lunes, 14 de julio de 2014

Las Misteriosas Cabezas de los Dioses.


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En esta ocasión, vamos a hablar sobre las distintas cabezas alargadas 
pertenecientes a los dioses que las antiguas tradiciones han recogido, Asia, África, Europa y Sudamérica entre otros, recogen infinidad de relieves, estatuas, momias, leyendas y costumbres arraigadas a ese ser superior venido de la “nada” que cohabito con el homo sapiens y a quién utilizaba como esclavo.

En esta ocasión traemos con nosotros a un nuevo colaborador de Mundo Desconocido, su nombre es Yusett Adderdy, Peruano y licenciado en Arqueología, quien nos contará de primera mano su experiencia con los llamados cráneos de Paracas, también pertenecientes a esos “seres” que algunos llaman el Homo Capensis u Hombre de Boskop.



fuente/Mundodesconocido.es

El Enigma de las ciudades subterráneas de Capadocia, Turquía.



Capadocia (en turco: Kapadokya; griego Καππαδοκία; en armenio Կապադովկիա) es una región histórica de Anatolia central, en Turquía, que abarca partes de las provincias de Kayseri, Aksaray, Niğde y Nevşehir.

Capadocia se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo, y por su patrimonio histórico y cultural. En el año 1985, fue incluida por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad, con una zona protegida de 9.576 ha.

Hasta hace relativamente poco tiempo la Capadocia era una región de Turquía situada en una meseta al sureste de Ankara conocida principalmente por sus paisajes modelados por el agua y el viento y siglos de erosión, que han transformado la roca volcánica creando figuras inusitadas. Las erupciones del monte Erciyes y el monte Hasan -antiguos volcanes ya extintos- cubrieron de lava vastas extensiones del paisaje de la zona con finas capas de ceniza volcánica, que se solidificó formando la roca conocida como toba calcárea. A lo largo de millones de años, la erosión excavó valles y desfiladeros y modeló las famosas “chimeneas de hadas” que dan a la región su aspecto único. Sí, la Capadocia es una tierra de paisajes increíbles, pero es mucho más que eso. La toba posee la característica de poder ser fácilmente excavada y modelada, y una vez expuesta al aire, se endurece lo suficiente como para soportar el peso de estancias, bóvedas y túneles. Los habitantes que durante miles de años han poblado la Capadocia conocían bien esta particularidad del paisaje de la región, y durante cientos, miles de años quizás, excavaron la roca creando una compleja red de cuevas y túneles, hasta crear auténticas ciudades bajo el subsuelo de toda la región con capacidad para albergar a cientos de miles de personas durante varios meses.


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Desde hace miles de años han existido asentamientos humanos en la Capadocia. Algunas de las civilizaciones más antiguas del mundo tuvieron su origen y florecieron aquí, como por ejemplo los hititas, mientras que otras supieron ver en la región un lugar estratégico que permitía el control de la meseta anatolia y de las rutas de paso entre Asia y Europa. Todas esas civilizaciones -desde los hititas a los persas, desde los griegos a los bizantinos pasando por los romanos- han dejado su huella cultural en Capadocia.

La situación geográfica de la Capadocia la convirtió irremediablemente durante muchos siglos en lugar de paso y en encrucijada de numerosas rutas comerciales, y por tanto, también en objeto de continuas invasiones. Ya fuera para escapar del duro clima de la región, de los animales salvajes o de los ataques de bandidos e invasores, el caso es que los pobladores de la Capadocia comenzaron a excavar la blanda roca y a crear primero cuevas, y más tarde auténticas ciudades subterráneas de decenas de metros de profundidad. Conectadas por decenas de túneles que forman auténticos laberintos en los que resulta fácil perderse, construyeron viviendas, establos, cuarteles, cocinas, baños, salones e incluso iglesias distribuidas en varios niveles que se adentran en el subsuelo de la Capadocia. Dotadas con sistemas de ventilación, chimeneas y depósitos de agua, los habitantes de estas increíbles ciudades subterráneas podían permanecer meses y meses en el subsuelo aislados del mundo exterior situado varias decenas de metros más arriba, a salvo de cualquier peligro.

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Los descubrimientos hechos hasta ahora en algunas de estas ciudades han revelado la existencia de numerosas cocinas, bodegas, almacenes de comida, depósitos de agua, zonas de reunión, baños y centros de oración, entre otras estancias. Todas ellas excavadas a mano en la roca. La relativa facilidad para modelar la roca permitió esculpir hasta los mínimos detalles, desde huecos en los que calentar la comida hasta canales para la circulación del agua, pasando por asideros para atar los caballos o agujeros para colocar las lámparas de aceite con las que se iluminaban. Se ha descubierto incluso que muchas de estas ciudades poseían un complejo sistema de conductos que permitían la comunicación entre distintas estancias situadas a niveles diferentes. Debido además a la especial textura de la roca en la que se excavaban, las estancias permanecían a una temperatura agradable y estable a lo largo de todo el año, ni demasiado calurosas en verano ni demasiado frías en invierno.

Uno de los detalles que más destaca ante el visitante es no obstante el sistema que utilizaban para cerrar las entradas de los principales túneles de acceso en caso de peligro, formado por enormes piedras de pesada roca en forma de rueda que hacían desplazarse a lo largo de una especie de rail excavado en la roca, de forma que una vez cerrado sólo podían girarse desde el interior para volver a permitir el paso. Había otros ingeniosos sistemas defensivos que permitían coger a los enemigos por sorpresa o incluso desorientarlos, y que posibilitaban que unos pocos defensores pudieran resistir largo tiempo incluso ante grandes ejércitos.

La fecha en que fueron construidas estas fabulosas ciudades subterráneas de la Capadocia continúa siendo de hecho un misterio. Son mencionadas por primera vez en el siglo V a.C por Herodoto, si bien algunos expertos consideran que fueron los hititas quienes comenzaron a excavarlas al menos 1.500 años antes de nuestra era, siendo usadas posteriormente por los primeros cristianos que huían de la persecución de los romanos. Otros estudiosos opinan que las ciudades subterráneas fueron excavadas por los frigios -quienes invadieron precisamente los territorios hititas- en torno al año 1.000 antes de Cristo como medio de defensa contra los asirios, o que incluso fueron construidas mucho después, en tiempos romanos o bizantinos. Hay quien piensa también, sin embargo, que todos ellos se limitaron a utilizar algo que ya había sido construido desde tiempos inmemoriales y que la antiguedad de las ciudades subterráneas es tal que seguramente nunca podamos conocerla con certeza.

El uso de las ciudades subterráneas se prolongó durante la llegada del cristianismo a la región, en los siglos II y III de nuestra era. En esa época inicial del cristianismo proliferaron los anacoretas, que buscaban un estilo de vida ascético y privado de comodidades creyendo que así se acercaban más a Dios. Posteriormente a partir del siglo IV se crearon varias comunidades monásticas en la región, siguiendo la tradición de los primeros cristianos. Cuando los invasores árabes comenzaron a hacer incursiones en la región durante los siglos VII y VIII, las comunidades cristianas y monásticas que habitaban la Capadocia utilizaron la red de túneles y cuevas de las ciudades subterráneas para sobrevivir y escapar a los invasores, igual que antes que ellos lo habían hecho otros habitantes de la zona durante siglos. Posteriormente, tras la pérdida de la región por parte de los bizantinos a manos de los turcos selyúcidas y con la llegada posterior del Imperio Otomano, la región se estabilizó y el peligro de invasión desapareció durante siglos, y los habitantes de la Capadocia comenzaron a olvidarse de las ciudades subterráneas a medida que continuaban su vida normal en la superficie. La llegada del Islam a la región terminó por abandonar también el uso de los monasterios e iglesias construidos en la roca, y poco a poco las cuevas y túneles fueron abandonados hasta que únicamente las estancias más cercanas a la superficie continuaron siendo utilizadas por los pobladores de la región como almacén o lugar de refugio para los animales, cosa que aún sigue ocurriendo en la actualidad.

El conocimiento de la existencia de las ciudades subterráneas se perdió, y durante prácticamente mil años quedó como una simple leyenda en la memoria de los más ancianos. Y así siguió hasta que a mediados de los años 60 fueron descubiertas de nuevo casi por casualidad; primero Kaymaklı, luego Derinkuyu, y así hasta llegar a nuestros días, en los que se conocen 40 ciudades subterráneas en Capadocia, si bien se cree que podría haber unas 200. De esa cuarentena de ciudades descubiertas hasta la fecha, sólo unas pocas están abiertas al público y sólo parcialmente, ya que su extensión y complejidad hace demasiado peligroso adentrarse en profundidad para cualquiera que no esté debidamente preparado; otras han sufrido derrumbes de sus túneles y cavidades con el paso de siglos y siglos de abandono; y en general se puede decir que se muestra sólo una mínima parte porque es tanto lo que se desconoce de ellas que ni siquiera se sabe hasta dónde se extienden… Dicho lo cual, el visitante empleará no menos de hora y media en recorrer las estancias y galerías de la mayoría de ellas, no sin dificultades y siempre procurando no perderse en el laberinto de túneles y pasadizos que las recorren.

Una de las ciudades más conocidas para los turistas, aunque no es desde luego la más grande, es la ciudad subterránea de Derinkuyu. Situada a unos 30 km al sur de Nevşehir, la ciudad fue abierta al público en 1969, aunque sólo el 10% puede ser visitada. Por lo que sabemos posee ocho niveles subterráneos que alcanzan una profundidad de 85 metros bajo tierra, y podía albergar unos 20.000 habitantes. Kaymaklı, abierta en 1964 y localizada a unos 10 km al norte de Derinkuyu, es otra conocida ciudad subterránea; si bien algo más pequeña que la anterior -con “sólo” cinco niveles subterráneos- posee aun así más de 100 túneles diferentes que la recorren, la mayoría de ellos lo suficientemente estrechos e inclinados como para hacer desistir al más valiente, o al menos a cualquiera que sufra de cierto grado de claustrofobia. Estas no son las ciudades subterráneas más grandes que se conocen, ni muchísimo menos: sabemos que algunas de estas ciudades poseen hasta 20 niveles o pisos subterráneos, superando los 500 metros de profundidad y pudiendo albergar entre 60.000 y 80.000 personas cada una. En total se estima que bajo el subsuelo de la Capadocia hay una red de ciudades capaces de albergar hasta un millón de personas durante varios meses, una población que ni siquiera existe en la actualidad en la región… Lo cual nos devuelve de nuevo a la pregunta, ¿quién y para qué construyó estas inmensas ciudades bajo tierra?.

La ciudad subterránea más recientemente descubierta abierta al público es Gaziemir, situada a unos 40 km al este de Aksaray. Abierta en junio de 2007, aún no son muchos los turistas que la visitan, si bien se cree que es una de las ciudades más grandes de la zona. Los expertos creen que se remonta al menos a la época bizantina, y al contrario de lo que suele ser habitual sus túneles y pasadizos no están construidos de forma que apenas permiten el paso de una persona sino que son anchos y espaciosos, seguramente para permitir el paso de camellos usados como medio de transporte en las caravanas de mercaderes que atravesaban la región. Para aquellos que padezcan de claustrofobia pero que no puedan resistirse a la tentación de descubrir los misterios de las ciudades subterráneas de la Capadocia, seguramente Gaziemir sea el lugar ideal. Por ahora las excavaciones han permitido sacar a la luz baños, iglesias, establos, almacenes, cocinas, bodegas y habitaciones.

Uno de los más sorprendentes y recientes descubrimientos es que las ciudades subterráneas de la Capadocia no estaban aisladas entre sí, sino que estaban unidas por túneles de decenas de km de longitud formando una inmensa red que permitían comunicarlas entre sí. Actualmente hay un proyecto en marcha que pretende abrir alguno de estos túneles -de entre 15 y 20 km de longitud- al público, aunque aún no está claro cuándo ni cómo se podrá realizar un recorrido que sin duda pondrá a prueba al más atrevido.

A pesar de que el número de turistas que optan por ver las ciudades subterráneas sigue siendo pequeño en comparación con los que visitan las peculiares “chimeneas de hadas” que decoran el paisaje de la Capadocia o lugares tan emblemáticos como Göreme, poco a poco se va conociendo este peculiar tesoro -aún por descubrir en su totalidad- que se extiende bajo el subsuelo de una de las regiones más conocidas de Turquía. Muchos son los misterios que rodean aún a esta inmensa red de ciudades construidas hace miles de años bajo el subsuelo de Capadocia. La extensión y complejidad de las construcciones, unido a que seguimos sin saber a ciencia cierta quién ni para qué construyó esta inmensa red de ciudades bajo tierra, hace que aún hoy las ciudades subterráneas de la Capadocia constituyan uno de los grandes misterios no sólo de Turquía, sino de todo el mundo, y un lugar que sin duda alguna merece la pena visitar.






Cómo llegar:

Hay servicios de autobús con destino a Capadocia desde muchas ciudades de Turquía, incluyendo Estambul y Ankara. La mayoría de ellos suelen llegar hasta Nevşehir, principal ciudad de la región, donde podemos tomar un minibus (llamados “dolmuş”) o un taxi que nos lleve hasta donde queramos. Los mejores alojamientos se encuentran en Göreme y Ürgüp, localidades por otro lado bastante bien situadas para visitar la región.

La mayoría de los hoteles de la zona ofrecen a muy buen precio tours guiados por la Capadocia que incluyen -si lo deseamos- visitas a algunas de las principales ciudades subterráneas. También podemos recurrir a una agencia de viajes turca, una opción más cara pero en cualquier caso seguramente más barata que un viaje organizado con un touroperador europeo. Otra posibilidad para los más “aventureros” es alquilar un coche y visitar la Capadocia por nuestra cuenta, provistos de un buen mapa.

Si queremos llegar en avión, hay que tener en cuenta que el aeropuerto más cercano se encuentra en Kayseri. Hay vuelos regulares desde Estambul con Turkish Airlines (THY). Desde el Aeropuerto de Kayseri parten autobuses a Göreme y Ürgüp.

Dónde alojarse:

Hotel Cappadocia Palace (http://www.hotel-cappadocia.com)

Kayadam Cave Hotel (http://www.kayadam.com)

Yunak Evleri Cave Hotel (http://www.yunak.com/index.php)

Hotel Selçuklu Evi (www.selcukluevi.com/es)

Melekler Evi (http://www.meleklerevi.com.tr)


fuente del texto/arqueoastronomia.wordpress.com

domingo, 13 de julio de 2014

El mundo es una ilusión (la teología de Phillip K. Dick)

 

Un enigmático episodio, en el que recibió una “invasión mental cósmica“, marcó la vida de Phillip K. Dick e hizo que creyera que el mundo en el que vivimos es un simulacro, desarrollando toda una teología de la gran ilusión cósmica.
 
Hace un par de semanas se publicó The Exegesis, la obra póstuma de Phillip K. Dick de más de 900 páginas en donde el que actualmente es el escritor de ciencia ficción más popular de Hollywood (y quizás pase a ser el más importante en la historia del género), explora y reflexiona sobre un intrigante episodio que le ocurrió en 1974 y del cual se deriva (y cifra) su teología. Estas meditaciones metafísicas, que no fueron escritas para ser publicadas, constan de más de 9,000 páginas, las cuales fueron editadas para componer una obra relativamente digerible.

La teología sobre la que devanea K. Dick es, como quizás sea obvio para sus lectores, una espectral madeja de paranoia y lucidez que, más allá de explorar una veta un tanto radical (y alucinatoria) del cristianismo, se centra en la preocupación central de la obra de este escritor estadounidense: qué es la realidad. Este cuestionamiento, que ha sido abordada con cierto parentesco por Borges, Baudrillard, Hume y los filosófos presocráticos, encuentra en K. Dick a uno de sus más profundos inquisidores.

El 20 de febrero de 1974, Phillip K. Dick vivió un acontecimiento —que alguna vez describió como una invasión mental cósmica— en el que, aparentemente, un rayo láser rosa le disparó una corriente de conocimientos arcanos.

Ese día de febrero de 1974, justo la semana en la que se había publicado la novela Flow My Tears, the Policeman Said, Dick fue al dentista a que le quitaran las muelas del juicio bajo los efectos del tiopentato de sodio. Pocas horas después se halló sufriendo un dolor extremo en su casa. Su esposa habló a la farmacia a pedir analgésicos. Tocaron a su puerta y, según relata, K.Dick sintió la necesidad de abrir él mismo pese a que estaba sangrando y adolorido. La chica de la farmacia llevaba puesto un collar brillante con un pez dorado en el centro. Este pez hipnotizó a Dick, quien le preguntó a la chica:

“Qué significa?”

La chica tocó el pez dorado resplandeciente con su mano y dijo :”Es un símbolo usado por los primeros cristianos”.

Luego me dio mis medicamentos. En ese instante, mientra volteaba a ver el símbolo del pez brillante y oía sus palabras, experimenté de súbito lo que luego descubrí se conoce como anamnesis —una palabra griega que significa, literalmente, “pérdida del olvido”. Recordé quién era y dónde estaba. En un instante, en un parpadeo, todo regresó a mí. Y no solo podía recordarlo: lo podía ver. La niña era una cristiana secreta y yo también. Vivíamos con miedo de ser detectados por los romanos. Teníamos que comunicarnos con signos crípticos. Ella me había dicho esto y era verdad.

Phillip K. Dick viviría el resto de su vida, hasta 1982, obsesionado por este episodio que incluiría una serie de comunicaciones telepáticas el mes subsecuente. De aquí se desprende la extraña cosmogonía de Phillip K. Dick, que si bien ya había sido esbozada en muchas de sus obras previas, toma un cariz radical y se afianza en su teoría de que la realidad en la que vivimos es un simulacro. En su ensayo How to Build a Universe That Doesn’t Fall Apart explica:

La respuesta a la que he llegado tal vez no sea la correcta, pero es la única que tengo. Tiene que ver con el tiempo. Mi teoría es esta: en algún sentido fundamental: el tiempo no es real. O quizás sí sea real, pero no como lo experimentamos o como imaginamos que lo es. Tuve una aguda y abrumadora certidumbre (y todavía la tengo) de que pese a todo el cambio que vemos, un paisaje específico permanente subyace al mundo del cambio: y este paisaje invisible subyacente es el de la Biblia; es, específicamente, el periodo inmediato a la muerte y la resurrección de Cristo; es, en otras palabras, el tiempo del Libro de los Hechos.

Puede parecer un tanto delirante que un escritor ahora tan reconocido, y cuyas historias alimentan el cine y la televisión cada vez más, creyera que en realidad estamos en Judea, inmóviles (como el Ser de Parménides), 2000 mil años atrás. Phillip K. Dick era consciente de esto y muchas veces buscó desestimar esta espisodio visionario —que siempre persistió como un enigma. Lo transmutó en ficción en la que para algunos es su obra maestra, VALIS, novela en la que el rayo láser que percibió dispararse del collar de la repartidora de fármacos se vuelve el rayo láser satelital que usa la computadora cósmica para proyectar hologramas y transmitir información en la Tierra —mantener también esta ilusión temporal. El sueño eléctrico de la divinidad de K. Dick, novelado, en el que esta divinidad informática que proviene de Sirio se comunica con él para revelarle lo que podríamos llamar los intersticios de la Matrix.

Dick escribió en Exegesis:

Parece que somos bucles de memoria (portadores de ADN capaces de experiencia) en una sistema computacional pensante en el que, aunque hemos correctamente grabado y almacenado miles de años de información experiencial, y cada uno de nosotros posee depósitos un tanto diferentes de todas las otras formas de vida, hay un mal funcionamiento —una falla— en la recuperación de la memoria.

Tenemos aquí una clara muestra de la anamnesis que es clave en el sistema filosófico-religioso de K. Dick y la cual equivale a la gnosis platónica: saber es recordar. Recordar quiénes somos, intuye K. Dick, es ver más allá del simulacro, acceder a la esencia intemporal que participa en el Logos (el Logos que es “aquel que piensa, y aquello que se piensa: el pensador y el pensamiento juntos”; Dick cree, como cierta corriente en la física cuántica, que la información es el constituyente primordial del universo). Asimismo, la conciencia de que somos proyecciones holográficas o seres ensoñados nos abre la puerta a ser el proyector de hologramas y el soñador.

El éxito de K. Dick se sustenta en que pese a que llevó a su mente a los límites más extremos de la metafísica, que en ocasiones rayaron en la más pura psicosis, siempre conservó el humor y la crítica. También de How to Build a Universe That Doesn’t Fall Apart:

Me puedo imaginar a mí mismo siendo examinado por un psiquiatra. El psiquiatra dice, “¿Qué año es? Yo respondo, “50 d.C”. El psiquiatra parpadea y luego me pregunta. “¿Y dónde estás tú?” Yo respondó, “En Judea”. “¿Dónde rayos está eso?”, me pregunta. “Es parte del Imperio Romano”, tendría que responder. “¿Sabes quién es presidente?”, me preguntaría el psiquiatra, y yo repsondería, “El procurador Felix”. “¿Estás seguro de esto”, diría el psiquiatra, mientras que da señales encubiertas a dos asistentes corpulentos. “Sí”, le respondería. “A menos de que Felix haya dejado su puesto y entonces habría sido reemplazado por el procurador Festus. Ve, San Pablo fue aprehendido por Felix por…”. “¿Quién te dijo todo esto?”, interrumpiría el psiquiatra, irritado, y yo respondería, “El Espíritu Santo”. Después de eso me retendrían en la habitación de hule, dentro mirando hacia afuera, y sabiendo exactamente por qué estaba ahí.

Siempre esta doble realidad en el pensamiento de K. Dick: el psiquiatra es también el procurador romano que detiene a los cristianos, que lo detiene a él que ha escuchado la voz del Espíritu Santo, cuya paloma ahora es un rayo láser. Estamos aquí y allá, sentados en la eternidad y en esta película (una especie de cinta de Hollywood personalizado) que es el tiempo.

La obsesión por el episodio epifánico de K. Dick se vio aumentada por el hecho de que aparentemente recibió información telepática que comprobó ser cierta más allá de su mente. Supuestamente se le avisó que su hijo estaba enfermó y podría morir. Examinaciones médicas de rutina mostraban que el niño no tenía ninguna enfermedad; sin embargo, K. Dick insistió en que se realizaran exámenes exhaustivos. Se le decubrió una hernia inguinal que lo habría matado si no hubiera intervenido la inteligencia cósmica. Esta comunicación, de manera cambiante, fue percibida por K. Dick como proveniente de una inteligencia del sistema estelar de Sirio (para los interesados en el tema se recomienda leer Cosmic Trigger, donde Robert Anton Wislon explora la sincronicidad de que por la misma época varias personas reportaron recibir comunicación telepática de Sirio, entre ellos, él y Tim Leary). Los emisores son los constructores originales, que en VALIS revelan: “Nunca lo hemos dejado de hacer… Todavía construimos. Construimos este mundo. Esta matriz de espacio-tiempo”. Phillip K. Dick liga a los arquitectos de la Matrix sirianos con los cristianos del código del pez: ¿acaso las entidades sirianas son semidioses marinos, una especie de peces cibernéticos súper-evolucionados, cuyo linaje entronca con Cristo?

Añadiendo a la mistificación, por el tiempo de la invasión cósmica mental la esposa de K. Dick supuestamente transcribió sonidos cuando lo oyó hablar dormido y descubrió que estaba hablando en griego koiné, el dialéctco que se hablaba en la era helénica de la antigua Grecia y el cual nunca había estudiado. Este espisodio de supuesta xenoglosia no se ha podido aclarar si es parte de una mitificación à propos del mismo K. Dick o un suceso que él mismo penso que sí ocurrió –quizás en su mente se borran las fronteras entre su obra y la realidad.

En febrero de 1974 K. Dick acababa de publicar su novela Flow My Tears, The Policeman Said, la cual, según contó en varias ocasiones, descubrió a posteriori que estaba, inconscientemente, registrando sucesos que ocurrían en el Libro de los Hechos y cuyos personajes describían de manera puntual a personas que aún no conocía. Esto contribuyó a que no tomara el episodio visionario a la ligera.

Evidentemente los críticos y biógrafos de Phillip K. Dick proponen teorías alternativas para explicar la fuente de su trance visionario. Una de las versiones más socorridas es la de que este episodio fue propiciado por un ataque de epilepsia del lóbulo temporal (al parecer K. Dick, como Van Gogh, Dostoievski o Flaubert, padecía esta condición con la que la ciencia muchas veces intenta explicar las teofanías). También se han esbozado versiones de que fue el resultado del exceso de vitaminas que consumía, un flashback de su experimentación con drogas psicoactivas o simplemente una manifestación de su psique desequilibrada que por momentos lo llevaba a la locura. El mismo K. Dick consideró en algunos momentos de su vida que podía tener un origen neurológico, lo cual es parte de la tesis que desarrolla en VALIS a través de su alter ego Horselover Fat, quien tal vez padece esquiozofrenia. Consideró, sin embago, muchas otras posibilidades, algunas bastante extrañas, como la de que el obisbo muerto Jim Pike estaba invadiendo su mente (acaso por resonancia mórfica espectral) y luego pensando que más bien era la mente de un antiguo griego llamado Asklepios o una posesión avatárica del profeta Elías.

Aún más interesante que definir qué fue lo que sucedió aquella mítica tarde del 20 de febrero de 1974 es navegar a través de las elucubraciones que suscitó dicho episiodio, consolidando en este escritor una inexorable suspicacia de que la realidad que experimentamos es falsa. Aquí vale la pena salir un momento de la dimensión psicótica de K. Dick para encontrar ecos de su visión radical de la realidad en otros autores que quizás sean considerados con mayor estimación por el mainstream. Vemos en Borges un notable parangón:

“El mayor hechicero (escribe memorablemente Novalis) sería el que hechizara hasta el punto de tomar sus propias fantasmagorías por apariciones autónomas. ¿No sería ese nuestro caso?” yo conjeturo que es así. Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso.

Estos intersticios pueden ser los canales por los cuales la divinidad se comunica a sí misma su ilusión de ser en el tiempo. Y quizás no es del todo importante si ocurren generados por una aflicción neurológica, la ingestión de una sustancia psicodélica, un rayo láser rosa o por el mismo Espíritu Santo, ya que lo que se comunica es, más que la esencia de la divinidad, la ilusión del mundo —en cuyo desvelo está esa divinidad. Phillip K. Dick era un maestro en hacernos cuestionar esta realidad, ver, por así decirlo, los cables detrás de las cosas, el engranaje de la máquina y la escenografía que subyace al paisaje. “Me gusta construir universos que se deshacen. Me gusta verlos desbaratarse y ver cómo los personajes en las novelas se adaptan a este problema”. La crisis del momento en el que se desmorona la realidad es el estado de máxima conciencia y transformación. Ponernos en esa situación, como lectores, es una extraordinaria virtud que germina la semilla central del pensamiento filosófico de nuestra civilización (que Platón atribuye a Sócrates): el derecho y la responsabilidad de cuestionar las cosas y cuestionar a la autoridad, una autoridad que podemos identificar con los constructores de la ilusión. En este sentido la teología de K. Dick tiene una lectura filosófica que no se ve necesariamente contaminada de religión o fanatismo.

La filosofía gnóstica de Phillip K. Dick tiene un profundo sentido ético (una ética metafísica). Más allá de que su obra, dentro de la simulación y el artificio que predomina, celebra al humano auténico y exalta la empatía como la emoción suprema que permite al hombre permanecer dentro de la ilusoriedad que, como en Ubik, hace todo evanescente y corrupto, K. Dick sugiere que es nuestra labor realizar el mundo:

En el Timeo, Dios no crea el universo, como sí lo hace el Dios cristiano. Simplemente lo encuentra un día. Está en un estado de caos total. Dios se dispone a transformar el caos en orden. Esta idea me atrae y la he adaptado para adaptarla con mis propias necesidades intelectuales: ¿qué pasaría si nuestro universo empezara como algo no del todo real, una especie de ilusión, como la religión hinduista sostiene, y Dios, por amor y caridad hacia nosotros, lentamente lo está transmutando, lenta y secretamente, en algo real?

Para llegar (o llevar) al mundo a la realidad, según la exploración teológica de K. Dick, el hombre debe descubir su ilusoriedad fundamental, pero también combatir todo aquello que falsifica y simula. Por lo tanto son los valores que históricamente predican las grandes religiones los que le permiten afianzarse dentro de la desintegración ontológica que permea a este mundo, concebido como una contracreación o una copia de la realidad divina por un demiurgo a veces identificado con el diablo. En el amor y en la empatía el hombre vislumbra el orden divino original y participa en la esencia subyacente de las cosas o espíritu. Dice Dick:

La suma de mucha de la teología y la filosofía presocrática puede expresarse así: el kosmos no es como aparenta ser, y probablemente lo que es, en su nivel más profundo, es exactamente lo que los seres humanos son en un nivel más profundo —llámenlo alma o mente, es algo unitario que vive y piensa, y solo parece ser plural y material.

Dudar de la realidad del mundo material, del mundo sólido que experimentamos todos los días y en el cual nos construimos como entidades individuales aparentemente independientes de los demás, puede considerarse para muchas personas una simple alucinación o una percepción poco fundamentada según los preceptos aprendidos de la razón (o como algo aterrador al significarnos como simulacros). Las cosas no se desintegran de la nada, siguen ahí, pueden tocarse y a la vez cambian conforme a leyes establecidas, predecibles y constantes. Pero consideremos la posibilidad de que esto sea así precisamente porque nosotros —o alguien más— las dotamos de esta realidad: al participar después de todo en la divinidad subyacente somos entidades dadoras de realidad, la mirada es siempre transformadora.

Phillip K. Dick definió la realidad como “aquello que persiste, incluso cuando dejamos de creer en ello”. Las cosas —la mesa, el árbol, el auto— persisten en nuestra experiencia común: no nos despertamos y nuestra mesa ha desaparecido. Pero, ¿cuándo hemos dejado de creer en la mesa? ¿Cuándo hemos en verdad dejado de creer en la solidez del mundo? Y, al morir, ¿acaso permanecerá la personalidad que supuestamente integramos: ser Phillip, o Juan, o Yo, si dejamos de creer que somos esa persona?

El autor de esta entrada manifiesta su afinidad con la delirante y valiente obra de Phillip K. Dick y la fascinación por interrogar la naturaleza de la realidad. Quizás esto muestra una especie de rechazo al mundo, una excesiva oniricidad, pero quien alguna vez ha visto —o al menos ha creído ver— la radical ilusoriedad de este, el código de glifos y fractales luminosos de la Matrix o los fotogramas con los cuales los agentes van concatenando el holograma del tiempo, difícilmente dejará de sentirse atraído por estos temas y estará genuinamente interesado en descorrer el velo, siquiera por un instante, y asomarse al jardín que yace suspendido en la eternidad, aquí.

Escribiendo en Disneylandia, Phillip K. Dick anticipó la realización al final de los tiempos:

Tal vez el tiempo no solo se está acelerando; tal vez, además, está por terminar.

Y si lo hace, los juegos de Disneylandia no serán nunca igual. Porque cuando el tiempo finalice, las aves y los hipopótamos y los leones y los venados de Disneylandia no serán más simulaciones, y, por primera vez, un ave real cantará.

 Por: Alejandro de Pourtale
 fuente/Pijamasurf
 

¿Se puede distorsionar la realidad?. Divertida Ilusón óptica que genera tal efecto. Impresionante efecto 2º vídeo.



Aumentando la realidad al máximo:


Dramático encuentro entre avión militar y 3 OVNIS el 3 de mayo de 1975.

1975 ufo

Filman OVNI sobre Italia.


ALERTAS. La droga "Zombie" llega a Mallorca. Nueve casos de “droga caníbal” en un solo día causan pavor en las playas.

 


Diez policías se necesitaron para reducir un joven inglés que, como rabioso, no paraba de morder a la gente en la playa de Magaluf. Hasta 9 casos similares atendió la Policía de Calviá en una jornada sola.

El último joven detenido, un inglés de 28 años, estaba completamente fuera de sí, por el consumo de sustancias entre las que se encontraba la “droga caníbal”. Los guardavidas en la playa fueron alertados por los bañistas de la conducta del sujeto, que obligaba a la gente a correr para no ser mordidos. La policía y un servicio de ambulancias debieron atrapar y luego sedar al individuo para su traslado a un hospital.

Los casos se suman a la ola de denuncias en Ibiza, por los brotes de “violencia extrema” que pacientes atendidos por consumo de estupefacientes manifestaron, según explicaron fuentes de la Unidad Antidroga de Islas Baleares.

La “droga caníbal” recibió el nombre tras que un hombre devorara las tres partes de la cara de un mendigo, en Miami en 2012, después de haberse administrado el estupefaciente sintético. La “metiendioxipirovalerona” (MDPV), popularmente conocida como “sales de baño” –porque así llegó a venderse legalmente en España- tiene efectos tan potentes que cinco miligramos pueden alterar la conducta una semana después de aspirada. Los consumidores suelen experimentar cuadros paranoicos en que todo quien les rodea quiere atacarle además de una rabia homicida que lo lleva a no tener conciencia del cuerpo propio y su manejo. Tampoco sienten dolor, ni siquiera en caso que les rompan un hueso.
Las más famosas playas mediterráneas al borde del pánico

Los casos que se registran en Mallorca y en Ibiza han comenzado a repercutir en la vida turística de la temporada “alta” 2014, principalmente en bares y restoranes de las zonas donde fueron detenidos los sujetos sin control. Más allá del habitual “desmadre” que puede ocurrir en algunas playas populares de España, también existe un turismo de alto nivel que gusta de disfrutar la vida social que brindan las Islas Baleares y han dejado de la noche a la mañana importantes huecos en una época que todo debería estar colmado.

Hay duro hostigamiento de los empresarios turísticos que temen por el futuro de la temporada que el año pasado alcanzó, solamente para Mallorca, los 42 millones de noches pernoctadas según datos del Instituto Nacional de Estadística. (http://www.lr21.com.uy)





Otros casos ya acontecidos de consecuencias de esta tembible droga:







2017-2052. La Profecía está escrita. ¿Se cumplirá o no?


Michel de Nostradamus : Médico, astrólogo y adivino francés, nacido en Saint-Rémy de Provence y muerto en Salon. Su nombre verdadero era Michel de Notredame, y nació en el seno de una familia de judíos convertidos al cristianismo en la que había habido varios médicos de gran celebridad. Tras aprender los rudimentos de la ciencia médica con uno de sus abuelos, estudió en Aviñón y en la Escuela de Medicina de Montpellier. La peste de 1525-1529 le obligó a salir de aquella ciudad y a ejercer como médico, aunque no había obtenido todavía de forma oficial su título, en Narbona, Toulouse y Burdeos. Cuando Montpellier quedó liberada de la epidemia de peste, regresó a esta ciudad, donde por fin obtuvo el título de doctor, y a continuación se estableció en Agen.

En esta otra ciudad se casó y tuvo dos hijos, pero muy pronto fallecieron ambos, al igual que su mujer, lo cual le llevó a emprender un largo viaje de más de diez años en que procuró olvidar sus desdichas familiares y profundizar en sus conocimientos médicos y astrológicos.

En el año 1544 volvió a casarse con una bella heredera de Salon, ciudad en la que fijó su residencia. Su nuevo casamiento le procuró un período de paz y de comodidad muy fructíferos, además de varios hijos que nacieron con el paso del tiempo. Cuando al año siguiente volvió a estallar la peste, sus servicios fueron requeridos en diversas ciudades francesas. En Lyon fue donde cosechó sus mayores éxitos y donde mayor fama ganó, aunque diversas rivalidades y pleitos con varios colegas celosos de su fama le obligaron a volver a Salon, donde se dedicó a escribir diversas obras médicas. En su refugio, profundizó todavía más en bibliografías astrológicas y adivinatorias, y comenzó a redactar él mismo sus célebres Prophéties ("Profecías"), cuya primera edición, que incluía siete "centurias", vio la luz en el año 1555.

Las Prophéties son una obra escrita en verso, en un estilo oscuro y artificioso, y con contenidos enigmáticos que intentaban adivinar el futuro de Francia y del mundo hasta el año 3797, en que se produciría supuestamente el Apocalipsis. Una de sus más célebres predicciones se refiere a la destrucción de Occidente que causarían los pueblos mongólicos del Oriente en el año 1999. Según explica el propio adivino en la primera centuria, su técnica adivinatoria se basaba en sentarse delante de un trípode frente al cual había un recipiente de cristal con agua, hasta que llegase, en forma de llama luminosa, la inspiración profética. Pese a su escasa inteligibilidad, su obra alcanzó una popularidad instantánea que llegó hasta la corte, lo que explica que Catalina de Médicis invitase en seguida al astrólogo a París y allí le cubriese de honores y distinciones. Extraordinaria impresión causó el hecho de que hubiese profetizado la muerte de Enrique II a causa de las heridas recibidas en un torneo. Ello le convirtió en uno de los hombres más apreciados y solicitados de la corte.

En 1558 publicó una nueva edición de su obra, con tres centurias añadidas, que no hicieron sino acrecentar su fama. En el año 1564 le visitaron en su casa de Salon Carlos Manuel de Saboya, la princesa Margarita y el mismo Carlos IX, que le nombró su médico personal. Pero las envidias y celos de muchos colegas lograron, sin embargo, que sobre su persona y su obra gravitasen siempre dudas y existiese una polémica permanente. Durante su vida, nunca faltaron las voces que le denunciaron como impostor y defraudador profesional. Esas críticas aumentaron, lógicamente, tras su muerte, y un siglo después de ella, personajes como Pierre Gassendi demostraron que algunos de sus horóscopos contenían errores muy importantes. A pesar de ello, sus Prophéties siguieron siendo una obra de inmensa popularidad, que se ha estado reeditando, analizando y estudiando desde entonces hasta hoy, y que ha sido traducido a numerosísimas lenguas.

A Michel de Nostradamus se le atribuyen otras obras, aparte de sus célebres Prophéties: el Traité des fardements ("Tratado de maquillajes") (Lyon, 1552), Le remède très utile contre la peste et toutes fièvres pestilentielles ("Remedio muy útil contra la peste y contra todas las fiebres pestilenciales") (París, 1561), y el Traité des singulières recettes pour entretenir la santé du corps ("Tratado de recetas singulares para mantener la salud del cuerpo") (Lyon, 1572).

Michel de Nostradamus fue padre de otro astrólogo del mismo nombre, llamado "El Joven", que publicó, todavía en vida de su progenitor, un Traité d´astrologie ("Tratado de astrología") (París, 1563), y profetizó que el pueblo de Pouzin sería devorado por las llamas. Fue sorprendido cuando él mismo se encargaba de prenderle fuego para ver cumplida su profecía, y ejecutado de manera inmediata en 1574. Otro de sus hijos fue el pintor Cesar (1555-1629), gentilhombre de cámara de Luis XIII y autor de un retrato de su padre que se conserva en Aviñon.

Clica aquí en el link para leer las profecías cárticas.

Los grandes vegetarianos.

sábado, 12 de julio de 2014

Un físico explica por qué puede existir el alma.

Henry P. Stapp es un físico teórico en la Universidad de California-Berkley quien trabajó con algunos de los padres fundadores de la mecánica cuántica, él no busca probar que el alma exista, pero dice que su existencia encaja en las leyes de la física.

No es correcto decir que creer en el alma no es científico, de acuerdo con Stapp. Aquí la palabra “alma” se refiere a una personalidad independiente del cerebro o del resto del cuerpo humano que puede sobrevivir más allá de la muerte. En su artículo, “Compatibilidad de la teoría de la física moderna con supervivencia de la personalidad”, escribió: “Las fuertes dudas sobre la sobrevivencia de la personalidad basadas únicamente en la creencia de que la supervivencia después de la muerte es incompatible con las leyes de la física son infundadas”.

Él trabaja con la interpretación de Copenhagen de la física cuántica –más o menos la interpretación utilizada por los fundadores de la mecánica cuántica, Niels Bohr y Werner Heisenberg. Incluso Bohr y Heisenberg tenían algunos desacuerdos sobre cómo funciona la física cuántica y desde entonces los entendimientos sobre la teoría han sido diversos. El artículo de Stapp sobre la interpretación Copenhagen ha sido de gran influencia. Fue escrito en la década de los 70 y Heisenberg escribió un apéndice para éste.

Stapp señaló acerca de sus propios conceptos: “No ha habido ningún indicio de mis descripciones (o concepciones) anteriores de esta mecánica cuántica ortodoxa sobre cualquier noción de supervivencia de la personalidad”.

Por qué la Teoría cuántica podría dar indicios de vida después de la muerte

Stapp explica que los fundadores de la teoría cuántica solicitaron a los científicos que cortaran fundamentalmente al mundo en dos partes. Sobre el corte, las matemáticas clásicas podrían describir el proceso físico experimentado empíricamente. Debajo, las matemáticas cuánticas describen un reino “que no implica determinismo físico completo”.

De este reino bajo el corte, Stapp escribió: “Uno generalmente encuentra que el estado evolucionado del sistema, no puede ser igualado con ninguna descripción clásica de las propiedades visibles para los observadores”.

Entonces, ¿cómo observan los científicos lo invisible? Usan propiedades particulares del sistema cuántico e instalan aparatos para ver sus efectos en el proceso físico “sobre el corte”.

La clave está en la elección de quien lo experimenta. Cuando trabajas con el sistema cuántico, la elección del observador se muestra para impactar físicamente lo que se manifiesta y que puede ser observado sobre el corte”.

Stepp citó la analogía de Bohr sobre esta interacción entre el científico y los resultados de su experimento: “es como un hombre ciego con un bastón: cuando el bastón se lleva suelto, el borde entre la persona y el mundo exterior se divide entre la mano y el bastón; pero cuando es sostenido firmemente se vuelve parte del yo exploratorio: la persona siente que él mismo se extiende hasta la punta del bastón”.

Lo físico y lo mental están conectados de forma dinámica. En términos de la relación entre mente y cerebro, parece que el observador puede sostener una actividad cerebral determinada que de otro modo sería breve. Ésta es una elección similar a la que hace un científico cuando decide qué propiedades del sistema cuántico estudiar.

La explicación cuántica sobre cómo la mente y el cerebro pueden separarse o diferenciarse, aún conectadas por las leyes de la física “es una revelación agradable”, escribió Stapp. “Esto resuelve el problema que ha plagado ambas, ciencia y filosofía por siglos, la necesidad del mandato científico ya sea para equiparar a la mente con el cerebro, o para hacer al cerebro dinámicamente independiente de la mente”.

Stapp dijo no es contrario a las leyes de la física que la personalidad de una persona muerta pueda adherirse a alguien vivo como en el caso de la llamada posesión espiritual. No requeriría ningún cambio básico en la teoría ortodoxa, aunque “requeriría flexibilidad en la idea de que eventos físicos y mentales ocurren sólo cuando ambos se juntan”.

La teoría física clásica solo puede evadir el problema, y los físicos clásicos solo pueden trabajar para desacreditar la intuición definiéndola como un producto de la confusión humana, dijo Stapp. En lugar de eso, la ciencia debería, reconocer “los efectos físicos de la conciencia como un problema físico que necesita ser respondido en términos dinámicos”.

Cómo este entendimiento afecta el tejido moral de la sociedad.

Por otra parte, es imperativo para mantener la moral humana considerar a la gente como algo más que solo máquinas de carne y hueso.

En otro artículo, titulado “Atención, intención y voluntad en la física cuántica”, Stapp escribió: “Ahora se volvió ampliamente apreciada la asimilación del público en general de esta visión “científica”, de acuerdo con la cual cada ser humano es básicamente un robot mecánico, la cual parece tener un impacto significativo y corrosivo en el tejido moral de la sociedad”.

Escribió sobre “la creciente tendencia de la gente a exonerarse a sí misma argumentando que no soy “yo” quien está equivocado, sino algún proceso mecánico interno: “mis genes, me hicieron hacerlo”; o “mi alta glucosa en la sangre me hizo hacerlo”. Evoca la famosa defensa por demencia que sacó a Dan White después de cinco años de haber asesinado al alcalde de San Francisco George Moscone y al supervisor Harvey Milk”.

fuente/www.lagranepoca.com/32330-fisico-explica-que-puede-existir-alma