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viernes, 14 de abril de 2017

Los sueños son reales y no imaginarios.

Activan las mismas zonas cerebrales de la vigilia y dejan una huella en el cerebro

Los sueños son reales y no un mero producto de la imaginación, ha descubierto un estudio. No sólo están activos durante toda la noche, sino que implican a las mismas zonas cerebrales que usamos cuando estamos despiertos. Además, activan una “zona caliente” del cerebro, donde dejan una huella que permite descubrir si una persona está soñando.

s activan las mismas zonas del cerebro que usamos cuando estamos despiertos, según una nueva investigación cuyos resultados se publican en la revista Neuroscience.

Tanto durante el estado de vigilia como durante el sueño, se activan las mismas partes del cerebro ante la conciencia de ciertos contenidos, lo que permite a los científicos predecir la ausencia o presencia de sueños en una persona.

El sueño es una forma particular de conciencia. Durante el sueño nocturno, la consciencia varía enormemente: puede estar ausente o presente en forma de pensamientos, imágenes o sueños.

Lo que determina estos cambios de consciencia continúa siendo un misterio. El sueño está formado por ciclos de ondas largas, ondas cortas (ambas conforman el denominado sueño No-REM) y sueño paradójico o sueño si-REM. Los ciclos de ondas cortas y sueño paradójico o si-REM se alternan entre sí y duran unos 90 minutos. En una noche pueden darse entre 4 y 6 de estos ciclos.

Si es verdad que la mayor parte de los sueños ocurren en el momento del sueño paradójico (REM), cuando la actividad cerebral es muy rápida, esta investigación ha descubierto que también se puede soñar y tener experiencias incluso en las fases no REM, cuando la actividad cerebral es mucho más lenta.

Durante el sueño REM, las personas no recuerdan los sueños. Esto plantea un problema en la comprensión de las diferentes fases del sueño, y diversas teorías se han planteado para explicar la percepción de sueños en momentos diferentes de actividad cerebral.

Zona posterior del cerebro

El equipo de Francesca Siclari, directora del Centro de Investigación sobre el Sueño del Centro Hospitalario Universitario Vaudois en Lausanne, Suiza, junto con investigadores de Ginebra, Italia y Estados Unidos, ha intentado descifrar este enigma utilizando una electroencefalografía de alta resolución, gracias a 256 electrodos colocados en la cabeza y el rostro de los participantes en la investigación, según explica un comunicado del CHUV.

Los investigadores reunieron a 32 participantes, despertándolos varias veces durante la noche para preguntarles si habían tenido sueños o no. A continuación compararon la actividad cerebral entre los periodos en los que los sujetos decían haber soñado y los períodos en que no tenían experiencias oníricas.

Lo que comprobaron es que, independientemente de la fase en la que se encontraba el sueño, las experiencias soñadoras ocurrían cuando se activaba una zona posterior del cerebro que estos científicos han llamado “posterior cortical hot zone”. Así descubrieron que el hecho de soñar deja una huella en esta “zona caliente” del cerebro.

Esto explica, según los investigadores, que los sueños puedan ocurrir en diferentes etapas del sueño, cuando esta zona caliente está activa, independientemente de la actividad que tenga lugar en ese momento en otras regiones del cerebro. La nueva zona que se activa con los sueños reagrupa a diversas zonas cerebrales conocidas, precisa Siclari.

Las mismas zonas cerebrales

En una segunda experiencia, observando la activación de esta zona caliente del cerebro en tiempo real, los investigadores fueron capaces de predecir la presencia o ausencia de sueños en los voluntarios, con una precisión del 90%.

Por último, los investigadores analizaron la actividad cerebral durante el sueño REM de siete de los participantes, acostumbrados a dar una información detallada de sus sueños.

Así pudieron observar que cuando en nuestros sueños aparece una cara, por ejemplo, además de estar activa la zona caliente identificada por los investigadores, se activan también otras zonas del cerebro implicadas en el reconocimiento facial. Lo mismo ocurre con otras imágenes asociadas a palabras, movimientos, aspectos espaciales o pensamientos.

Para los investigadores, esta constatación demuestra que los sueños usan las mismas zonas cerebrales que utilizan nuestras experiencias en estado de vigilia. Por lo tanto, concluyen, se puede afirmar que el sueño es una experiencia real que ocurre mientras dormimos, y no una falacia imaginaria, como se ha pensado frecuentemente hasta ahora, ya que hasta incluso deja una huella en el cerebro.

Referencia

The neural correlates of dreaming. Nature Neuroscience (2017) doi:10.1038/nn.4545

fuente/Tendencias21

miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿Para qué soñamos?. Para darnos cuenta de que la vigilia también es un sueño.

Debes ver este mundo como algo pasajero,
como una estrella en la mañana, una burbuja en un arroyo,
un relámpago o una nube de verano,
un destello parpadeante, un espectro, un sueño.
Sutra Diamante
El estado R.E.M en el que se presentan sueños vívidos es un misterio para la ciencia. Dormir es biológicamente necesario y cumple con una función más o menos obvia, pero soñar es distinto; en primera instancia no tiene una explicación evolucionista muy clara. Es un tanto extraño, ¿por qué los seres humanos y algunos animales cuando duermen experimentan realidades alternas, todas las noche su cerebro se convierte en un proyector holográfico de películas con una narrativa ilógica? Algunos científicos simplemente sugieren que los sueños son caóticos disparos de actividad neuroeléctrica que preparan al individuo para el descanso del sueño profundo. Esta explicación ciertamente no nos dice mucho y muestra la misma incapacidad que caracteriza a la ciencia materialista en su explicación de la conciencia, la cual también suele explicarse como un accidente de la complejidad de la materia. Una explicación que es totalmente insatisfactoria para la mayoría de los seres humanos, ya que, a la luz de la experiencia directa, los humanos suelen pensarse como primordialmente una conciencia que experimenta el mundo de cierta forma. La conciencia es lo primero, la esencia, el sine qua nonde toda experiencia, y por lo tanto de todo lo que podemos decir y pensar de la realidad. “Debemos recordar que nuestro conocimiento del mundo empieza con la percepción, no con la materia. Estoy seguro de que mi dolor existe, porque mi ‘verde’ existe, y mi ‘dulce’ existe. No necesito prueba de su existencia, porque estos eventos son parte de mí; todo lo demás es una teoría”, dice en un excelente ensayo sobre la conciencia el físico de la Universidad de Stanford Andrei Linde, uno de los pocos científicos no materialistas dentro del mainstream de la ciencia.
Existen, por supuesto, varias teorías científicas sobre por qué soñamos, ninguna aceptada completamente, aunque algunas más interesantes que el reduccionismo de que el soñar es algo que se produce aleatoriamente en el transcurso de la evolución, un epifenómeno de la materia que no tiene ningún significado. Teorías más o menos recientes han considerado la posibilidad de que los sueños tienen la función de ayudar a procesar emociones, crear escenarios para que ensayemos soluciones a problemas y consolidar aprendizaje. La psicología, a partir de Freud, ha concebido a los sueños como irrupciones de material inconsciente que puede usarse pare entender los procesos de la psique, las motivaciones y deseos ocultos que dominan nuestra vida sin que seamos conscientes de ello. Jung, por ejemplo, entendió que los sueños podían usarse para sanar e integrar la psique y contenían, como si fuere, una mensajería del alma codificada en un lenguaje simbólico. En esto no es del todo original; filósofos antiguos vieron el mundo onírico como un reflejo de la espiritualidad, un tema común a todas las religiones; el neoplatónico Sinesio, por ejemplo, consideró que los sueños podían trabajarse y purificarse para reflejar, al volverlos un límpido espejo, el mundo divino.
Haciendo una lectura freudiana, pero fincada en la neurociencia, el profesor Patrick McNamaracree que todos los sueños tienen un fundamento sexual. McNamara ha notado una correlación entre la capacidad de recordar los sueños y la avidez por tener una pareja o también con problemas o agitaciones en relaciones de pareja. McNamara sugiere que los sueños de alguna manera influyen en nosotros para colocarnos en un estado más propenso a la reproducción (y se encuentra haciendo un experimento sobre la posible relación entre capacidad de recordar un sueño y la fertilidad).
Ahora bien, esta hipótesis parte de un fundamento totalmente materialista e implica que la biología (los genes) utilizan e incluso manipulan al ser humano de diversas formas para conseguir que éste se reproduzca y a eso se resume toda su existencia, sin que tenga otras capas de significado más sutiles (esta misma es la explicación científica de por qué nos enamoramos: otra ilusión a la cual nos somete la biología). Así soñamos para que nuestros genes de alguna manera nos hagan una especie de programación
mental que nos haga querer tener sexo. La hipótesis de McNamara no me parece completamente descabellada, pero me parece que se queda corta y no logra comprender la profundidad de lo que es el ser humano, el cual no es solamente un saco de huesos y tripas –una especie de robot orgánico– controlado por nanoprocesadores de información genética, los cuales, en sí mismos son ciegos y no tienen ningún sentido de propósito, pero dirigen nuestra existencia inexorablemente. Falta, por supuesto, la dimensión espiritual del ser humano. Y es desde aquí donde podemos entender la función de los sueños.
A diferencia de la visión materialista-evolucionista, para diversas tradiciones religiosas, la conciencia no es el resultado de la evolución de la materia, sino que la materia es causada por la conciencia; los científicos materialistas creen que la conciencia es una ilusión que genera la materia; de manera exactamente opuesta la filosofía espiritual de tradiciones como el budismo o el hinduismo o el platonismo cree que la materia es el espejismo de la conciencia, la percepción errónea de la realidad que se genera por la ignorancia. Así entonces la conciencia está en el principio de la evolución y la evolución no es más que unregreso a o un reconocimiento de la naturaleza original que es la conciencia. En este sentido la evolución es también una ilusión, o una verdad relativa que sólo existe mientras prevalece la ignorancia de la condición original que es la conciencia pura. Así podemos hablar de una función evolutiva de los sueños desde una perspectiva relativista solamente: los sueños ayudan a reconocer la condición original mostrando la naturaleza ilusoria de los fenómenos, los cuales son tomados como reales, sustanciales y separados en una dualidad sujeto-objeto. Los sueños, como creen algunos científicos, sí son escenarios para resolver problemas y ensayar hipótesis, y el conocimiento que revelan es el de que el mundo que experimentamos es producido por nuestra mente. La inquietante pregunta que se produce naturalmente en el soñador, quien reconoce al despertar que lo que soñó fue producido por su propia mente, es sí el mundo aparentemente externo e independiente que llamamos vigilia no es también dependiente a su mente, de ciertas causas y condiciones que no pueden separarse de su propia mente y sus actividades mentales pasadas (o, según el budismo, su karma). Y entonces una luminosa posibilidad, una pregunta y un anhelo ¿podría cesar todo el peso opresivo de la realidad de la vigilia cuya naturaleza esencial parece ser la insatisfacción, si, de la misma manera que en los sueños, sólo notamos que nosotros estamos produciendo los fenómenos que percibimos como externos con nuestra menta? Esta es en gran medida la pregunta que brota espontáneamente en el famoso sueño de Chuang Tzu:
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Esta duda ontológica es algo que ocurre naturalmente, no es el resultado de una elaboración filosófica compleja; si nos puede parece radical es sólo porque estamos muy acostumbrados a tomar el partido de la vigilia. Creemos que la vigilia es real porque supuestamente está poblada de objetos independientes y sólidos que pueden ser verificados por las demás personas. Sin embargo, todas las cosas que vemos las vemos solamente a través de nuestra conciencia, no en sí mismas, son una interpretación, no algo que tenga existencia intrínseca (“la materia es una opinión, la sustancia un rumor”, ha dicho David Chaim Smith). Y aunque las personas puedan más o menos coincidir que ven lo mismo que nosotros en sus descripciones conceptuales de los objetos, no sabemos realmente si ven lo mismo que nosotros, sólo que tienen conceptos similares para describir las cosas que vemos. No hay forma de transferir experiencia porque siempre vemos nuestra propia conciencia. El maestro budista y físico, Alan Wallace explica:
Los sueños lúcidos proveen el escenario ideal para examinar la naturaleza esencial de los sueños y la realidad y la relación entre el estado de sueño y la vigilia. Según investigación científica, la principal diferencia entre los sueños y la imaginación y la percepción de la vigilia, es que las experiencias de la vigilia son directamente excitadas por los estímulos del mundo externo, mientras que la imaginación y los sueños son creaciones irrestrictas, libres de las influencias físicas y ambientales. Para el pensamiento budista, sin embargo, la ciencia occidental sólo cuenta la mitad de la historia. El budismo y la ciencia, ambos, están de acuerdo en que aunque objetos visuales, sonidos y sensaciones táctiles del mundo alrededor parecen existir allá afuera, no tiene existencia separada de nuestra percepción consciente de ellas. Pero el budismo añade que la masa, energía, espacio y tiempo como son concebidos por la mente humana, tampoco tienen existencia separada de nuestra conciencia conceptual de las mismas –no más que nuestros sueños cada noche–. Todas las apariencias existen sólo en relación a la mente que las experimenta, y todos los estados mentales surgen en relación a los fenómenos experimentados. Vivimos en un universo participatorio, sin sujetos y objetos absolutos. Con este énfasis principal en la naturaleza ilusoria tanto de la realidad de la vigilia como la de los sueños, los budistas tibetanos formularon un sistema de enseñanzas llamado “yoga de los sueños” hace más de mil años, el cual usa el poder de los sueños lúcidos para deshacer las ilusiones y abrir una puerta a la iluminación.
Esta es otra de las particularidades de los sueños que son difíciles de explicar desde una perspectiva materialista evolutiva: tenemos la capacidad de darnos cuenta que son sueños y seguir soñando, cobrar lucidez. Cuando esto ocurre el individuo pude hacer todo tipo de experimentos sobre la naturaleza del espacio onírico (y de hecho algunos experimentados soñadores lúcidos los hacen). El sueño provee un escenario inicial para explorar la naturaleza ilusoria de la realidad; una investigación que luego puede trasladarse al plano de la vigilia. El resultado del experimento, en el flash del conocimiento, es el despertar en un continuum más allá del sueño y la vigilia.
El budismo tibetano enseña que de la misma manera que los sueños aparentan ser reales mientras seguimos soñando, la realidad también aparente ser real solamente mientras tenemos una percepción ilusoria de la misma. Se cree que de la misma manera que nuestras experiencia despiertas afectan el contenido de nuestros sueños, las experiencias que vivimos en los sueños pueden afectar nuestra experiencia en la vigilia. Por ejemplo, una pesadilla puede afectarnos después de que hemos despertado creando una serie de emociones negativas, tensiones y una influencia inconsciente en nuestro estado mental despierto. Nuestro dualismo es tal que los dividimos tajantemente, como si fueran dos mundos cerrados y separados el uno del otro, generalmente identificándonos con la vigilia, la cual arbitraria y convencionalmente designamos como real (y los sueños como irreales).
En sus enseñanzas orientadas a la iluminación o la liberación, el budismo mayahana considera que el entendimiento de que todos los fenómenos son ilusorios (son como sueños) es la perspectiva correcta que produce lo que llama bodhicitta absoluta, literalmente la mente del despertar, igual al Buda.
El maestro budista Dzigar Kongtrul hace un comentario a uno de los eslogans del lojong en su libro Intelligence of the Heart:
Los eslogans de la bodhicitta absoluta nos dan un método paso a paso para entender la vacuidad en niveles progresivamente más sutiles. Este eslogan nos pide que observemos las características de nuestros sueños y veamos lo que tienen en común con nuestra experiencia en la vigilia. Los sueños sólo ocurren bajo ciertas condiciones. Sólo podemos experimentar un sueño cuando estamos dormidos. Esto significa que los sueños no existen “allá afuera” por su propia cuenta. Sólo aparecen cuando una persona entra en un estado mental particular. Esto es bastante obvio en el caso de los sueños, pero, ¿cuándo se trata de nuestra experiencia despierta? Cuando estamos dormidos, nuestros sueños nos afectan y convencen de su realidad porque no nos damos cuenta de que estamos soñando. Similarmente, cuando estamos despiertos, estamos convencidos de que las cosas son reales porque no nos damos cuenta de que estamos malinterpretando lo que estamos percibiendo. De la misma manera que los sueños son una función de nuestro estar dormidos, los fenómenos diurnos son una función de nuestra falta de entendimiento. Durante el día tenemos varias percepciones que consideramos como “realidad”. Por ejemplo, vemos una mesa. Pero nuestra experiencia de la mesa no está basada en ver lo que está ahí. Está basada en ver lo que pensamos que está ahí. Vemos la mesa como un objeto inmutable. Aunque estamos conscientes de que en algún punto la mesa envejecerá y eventualmente será destruida, vemos la mesa de hoy igual que la mesa de ayer o la de mañana. Pero esto no es verdad. Para que la mesa envejezca debe cambiar cada instante. Al darle a este fenómeno, que es un cambio continuo, el nombre de mesa, estamos tratando de fijar con lenguaje algo que no puede ser fijado. Si una mesa no permanece igual, ni siquiera un instante, siempre se está convirtiendo en un nuevo objeto.
Una de las razones por las cuales el budismo sostiene que la realidad es como un sueño es porque las cosas están vacías de existencia intrínseca, no son substanciales (las cosas están hechas de átomos, pero los átomos no son cosas, son sólo potenciales de energía) y dependen de ciertas causas y condiciones de la misma manera que los objetos de un sueño dependen de ciertas causas y condiciones dentro de la mente del soñador.
El maestro de la tradición nyingma del budismo tibetano, Thinley Norbu Rinpoche explica la función del sueño en su libro White Sail: “La esencia de la práctica del sueño es ver que los fenómeno de la vigilia tienen las mismas cualidades ilusorias de los sueños”. Esta práctica tiene dos aspectos, sueños lúcidos dormidos, y sueños lúcidos en la vigilia. En la primera, lo que se conoce simplemente como sueños lúcidos, el practicante del yoga de los sueños entra al sueño sin perder la conciencia –utilizando alguna técnica de visualización y concentración, como puede ser enfocarse en una luz en su corazón. Durante el sueño, consciente, se estabiliza en esa luminosidad y luego disuelve toda su experiencia onírica en la luz: “gradualmente disolvemos sueños positivos y negativos en un espacio luminoso inmaculado”, dice Thinley Norbu. Durante el día, el practicante del yoga de los sueños, se recuerda a sí mismo que los fenómenos que experimenta no son reales, tienen existencia independiente. Hace lúcida la realidad, notando su vacuidad. Borges curiosamente entendió esto muy bien, en su ensayo sobre el budismo señala:
En los monasterios budistas uno de los ejercicios es este: el neófito tiene que vivir cada momento de su vida viviéndolo plenamente. Debe pensar: “ahora es el mediodía, ahora estoy atravesando el patio, ahora me encontraré con el superior”, y al mismo tiempo debe pensar que el mediodía, el patio y el superior son irreales, son tan irreales como él y como sus pensamientos.
[…] debemos llegar a comprender que el mundo es una aparición, un sueño, que la vida es sueño. Pero eso debemos sentirlo profundamente, llegar a ello a través de los ejercicios de meditación.
En prácticas de meditación más avanzadas, como las que son parte del dzogchén, el practicante disuelve también el mundo exterior de los fenómenos en el espacio no-dual de la conciencia. Deja de experimentarse como un sujeto separado que experimenta objetos y logra la comprensión de la inseparabilidad de la conciencia primordial y los fenómenos. Este es el misterio de qué el mundo es vacuidad y sin embargo se manifiesta, aparece. El soñador entonces despierta en el sueño, pero no deja de seguir experimentando las apariciones del sueño. Lo que cambia es que éstas ya no le producen angustia, miedo, apego o demás sensaciones, de la misma manera que una serpiente deja de ser percibida como una amenaza cuando descubrimos que era una cuerda. “Si hemos reconocido que todos los fenómenos son la aparición insustancial, abierta y desapegada de la conciencia primordial, entonces, todo se libera”, dice Thinley Norbu. Este es el ejemplo primordial de como la verdad libera. Los fenómenos se convierten entonces, desde la mente que se ha reconocido como el soberano del sueño, en gnosis, dicha y gozo estético puro.  Un néctar infinito del cual todo soñador lúcido ha probado una primera gota.
En resumen, la ciencia moderna no ha logrado explicar la función de los sueños. Pero en el Tíbet, hace alrededor de 1200 años –siguiendo lo desarrollado por el Buda Shakiamuni hace 2500 años–, llegaron a una conclusión que puede iluminar este misterio. Los sueños nos hacen probar cómo la mente puede generar todo un mundo complejo que tomamos como independiente de nosotros mismos. Que podemos engañarnos de tal forma que pensemos que lo que vivimos tiene una existencia intrínseca separada de nuestra propia mente y, como tal, es capaz de generar toda una serie de eventos más allá de nuestro poder que nos hacen sufrir. Claro, luego despertamos y nos damos cuenta, con alivio, que era sólo una ilusión. Al descubrir que ésta es la naturaleza de los sueños –que no son reales o que no tienen existencia independiente– es sólo natural que interroguemos la vigilia de la misma manera.
Éste sería el sentido de los sueños para el budismo tibetano y seguramente también para otras tradiciones: que los sueños pueden usarse para descubrir que el mundo también es un sueño, que es una representación teatral de luz escrita y actuada por la mente. Soñar, paradójicamente, tiene la función evolutiva de hacernos despertar.
fuente/Pijamasurf


jueves, 12 de mayo de 2016

Los científicos desentrañan la 'crisis mundial de sueño'.

Un estudio revela que la presión cultural influye más que los hábitos naturales circadianos a la hora de irnos a dormir, y que los habitantes de Japón y Singapur son los que menos duermen.

La presión cultural podría estar acortando el tiempo que invertirmos en dormir, anteponiéndose a los ritmos naturales circadianos, alterando nuestros hábitos y creando "una crisis global del sueño", según concluye un nuevo estudio publicado por la revista 'Science Advances' llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Michigan, EE.UU. El análisis también revela qué países son los que menos duermen.
El estudio indica que los habitantes de Japón y Singapur son los que menos duermen (un total de siete horas y 24 minutos al día de promedio); mientras que los holandeses duermen un total de 8 horas y 12 minutos. Por su parte, Alemania se encuentra por debajo del promedio de los países en los que se realizó el estudio con 7 horas y 45 minutos.
El objetivo del estudio, llevado a cabo en 100 países, era conseguir una mejor comprensión sobre cómo las presiones culturales pueden imponerse a los ritmos biológicos. Gracias a una aplicación, los expertos también lograron descubrir que los hombres de mediana edad son los que menos duermen. Por otra parte, las mujeres duermen al menos media hora más que los hombres.
Según indican los expertos, cada media hora de sueño supone una gran diferencia en relación al rendimiento del cerebro y la salud a largo plazo.
"Todos los casos indican que la sociedad regula el horario de sueño (la hora a la que nos acostamos), mientras que el reloj interno regula la hora de despertarse, por lo que irse a dormir más tarde va asociado a pérdida de tiempo de sueño", indica Daniel Forger, coautor del estudio. Según el experto, las presiones sociales debilitan o enmascaran de alguna manera los ritmos biológicos, haciendo que las personas retrasen el momento de irse a la cama.
La falta de sueño puede conducir a un aumento del riesgo de obesidad, de contraer diabetes o de padecer problemas cardíacos. Pero eso no es todo, ya que advierte Forger- "si usted ha dormido poco, puede realizar todas sus actividades igual que cuando está borracho".
fuente/RT

miércoles, 6 de abril de 2016

¿Qué significa soñar lo mismo muchas veces?

Recuerdo que cuando tenía 10 años tuve un sueño recurrente. Involucraba la muerte de alguien a quien amo y varios de mis miedos se sumaban para quitarme la respiración y hacer que amaneciera visiblemente perturbada.

sueño recurrente peces
Nadie resultó muerto, las locaciones del sueño jamás habían estado en mi itinerario frecuente, y sin embargo seguí teniendo el sueño dos o tres veces más. Incluso, alguna vez volví a tener unsueño recurrente de otro tipo luego de varios años: una pesadilla de mi infancia lo suficientemente espantosa para no ser olvidada retornó, aunque ya no causó los mismos efectos en mí.
¿Por qué ocurre?
Durante el sueño el cerebro se relaja, es cierto, sin embargo jamás detiene por completo su actividad. Si cuando estás bien despierta comienzas a pensar a mil por hora (especialmente cuando estás preocupada), estas ideas podrían perseguirte incluso luego de acostarte.
Tu inconsciente se manifiesta en tus sueños porque tú, sin darte cuenta, probablemente estésaturdida, cansada o quizá un tanto obsesionada con un tema.
¿Cómo puedo evitarlo?
Primero tendrás que analizar el contenido de tu sueño. ¿Cuál es tu papel dentro de él?, ¿tu vida peligra o acaso es un sueño agradable? Esta visión onírica es una analogía de lo que vives realmente, así que sé sincera contigo misma y reconoce qué te molesta, qué quieres para tu futuro con base en las acciones de tu sueño.
¿A quiénes ves?, ¿es tu abuela fallecida o tu jefe? Probablemente estás recordando tu infancia o a tu familia, o tal vez te preocupa un cambio de trabajo o de oficina. Concéntrate en descubrir la razón.
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Cuando lo sepas habrás dado el primer paso. Un paseo, escuchar música, ver una película o leer un libro antes de dormir te servirán para que lo último que veas despierta sea tan intenso que te acompañe durante tus horas de sueño. Sé paciente y distráete con tu pasatiempo favorito. ¡Suerte!

fuente/soyesoterica.com

viernes, 19 de febrero de 2016

¿Por qué los sueños terminan abruptamente?. estas son las tres hipótesis al respecto.

EL TÉRMINO DE UN SUEÑO NOS DEJA UNA IMPRESIÓN PARADÓJICA DE AZAR Y NECESIDAD; ESTAS TRES PROPUESTAS DE EXPLICACIÓN ARROJAN LUZ SOBRE ESTE FENÓMENO MISTERIOSO.

Sabemos bien que los sueños constituyen un país enigmático. Desde siempre, han sido una especie de universo alterno habitado por deidades, monstruos, sombras, seres luminosos y más. También se ha creído que son un canal de comunicación, sea con entidades suprahumanas o con nuestro propio mundo interior. Un territorio que habla en un lenguaje prácticamente idéntico al que usamos en la vida consciente pero en el cual, a pesar de esto, no podemos entender nada al pie de la letra, sino que siempre tenemos que descifrarlo.

Pero si hay una cualidad misteriosa que los sueños comparten en casi cualquier soñante es su término abrupto. Muchos hemos tenido la experiencia frustrante de ver acabado un sueño en su mejor momento, en ese clímax que surge aun en la lógica inusual de estas fantasías. ¿Pero para qué? Justo para que sea ahí cuando seamos arrojados de nuevo a la realidad.

¿Por qué sucede esto? La respuesta a esta pregunta no es unívoca, pero en general, de acuerdo a lo observado a lo largo de la historia, es posible proponer al menos tres hipótesis al respecto. Veamos.


La hipótesis fisiológica
Empíricamente podemos establecer una dicotomía entre sueño y vida activa. Dormir es la forma que tiene nuestro cuerpo de descansar, tanto física como mentalmente. En el caso específico del cerebro ahora se sabe que, al dormir, dicho órgano se deshace de su propia “basura”.
En este sentido, algunos sostienen que experimentar un sueño con intensidad (esto es, sentir vividamente su clímax) significa, visto desde otro punto de vista, que la actividad del cerebro también aumenta, en un in crescendo que culmina inevitablemente en el despertar.

 

La hipótesis neurocientífica
La neurociencia moderna descubrió que nuestras neuronas forman “caminos”, patrones que recorren cotidianamente en cada situación en que nos encontramos, que se renuevan con lo que aprendemos y se reajustan ante un cambio imprevisto de circunstancias. El fin azaroso de un sueño podría entenderse como el momento en el que nuestra mente renunció a encontrar un patrón (esto es, lo consideró demasiado extraordinario para continuar) o, por otro lado, puede ser el instante en el que dentro de un extraño patrón todo desembocó para erigirse necesariamente como la conclusión. Esto último puede encontrar cierta comprobación cuando rememoramos un sueño y, comenzando desde ese punto final, lo recorremos en retrospectiva y poco a poco parece densenvolverse ante nosotros con su propia lógica.


La hipótesis psicoanalítica

No es posible hablar de sueños sin mencionar al psicoanálisis, una discplina que desde su origen los atendió como una especie de emanación natural del inconsciente, esa parte de nuestra subjetividad que, por decirlo de alguna manera, se forma en las sombras, moldeada por la represión, el olvido, el equívoco y más. Grosso modo, los sueños son para el psicoanálisis –sobre todo en su vertiente freudiana– una expresión de nuestro deseo. En este mismo sentido, coloquialmente se cree que a veces la realización de ese deseo se intenta en el mundo de los sueños, sobre todo cuando en la vida consciente existe cierta tendencia subjetiva a contenerlo.

En cuanto al término del sueño, éste podría encontrar equivalencia con el concepto lacaniano de “interrupción” que tiene lugar en la práctica del psicoanálisis. Cuando en una sesión de análisis el sujeto llega a un punto particularmente importante dentro de su propia cadena de significantes, el analista interrumpe la sesión, la da por terminada (provisionalmente). En el sueño el fenómeno puede ser parecido: si se interrumpe es porque eso de lo cual habla el sueño es especialmente importante para nosotros, un significante específico que nos perturba lo suficiente como para devolvernos a la vida consciente.

 

Bonus: la hipótesis imposible

Esta hipótesis pertenece únicamente al dominio de la imaginación y, en cierta forma, se condensa en una pregunta: ¿podríamos vivir para siempre en un sueño? La respuesta es que no. Todo indica que nuestro estado "natural" o predominante es la vida diurna, por más que en ciertas tradiciones místicas o en algunas fantasías literarias y cinematográficas se diga que la realidad misma es un sueño. Despertar podría ser así una especie de recurso conservacionista, en sentido evolutivo, que nos previene de quedar atrapados en una fantasía placentera quizá, pero a fin de cuentas irreal.

¿Qué te parece? Recordemos: son hipótesis. Quizá tú tengas una propia, quizá una que te fue dictada en sueños.

fuente/PIjamasurf


domingo, 4 de octubre de 2015

Científico experto en sueño: “Nadie debería empezar a trabajar antes de las 10 de la mañana”.

Un experto en sueño del Reino Unido calificó como una “tortura” que la gente menor de 55 años inicie sus actividades laborales antes de las 9 de la mañana. Además, detalla que trabajar de 9 a 17 deja como resultado “un cuerpo agotado y estresado por la falta de sueño”.
La Universidad de Oxford avaló la investigación de Paul Kelley y destacó que representaba una amenaza para el rendimiento de los seres humanos hasta los 55 años.
“No podemos cambiar nuestros ritmos de 24 horas. No se puede aprender a levantarse a una hora determinada. El cuerpo va a estar en sintonía con la luz del sol y no se es consciente de eso, ya que depende del hipotálamo -encargado de controlar el sistema nervioso central-, no de la vista”, asegura Kelly.
El especialista, un becario honorario de investigación clínica del sueño de la Universidad de Oxford, aseguró que la sociedad necesita cambiar los horarios laborales y de inicio escolar para “encajar” con el reloj natural del cuerpo humano.
“Este es un tema social enorme. Las personas deben iniciar sus actividades a las 10 de la mañana hasta pasar los 55. La gente en general está privada de sueño y esto es muy perjudicial para el cuerpo e impacta física y emocionalmente en el rendimiento”, dijo el investigador en el Festival de Ciencia británico en Bradford. El doctor Kelley propone entonces un inicio escalonado en las escuelas y lugares de trabajo como resultado de su investigación de los ritmos del cuerpo humano.
El cuerpo tiene un “marcapasos maestro” fijado en el cerebro por receptores especializados que están en el ojo y que impactan en todo el cuerpo. Se ha descubierto que la falta de sueño afecta la atención y la memoria a largo plazo y fomenta el consumo de drogas y alcohol.
También puede causar ira, ansiedad, frustración, comportamiento impulsivo, aumento de peso, presión arterial alta, estrés y problemas de salud mental. Los jóvenes son especialmente vulnerables a la privación del sueño, es por eso que la jornada escolar debería tener un comienzo escalonado en donde los niños mayores puedan ingresar a las 11 para permitirles que tengan un rato más para “remolonear”, dice Kelley.
Según su estudio, ellos pierden un promedio de dos horas de sueño al día y por ende, los conduce a un aprendizaje más pobre. Permitir que los alumnos permanezcan en la cama durante más tiempo, mejoraría los resultados en sus exámenes “alrededor del 10 por ciento”, afirma. Los niños más pequeños despiertan temprano naturalmente. A la edad de diez, deberían comenzar la escuela a las 8:30. Para los niños de 16, el inicio de clases sería a las 10 y desde los 18 a las 11.
Cuando los niños entran en la adolescencia, requieren un mejor dormir según su reloj interno del cuerpo. Un pequeño estudio en la Escuela Secundaria Monkseaton en North Tyneside encontró que el porcentaje de alumnos que obtuvieron buenos resultados GCSE -Certificado General de Educación Secundaria británico- subieron de un 34 por ciento a un 50 cuando el inicio de clases fue trasladado de las 8:50 a las 10.
fuente/yometiroalmonte.es

lunes, 17 de agosto de 2015

SUEÑOS-DORMIR. Consejos para recordar los sueños


Los sueños poseen la importancia de mostrarnos de varias maneras el estado de “todo” nuestro ser. El sueño nos va mostrando con simbolismos nuestro estado emocional, mental y psicológico. Cuando dormimos nuestro “inconsciente” nos muestra cosas del pasado que quedaron sin resolver y nos guía para su solución. También nos muestra nuestro presente, en que estamos pensando y hasta es posible que nos muestre posibles sucesos si seguimos con los mismos patrones de pensamiento. Para interpretarlos tenemos que tener voluntad e inteligencia para llegar a un correcto descifrado.
Sobre los procesos de como llegar al sueño se ha estudiado mucho, como también de los simbolismos que utiliza el inconsciente para comunicarse con el consciente.

Hay muchas técnicas para recordar los sueños, cuando uno las aplica los sueños comienzan a hacerse mas frecuentes, en algunos casos hasta pueden parecer muy reales. Parece que la mente utiliza los sueños como lenguaje, ya que nos da información relevante sobre nuestras vidas a través de ellos. Podría ser como si un cineasta de otro mundo, que no conoce o no quiere hablar nuestro idioma, rueda películas para comunicarse con nosotros. Se fija que cosas hay en nuestro mundo, como las ocupamos, cuales son sus funciones dentro de nuestras vidas y posteriormente las utiliza como componente y actores de su gran película nocturna.Nuestro inconsciente superior puede estar tratándose de comunicar con nosotros para entregarnos alguna guía o enseñanza para lo que se esta viviendo o quizás para alguna situación que se avecinda, es por ello que es esencial recordar los sueños.

Tips para recordar tus sueños

Se dice que el ser humano tiene un promedio de 5 sueños por noche, de los cuáles recuerda sólo uno de ellos o, en la mayoría de los casos, ninguno.

Existen algunos consejos que te pueden ayudar a recordar tus sueños, como:

– Antes de dormir, respira de forma profunda y pausada, a la vez que repites varias veces “recordaré mis sueños”.

-Beber un te de tila o de salvia antes de irte a la cama a dormir, esto ayudará a recordar los sueños ya que dormirás más relajado.

-Si luego de los 2 primeros tips aún no recuerdas tus sueños, elige una forma diferente en la posición para dormir.

– Si te despiertas en medio de la noche recordando un sueño, anótelo en un papel inmediatamente. Luego al leerlo durante el día, es muy posible que puedas “reconstruir” el sueño completo. También sirve que si tienes a una persona al lado, le cuentes lo que has soñado, si tu no lo recuerdas, es posible que la otra persona sí lo haga después.

– Consumir bebidas alcohólicas o somníferos reduce la posibilidad de recordar nuestros sueños.

-No te levantes de inmediato de la cama, espera un tiempo antes de hacerlo, el continuar relajado por unos momentos contribuyes a recordar con más facilidad tus sueños.

-La alarma del reloj también dificulta el recuerdo de los sueños, el despertarse de golpe, de forma violenta no ayuda para nada en nuestro trabajo de recordar algo de lo soñado durante la noche.

fuente/micartaastral.com



domingo, 9 de agosto de 2015

¿ Por qué hay qué dormir bien ?

El reposo en las horas lunares (noche)


Que es cuando la materia (viteria) recibe las ultra vitaminas que no recibe en los alimentos (alisiertos) tridimensionales que se come, estas ultra vitaminas son el complemento alimenticio para (pada) vuestros 7 cuerpos, pero solo se logran cuando el cuerpo está en reposo, porque en ese instante su Vibración y sistema energético están preparados y dispuestos a la recepción, en otras cosas como cuando está despierto la adquisición de las ultra vitaminas no es posible por el cuerpo no tener la preparación para ( pada ) su captación, por ello es indispensable e importante el reposo en las horas lunares para nutrirse ultra vitamínicamente y no desnutrirse dimensionalmente por falta de este alimento.


lunes, 3 de agosto de 2015

SUEÑOS. 10 datos impactantes sobre los sueños que no debes perderte.

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Los sueños pueden generarnos multitud de emociones, nos pueden hacer reir o llorar, pero todos ellos son fascinantes. Pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo y, en promedio,soñamos seis años enteros.
Conoce los datos científicos que se han descubierto acerca de los sueños:
1. Todo el mundo sueña
Todos soñamos, incluso los bebés. Algunos están seguros de no haberlo hecho porque no lo recuerdan. Esas personas también sueñan.
La ciencia ha demostrado que todos, sin excepción, soñamos.
2. La mayoría de los sueños se te olvidan
Existen múltitud de teorías al respecto, pero lo que está claro es que la gran mayoría de los sueños se nos olvidan. De hecho, según el investigador J. Allan Hobson, aproximadamente un 95% de ellos lo hacen rápidamente poco después de despertar.
3. No todos los sueños son en color
Aproximadamente, el 80% de los sueños son en color. Aquellos que vivieron la televisión en blanco y negro amplian el porcentaje de ellos en esas tonalidades.
4. Los hombres y las mujeres sueñan diferente
Los investigadores han encontrado diferencias entre hombres y mujeres en lo que respecta el contenido de sus sueños. Al parecer, los de las mujeres están más asociados a la familia y son más emocionales, mientras que en los sueños de los hombres abunda la violencia.
5. Los animales probablemente sueñan
¿Alguna vez has visto un perro moviéndose mientras duerme? Es difícil confirmarlo, pero los expertos creen que es probable que los animales sueñen.
6. Puedes controlar tus sueños
¿Conoces los sueños lúcidos? Son aquellos en los que eres consciente de que estás soñando a pesar de estar dormido y, a la vez, puedes influir en el devenir de los mismos.
Tener este tipo de sueños suele ser cuestión de práctica.
7. Las emociones negativas son más comunes en los sueños
La más común de todas ellas resulta ser la ansiedad y las emociones negativas en general.
8. Las personas ciegas sueñan
La vista es solo uno de los cinco sentidos que tenemos, por lo que las personas invidentes incluyen, en mayor medida, el resto de información que pueden aportarnos los demás (tacto, oído, gusto y olfato) para soñar.
Aquellos que perdieron la vista antes de los cinco años, por lo general, no tienen sueños visuales en la edad adulta.
9. Estás paralizado durante tus sueños
En la fase REM, que es en la que soñamos, se produce una parálisis de los músculos voluntarios porque las neuronas motoras no se estimulan. En ocasiones, la parálisis puede prolongarse unos minutos después de despertar, pero los expertos aseguran que no es algo de lo que haya que preocuparse.
10. Muchos sueños son universales
Ciertos temas son comunes: ser perseguido, atacado o caer por un precipicio. Además, otros sueños muy recurrentes son el llegar tarde, poder volar o aparecer desnudo en público.
“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante”. Paulo Coelho

fuente//muhimu.es

miércoles, 15 de julio de 2015

El misticismo del momento justo antes de quedarse dormido

ANTES DEL OLVIDO Y LA CAÍDA EN LOS BRAZOS DEL SUEÑO HAY UNA POSIBILIDAD DE PERCIBIR DE OTRA FORMA, ACASO SIN LAS CONSTRICCIONES DE LA MENTE RACIONAL, Y PENETRAR EN UNA DIMENSIÓN MÁS SUTIL DE LA CONCIENCIA, CUYA TOPOLOGÍA IMAGINAL HA SIDO CELEBRADA POR ILUSTRES EXPLORADORES.

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We are such stuff as dreams are made on; and our little life is rounded with a sleep. 
Shakespeare
Todos hemos escuchado sobre –y ojalá experimentado– las virtudes creativas y espirituales del sueño. Al internarnos en el espacio onírico, nuestra mente consciente abandona el control y se activan zonas más profundas que suelen ser profusos surtidores de imágenes, historias y en ocasiones revelaciones, descubrimientos e incluso teofanías. Pero más fértil todavía que el sueño –tomando en cuenta su producción en proporción a su duración– es esa fase en la que merodeamos en el umbral del sueño y, mientras somos llamados por Morfeo y las ninfas del Leteo, mantenemos una ligera conciencia, un ágil aplomo y nítida recolección. Estamos, por así decirlo, entre mundos, en la encrucijada –la zona favorita de Hermes, en un espacio liminal desde el cual podemos experimentar la extraña dinámica de mundos contiguos que se encuentran en un vórtice de corrientes psíquicas. El centro de nuestra percepción parece haberse movido y nuestro proceso de pensamiento se hace transparente e ingrávido, somos observadores, relativamente desapegados, de la mente que se autosimboliza… y se desvanece. Por segundos estamos en algo que podría describirse como un sueño lúcido, solo que aún no hemos entrado propiamente en el territorio del sueño, en el inframundo, y se nos permite también mirar hacia la luz de la vigilia y enlazar mundos y estados de conciencia. 
Este estado previo al sueño es llamado “estado hipnagógico” (que lleva o eleva al sueño) e históricamente ha sido usado por científicos, artistas y místicos para de alguna manera minar su propia conciencia –o la del universo mismo que se interpenetra– y obtener joyas que parecen estar incrustadas en las puertas de la percepción de los intermundos. La lista de personalidades que se han servido de este estado y que incluso han aprendido a extenderlo y refinarlo es vasta y merece revisarse a manera de aliciente para la propia psiconáutica. Sin embargo, en una primera parte, quiero concentrarme en la  descripción del estado hipnagógico que hace R. A. Schwaller de Lubicz en su shwallerbiografía novelada, escrita por André VandenBroeck,Al-Kemi. Schwaller de Lubicz es probablemente el maestro detrás de “Fulcanelli”, el adepto que habría conseguido atrapar el espíritu en los vitrales, como ocurrió antes en los “rojos y azules de Chartres”. El libro de VandenBroeck cuenta la breve etapa en la que el autor fue instruido por De Lubicz (el alquimista Aor) en la ciencia hermética. A diferencia de algunos libros de este tipo –de iniciación esotérica, maestro y discípulo, como los de Carlos Castaneda, sabemos por lo menos que Schwaller de Lubicz existió y podemos de alguna manera evaluar su “doctrina”, leyendo sus libros, especialmente The Temple of Man, una obra monumental sobre la ciencia sacra del Egipto faraónico, que tal vez sea una de las últimas grandes obras esotéricas. De Lubicz explica:
El segundo antes de caer en el sueño es el momento más valioso del día, cuando el córtex cerebral se apaga y tú sigues en una conciencia despierta. Realmente es el estado meditativo perfecto, y las asociaciones hechas en ese estado no obedecen reglas lógicas; pueden traer consigo verdaderas revelaciones al liberarse de la rutina de los significados racionales. Como la mente ha abandonado el control, pero no la conciencia, deja el campo abierto al complejo emocional que usualmente yace suprimido y atado por la mente. Date cuenta que la presencia última de la más alta función intelectiva, aunque en un estado completamente pasivo, es esencial porque sin esa presencia simplemente estás dormido y soñando, y nadie nunca ha logrado nada en un estado de sueño profundo… Algunos estados de conciencia pueden compararse con sueños, pero si han de servir a la conciencia, deben ser una agudización, no una obnubilación.
En este estado se sumerge André VandenBroeck después de meditar sobre una “esfera espiral” y escuchar hipnóticamente la frase “Le verre de Chartres est teint dan sa masse par l’espirit volatile des mètaux” (“el vidrio de Chartres está teñido en su masa por el espíritu volátil de los metales”). No es poca cosa dentro de su instrucción, porque para De Lubicz la alquimia es fundamentalmente un trabajo de percepción, de ver la operación hermética ocurriendo perpetuamente en las cosas más ordinarias. “Estoy enseñando una conciencia funcional que necesita un corte momentáneo, une coupure, una eliminación del córtex cerebral tan bien lograda que no solo las maquinaciones del cerebro desaparezcan sino también toda representación formal”. “Entre menos esté presente la cabeza, más se inscribirá por la vibración emotiva… Es importante el rol de los estados emotivos en la inscripción”. La inscripción, según De Lubicz, es el cultivo y almacenaje de la conciencia que trasciende la existencia temporal de un individuo. Momentos de percepción depurada, como se nos abre la posibilidad antes de dormir, podrían convertirse una especie de impresión eterna, de ver la eternidad pero sobre todo de inscribir la eternidad en el organismo (conocer es convertirse en lo conocido). En diversos momentos De Lubicz esboza una teoría de la percepción, el gesto alquímico:
Hay una visión pertinente a cada momento cósmico particular… el momento presente, tal como lo defino en mi libro, es de hecho la eternidad.
Sabemos que todo se está creando cada momento, y todo también se pierde [cada momento]… La Obra [alquímica] no es el descubrimiento de una técnica… es la percepción de un proceso existente. Es la percepción la que es objeto de estudio y oración. 
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“La dormición de la Madre de Dios”
VandenBroeck así entiende lo que le presenta De Lubicz: “En este silencio total las palabras formarían significados de la manera más natural, sin nuestra interferencia. Ahí el universo hablaría, no el córtex cerebral. Este es el acto, el estado de conocimiento”. Este dejarse para que el universo entre o hacerse a un lado para ser atravesado por la inteligencia cósmica parece ser un motivo común a la hipnagogia entre místicos de todas las eras. Gary Lachman cuenta que el filósofo neoplatónico Jámblico, entre sus múltiples prácticas teúrgicas, utilizaba la hipnagogia, “una condición entre la vigilia y el sueño” en la que venían ‘voces’ y ‘luces’ brillantes y tranquilas” aparentemente enviadas por la deidad. Swedenborg, el gran místico sueco, dice Lachman, “desarrolló un método para inducir y explorar estados hipnagógicos, en los que viajaba al cielo, al infierno y a otros planetas”. Famosamente el químico August Kekulé descubrió la estructura del anular de la molécula de benceno vislumbrando un uróboros (una serpiente que se muerde la cola) durante un sueño hipnagógico.
Tradicionalmente la imaginación es el órgano de la percepción de los mundos sutiles por excelencia. La imaginación que tal vez se activa en esos momentos de duermevela (de veleo y de vuelo), justamente cuando el cerebro se retrae y quita las manos del volante, puesto que como creen los místicos sufíes, la imaginación y la intuición no son dependientes de la mente, sino que se ubican más en el corazón, “el órgano que produce conocimiento verdadero, intuición comprensiva, gnosis (ma’rifa) de Dios y de los misterios divinos”, dice  el islamólogo Henry Corbin. Quizás antes de dormir manteniendo la calma en ese momento vertiginoso podemos alcanzar a ver con el corazón por algunos instantes y, con el ojo abierto del corazón, espiar la eternidad o percibir el translumbramiento del paraíso.
Existe una aristocracia de exploradores hipnagógicos, Gary Lachman enlista algunos: William Blake, Samuel Taylor Coleridge, Thomas De Quincey, Edgar Allan Poe, Gérard de Nerval, Havelock Ellis, C. G. Jung, Jean-Paul Sartre, Ernst Jünger… Espero que esta introducción a las delicias misteriosas de la hipnagogia y particularmente al abrevadero del momento justo antes de dormir –en el filo del cielo-abismo– sean un buen aliciente para que quien lee esto intente observar su propio proceso de entrada al sueño: esa conciencia particular de atravesar una puerta. Se me ocurre que una forma de hacerlo es practicando la famosa meditación pitagórica de revisar antes de dormir los acontecimientos del día –así, que la película del día corra hasta disolverse en la pantalla del umbral como podría ocurrir también con la muerte o ese instante final en el que, según cuentan, se puede ver toda una vida de alguna manera contenida en un momento y desdoblándose justamente en esa percepción de la luz que se libera de la estrecha limitación del cerebro.

El momento antes de dormir es el momento más importante del día y el momento antes de morir es el momento más importante de la vida: ambos, uno intuye, son en realidad el mismo momento. Tal vez el estado de hipnagogia sea un escenario virtual para entrenarnos para la muerte y no perder lo que hemos logrado en conciencia, en términos de Schwaller de Lubicz, lo que hemos inscrito en nuestro ser, inefablemente hasta los huesos.

fuente/PIjamasurf