hallazgo, que además de seguro, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido y con los rusos alertados por estos movimientos, las evidencias hubieran ya desaparecido. Un rumor señala que en 1981 los soviéticos iniciaron una investigación oficial, lo cual da más veracidad a nuestra presunción. 




 La cueva se ubica entre las regiones de Plavince and Lubocna a 49.2° N, 20.7º E.  
Pero el lector, más allá de este largo preámbulo, querrá saber que fue exactamente lo visto por Antonin Horak, en aquella cueva que la geografía sitúa en las inmediaciones de la Montes Tatra, actual Eslovaquia, plena Europa Central. Vayamos al diario de Horak. 23 de octubre de 1944: -Temprano, ayer domingo, 22 de octubre, Slavek nos encontró en una zanja, llevándonos luego a una cueva, para escondernos. Hoy en la noche él, y su hija Hanka llegaron con alimentos y medicinas.


Nosotros no habíamos comido desde el viernes, y todo lo que había tenido antes, durante las dos últimas batallas, fue pan de maíz, siendo insuficiente- 
Nota: En este punto Slavek, el campesino que los recogió a él su escuadrón, le revela que la cueva es un gran laberinto, lleno de pozos, y bolsas de aire venenoso, además de estar presumiblemente embrujada.


Más tarde revelaría que su padre y abuelo, conocía el lugar, que tomaban como algo ceremonial, un secreto de casi treinta años dentro del clan Slavek. Horak es prevenido de no adentrarse demasiado dentro de la cueva, un pedido que éste no respetaría.
Continuemos. 23 de octubre de 1944: -Pero aquí tenemos esta cueva que solo Slavek conoce, tal vez parcialmente, ya que puede haber más de una entrada conocida, además de contener probablemente animales hibernando.


 Comencé mi exploración dentro de la cueva con un fusil, y linterna. Después de una caminata no demasiada desviada y peligrosa, tomando siempre los pasos laterales más fáciles y demarcados por mí, arribé luego de 1 ½ hs, a un largo paso de nivel, donde al final se divisaba en su extremo, un agujero del tamaño de un barril. Me arrastro de rodillas, y me congela el asombro, contemplo algo así como un gran silo natural o muro cortina de negro, sal, hielo, o lava. Convirtiéndose luego en perplejidad y a continuación asombro, cuando me di cuenta que ese flanco o pared es una estructura de vidrio liso, aparentemente artificial, realizadas tal vez por el hombre. Bellas curvas cilíndricas que indican un enorme cuerpo con un diámetro de unos 25 metros. 

 Donde la estructura se encuentra, las estalagmitas y estalactitas grandes, conforman un brillante marco blanco. La pared es uniformemente azul – negruzco, su material parece combinar las características del acero, pedernal, y caucho, “la ataco con el pico, pero no hago mella en ella”. Incluso la idea de una torre de tamaño artefacto, incrustado en la roca en medio de una oscura montaña, en una región salvaje donde ni siquiera se sabe acerca de leyendas sobre ruinas de minerías o industrias, desarrollándose en cuevas históricas, es desconcertante, por no decir espantoso. 

 Nota: En su exploración Horak, declara haber escuchado como ruidos, semejantes a turbinas en funcionamiento. Intentó obtener algo del material que parecía recubrir las paredes de la cueva, pero a pesar de sus esfuerzos no pudo conseguirlo. 28 de octubre de 1944, escribe: “me senté cerca del fuego a especular: 

-¿Qué significa esta estructura, con paredes de 2 metros de espesor y con una forma inimaginable, y de propósitos desconocidos hoy día? 

-¿Como pudo llegar esta estructura a las rocas? 

-¿Hay más detrás de la Moonshaft? 

-¿Cuál fue el incidente que lo originó? 

- ¿El objeto fosilizado que allí reside, fue realizado por la mano del hombre? 

-¿Hay verdad en las leyendas, como la de Platón, acerca de civilizaciones perdidas con tecnología semejante a la magia, que nuestra razón no puede comprender ni creer?


 “Soy un individuo de formación académica, pero me veo obligado a admitir que entre aquellas peñas negras, satinada, y matemáticamente curveadas, me sentí como si fuera presa de un poder sumamente extraño y maligno durante mi última visita al lugar, examiné la ladera de la montaña sobre la zona y no encontré sumideros ni pozos, las supuestas conexiones “al tiro de pozo de la luna”. 


Pero en estas escarpadas pendientes de los montes Tatra, es muy posible que las avalanchas hayan arrasado o rellenado cualquier conexión parecida”. 

Conclusión: El relato de Horak encuentra muchos puntos de similitud con otros posts, ya enunciados en Crónica Subterránea. Ruidos extraños semejantes a maquinarias, paredes pulidas de material extraño, e inquietantes presencias, que parecen custodiar el lugar. 

¿Son estas señales de un mundo perdido, integrante de nuestra eterna búsqueda diaria? 

¿Restos de antiguas civilizaciones desaparecidas, quizás gigantes, atendiendo a las leyendas de la zona? 

¿O tal vez una de las tantas entradas de aquel reino interior, que tanto nos desvela? 

Por lo pronto solo sabemos que en la descripción de Antonin Horak, la Cueva de los Tayos se rememora una vez más, las semejanzas son poderosas. 

El lector una vez más, decidirá.

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