martes, 14 de abril de 2015

El Inversor: Paradigmas (¿cómo se pasa de un orden a otro?)

¿QUÉ QUIERE DECIR PASAR DE UN ORDEN A OTRO ORDEN?

Cellarius_Harmonia_Macrocosmica_-_Planisphaerium_Copernicanum

Hay un concepto sin el cual ninguno de los demás que me interesan se iluminan bien. Es el concepto de cambio; un “crack”. ¿Qué quiere decir pasar de un orden a otro orden?

2 mil años atrás Ptolomeo configuró un orden planetario. La Tierra en el centro y los otros planetas y el Sol girando a su alrededor. (Vamos a olvidarnos de los debates concomitantes a este de si órbitas circulares o elípticas y demás). El orden ptolemaico ocupó durante siglos el lugar de la verdad y de la realidad. Poco importaba si los registros sensoriales lo confirmaban o tendían a refutarlo; su imposición tenía una entidad superior.

Pero la humanidad es inquieta y se mueve, y en los mil 500 años posteriores trabajó arduamente sobre el orden ptolemaico. Hizo de todo con él, menos sustituirlo por otro. Epiciclos sobre epiciclos hasta niveles complejísimos de desarrollo contorsionaron el modelo hasta hacerlo decir y justificar casi todo. Solemos llamar a ese proceso incesante, lineal y continuo, “progreso”. La humanidad progresó el orden ptolemaico, le dio evolución.

Hasta que por el 1600 llegaron aires oblicuos y Copérnico se impuso.

La vida es vida desde que la muerte es muerte. Verdad basal que luego tendemos a olvidar. La duración media de la vida humana va progresando sobre la Tierra. Digamos que a razón de unos pocos años por siglo, aunque presentimos que el progreso no es constante; vienen aceleraciones. Ganamos años a la vida a una velocidad que comienza a desvelarnos. ¿Nos acercamos a los 100 años de vida media? ¿A qué tiempo estaremos de los 200? ¿Y de los 300… y de los mil años?

Progresamos en nuestra longevidad encaramados en el progreso de la ciencia. Evolucionamos.

Cuando Copérnico irrumpe, no lo hace alineado al progreso ptolemaico. Él entra oblicuo y redefine el orden básico. Copérnico quiebra. No sigue el camino de los ajustes infinitos del orden establecido. No pule el orden ptolemaico; lo contradice y lo redefine. Es otro tipo de intervención con otro tipo de consecuencias.

Copérnico sustituye aquel orden por otro orden nuevo. Es un ejercicio iniciático, básico, esencial, fundacional. Redefine el modelo sacando a la Tierra del centro del ecosistema y colocando en su lugar al Sol… Y todo eso, visto desde la Tierra.

Copérnico cambia de orden y con esa intervención redefine la realidad que él engendra. Sustituye el orden básico y ya nada es igual. Copérnico cambia.

De ese tipo de “crack” hablo. En la aparente continuidad de una progresión, de pronto y como por acaso se produce una disrupción y lo que era continuo se vuelve salto. La tranquila evolución de un orden se ve súbitamente alterada por una revolución, un quiebre que subvierte todo a partir de un nuevo orden.

Las cartas se reparten de nuevo. Son aquellos mismos planetas y su fuente solar, pero dispuestos de otro modo, en otro orden. Cambia el orden simbólico de las piezas básicas –a eso llamamos “cambio de orden”– y entonces cambian los múltiples efectos de sentido y de valor que de él emanan.

El cambio no es efecto de la progresión, sino de la inflexión. Cae la serie semántica de proceso, desarrollo y continuidad y entra una nueva con otros padrones.

Si hablamos de cambio, entonces ya no hablamos de mejoras, de ajustes, de afinaciones y recreaciones; al contrario, pasamos a hablar necesariamente de innovación, creación, transformación y disrupción. De la conservación a la revolución.

(Hablo de lo mismo que hablara Thomas Kuhn cuando se refería a los “cambios de paradigma” en su La estructura de las revoluciones científicas).

Es necesario para eso tener en mente un modelo gráfico de dos vectores paralelos. La continuidad del proceso sobre una recta es progreso, evolución –si va en sentido de origen a destino, y la disrupción pasa por el salto de un vector al otro, que a eso lo llamamos revolución. El punto de salto debilita al vector en evolución y el punto de caída origina el nuevo vector creado.

Salto de adrenalina –claro está, pero también –nobleza obliga– salto de vértigo y sobre todo, salto de riesgo. Salto porque lo que se supera es un abismo, un quiebre, una falta de articulación, una nada. Es la falta misma de conexión y continuidad.

El imaginario cientificista que gobierna el sentido común de nuestras sociedades no consigue despegar a la ciencia de la continuidad y el progreso; es la forma estereotipada con la que pensamos los procesos. Por eso es tan difícil descontinuar, quebrar y refundar; porque el sentido común no nos deja y tiene demasiados adeptos.

Hay dos nociones de gran prestigio y fuerza política que se ven sacudidas por este debate. Me refiero a la realidad y al sentido común. El “crack” del que hablamos relativiza la realidad; y vaya sinsabor para la realidad el de verse relativizada… Lo que llamamos realidad no es otra cosa que la matriz de sentido que emana del orden establecido. Y como el orden siempre parece eterno, ella aparece como inmutable. Es un efecto, pero se nos presenta como causa y se pone como determinante.

Cuando se produce una transformación, otro orden sustituye al vigente y otra matriz de sentido y valor emerge y se impone. Hay un momento incluso en que conviven dos realidades, discontinuas y contradictorias.

La realidad, acostumbrada a su hegemonía, se ve desbancada. Revolución. Crisis. Conmoción. Emoción. Temblores. La realidad se revela como construcción y su peso político cae en descrédito. Todos dudamos. Todos somos otros.

Como se ve, el gesto disruptivo tiene un calado vertical tan profundo que incomoda al nervio. Saca de quicio, quiero decir. Por eso es infrecuente.

Y el sentido común, que era subsidiario eficiente y cómodo de la realidad impuesta, se vuelve de buenas a primeras, nada. Antes nomás era la convergencia completa de las percepciones a favor de la ratificación constante del valor de las premisas del orden vigente. Parecía que lo que sentíamos siempre confirmaba el orden vigente; política y percepción se alineaban como por causa divina. Y como nos gusta y necesitamos convencernos de que no hay nada más libre e independiente que los sentidos, entonces su ratificación caía como una sanción celestial y obturaba cualquier debate. Pero no. El sentido común es la sensación más influenciable del mundo y la más dependiente de todas; el sentido común es alienación. Él sólo responde al poder. Sólo sabe confirmar, nunca impugnar. Por eso no nos sirve. Es intrínsecamente cobarde y subalterno.

Claro que en la escuela debemos saber que hay al menos otro orden posible. Un modelo donde hay profesores, alumnos, conocimientos, aulas, materiales…. Pero no en el orden y bajo la estructura en que están hoy. No se trata de que no haya Sol, sino de qué posición ocupa el Sol en el nuevo ecosistema; lo mismo que los alumnos o la creatividad. Redefinir el orden, cambiar las posiciones relativas. Eso tenemos que hacer! Y cambiará todo.

Cómo deseo el momento en que nos gobierne la angustia de las dos realidades superpuestas e inconciliables. Eso es lo que debemos lograr. Ese movimiento nos liberará hacia la otra escuela. Un momento vertical, franco y seco que reconfigure de una vez. Un giro nuevo, hecho de un nuevo orden de piezas históricas.

No estamos en una historia de progreso. No vendrá lo nuevo por evolución de lo impuesto. No hay continuidad. Giramos en vacío y toca saltar (y todas sus connotaciones). Ni hay, tampoco, matrices de valor y sentido compatibles. Hay tensión, subversión y estampidas. Hay crisis de poder. Debe haber cambios de rumbo. Hay caos, sobre todo en los instantes de la duplicidad. En esos momentos en que dos ordenes conviven, todos vemos doble. Reina la confusión. Orilla la revolución.

Queda más, lo sé. Pero siento necesario un acuerdo robusto en este plano de la discusión para poder seguir adelante. Porque lo que sigue no es fácil; el miedo y los ridículos nos acosarán. Por eso debemos construir un sólido acuerdo de base, que nos fortalezca cuando las dudas lleguen, cuando las ratas abandonen los barcos, cuando por un momento nos sintamos solos y parezca que el calor y la falta de agua se están cargando nuestras facultades básicas.

Ellos podrían ser cualquiera –tú o yo o tú y yo. Son una pareja que atraviesa por problemas sexuales. Como tantos. Preguntan, se informan y reciben dos recomendaciones. Dos opciones, como solemos decir. Acudir a un sexólogo o visitar a un psicoanalista.

Por razones prácticas –digamos, acuden primero al sexólogo. El Doctor los escucha un poco, los alienta mucho y los guía después. Paso a paso en la evolución sexual del matrimonio. Epiciclos de epiciclos que les devolverán el goce perdido. Artes y artilugios para recuperar el placer. Reconexión. Progreso. Un paso adelante. La solución.

Salen felices; sienten que se han recuperado. Saben cómo y por dónde y tienen un pronóstico. Es sólo hacer y esperar. Aplicar. Reconocerse. Recuperarse. Y lo hacen… y suben… y vuelven a bajar. Lo que duran esas (auto)ayudas.

El problema se reinstala, de nuevo; repetimos, infelizmente. Toca probar la otra opción. Y van.

Los recibe el psicoanalista, que habla menos y escucha más. No calma. ¿Qué hará?

Deja que el silencio reorganice las piezas. El problema es de ellos y la solución, si viene, también deberá venir de ellos. No se pone en el lugar de la solución; se presenta como gestor de las relaciones relativas. Arma el orden de las cosas.

Y luego pregunta, sin connotaciones: ¿ustedes se aman?

Su intervención está en otro plano. Es de otro modelo. No va en busca de los nuevos epiciclos de aquel sexo desgastado. Se detiene y escala un nuevo orden; robusto y sano. El del amor. Y si no viene, pues entonces no hay nada que hacer.

Ya más computadoras iguales no vale la pena hacer; o se hacía la Mac o mejor no se hacía nada –volvió gritando Jobs. Eso hace el psicoanalista: pone a Job ante el dilema ético de si está dispuesto a abandonar su lugar de mártir y migrar a fiel. Si sí, entonces habrá futuro; si no, entonces sólo se sucederán repetición y espejismos.

Luego, como siempre, la vida tiene sus matices.

fuente/ Pijamasurf

Arte Cósmico

El cielo en el cerebro: la fascinante relación entre la Luna y los neurotransmisores.

SIGUIENDO CON UNA EXPLORACIÓN DE LA CRONOBIOLOGÍA Y DE LA RELACIÓN ANTROPO-BIO-CÓSMICA PROBAMOS UN MÉTODO PARA AUMENTAR EL DESEMPEÑO COGNITIVO Y LA PRODUCTIVIDAD BASADO EN LA SINCRONIZACIÓN ENTRE LA MENTE Y LA LUNA.


El hombre cobra vida a través del qi del cielo y la tierra; madura al ritmo de las leyes de las cuatro estaciones.

El Clásico Interno del Emperador Amarillo

Cuando le preguntaron a Pitágoras qué era el tiempo, respondió que era el alma del mundo.

                                                                                                        Plutarco

Para el hombre antiguo era un hecho incontrovertible que su vida estaba ligada a los procesos astronómicos y a los ciclos estacionales que marcaban los astros. No sólo dependiendo del cielo y de la tierra –y de su relación de creatividad y receptividad– para cosechar sus alimentos, sino también para cultivar una vida sana y virtuosa física y mentalmente. 

El hombre, como parte de la tierra, también recibe del cielo la energía que le permite crecer. Esto era parte de una cosmogonía que tiene como piedra angular la visión del microcosmos como un espejo del macrocosmos: una filosofía natural perenne que encontramos presente en mayor o menor medida en todas las culturas antiguas. El hombre moderno, no sin arrogancia, ve en esto un rasgo del pensamiento mágico-primitivo que el pensamiento racional ha rebasado. Despojado de este espíritu, el paradigma médico del hombre occidental no toma en cuenta la influencia de factores ambientales y mucho menos cósmicos. Pero hoy sabemos, por experiencia propia, que la medicina occidental moderna es muy buena para atacar y extirpar padecimientos agudos, pero sufre cuando se trata de curar y no sólo aliviar los síntomas de enfermedades crónicas (las enfermedades del tiempo). 

Tradiciones de medicina antigua, por ejemplo la espagiria (alquimia vegetal) o la acupuntura, curan balanceando y despertando los procesos de autosanación del cuerpo; la medicina alópata moderna “cura” suprimiendo síntomas con fármacos que generan efectos secundarios en otros sistemas y órganos, porque estos no son concebidos como estrechamente interdependientes. Existen, sin embargo, señales de una mayor apertura a sistemas holísticos dentro de la ciencia médica occidental, especialmente a partir de recientes hallazgos en la epigenética, y particularmente en la cronobiología.

Como vimos en un artículo anterior sobre la cronobiología, existe una relación entre la cualidad particular del tiempo y la salud humana y su disposición y aptitud para realizar ciertas tareas. En otras palabras, no todos los momentos son iguales, y realizar cierta acción en determinado momento puede ser contraproducente o, en el sentido contrario, doblemente provechoso, siendo catalizada por la energía que predomina en ese momento (el universo como proceso de aikido). Ser conscientes de esto, de los cambios, de los ciclos y de las diferentes cualidades de los momentos, es ya un paso importante para armonizar el cuerpo y la mente, ahorrar recursos y almacenar energía.

Después de este acercamiento teórico, sigamos con una aplicación práctica de la cronobiología con la intención de comprobar que esta relación entre el hombre y el cosmos no es sólo analogía poética sino correlación energética.



La praxis de la Luna

Hace unas semanas entrevisté al doctor Mark Filippi, cuyo Método somático descubrí leyendo Present Shock, de Douglas Rushkoff, analista de medios que quizás sea el más legítimo heredero de Marshall McLuhan. Rushkoff empleó el sistema de Filippi, basado en una conexión entre las fases de la Luna y cuatro neurotransmisores básicos, para maximizar su desempeño escribiendo su libro (una especie de walk-the-talk, ya que uno de los temas del libro de Rushkoff es la importancia de tomar conciencia de los efectos que tiene vivir conectado a internet 24/7 y abandonar los ciclos naturales). Rushkoff explica cómo trabajó con este método en la escritura de su libro:

Usaba la primera semana de la Luna para organizar los capítulos, hacer entrevistas, y hablar con amigos y colegas sobre las ideas que estaba trabajando. En la segunda y más intensa semana, me encerraba en mi oficina, con una tarea definida, y lograba escribir la mayor parte del libro. En la tercera semana, editaba lo que había escrito, leía material nuevo y saltaba hacia cualquier sección que me llamara, probando ideas nuevas. En la última semana, revisaba la estructura y pasajes difíciles y reprogramaba la pesadilla que es mi sitio web. Mi propia experiencia es que mi productividad aumentó cerca de un 40%, y mi paz mental durante todo el proceso se transformó completamente para bien. Aunque esto resulte anecdótico para cualquier otra persona, ciertamente me convenció de seguir consciente de estos ciclos de ahora en adelante.

Filippi describe su sistema, en su concepción más amplia, como una conciencia de “la relación entre el mundo interior y el mundo exterior”. Esto basado en una interiorización del aspecto cuaternario que rige los ciclos en la naturaleza: cuatro estaciones, cuatro fases lunares, cuatro cuartos de hora, cuatro elementos, cuatro fases de la respiración, etc. El cuatro es parte esencial del ritmo y de la medición. “El cuatro es una constante en la forma en la que las cosas se organizan en la naturaleza y en cómo absorbemos información, dividiéndola en grupos de cuatro”, explica Filippi.

El método de Filippi es una continuación del trabajo de Irving Dardik, Joel Robertson y David Goodman, quienes, cada uno en su ámbito, han elaborado una teoría sobre las oscilaciones en el desempeño fisiológico, emocional y mental del ser humano. “Mi ecología se desprende de la confluencia del modelo de Goodman de cuatro fases y las ideas de Robertson sobre performance. También sé que existe una correlación con el sistema de acupuntura [esto es el sistema de acupuntura lunar que se describe en Clásico del Emperador Amarillo]”. Particularmente la historia de esta correlación entre la Luna y los neurotransmisores se origina en Goodman, quien en las últimas décadas ha recopilado minuciosamente información sobre sueños y estados emocionales en un diario propio y de diferentes sujetos de estudio. Goodman sugiere que existe un patrón: “Surgen cuatro cambios emocionales naturales. Estos los he reportado desde 1996 como: pasivo ascendente, activo ascendente, pasivo ascendente y activo descendente”. La idea de que estos ciclos emocionales están ligados a la Luna viene del libro Body Time (1971), de Gay Gaer Luce, en donde se propone la siguiente hipótesis:

Un sondeo calendárico de los síntomas de las personas sanas probablemente revelará que una sorprendente cantidad muestran oscilaciones en peso, vitalidad, desempeño óptimo, pesimismo, apetito, sueño; oscilaciones en brillantez y apagamiento, empeño y apatía, volubilidad e imperturbabilidad, malestar y robusto bienestar.

moon1Efectivamente, Goodman documentó la presencia de estas oscilaciones, las cuales relacionó con una secreción dominante de neurotransmisores según la fase lunar. Con esto sentó las bases para explicar por qué las personas atraviesan diferentes estados de ánimo y de capacidad cognitiva sin que modifiquen sus hábitos: existen factores ambientales cíclicos que regulan la producción de nuestros neurotransmisores. Esto es importante ya que algunas personas después de sentirse deprimidas o especialmente ansiosas por unos días no tardan en hurgar en su gabinete de medicamentos. Es necesario señalar que el sistema de Filippi difiere del orden que Goodman estableció, sin embargo, después de ponerlo a prueba en reiteradas ocasiones, ha mostrado tener coherencia y arrojar resultados positivos.

El método somático de Filippi no sólo está basado en la sincronización con el ciclo lunar, sino en una sincronización general de los procesos cognitivos, de manera interna y externa. Aquí, sin embargo, nos concentraremos sólo en la conexión entre las fases lunares y los neurotransmisores. La correspondencia básica es:


-Primera semana lunar: acetilcolina

-Segunda semana lunar: serotonina

-Tercera semana lunar: dopamina

-Cuarta semana lunar: norepinefrina (o noradrenalina)

Los neurotransmisores son mensajeros químicos que viajan en el espacio sináptico llevando información de neurona a neurona. La mayoría de los neurotransmisores son sintetizados a partir de los aminoácidos presentes en nuestros alimentos, pero sabemos también que factores ambientales influyen en la conversión de estas moléculas neuromediadoras. Un ejemplo muy conocido es la disminución de la serotonina en invierno debido a la menor exposición al Sol, lo que produce el trastorno afectivo estacional; podemos observar aquí un efecto de carácter literal, la luz del Sol se convierte en serotonina, lo cual nos mantiene animados; la oscuridad nos deprime. Existen numerosos neurotransmisores, pero tanto Goodman como Robertson y Filippi identifican a la acetilcolina, la serotonina, la dopamina y la norepinefrina como los dominantes en cuanto a su influencia en el estado de ánimo y en el desempeño psicofísico. “Son diferentes sabores de coherencia”, dice Filippi, “y los cuatro vienen a ti todo el tiempo, pero uno es el principal en determinado momento”.

Algunas personas parecen tener una mayor inclinación hacia alguno de estos cuatro grandes dominios. “¿Cuál es tu tendencia? “¿Cuál es tu forma predominante de mostrarte en el mundo”, dice Filippi. “Conoce tu soma, para que puedas adoptar una estrategia de refinamiento de las áreas en las que tienes cierta carencia natural”.

Se pueden seguir ciertas indicaciones para balancear una deficiencia en la producción de neurotransmisores, sin tener que tomar antidepresivos o buscar “highs” permanentes a través de cosas como el sexo y el deporte extremo. Por ejemplo, Joel Robertson, en su libro Natural Prozac, nos dice que escuchar a Bach es una forma de provocar la secreción de serotonina: nos produce una calma energética. Podemos también hacer reformas a nuestra dieta. Otra forma es simplemente estar conscientes del calendario lunar y de los picos y valles que seguimos en el curso de 1 mes (o el ciclo que determinemos, ya que algunos de nosotros podríamos estar un poco desfasados). Esto permite una especie de neurofeedback: si nos vemos reflejados en el espejo del cosmos, un bajón en nuestro desempeño no será recibido con frustración, sino aceptado como un proceso de regeneración en el que estamos participando colectivamente. Una marea externa que se vuelve interna.

yellowAunque el sistema de Mark Filippi tiene la virtud de incorporar multidisciplinariamente nuevos hallazgos científicos, personalmente lo que más confianza me da es que coincide en espíritu con las observaciones realizadas por el gran clásico de la medicina china: El Clásico Interno del Emperador Amarillo (Huangdi Neijing), para algunos la biblia de la acupuntura. En el texto atribuido al Emperador Amarillo, se dice:

Al principio de la luna creciente, el qi y la sangre se originan como esencia, y el qi de defensa se empieza a mover. Cuando el disco de la Luna está lleno, la sangre y el qi están repletos, los músculos y el tejido firmes. Cuando el disco de la Luna se vacía los músculos y el tejido menguan, los conductos y los vasos se agotan y el qi de defensa se pierde.

La apariencia física existe por sí sola. Es por eso que uno sigue las temporadas del cielo para regular la sangre y el qi… Uno sigue la secuencia del cielo y los tiempos de abundancia y agotamiento. La posición [del qi] está determinada en observancia de los cuerpos celestes moviendo [la posición de su] luz.

Algunos verán superstición y pensamiento mágico en esta indicación que sirve como guía para modular la intensidad del tratamiento de acupuntura; otros (me incluyo) verán aquí una muestra de sabiduría milenaria, ya que este método sigue aplicándose con resultados avalados empíricamente después de más de 2 mil años en China y numerosos otros países en los que se practica medicina china.

El qi en la medicina china es un término que generalmente se traduce como energía o aire, pero que tiene también la connotación de “información” que puede dirigirse en el cuerpo (con el dao-yin) para reprogramar funciones orgánicas. Aunque evidentemente no es lo mismo, para fines prácticos podemos substituir qi por los diferentes neurotransmisores y descubrimos un patrón similar, el cual, por otro lado es marcado de manera literal por la misma Luna: más luz es más energía y claridad. Como en el cielo en la tierra, y como en los cuerpos celestes en el cuerpo humano.

Spain Supermoon

Los cuatro neurotransmisores y las cuatro fases lunares

Con el interés de que este método pueda ser estudiado de manera sencilla y llevado a la práctica, revisemos los efectos particulares de los distintos neurotransmisores y la clasificación que hace Mark Filippi en su sistema somático:

Filosomático—Acetilcolina-Luna Nueva/Cuarto Creciente:

La primera semana del ciclo lunar corresponde al neurotransmisor acetilcolina y a una inclinación filial. “Cuando estamos surcando en acetilcolina, nos volvemos más sensibles, más aptos a actividades grupales y más receptivos emocionalmente”, dice Filippi. Esta semana se caracteriza por mucha energía pero no tanta concentración. Rushkoff observa que en la semana de la acetilcolina “las personas tienen buena energía y vivacidad, es genial para introducirla a nuevas ideas”. La acetilcolina neurológicamente está asociada con la memoria y el aprendizaje (fármacos que suprimen los receptores de acetilcolina afectan la memoria y el aprendizaje). La luna nueva es el momento para iniciar nuevos proyectos, para sembrar plantas pero también ideas, imágenes e intenciones y aprovechar la energía ascendente.

Ontosomático—Serotonina—Cuarto Creciente/Luna Llena

La segunda fase de la luna, que va del cuarto creciente a la luna llena, corresponde a la serotonina. Esta semana se tiene mucha energía y además mucha concentración mental por lo que es ideal para la realización de trabajo creativo. Esta es la semana en la que Rushkoff escribió la mayor parte de su libro. Filippi recomienda encontrar un espacio solitario para aprovechar estos momentos de lucidez en los que nos acompaña nuestra musa. La serotonina participa en numerosas funciones orgánicas, incluyendo un rol principal en la digestión (por lo que muchas enfermedades gastrointestinales son tratadas con antidepresivos), pero está sobre todo identificada con regular el estado de ánimo. En la semana del cuarto creciente nos sentimos saciados y plenos. Este estado, sin embargo, puede desbordarse y desfondarnos si no encontramos ese espacio reflexivo para canalizar nuestra energía. En otras palabras, aunque muchas personas pueden sentir la atracción de utilizar (y dilapidar) esta energía socialmente, es un momento de trabajo y cultivación personal.

Ecosomático—Dopamina—Luna Llena/Cuarto Menguante

La semana de la dopamina, es una semana de distracción y divertimento, de involucrarse en actividades sociales y ecológicas, con una cualidad empática. La dopamina neurológicamente está asociada con las experiencias y los estímulos que producen las experiencias, el placer, la recompensa y la excitación. En la semana de la dopamina podemos aflojar y disfrutar lo que hemos hecho.

Exosomático—Noradrenalina- Cuarto menguante/Luna nueva

La semana en la que entramos en la fase de “huir o pelear” (fight or flight), un estado defensivo en el que instintivamente nos protegemos (ya que tenemos menos reservas). Hay mucho análisis, pero poca inspiración. “Es un estado hiperbinario, unidireccional y agresivo”, dice Filippi. Rushkoff bromea con que es como la mentalidad de Barack Obama. Un regreso parcial al cerebro reptiliano. Si no dilapidamos nuestra energía, será más fácil superar esta semana de fragilidad nerviosa.


Elogio de la Luna (y un argumento personal a favor de la Luna)

La Luna en los sistemas simbólicos de la antigüedad regenteaba el agua. Sabemos científicamente que la Luna controla las mareas, coordina la menstruación y afecta la ovulación, la retención de orina, y se correlaciona con episodios de diarrea y problemas cardiovasculares. El ser humano, según nos enseñaron en la escuela, es mayormente agua. Esa agua compuesta que es la sangre lleva oxígeno (potencial de energía), nutrientes y productos neuroquímicos a las diferentes partes del cuerpo. Es concebible que la fuerza de la atracción de la Luna ejerza un efecto, aunque sea sutil, en este sistema de distribución. En el Clásico Interno del Emperador Amarillo se dice: “En la tierra hay arroyos, ríos,y océanos. En los seres humanos hay canales y meridianos. Todos ellos con influencia mutua”.

Apelamos aquí entonces a contemplar la posibilidad de que, aunque en un principio sea muy sutil y difícil de percibir, nuestra productividad y bienestar general pueden ser fácilmente mejorados siguiendo una práctica de armonización lunar, una especie de meditación distribuida a lo largo de 1 mes, cuyo fundamento es simplemente observar el tiempo (lo que Pitágoras llamaba “el alma del mundo”) y los efectos particulares que ejerce sobre nuestro organismo, suspendiendo la incredulidad de que somos independientes y estamos separados de los otros procesos naturales, que estamos en un río aparte, que corre solo, sin influencias. Juega con la idea que animaba la filosofía china: somos, como el emperador, el hijo del cielo. Realmente no tienes mucho que perder.

Cuando vivimos en un mundo que ha perdido la sincronía, que está fuera de tono, es apropiado recordar la frase de William Blake: “Debo de crear mi propio sistema o seré esclavizado por el sistema de otro hombre”. William Burroughs en The Revised Boy Scout Manual propone como primer paso para retomar el control de la realidad “proclamar una nueva era y desarrollar un nuevo calendario”. Rushkoff actualiza: “Si no sabes cómo funciona el sistema que estás usando es probable que el sistema te esté usando”.

Existe, por supuesto, una alternativa más tradicional y más segura a crear un propio sistema autónomo. Abandonar el sistema impuesto por el mainstream de la sociedad y encontrar, en equilibrio entre la observación individual –el conocimiento de uno mismo, “Know thy soma”, dice Filippi—y la observación de la naturaleza, un sistema integral. Uno de los sistemas milenarios que mejor ha sobrevivido el paso del tiempo –porque es un reflejo orgánico del tiempo mismo— es el calendario lunar. Las palabras mes, menstruación y moon, en inglés, todas tienen la misma raíz (medir). La Luna es un viejo reloj de luz y agua. Tanto los chinos como los hebreos siguen usando una base lunar para dar coherencia y estructura a sus vidas; los mayas, en su asombrosa percepción astronómica, también desarrollaron un importante calendario lunar; son innumerables las culturas antiguas que rigieron sus vidas por la Luna. El calendario lunar, además, tiene una ventaja, puede ser experimentado en el cuerpo (ese antiguo reloj interno), algo que muchas mujeres han comprobado, más allá de que esté o no legitimado por la ciencia.


Recordar, tal vez como aliciente, que la Luna en el mandala tibetano de la Rueda de la Vida es lo que señaliza una posibilidad de escapar del ciclo ilusorio del sufrimiento y la reencarnación; es un símbolo de la liberación del sistema impuesto. Buda meditando apunta a la Luna. Imagina esta paradoja: una experiencia temporal más coherente es lo que nos lleva a lo intemporal, a lo que no está sujeto ya a la impermanencia y las mutaciones.

Después de 2 meses siguiendo un protocolo lunar en mi trabajo y actividades, mi impresión es que el sistema de Filippi (que además coincide con los consejos del Emperador Amarillo) tiene una cierta coherencia, es decir, se ajusta elegantemente a los efectos de la Luna en la biología humana, aunque permita ciertas interpretaciones y variaciones en función de una adaptación individualizada. Siento una mayor energía y una mayor concentración cuando la Luna crece y una peligrosa plenitud en la luna llena (que puede derramarse y drenar si no se practica una especie de tensegridad), un sutil descenso en la función cognitiva y una mayor aprehensión en la fase menguante (que, sin embargo, se puede paliar si uno se relaja y no se obsesiona con la energía que pierde: entonces hay una pequeña y tranquila muerte al final del mes lunar).

A fin de cuentas, el calendario no debe convertirse en un dogma o en un determinismo cronobiológico, sino en una plantilla que nos permite organizar mejor nuestras actividades y catalizar la cualidad vibrante (el qi) del tiempo. El hecho de observar los efectos y las correlaciones entre las diferentes fases y estaciones de la naturaleza y nuestro cuerpo y mente es probablemente la virtud principal de este ejercicio de cultivación de la salud a través de la regulación energética y emocional. Genera el efecto, que no deberíamos desestimar como secundario, de crear conciencia corporal de nuestra relación con la naturaleza y el cosmos. Nos regresa ese sentido asombroso de pertenencia: nuestros actos tienen más sentido y profundidad cuando están unidos a los procesos del universo.

fuente/Pijamasurf

lunes, 13 de abril de 2015

Este niño ha comprendido lo duro que es perder a una mascota y amigo, su reacción es enternecedora



Todos recordamos con cariño a nuestras primeras mascotas, aquellas que cuidamos siendo niños, que nos emocionaron cuando llegaron a casa y que nos enseñaron lo importante que es cuidar y proteger a los demás.
El vínculo que une a las personas y sus animales es muy profundo y duradero. Incluso cuando nuestros amigos animales fallecen, su amor trasciende y sentimos como la perdida nos invade. 
El pequeño Josh, ha tenido que lidiar con estos duros y confusos sentimientos recientemente, cuando su  pez murió. Su madre le explicó lo que había ocurrido y que debían dejar ir a su pequeño amigo.
Sin grandes ceremonias, su madre lo grabó en vídeo mientras que se despedía y liberaba el cuerpo del pez, momento en que Josh comprende que nunca lo volverá a ver.
“Mi pobre pequeño ha perdido a su pez llamado “Top” esta noche y le ha roto el corazón. Ha querido llamar a sus abuelos y primos para contarles lo que le ha pasado a su querido pez dorado”
Junto a este texto, el video que fue compartido en Facebook por sus padres convirtiéndose en un auténtico fenomeno viral, con el que todos nos sentimos emocionados al empatizar con el pequeño Josh.
Original: Facebook. via lanubedealgodon

La Ecuación de Dios “La Flor de la Vida”

Existe un desconocido y antiquísimo símbolo llamado “la Flor de la Vida”, conocido por los antiguos desde hace 6.000 años y del que han dejado impronta en todas las grandes culturas del mundo, este extraño Logo (Conocimiento) almacena en sus formas una importante clave que contiene la fórmula de la creación del Universo.

Para hablar de ello, os mostramos este video-debate entre Jose Luis (JL) y Vicente Fuentes quienes explicarán los secretos de este símbolo.



fuente/ Mundo Desconocido.es

Marzo del 2015. Objetos Voladores en el Cielo. ¿Qué significará tanta actividad OVNI-UFO?


¿Qué secreto esconden los muros incas de Sacsayhuamán?

Erigiéndose al norte de la ciudad de Cusco en Perú, la fortaleza ceremonial de Sacsayhuamán se destaca por sus muros formados por rocas cortadas en excéntricos ángulos y ajustadas con una precisión envidiable. Con el aniquilamiento de la nobleza inca desaparecieron de la memoria humana las técnicas que permitieron la construcción de esta maravilla arquitectónica… Pero ese conocimiento perdido quizás pueda recuperarse en parte. Según el investigador Derek Cunningham, los ángulos de las piedras que conforman los muros, tal como si se tratara un megalítico rompecabezas, estarían escondiendo un secreto: alineaciones astronómicas.

El espacio que abarcan las construcciones de Sacsayhuamán es particularmente grande; lo que más llama la atención son los tres muros de piedra que sugieren la figura de la fortaleza.


El Dr. Cunningham, autor del libro Un Largo Viaje: 400,000 años de Ciencia de la Edad de Piedra, propone en su nueva teoría que las antiguas civilizaciones desarrollaron una escritura a partir de arcaicas formas geométricas, teniendo como referente principal el estudio de los movimientos de la Luna y el Sol. De acuerdo a su teoría, los valores astronómicos considerados centrales para la predicción de eclipses, son convertidos en «valores angulares». En total, el Dr. Cunningham ha identificado 9 estándares en ancestrales dibujos de varias culturas alrededor del mundo, además de otros valores secundarios ocasionalmente observados en el arte regional. Ahora, afirma haber descubierto que estos mismos valores también están presentes en la construcción de los muros de Sacsayhuamán.

Valores astronómicos podrían hallarse en la disposición angular de las rocas que forman los muros de Sacsayhuamán. Imagen: Derek Cunningham.


El período real de la órbita de la Luna tomando como referencia las estrellas fijas se llama mes sideral, porque es el tiempo que toma la Luna para volver a la misma posición entre las estrellas fijas en la esfera celeste. Vale aproximadamente 27 1/3 días por término medio. Con este número los astrónomos pueden calcular fácilmente que la Tierra se mueve aproximadamente 1 grado por día alrededor del Sol, y, haciendo observaciones más minuciosas, deducir una temporada de eclipses cada 6.511 meses draconíticos. Otros parámetros importantes para predecir eclipses son el ángulo de inclinación de la órbita lunar (5.1) y la nutación (la ligera oscilación del eje terrestre causada por la influencia gravitacional de la Luna). Finalmente, el valor de 11 grados puede encontrarse en muchos monumentos y artefactos neolíticos, número que corresponde a la diferencia entre un año solar y uno lunar.

No se limitaría a los ángulos en la disposición de las rocas, sino también al diseño de los muros y el complejo en general que, a vista área, revelan valores astronómicos. Imagen: Derek Cunningham.

Estos valores astronómicos habrían sido traducidos por los incas y otras culturas en valores angulares y plasmados en la piedra. Otros lugares donde se observan dichos valores homólogos a los de Sacsayhuamán, serían los caminos localizados frente a la Gran Pirámide de Guiza, y en las líneas que forman el cuerpo del Gigante de Atacama. «El potencial de la idea para explicar algunos de los misterios de sitios como las pirámides de Egipto o el Gigante de Atacama en Chile, obviamente es controversial», dice el Dr. Cunningham en un artículo publicado en Popular Archaeology. «Pero si es correcto, entonces podría reescribir algunos aspectos de nuestro entendimiento, no solo de la Edad de Piedra, sino de la historia entera. Y si, por el contrario, los eruditos prueban que esta teoría astronómica es incorrecta, entonces seguiremos adelante sabiendo que ha sido debatida lo suficiente. Lo que es más intrigante aquí, es tener la posibilidad de abrir una nueva ventana a nuestro pasado».


fuente/MysteryPlanet.com.ar

Berenger Saunière y Antoni Gaudí. El secreto del enigma quizás esté en la Sagrada Familia.

   Berenger Saunière

Antoni Gaudí
                                              

En la cripta de la Sagrada Familia de Barcelona sería ocultada una caja entregada por Berenger Saunière, el sacerdote de Rennes-le-Château, a Antoni Gaudì quizás en 1896.

El sacerdote francés que se hizo sumamente rico después de haber encontrado, durante los trabajos de restauración de su pequeña iglesia sobre los Pirineos, de documentos y pergaminos sumamente antiguos que ocultaron un secreto inconfesable.





Según sus libros de contabilidad, en febrero de 1892 había una deuda de 105 francos, la mayoría de sus ahorros personales. Misteriosamente  todo cambió en los años siguientes. A partir de ese momento, sus supervivientes documentos del registro de cuentas indicaban un gasto total de 660.000 francos, lo que equivale aproximadamente a unos 2.500.000 euros, con el valor de aquella época.
Hasta 50.000 francos en un mes solía gastar en algunos periodos. Su sueldo como sacerdote fue de unos 900 francos al año.
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Existen numerosas teorías sobre lo que realmente encontró Saunière y que le permitió realizar estos ostentosos gastos. Según Antonie Captier el nieto de Saunière, un frasco de vidrio con un documento en su interior fue encontrado por su abuelo en una balaustre de madera en la década de 1880. Un pilar de apoyo que lleva el antiguo púlpito, encontrado durante las obras de restauración de la iglesia. Saunière comenzó la actividad de excavación en el cementerio días después, hasta encontrar un gran tesoro.
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Según otra historia, Saunière encontró una olla llena de monedas de oro y un cáliz durante las renovaciones de la iglesia altar. Éste envió inmediatamente a los obreros fuera de la iglesia durante el resto del día. Cuando se le preguntó de que se trataba, respondió que no era más que una colección de medallas de un valor muy religioso.
A partir de estos relatos parece probable que el sacerdote encontró algo que le trajo fortuna. Quizás algunos documentos antiguos, cuyo contenido consistía en un gran secreto histórico. O tal vez encontró un gran tesoro en el cementerio de Rennes-le-Château. Gracias a ello habría conseguido una gran fortuna, mucho más de lo que ni pudiera ganar cualquier otro párroco y por supuesto el pueblo llano.
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En pocos años el sacerdote se hizo amigo de nobles y hombres de la francmasonería y tuvo una gran amistad con la cantante lírica Emma Calvé, apasionada por el esoterismo y entró en muchos círculos culturales. Emma Calvé era también la amiga de Antoni Gaudì, el arquitecto visionario que cambiaba el revestimiento de Barcelona en esos años.


Presionado Saunière decidió entregar este objeto tan importante al arquitecto catalán. Cauteloso al abrigo de las dimensiones de una caja de zapatos, guardaba los documentos que él había encontrado en la cripta secreta de su iglesia. Y posiblemente pensó que mejor refugio que la cripta de tan inmensa obra....

¿Cuál era este objeto?

¿Los documentos secretos de la dinastía del Merovingios, que en Rennes-le-Château ellos tenían un centro importante? ¿Algo traído de la tumba supuesta de Jesús?

¿O el objeto misterioso que fue guardado (protegido) por los Cátaros durante la Cruzada contra el Albigense y que cuatro creyentes se llevaron lejos durante la última batalla de la Fortaleza de Montsegur, bajándolos ellos mismo unos cientos de metros por los precipicios alrededor de la montaña?.

Según la leyenda “El linaje cristo-merovingio se perpetuó en la sombra hasta nuestros días, de modo que el “Rey Perdido”, el “Gran Monarca” (pues este regio linaje tendría su origen en el vástago del propio Jesús tras su unión con María Magdalena, que fue llevada tras la crucifixión clandestinamente a la Galia donde se refugio, pues ya existían allí comunidades judías), está presente de incógnito entre nosotros.

“Cuando llegue el momento, se manifestará”........

La Sagrada Familia en sus inicios de construcción:


File:La Sagrada Familia en construcción, c. 1915.jpg
Para saber enigmas de la fachada clicar la imágen:












¿ Será la proxima generación de transporte ?

El autoconocimiento, la auténtica clave de la felicidad.

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Felicidad. ¿De qué depende realmente este concepto? ¿Es algo que uno encuentra por casualidad gracias a los designios del destino o el azar? ¿Depende la felicidad exclusivamente de nuestra cuenta bancaria? La verdad es que no. No es más feliz quien más tiene, ni el que más acumula, ni el que espera ese golpe de suerte que llega como la hoja dorada que cae de un árbol.
La felicidad, como las mejores dimensiones de esta vida, se encuentra inscrita en las cosas más pequeñas y comunes, ésas que sabemos apreciar y reconocer. No obstante, también hemos de tener en cuenta un aspecto esencial: para ser feliz primero debes saber qué necesitas, qué te define, y cómo entiendes realmente este mundo que te rodea.
Hay personas que vagan por su día a día sin rumbo y con el corazón vacío. Aspiran a comerse el mundo, pero ni siquiera han empezado por degustar lo que tienen en frente. El autoconocimiento,es la clave primordial para ser felices, para regular nuestras experiencias internas y ver con humildad e integridad, cómo somos y lo que necesitamos.
¿Lo sabes tú? Hablemos hoy de este interesante concepto, que a su vez, es uno de los pilares de la Inteligencia Emocional.

El autonocimiento, ser consciente de uno mismo


Para entender esta idea, empezaremos poniendo un ejemplo. Tenemos a un joven, quien, gracias a su esfuerzo, valía y oportunidad, ha conseguido una buena posición laboral, no obstante, no se siente feliz. Se compra un coche, una casa… Y sigue sintiendo un vacío existencial, una inquietud que no calma ni  llena ninguna de sus relaciones afectivas, ni aún menos, los bienes materiales que adquiere.
Poco a poco, toma las riendas de su vida y reflexiona sobre sí mismo, ahonda en su interior en busca de respuestas. Tal vez ha querido vivir demasiado deprisa demostrando a los demás todo lo que podía hacer, es consciente que hasta el momento, solo buscaba contentar al resto, a su familia, aparentar ante sus amigos, pero nunca se detenía en preguntarse qué necesitaba él. Vivía “hacia fuera y no hacia dentro”.
¿De qué modo podríamos definir entonces el autoconocimiento?
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1. En la capacidad de controlar las experiencias internas, en ser conscientes de nuestros estados de ánimo y actuar de acuerdo a ellos.
2. En ocasiones, percibimos nuestra insatisfacción, y sin embargo, nos obligamos a seguir por el camino ordinario porque así lo esperan los demás, o porque, sencillamente, tenemos miedo a ir más allá de nuestra “zona de confort”. De ese modo, nos obligamos a girar el rostro a esa voz interior que nos clama ayuda, para, sencillamente, dejarnos llevar.
3.El autoconocimiento es un pilar de la Inteligencia Emocional. Se trataría en realidad de tomar conciencia de uno mismo y de las propias emociones, actuando de modo reflexivo y en armonía, con todos aquellos que nos rodean. Nosotros nos comprendemos a nosotros mismos y a su vez, respetamos y entendemos a los demás, pero ello no quita que tengamos derecho a defender nuestras necesidades. Que actuemos de acuerdo a nuestros sentimientos y valores,
4. Para ser feliz, no es necesario acumular “cosas”, ni tampoco conocimientos. No es más feliz el que más sabe ni el que más tiene, sino el que más entiende, el que goza de mayor humildad y quien a su vez, mejor se conoce. Si no sabemos dónde están nuestros límites, siempre habrá alguien que intente rebasarlos Si no sabes lo que quieres siempre andarás buscando algo. Si no sabes apreciar lo que tienes y lo que eres, vivirás siempre frustrado. ¿Vale la pena? Desde luego que no.
El autoconocimiento, es ese ejercicio cotidiano que todos deberíamos practicar para gestionar mejor este complejo mundo que día a día, nos plantea retos y nos pone a prueba.
En ocasiones, la mayor sabiduría reside precisamente en entendernos a nosotros mismos para así, saber actuar en consecuencia y en armonía con nuestras emociones. Seremos más íntegros, más sencillos, y no solo podremos ser un poco más felices, sino que seremos capaces también deaportar felicidad a los demás. Inténtalo hoy mismo.
Cortesía imagen: Vladimir Kush, Amanda Cass
fuente/lamenteesmaravillosa.com