Desde hace más de tres décadas, Kip Thorne, catedrático de Física Teórica en Caltech (Instituto Tecnológico de California), es considerado, junto a su amigo Stephen Hawking, uno de los mayores expertos mundiales en este campo. Pero además, en el último año la fama del profesor se ha disparado gracias a Interstellar, la película de Christopher Nolan cuyo guión fue elaborado con su asesoramiento científico.
La semana pasada, este brillante astrofísico visitó Londres para asistir a un pase muy especial del filme, que fue proyectado en el Royal Albert Hall mientras una orquesta tocaba su banda sonora en directo. Coincidiendo con el centenario de la Teoría de la Relatividad General, Thorne concedió a Pablo Jáuregui, enviado especial del periódico español El Mundo, esta entrevista exclusiva.
PREGUNTA: Einstein decía que «no entiendes algo realmente hasta que eres capaz de explicárselo a tu abuela». ¿Se atrevería a explicarme la Teoría de la Relatividad para que la entendiera su abuela o la mía?
RESPUESTA: (risas) Eso es precisamente lo que hemos intentado hacer con Interstellar. La película refleja algunos conceptos clave de la teoría de Einstein que están implícitos en la historia que se cuenta. Sobre todo, un aspecto central de la Relatividad que yo llamo la Ley de la Deformación del Tiempo. Einstein no lo bautizó con esas palabras, pero su primera intuición fue que el tiempo se deforma. La manera más sencilla que encuentro para explicarlo es que todo lo que existe en el Universo prefiere vivir donde envejecerá más lentamente, y la gravedad lo arrastra hasta allí. En la superficie de la Tierra, envejecemos un poco más lentamente que si nos encontramos a altitudes muy elevadas, a bordo de una nave espacial. Lo hacemos sólo un poquito más despacio, mucho menos que un segundo al año. Pero esa pequeñísima diferencia es suficiente para producir el tirón de la gravedad que sentimos. Suena increíble, pero eso es lo que nos dice Einstein.
P: ¿Cuál ha sido el hallazgo más importante en estos 100 primeros años de la Relatividad?
R: Lo fundamental ha sido precisamente la comprobación de que el espacio y el tiempo están entrelazados y se deforman, y que el tiempo transcurre de manera diversa en lugares diferentes. Esto produce múltiples fenómenos que los astrónomos y los físicos podemos observar y medir. Pero la revolución crucial de la teoría de Einstein es que ha transformado nuestra comprensión del espacio y el tiempo.
P: ¿Y cuál podría ser el hallazgo crucial en los próximos 100 años?
R: El objetivo más importante, el Santo Grial para los físicos, es unificar la Relatividad de Einstein con las leyes de la física cuántica, en concreto con las llamadas leyes de la gravedad cuántica que hoy todavía no comprendemos. Estas leyes gobiernan el origen del Universo, y si logramos comprenderlas, entonces entenderemos cómo surgió el Universo, y si había algo antes de su nacimiento. Estas mismas leyes también gobiernan qué ocurre dentro de un agujero negro, y si podríamos sobrevivir en su interior. Hoy creemos que no, pero no estamos totalmente seguros. Y también determinan la posibilidad de que puedas construir una máquina del tiempo para viajar al pasado. Hoy no sabemos si esto es posible, pero creemos que todas estas cuestiones dependen de las desconocidas leyes de la gravedad cuántica.
P: Sé que le gustan las apuestas. ¿Cuál sería su apuesta para el próximo siglo de la Relatividad?
R: (risas) Mi apuesta es que entenderemos las leyes de la gravedad cuántica antes de que yo me muera. Yo tengo casi 75 años, pero mi intención es vivir hasta los 110, así que todavía nos quedan 35 para lograrlo. Una vez que lo consigamos, podremos deducir todas sus implicaciones y sabremos, sin ningún género de dudas, cómo nació el Universo, si existen otros universos más allá del nuestro, qué ocurre dentro de un agujero negro y si podemos viajar hacia atrás en el tiempo.
P: ¿Y a usted qué le gustaría que se descubriese?
R: A mí siempre me gusta descubrir que las cosas son muy diferentes de lo que creíamos, porque cuando se produce una revolución al comprobar que estábamos equivocados, la ciencia logra grandes avances en poco tiempo, y esto es emocionante. Ahora mismo, lo que esperamos descubrir es que el Universo nació en un Big Bang y que antes no había nada. Pero es posible que también nacieran otros universos, y que el nuestro sea sólo uno de muchos.
P: ¿Se atrevería a apostar por los viajes en el tiempo?
R: Me inclino a pensar que es imposible, pero no estamos seguros, así que no podemos descartarlos. Hace unos años, con uno de mis estudiantes de doctorado, llegamos a la conclusión de que en el momento que intentaras activar una máquina del tiempo, se produciría una gigantesca explosión que la destruiría por completo. Pero el trabajo posterior de otros colegas ha sugerido que esta explosión no necesariamente destruiría la máquina, y que por tanto quizás sí sea posible. La realidad es que sencillamente no lo sabemos. Yo creo que hay una probabilidad de 2 contra 1 de que los viajes en el tiempo sean imposibles, pero sólo es de 2 contra 1, todavía no lo podemos descartar. Ya veremos…
P: Hablemos del lugar de Einstein en la historia de la ciencia. ¿Le considera el más grande de todos los tiempos?
R: En lo que respecta al descubrimiento de las leyes fundamentales que gobiernan el Universo, hay dos figuras colosales en la historia de la Humanidad: Newton y Einstein. Pero vivieron en épocas tan distantes en el tiempo que es muy difícil decir cuál de los dos fue el mayor genio. En todo caso, como mínimo yo pondría a Einstein al mismo nivel que Newton.
P: ¿Qué podemos aprender del ejemplo de Einstein y de su manera de trabajar?
R: Bueno, no sé si alguno de nosotros podemos seguir sus pasos porque probablemente carecemos de sus habilidades. Lo que tenía Einstein es una intuición extraordinaria sobre cómo funciona la naturaleza. Con muy poca información, era capaz de plantear hipótesis que resultaban ser verdad. Las matemáticas no se le daban mucho mejor que a mí, y yo tampoco soy un gran matemático, pero tenía aquella impresionante capacidad para intuir la realidad que no tenía ninguno de sus contemporáneos, y por eso descubrió cosas que probablemente no hubieran salido a la luz en su época si no fuera por él.
P: ¿Quién sería el Einstein de hoy? ¿Stephen Hawking?
R: No, creo que no hay nadie a su altura. Hawking es brillante, es sin duda una de las grandes mentes de nuestro tiempo, pero ni hoy, ni durante los dos siglos anteriores, hubo alguien a al nivel de Einstein. Eso no quiere decir para nada que siempre tuviera razón, pero sus intuiciones más profundas sobre la Relatividad, los cimientos de la física cuántica e incluso las bases teóricas de la tecnología láser fueron correctas. Es increíble la cantidad de cosas que él vio, sin que nadie antes que él hubiera sido capaz de verlas.
P: Hablemos ahora de los fenómenos vinculados a la Relatividad que se reflejan en la trama de Interstellar. Empecemos por los agujeros negros. ¿Por qué son tan fascinantes e importantes?
R: Los agujeros negros nos muestran la deformación del espacio-tiempo más que ningún otro objeto de cuya existencia estamos seguros. De hecho, un agujero negro no se compone de materia, sino que está hecho, literalmente, de espacio-tiempo deformado. Cuando lo piensas, ¡es algo increíble! En su origen, sí hay materia: el agujero negro se produce tras el colapso de una estrella, una implosión que provoca un tirón gravitatorio tan poderoso que lo absorbe todo a su alrededor y nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su interior. El agujero negro deforma el espacio-tiempo en su entorno y destruye todo rastro de la estrella colapsada en lo que llamamos una singularidad (es decir, una región del Universo gobernada por las leyes de la gravedad cuántica que hoy todavía no comprendemos). En su interior, la materia desaparece y sólo queda el espacio-tiempo deformado. De hecho, lo deforma hasta tal punto que, tal y como ocurre en Interstellar, en el entorno de este objeto una hora equivaldría a siete años en la Tierra.
P:¿Eso no es ciencia ficción?
R: No, eso es lo que ocurriría, en el hipotético caso de que pudiéramos viajar hasta allí. Está basado en cálculos matemáticos que realizamos específicamente para la película porque el director, Christopher Nolan, nos pidió que intentáramos plantearnos lo que pasaría en las proximidades de un agujero negro. Fue un reto complicado, pero estoy convencido de que los cálculos que obtuvimos sobre la dilatación del tiempo son correctos, aunque me sorprendieron a mí mismo.
P: Pasemos ahora a los agujeros de gusano, el atajo cósmico que usan los astronautas en la película para salvar la enorme distancia que les separa del planeta al que quieren llegar. ¿Cuánta ciencia hay tras esta ficción?
R: A diferencia de los agujeros negros, de cuya existencia estamos seguros, los agujeros de gusano hoy sólo son una predicción teórica de la Relatividad, y el viaje que vemos en la película es muy improbable. De hecho, algunas investigaciones realizadas por mis propios estudiantes han sugerido que incluso en el hipotético caso de que existieran, no podríamos atravesarlos porque sus paredes se colapsarían. Sin embargo, algunos de mis colegas llevan años intentando demostrar que sería imposible entrar en un agujero de gusano, pero no lo han conseguido. Así que realmente no lo sabemos, y de momento tampoco podemos descartarlo.
P: Al final de Interstellar, el héroe de la película se introduce en una quinta dimensión, una especie de pasillo infinito que le permite ir hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Sin duda parece la escena más inverosímil de toda la película, pero, ¿tiene alguna base científica?
R: Como ya hemos comentado antes, todavía no sabemos si los viajes en el tiempo son posibles, pero tampoco podemos descartarlos. Esta escena especula con la posibilidad de que existan dimensiones desconocidas del espacio, donde hay seres inteligentes capaces de construir una estructura donde se puede viajar en el tiempo. Evidentemente, todo esto es pura especulación, pero sin duda hoy ya tenemos motivos para sospechar que existen otras dimensiones espaciales.
P: Hablando de civilizaciones más inteligentes, ¿apostaría usted por la vida extraterrestre?
R: Sin duda, lo haría. En los últimos años, la cantidad de planetas que se han descubierto en zonas potencialmente habitables de sus estrellas es asombrosa, y ha aumentado claramente la probabilidad de vida en otros mundos. Somos muchos científicos los que pensamos así. Cuando empezamos a trabajar en el proyecto de Interstellar, Steven Spielberg, quien inicialmente iba a dirigirla, nos reunió a 20 expertos para empezar a elaborar el guión, y nos preguntó a todos si creíamos en la existencia de civilizaciones extraterrestres más inteligentes que la nuestra. Todos dijimos que sí.
P: La película también plantea la necesidad de que la Humanidad tenga que encontrar un planeta B, un hogar alternativo cuando la Tierra se vuelva inhabitable. ¿Nuestra supervivencia futura depende de ello?
R: Sin duda. Hoy sabemos que hay múltiples causas que podrían destruir nuestra civilización en la Tierra. La probabilidad de que esto ocurra en los próximos 1.000 años no es muy alta, pero es suficientemente preocupante como para que hagamos algo al respecto y estemos preparados para afrontarlo.
P: Sin embargo, tal y como refleja Interstellar, aunque identifiquemos un planeta habitable, las distancias cósmicas que nos separan de otros mundos fuera del Sistema Solar son tan inmensas que parecen insalvables. ¿Cree que podremos superar este obstáculo?
R: Como ya hemos comentado, la solución que propone la película es el agujero de gusano que utilizan los protagonistas como atajo. Pero la probabilidad de que nosotros encontremos un pasadizo de estas características es muy pequeña, así que tendremos que hacerlo con medios tecnológicos más convencionales. Estoy convencido de que algún día lo conseguiremos, pero también creo que el desafío es tan complejo que no podremos lograrlo ni en este siglo, ni probablemente en el siguiente. Necesitaremos 300 años o más para conseguirlo.
P: Su colega y amigo Stephen Hawking declaró que «no hay ningún Dios». ¿Cree usted que la ciencia es incompatible con la religión?
R: No creo que el Big Bang necesariamente excluya la fe en Dios. Es posible concebir a Dios como una inteligencia que actúa en concordancia con las leyes de la naturaleza, y pone en marcha la maquinaria del Universo. De hecho, conozco a colegas físicos que son buenos científicos y creyentes. Pero dicho esto, a mí Dios no me parece una idea interesante. Hace muchos años, la pregunta de si Dios existe o deja de existir dejó de interesarme. Y el motivo es muy sencillo: he comprobado que con la ciencia podemos lograr grandes avances para comprender el universo y resolver los problemas a los que nos enfrentamos los humanos. La religión, sin embargo, jamás ha tenido ningún éxito en este sentido, así que no me interesa. No es que me considere ateo, es que la cuestión de la existencia de Dios me parece irrelevante para responder a todas las preguntas que me parece importantes
P: Algunos de sus colegas, sin embargo, como Richard Dawkins y el propio Hawking, creen que la ciencia debe combatir activamente la religión porque representa una amenaza para el avance del conocimiento en la sociedad.
R: No creo que la religión suponga una amenaza para la ciencia, aunque sí me preocupa la cantidad de miseria que han causado y siguen provocando las guerras entre religiones, eso me resulta indignante. Pero la religión no supone una amenaza para la ciencia, por la sencilla razón de que la ciencia es muy poderosa, debido a los éxitos indiscutibles que logra para comprender y controlar el mundo. Hoy afrontamos problemas enormes como el cambio climático o la amenaza de virus como el ébola, que sólo podrá resolver la ciencia. La religión no puede hacer absolutamente nada frente a estas amenazas.
P: Dice Hawking que «sólo somos una especie avanzada de mono en un planeta menor, que orbita una estrella de tamaño medio, pero podemos comprender el Universo y eso nos hace muy especiales». ¿Cree que algún día lograremos la deseada teoría del todo y comprenderemos el Universo?
R: Sí, sin duda conseguiremos esa teoría unificada. Pero no creo que sea el final de la historia, sino que, como tantas veces ha ocurrido en el pasado, abrirá un nuevo abanico de nuevas preguntas para las que tendremos que buscar respuestas. En todo caso, lo que tengo muy claro es que la historia de la ciencia es la historia de la única herramienta que nos ha permitido comprender cada vez mejor no sólo cómo funciona el Universo, sino también cómo controlarlo.
fuente/MysteryPlanet.com.ar
Conferencia del Profesor Kip S. Thorne del Instituto de Tecnología de California